Capítulo 4
Reiji Sakamaki había podido acceder a la casa alquiler mediante un pequeño acuerdo con la dueña, aunque no fue tan difícil pero si sencillo, debido a que la dueña Selene Ortiz había dicho que sería mejor que la joven Mabru descansara en el sillón de la sala hasta que se pudiera recuperar. Y si, habían descubierto en apodo que la vecindad parecía conocer de la chica que había "accedido" a ayudarlos.
La gente pueblerina y humana de este país era demasiado ruidoso para todos los hermanos, no estaban acostumbrados que estos fueran tan libres de contar todo de los vecinos o de si mismo sin hacer amenazas, además de que no respetaban el espacio personal, siempre parecía ser que las señoras o doñas le palmeaban la espalda, y su vestimenta evidenciaba bastante el estatus social de la propietaria, estaba seguro que era de la servidumbre o plebeya. Aunque habían visto previamente hogares muy refinados, tal vez era por secciones. Eso era lo que quería hacerse creer, Reiji.
—¿Qué haremos con ella, Reiji?—pregunta Subaru.
El joven de cabellos blanco con rosa pálido se había quedado con una sensación un poco extraña tras tener contacto con la piel calida de la chica inconsciente, sin embargo, rápidamente se lo pasó a Shu. Debido a que le dio malestar. No sabía explicar el motivo por el cuál se sentía nostalgico, parecía no conocerla pero su piel parecía recordarla.
—Esperaremos a que despierte. La dejaremos ir. Tenemos nuestros propios problemas como para involucrar a una jovencita que no tiene que ver en nada, con nosotros —contesta Reiji, mientras se encuentra sentado en un sillon color bordo, de brazos cruzados, pensativo.
Shu por otro lado, se encontraba dormitando en una posición extraña para muchos pero tampoco tanto. No era de extrañarse si el hermano mayor se quedara dormido por cualquier superficie. Aunque la superficie donde se encontraba dormido en este caso, fuera recostando su espalda contra uno de los laterales del sofá donde reposaba la joven desmayada.
El rubio de ojos celestes azulados, parecía ser atraído como una luciernaga hacia la luz, en este caso la luz sería la chica. Pero no era como si estuviera atraído por ella, su complexión corporal no era de sus estereotipos ni siquiera le causaba la necesidad de beber de su sangre. Por algún motivo, el silencio que poseía en esos instantes le causaba paz. Y eso le gustaba bastante, lastima que despierta no tuviera la misma sensación.
Mentiría si dijera que no sentía un extraño dejavu al haber conectado la mirada, ella más pequeña que él y más fuerte, sin embargo, no era fortaleza lo que sintió al verla. Sino que, un extraño sentimiento de que ya había sucedido esto en algún momento de su vida, como si ya la conociera de algun otro lado, era rarísimo.
—Tch, deberíamos tenerla vigilada. Nos podría ayudar mientras estamos perdidos en este pueblucho. —reprende Ayato inconforme, mientras jugaba con su corbata roja.
—Tal vez podría conseguir más información de ella si me dejarán usar mis métodos —propone Raito, con una sonrisa que prometía actos cochinos.
—No haremos nada que nos haga llamar más la atención de la que ya hemos causado —reprendió Reiji, a sus hermanos. Estaba molesto por no entender como habían sido capaz de llegar a un mundo paralelo.
Lo había confirmado aquello, tras mirarse en el espejo. Sus rasgos se habían acentuado como una pelicula americana, tenían mas aspecto de humanos que de vampiros, hasta podrían estar siendo mortales y ellos seguían siendo ellos mismos. Aunque, algo en su instinto le dictaba que no probase volar, en estos momentos parecía ser una mala idea.
Kanato por otro lado, se encontraba curioseando en el cabello suave y lacio de la chica, interesado en la piel tan delicada tal cual una muñeca de porcelana, aunque las ojeras fueran un rasgo que para él arruinaba su encanto. Según Teddy, esa joven tenía algo especial, por lo que dejarla marchar sería una estupidez.
—Teddy piensa que debemos tenerla cerca de nosotros. Ella esconde algo, Reiji. Estoy seguro de eso —dice el joven de cabello morado y ojos del mismo color fantasía, abrazando al oso.
Reiji pensó seriamente. No era normal que sus hermanos coincidieran en un punto. Esto era demasiado pacífico.
—Veremos.
Y tras esas palabras, la joven pareció volver de sus sueños hacia la consciencia, quedando ida por unos minutos largos hacia el frente, en este caso, mirando a Kanato. Quién por el susto, había abrazado fuerte a Teddy.
Kanato pudo notar perfectamente como el rostro adormilado de la joven de cabellos negro y de ojos castaños, se iba volviendo ceñudo justo entre las cejas. Como si no entiendese nada. Pero tan rápido como la confusión se formó hasta en él mismo, la vio pestañear varias veces en él y luego a su alrededor. Todos notaron el vuelco y rápidos latidos que provenían de la joven, como si hubiera dado con alguna sorpresa o terror.
—¿Te asusté?—preguntó el pelivioleta con una sonrisa sardonica.
La joven enseguida nego, con rapidez.
—Me asustó no saber donde estoy...
—Normal. ¿te acuerdas de quienes somos? —pregunta Reiji.
Pareció otros minutos de aburrida eternidad tras conseguir que la joven le volviera a contestar. Aunque hubieran esperado solo cinco minutos.
—Mmm... Diaboys. —murmuró ella.
La cara de todos era de puro desconcierto tras la palabra extraña.
—¿Qué has dicho? No conocemos dicha palabra, somos... Extranjeros. —expresa Reiji tratando de sobrellevar por la paz la situación.
—Eh... Me pareció reconocerlos de la serie animada. Pero es obvio que no son, disculpe esta tontería que dije —contestó la joven, tras una sonrisa nerviosa. Parecía haberlo repensado.—esto... disculpen las molestias que les he causado, al final...¿Pudieron conseguir la casa?
Reiji suspira tras reacomodarse los lentes. Esa joven era de lo más rara.
—Si gracias a que la conocen por aquí. Me imagino que debe volver a su casa. —responde educadamente.
—Así mismo. ¿Y Mis compras?—pregunta confundida al percibir la ausencia de su bolsita de galletas y leche, aunque enseguida el rubio de lo pasa— Oh, gracias.
—Muchas gracias por tu ayuda. —agradece modestamente Shu.
—Si. Espero tengan una buena estadía. Adiós —salió como si supiera dónde.
Y así fue, era como si la chica supiera lo comun que todas las casas tuvieran la misma forma de salir. Sin embargo, Raito se desvaneció de la vista de sus hermanos, él parecía tener mas curiosidad, que los demás.
Reiji suspiró resignado. Ninguno de ellos parecía tener educación o respeto a él, y aquello hace tiempo lo había entendido. Ahora debía centrarse en pensar como volver a su casa.
La humana no podía estar sola ni descuidada, o sus primos segundos se harían con el banquete de su sangre.
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