🏐 Cap. 12🏐

El entrenamiento comenzó con variados ejercicios en donde debían sortear diferentes obstáculos como entrada en calor más un suave trabajo para activar la musculación y así pasar luego a los driles específicos del deporte.

Comienzo en donde el rubio se mantuvo lo más alejado del infame argentino sin siquiera dignarse a mirarlo cuando le arrojaba sus pelotas.

—Estás de más callado... ¿Algo que me quiera contar, capitán? —suelta -todo risueño- Will a su amigo. Situación de la que ya estaba al tanto gracias al central (Tom) que se encargó de narrar los sucesos transcurridos dentro del dormitorio (o lo que sabía por boca del capitán) y el aula magna.

—Nada, no molestes —anuncia todo mal humorado, dándose cuenta de que su amigo ya estaba al tanto de lo sucedido por la irónica sonrisa de oreja a oreja que adornaba su cara. Pero ¿qué pensaría si supiera que el argentino lo beso por bocazas en la madrugada? Situación que no fue capaz de contarle a Tom (el central) cuando sentía la necesidad de largar lo que le pasaba o explotaba.

Así mismo, no quiere ni recordar las hirientes palabras que salieron desde sus labios hacia el castaño, pero más bronca le da, la liviandad con la que se maneja el susodicho.

Es que no puede creer que luego de salvarlo de su caída y decirle ciertas palabras al oído, el tipo se moviera con tal soltura y seguridad. Y para colmo, ni un ápice de vergüenza de que se sepa que anda tras el culo del mariscal, o eso supuso cuando observaba las interacciones de ese par. Completamente descarados en cuestión de coqueteo barato que hierve su sangre de solo pensar. ¡Es que nunca le molestaron los gais! ¿Entonces, por qué  mierda le molesta tanto?

"Trabajo específico por cuatro: Will, desde el banco por 2, ataque al punta por 4 y posterior remate del mismo. Eren, penetras para armar". Resuena la voz del entrenador a medida que se dirige hacia otros tercetos y cuartetos.

Joaco, rápidamente, toma ubicación en la cancha a medida que le pasa un par de pelotas a Will (punta que se encuentra en el campo contrario, montado en un banco para proceder al ataque) notando al armador a sus espaldas para la posterior penetración luego de que él, realice la defensa del ataque del punta contrario.

—¿Normal o rápida? —cuestiona Eren al punta a medida que lo ubica delante suyo sosteniéndolo de su espalda sin darse cuenta de lo que genera con su tacto. 

—Como quieras, yo me adapto a tus bolas —suelta Joaco. "¡Y con un demonio!" Piensa el argentino a medida que reniega en su cabeza sin poder frenar la incómoda risa que se le asoma.

—¿Pero acaso eres idiota? Deja de lado tu doble sentido y ponte a entrenar como es debido —reprende Eren a Joaco —. ¿Entonces, como la quieres?

El castaño, cansado del ataque innecesario del armador, se gira y lo enfrenta largando: —¡Fuiste tú quién me preguntó como la quería! Báncate la respuesta si no es de tu agrado.

El rubio, que debe mirar hacia arriba gracias al tamaño intimidatorio del cuerpo contrario, traga a medida que observa la creciente furia de sus ojos.

—¡Jódete! —escupe poniéndose en punta y con cara de asco.

—A tu culo si sigues tocándome las pelotas, bonito.

La creciente tensión termina con un armador enojado y sofocado gracias a su incrementado sonrojo, solicitando a Will que el comience él en lugar de Joaco. Y mandando a un encolerizado castaño al campo contrario.

—Me alegra que consiguieras un lugar en el campus Álvarez, no dudes en hablarme si necesitas algo —anuncia el entrenador a medida que rellena los papeles de Joaco con sus respectivos horarios.

—Este papel es lo único que necesito para confirmar mi estadía. Y creo que con mi compañero, solo es cuestión de entenderme. Él, estaba acostumbrado a una vida en soledad pero creo que tarde o temprano, esto será beneficioso para ambos —larga el castaño.

—La convivencia tiene sus ventajas y desventajas a la hora de abordar las relaciones interpersonales, ¿no? Solo ten cuidado. Y avísame si el capitán se pone demasiado exigente.

"Exigente" Es como le gustaría que se ponga. Codicioso por su toque sin tener que soportar malos tratos. Le molesta observar en el rostro del capitán, el desagrado cuando abiertamente habla de sus gustos o cuando se arrima al mariscal.

—Con su permiso, me retiro —anuncia el argentino sobre que obtiene el papel que garantiza su estadía con el gringo de infarto, chocando de lleno con el mismo cuando da el siguiente paso.

Cuerpo que recrudece sus sentidos dándole las mismas ganas de tocarle que de estrangularlo cuando lo hiere con vocablos.

—¿A dónde creas que vas? Ahora mismo arreglamos con el entrenador y te marchas hoy mismo de mi cuarto.

Todo colérico, el rubio comienza a revolear sus manos para todos lados, dando a entender la clara necesidad de recuperar el amplio espacio para él mismo.

—¿Y cuál es el problema de compartir el cuarto con tu compañero de equipo? Si, en definitiva, no pueden llevar más compañía que las personas que están asignados a los cuartos. ¿O tiene algo que confesar, capitán?

De inmediato, Eren enmudece a medida que fulmina con la mirada a cierto castaño que trata de contener sus sonrisas, dejando más que claro que el rubio quería seguir conservando el espacio del campus como una especie de motel barato para sus diferentes conquistas.

—Es que no nos entendemos, entrenador —susurra bajo más para él mismo que para el contrario.

—Entonces, me parece una perfecta manera de limar asperezas. Asignen tareas y respeten los momentos del otro. Eso llevará a que aprendan a respetarse aunque no sea de su total agrado la opinión del contrario. Cómo sucede con cualquier situación de convivencia en una pareja... Que irónico ¿no? Debo poner en práctica mis propios consejos —finaliza el entrenador agarrando su celular completamente entusiasmado hasta que los observa —. ¡Ya! ¡Vayan a la ducha o a otro lado! No hay nada más que hablar.

Ambos jugadores se retiran bajo la atenta mirada del entrenador, que marcando a su amor escondido espera que se alejen para preguntarle si puede conversar. 

A medida que avanzan por el pasillo hacia los baños, Joaco no soporta el mantón silencioso que se instala entre los dos y le suelta: —Eren, yo no tengo problemas de que lleves tus conquistas, solo avísame así me desaparezco por un rato. Eso sí, espero el mismo trato de tu parte cuando me quiera follar duro a alguien —dejando completamente petrificado al rubio de solo imaginárselo al castaño.







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