xxiv. Chapter twenty four
Draco recibió una agradable sorpresa a mitad de semana cuando llegó una lechuza de Theo preguntándole si quería reunirse para tomar algo el viernes. Hermione parecía complacida y rápidamente programó una noche de chicas con Ginny, diciendo que aunque ahora eran una pareja, no sería bueno ignorar las amistades por lados separados en sus vidas. Draco puso los ojos en blanco, pero se mordió la lengua. Sabía que no tenía derecho a todo el tiempo de Hermione, especialmente cuando ya se veían todos los días de la semana por la mañana y generalmente pasaban los viernes y sábados por la noche juntos, pero Draco no vio ningún problema en querer pasar cada segundo en su compañía.
Dulce Salazar, estaba real y verdaderamente enamorado. A punto de convertirse en Hufflepuff ya.
Estoy bien con esto.
La nueva rutina de la vida de Draco lo hizo sentir de una manera que no se había atrevido a sentir desde sus primeros años de adolescencia: contento. Draco se encontraba con Hermione afuera de su casa todas las mañanas antes del trabajo, lloviera o hiciera sol, y la acompañaba a la cafetería. Se sentaban con sus bebidas preferidas (él con un café solo, ella con un masala chai) y discutían todo sobre su día de trabajo anterior, los próximos proyectos, algo que había despertado la ira de Hermione en el Diario El profeta, las más recientes cariñosos/exasperantes cosas que Potter o Weasley le habían dicho, etc. Luego caminaban juntos al trabajo y Draco le daba un beso prolongado en la mejilla que nunca dejaba de hacer que Hermione se sonrojara.
Las tardes de fin de semana iban y venían entre sus respectivos hogares, dependiendo del horario de quidditch de Draco. Hermione lo introdujo a todo tipo de maravillosa cocina muggle, y Draco se volvió adicto al anonimato que le brindaba el Londres no mágico. Él también pasó muchas noches viendo a Hermione resplandecer de felicidad en su biblioteca mientras descubría tomo tras tomo. Aún no se había dado cuenta de su fantasía de sexo contra los estantes, pero difícilmente podía quejarse dado lo dispuesta que estaba Hermione a guiar o ser guiada al dormitorio. Los domingos significaba dormir, desayunar (ya sea antes o después de llegar al clímax entre las sábanas) y luego Hermione se dirigía a la Madriguera para sus tonterías semanales de Weasley mientras Draco regresaría a casa para arreglar asuntos financieros o hacer un poco de vuelo.
Maldita sea, Draco estaba contento y esta noche iba a contarle todo esto a Theo.
Cuando Draco entró en el abarrotado Hag in the Hearth* el viernes por la noche, no le tomó mucho tiempo ver la forma alta y desgarbada de su amigo sentado en el bar.
—Veo que has comenzado sin mí —dijo Draco arrastrando las palabras mientras se acercaba al taburete junto a su amigo.
Theo se encogió de hombros y tomó un largo sorbo de su bebida.
—¿Qué beberás esta noche? Por mi parte, por supuesto, probablemente podría comprar rondas para todos aquí por el resto de sus vidas y no arañar la superficie de mi herencia.
Draco miró a su amigo con recelo. La última vez que había visto a Theo había sido en la gala de Año Nuevo de su madre, pero su amigo no podía verse más diferente. Atrás quedó el comportamiento tranquilo y el brillo saludable en su rostro; el resplandor de una persona que tenía algo que iba bien en la vida. El Theo a su lado parecía derrotado y malhumorado, un dolor legañoso reflejado en su mirada.
—Lo mismo que tú, supongo.
Theo le hizo señas al cantinero para pedir otra cerveza. Cuando Draco tenía una bebida frente a él, Theo levantó su vaso en un brindis fingido.
—Levantemos una copa por la casa de Nott, un linaje muy sagrado y puro. Gracias por el oro, cabrones de mierda, y por condenarme a un destino miserable.
Draco bajó su bebida alarmado por la mordaz amargura imbuida en las palabras, pero Theo vació su vaso de una sola vez y pidió otro. Draco lanzó rápidamente un encantamiento de interferencia de sonido a su alrededor.
—Theo, amigo, en serio, me estás asustando. Dime qué ha pasado.
Draco observó a su amigo respirar hondo, sacudir la cabeza y luego tomar otro largo trago de su cerveza nueva y llena.
—¿Es tu madre? ¿Está mal? —Theo negó con la cabeza—. ¿El trabajo? ¿Alguien te está molestando en el Ministerio? —Theo volvió a negar con la cabeza, mirando al frente—. ¿Estás enfermo o algo así? ¿Estásn en algún tipo de problema? —Ante esto, Theo bajó la cabeza y el estómago de Draco se hundió.
—La amo —Theo finalmente se atragantó y las cejas de Draco se fruncieron en confusión.
—¿De quién estás...
—La amo. —repitió Theo como si Draco no hubiera hablado—. No quiero vivir otro puto día sin ella. Ella quiere vivir juntos y yo también quiero eso, pero esto nunca va a funcionar... Joder, quiero casarme con ella y pasar el resto de mi triste vida con ella si me acepta...
Draco se quedó boquiabierto mientras su amigo seguía despotricando. Hizo una seña al cantinero para que trajera dos whiskys de fuego, de prisa.
—Ella es lo mejor que me ha pasado y Merlín sabe lo que hice para merecerla —continuó Theo y el cerebro de Draco gritó Oh, yo también, amigo, no tienes idea, pero ahora que las compuertas se habían abierto, pensó que era mejor dejar que Theo sacara todo.
Él de repente pareció entrar en pánico y negó con la cabeza.
—La amo pero ella no lo sabe, no tiene idea y ¿cómo diablos arreglo esto?
—Espera, estoy confundido. Pensé que dijiste que esta mujer quiere mudarse contigo. ¿Ella no sabe que la amas?
Theo seguía sin mirarlo a los ojos, solo miraba su cerveza con desánimo.
—No lo entenderías. Nunca entenderás.
—¿Qué tal si me pruebas en lugar de asumir, de acuerdo? —Draco estalló enojado.
Después de todo el drama familiar de mierda que habían tenido que soportar en sus jóvenes vidas, ¿realmente Theo pensaba que Draco no podía manejar cualquier tontería romántica por la que estaba destrozado?
Theo negó con la cabeza y soltó un suspiro de dolor.
—La amo...
—Sí, entiendo esa parte.
—La amo y ella no sabe que soy... que soy un... —Theo vació su copa de nuevo—. Ella no sabe que soy un mago.
La mente de Draco trató furiosamente de pensar en lo que Theo acababa de decir porque no tenía ningún sentido.
—¿Cómo? —fue todo lo que logró Draco.
—Porque no le he dicho lo que soy. Porque ni siquiera sé cómo abordar esto. Porque... ella es una muggle.
El cantinero llegó entonces con una botella de Ogden's y dos vasos.
—Deja la botella —ordenó Draco y el hombre se encogió de hombros y se alejó.
Llenó los dos vasos hasta el borde y empujó uno hacia Theo.
—¿Cómo pasó esto? —preguntó en voz baja.
Theo bebió el whisky.
—Hace aproximadamente un año y medio fui a un pub muggle...
***
La doble vida de Theodore Nott
El Londres muggle estaba bullicioso a esa hora, pero esta versión de Londres parecía bulliciosa a todas horas. Era frenético, caótico, y había multitudes de personas por todas partes, constantemente. Theo se sentó en su banco habitual frente a una franja de bares, restaurantes y tiendas populares, reuniendo el coraje que poseía. Había estado viniendo a este lugar exacto todos los días durante la última semana, observando su entorno. Este viaje de campo fue la culminación de varias semanas de estudio y planificación meticulosa, de tomar nota de los hábitos y comportamientos normales de los muggles.
Él podría hacer esto. Su sanador le aseguró que podía hacer esto. Theo necesitaba hacer esto. Toda la ardiente curiosidad que le habían obligado a mantener dentro toda su vida finalmente se había agotado. Los libros que había encontrado en la biblioteca del Ministerio del Departamento de Enlace Muggle lo habían preparado para vestirse y actuar el papel, porque Theo era demasiado cuidadoso. Se había preparado con las tecnologías actuales en uso, y aunque la primera vista del tráfico motorizado lo alarmó, había leído lo suficiente como para saber qué esperar. Después de todo, no eran tan diferentes de los autos del Ministerio, pero todo era mucho más ruidoso y brillante aquí. Había necesitado toda la semana para que sus sentidos se acostumbraran a la atareada atmósfera que lo rodeaba. Merlín, había tanta gente, moviéndose de un lado a otro, sin ser molestados y sin darse cuenta de que un mundo de magia se escondía a su alrededor.
Finalmente desplegó su cuerpo larguirucho del banco y atravesó las puertas del pub que había seleccionado como objetivo para esta misión. Él, el mago purasangre Theodore Nott, hijo de un prominente mortífago, iba a tomar una copa en un pub muggle y todo iba a estar bien.
En una de sus visitas de reconocimiento a principios de semana, Theo había elegido este pub en particular basándose en la edad de los clientes que iban y venían. La multitud de la tarde estaba compuesta por jóvenes de su edad, generalmente en grupos o parejas, y no parecía tan ruidoso como algunos de los otros establecimientos. Uno que quería evitar para siempre tenía una pared entera de cajas de luz deslumbrantes y demasiado brillantes, que Theo descubrió más tarde que se llamaban televisores. Demasiado errático para él, no sabría dónde mirar.
Se sentó en un taburete en la barra del pub elegido y pidió una pinta de Guinness. El folleto de consejos de viaje que encontró en la Biblioteca del Ministerio titulado "Cómo pasar las vacaciones en el mundo muggle sin violar el estatuto del secreto", decía que esta bebida en particular tenía un sabor similar a una cerveza fuerte que Theo pedía a menudo en Hag in the Hearth.
Theo tomó un sorbo tentativo y descubrió que la descripción del folleto era precisa. Al ver que el primer paso de esta operación había ido bien, se relajó un poco y miró alrededor del pub moderadamente lleno.
¿Este grupo de personas era la mayor amenaza para el mundo mágico? ¿Este modesto grupo de humanos que se dedican a sus vidas de alguna manera serían eventualmente responsables del colapso de la sociedad mágica? ¿Qué tan estúpido fue su padre al haber creído esa absurda mentira?
Resopló en silencio para sí mismo y tomó un sorbo de su pinta mientras el sabor crecía constantemente en él. De repente, una risa estruendosa estalló en el aire, y Theo giró la cabeza hacia la derecha para localizar la fuente.
Y Theodore Nott nunca volvió a ser el mismo.
Ella llamó su atención de inmediato. Su cabeza echada hacia atrás con júbilo, la alegría desenfrenada de su risa superando a la de sus compañeros. Su sonrisa era amplia, genuina, y sus dientes resplandecientemente blancos contra su tez. Se recogió las largas trenzas negras en una cola de caballo detrás de la cabeza y luego captó la mirada de Theo. Apartó la mirada con rapidez, concentrándose en no derramar su pinta, avergonzado de que lo encontraran mirando.
Después de unos minutos, no pudo evitarlo. Volvió a mirar al otro lado de la habitación. Estaba charlando animadamente con su grupo de amigos, asintiendo enfáticamente a uno de ellos, cuando volvió a mirar hacia arriba y directamente a Theo. Apartó la mirada.
Este pequeño baile se prolongó durante varias rondas más, y aunque Theo se maldijo a sí mismo cada vez, no pudo evitar que su mirada volviera a ella, esta mujer vivaz parecía iluminar toda la habitación. Ella le dedicó una sonrisa desafiante y juguetona, y Theo supo que estaba en problemas.
Terminando lo último de su bebida, pensó que era hora de saldar la cuenta de la noche. Había completado lo que se había propuesto hacer, y era hora de terminar con la farsa y volver a su mundo.
Cuando el camarero se acercó, Theo abrió la boca para hablar, pero una voz exuberante lo interrumpió.
—¿Podemos conseguir dos Cosmos más, dos cervezas, una cerveza ámbar, una Guinness y otra pinta de lo que sea que esté bebiendo este? —ella sacudió la cabeza hacia Theo.
Su boca se abrió y trató de farfullar una negativa, pero ella ya había llevado algunas de las bebidas a su grupo. Regresó dos veces más para llevar todo y Theo seguía sin poder encontrar su voz.
Finalmente, regresó con su vaso de cerveza en la mano mientras el barman le servía otra Guinness a Theo.
—Hola —dijo ella, y se sentó junto a él con esa amplia y confiada sonrisa.
—Em, hola. Gracias por la bebida.
—Bueno, me cansé de esperar a que me compraras una, así que pensé que podría ahorrarte la molestia de dar el primer paso.
Theo casi escupió su bebida ante su atrevimiento.
—Me has estado mirando, ¿verdad? No creas que no me di cuenta.
—Lo siento, no quise fastidiar tu noche —dijo con sinceridad, y ella echó la cabeza hacia atrás en una carcajada.
—Acabo de invitarte a una bebida, ¿no crees que si me hubiera ofendido te habría dicho que te fueras a la mierda? —bromeó y Theo sintió que todo su rostro se enrojecía hasta la punta de las orejas.
La llamativa mujer lo miraba con alegría en sus brillantes ojos color ámbar, y Theo sintió un aleteo dentro de su pecho.
—Soy Sasha —ofreció ella, y le tendió la mano remilgadamente.
—Nott, Theo... quiero decir...
Pero Sasha había vuelto a estallar en carcajadas y Theo se encontró uniéndose a ella esta vez en su error garrafal.
—Bueno, ¿eres Theo o no? —ella bromeó.
—Déjame intentarlo de nuevo, soy Theo Nott.
—Encantada de conocerte, no Theo* —sonrió mientras se estrechaban la mano.
Theo nunca había conocido a una persona tan fácil de tratar en su vida. Se enteró de que Sasha estaba matriculada en la escuela culinaria calle arriba, lo que explicaba las chaquetas blancas a juego que ella y el resto de su grupo habían colgado en el respaldo de sus sillas. Él le hizo una pregunta tras otra, ansioso por aprender todo lo que pudiera sobre su vida. Le encantaba la escuela culinaria, pero quería especializarse en pastelería y trabajar como chef pastelera en un restaurante eventualmente. Sus padres eran de Ghana y se conocieron y se enamoraron en la universidad aquí en Londres. Se habían unido por su amor por el aprendizaje y ambos seguían siendo profesores; su madre de la literatura inglesa y su padre de la matemáticas. Tenía dos hermanos mayores, uno era pianista clásico y el otro seguía los pasos de su padre en matemáticas.
Theo estaba embriagado con cada palabra que ella decía, fascinado, su pinta de alcohol olvidada hace mucho tiempo. Eventualmente ella le planteó preguntas personales, y Theo hizo todo lo posible para sortear la verdad. Él le dijo que su trabajo era en finanzas para el gobierno (técnicamente cierto, trabajaba en finanzas pero para el gobierno mágico). Tuvo que cambiar su historia de fondo cuando se trataba de la familia y, en cambio, le dijo a Sasha que sus padres ya no estaban junto a él (verdad a medias; su padre estaba muerto, pero aunque su madre seguía viva y bien, Theo describiría su relación como tensa, en el mejor de los casos). Ella le dio unas palmaditas en el brazo con simpatía, sus ojos vivos llenos de tristeza por él, y Theo sintió que un calor se extendía por su cuerpo que no tenía nada que ver con el alcohol.
Hábilmente devolvió la conversación a su vida, queriendo aprender todo lo que pudiera sobre ella en esta noche. Porque cuando terminara, volvería a su existencia solitaria, pero al menos por esta noche, podría estar libre de la carga de su herencia. Esta noche era solo un tipo en un bar, charlando con una chica bonita.
Sus amigos finalmente se despidieron, pero Sasha los despidió con una mano descuidada mientras pasaban, aparentemente demasiado interesada en pasar tiempo con Theo. No podía detener las preguntas que surgían: ¿cómo era la escuela culinaria? ¿Cuál era su pastel favorito para preparar? ¿Cómo fue crecer en Londres? ¿Por qué no había seguido los pasos de sus padres? ¿Le gustaba tener hermanos? Y así sucesivamente hasta que ambos saltaron cuando el cantinero anunció que iban a cerrar.
Theo sintió que la desesperación lo invadía mientras ajustaban sus cuentas y se disponían a irse. Nunca se había sentido más suelto, más vivo que cuando había estado hablando con Sasha, y ahora todo había terminado y nunca la volvería a ver. Sasha, sin embargo, tenía otros planes.
—Ten —garabateó una serie de números en una hoja de papel y se la entregó a Theo.
Miró hacia abajo, confundido. ¿Era algún tipo de código? ¿Y para qué?
—Mi número —dijo ella con una sonrisa tímida ante su mirada perpleja—. Me encantaría pasar el rato de nuevo. ¿Tal vez podrías comprarme la bebida la próxima vez? Que tengas una buena noche, no Theo.
Y con un saludo alegre, se fue, dejando a Theo de pie en medio de la acera de Muggle London, agarrando un trozo de papel y sintiendo que todo su mundo había cambiado en unas pocas horas.
Sucumbió a una locura frenética durante los días siguientes, como no se había sentido desde que estudiaba para los EXTASIS. Necesitaba comprar un móvil y descubrir cómo usarlo para poder comunicarse con Sasha. Esto no era propio de Theo, en absoluto. Era cuidadoso, tranquilo, metódico, racional. Mantenía la cabeza gacha en el Ministerio y, en su mayor parte, nadie lo molestaba a pesar de su apellido. Conectar con Sasha solo podía generar complicaciones, algo que evitó cuidadosamente en su vida actual, especialmente después de la guerra. Pero un impulso inexplicable lo atravesó, un impulso de buscar su compañía solo una vez más para ver si esos sentimientos de la otra noche habían sido reales.
Así que volvió a la biblioteca del Ministerio. Leyó todo lo que pudo encontrar sobre comunicación y tecnología muggle. Básicamente interrogó a un colega en el Departamento de Enlace Muggle sobre dónde comprar un teléfono portátil. Ignoró las miradas perplejas de una bruja nacida de muggles con la que compartía una oficina mientras le pedía que le mostrara cómo usar el móvil que había comprado.
Y así, una semana después de conocer a Sasha, finalmente la llamó.
Dos semanas después, tuvieron su primera cita: cena en el pub y cine. La película aterrorizó a Theo (¿cómo es que los muggles todavía tenían su visión y oído? Eso no fue más que dos horas de un asalto a los sentidos), pero descubrió que disfrutaba estar sentado tan cerca de Sasha.
Una semana después, la llevó a cenar a un restaurante que tenía algo llamado "3 estrellas Michelin" y Sasha pareció atónita cuando Theo le dijo dónde cenarían. Sus ojos se desorbitaron al ver la cuenta, pero no era nada para Theo, y él insistió en invitarla.
La semana siguiente, ella se ofreció a cocinar para él en su apartamento, y Theo vio por primera vez una residencia muggle. Estaba fascinado por todos los aparatos y electrodomésticos desconocidos, pero aún más cautivado por el budín de pan de caramelo salado perfecto que ella sacó del horno para el postre. Lamió hasta el último bocado de su cuchara y declaró que era lo mejor que había comido. Esto hizo que Sasha, normalmente segura de sí misma, se sonrojara de orgullo por el cumplido y preguntara tentativamente.
—¿En serio? ¿Crees que es tan bueno?
Y en lugar de asegurarle que el plato era de hecho una de las mejores cosas que jamás había probado y que ella tenía un talento obscenamente, su tranquila pregunta provocó una reacción diferente.
—Eres tan hermosa. —entonó suavemente y en el momento en que dejó de hablar sus labios estaban sobre los suyos.
Lo siguiente que supo fue que ella estaba sentada a horcajadas sobre su regazo en la silla de la cocina mientras él le acariciaba el cabello trenzado mientras se besaban los restos de caramelo de los labios y las lenguas del otro. Justo cuando Sasha iba a poner sus manos debajo de la camisa de Theo, la puerta se abrió y señaló la llegada de su compañero de cuarto. Theo se levantó de un salto, avergonzado por casi ser visto en esa posición y luego por casi enviar a Sasha al suelo.
Murmuró una disculpa apresurada y prácticamente salió corriendo de su apartamento. ¿Qué estaba pensando? Esto había ido lo suficientemente lejos. ¿Cómo podía haberse dejado atrapar tanto por esta mujer, una muggle, cuando no había forma de pudieran tener un futuro juntos? Qué bastardo tan estupendamente egoísta y ciego había sido.
Estos sentimientos de autodesprecio duraron toda una semana antes de que ya no pudiera negar el impulso de hablar con ella por última vez. Estaba destinado a cerrar, pero las palabras se atascaron en su garganta en el momento en que ella levantó el teléfono. En cambio, salió una disculpa mientras él le suplicaba, le suplicaba que lo dejara arreglarlo. Estaba legítimamente enojada con él, pero finalmente aceptó su oferta de llevarla a cenar.
El restaurante solo tenía dos estrellas Michelin esta vez (así que probablemente no era muy bueno, razonó Theo), pero Sasha parecía impresionada. Sin embargo, en lugar de una cena de despedida, Theo puso su corazón en juego. Lamentó haber reaccionado mal. No se arrepintió de haberla besado. Estaba asustado por lo que sentía por ella. Nunca había conocido a una mujer, ni siquiera a una persona, como ella. Había tenido una infancia realmente dura, su padre había sido un bruto, y solo ahora, después de su muerte, Theo finalmente se sintió libre de él. Él nunca había tenido una relación seria antes, no tenía ni idea de cómo actuar sobre sus sentimientos por ella.
Sasha soportó todas estas verdades estoicamente mientras descargaba algunos de sus miedos más oscuros y Theo sintió que los nudos en su pecho se aliviaban con cada frase veraz que pronunciaba. Salvo Draco y su propio sanador, estos eran pensamientos que nunca había compartido con nadie, y con cada capa que retiraba podía ver que sus ojos se suavizaban.
Ella no lo dejó escapar del apuro esa noche. Ella le dio las gracias por la cena y se despidió con un casto beso en su mejilla después de que él la acompañó de regreso a su apartamento.
—Estás un poco roto, no Theo, pero creo que no me importa mucho —dijo Sasha en voz baja antes de dejarlo por la noche.
A la semana siguiente, volvieron a encontrarse para cenar en su apartamento y Theo estuvo nervioso durante todo el camino. Él le entregó un ramo de flores increíblemente extravagante cuando abrió la puerta que la dejó boquiabierta. Ella tiró de él adentro por su camisa y antes de que él pudiera lanzar una explicación detallada sobre cada tipo de flor que había seleccionado, aplastó sus labios contra los de él y lo presionó contra la puerta. Rápidamente explicó que su compañero de cuarto había salido a pasar la noche y lo llevó a su habitación, las flores bellamente arregladas olvidadas en el piso.
Un mes después, él pasaba todos los fines de semana en su piso. Dos meses después y él le dijo que la amaba (ella respondió de la misma manera). Tres meses después, ella lo invitó a conocer a sus padres (al principio pensaron que era un poco extraño y demasiado correcto, pero su conducta tranquila, sus modales impecables y sus eruditas observaciones en la conversación los convencieron a las pocas horas de las presentaciones) . Pasaron más meses y, a medida que su relación florecía y su amor crecía, Theo se sumergió tanto en la sociedad y la cultura muggles que podía hablar cómodamente de cricket con el padre de Sasha, lamentarse de la política mundial con sus muchos tíos, diseccionar literatura clásica con su madre, charlar sobre música con su hermano pianista y comparar notas con su otro hermano en programas de televisión y nuevas películas.
Y cada vez que Sasha tenía una pregunta sobre el misterioso pasado de Theo, divulgaba la verdad lo suficiente sin revelar nada sobre su vida mágica. Sus padres estaban muertos, y vaya que eso le ganó puntos de simpatía con todas sus tías, y había sobrevivido a una infancia abusiva. Lo enviaron a un internado a una edad temprana y tuvo problemas para adaptarse, por lo que no tenía muchos amigos de los que hablar. Tenía un trabajo estable en finanzas y podía permitirse una cena ridículamente buena y una casa elegante como único heredero de la fortuna de su difunto padre. Theo se vio obligado a comprar una casa adosada amueblada en el barrio muggle de Belgravia cuando Sasha comentó una vez que nunca pasaban tiempo en su casa.
Y así, durante el último año y medio, Theodore Nott convenció a la mujer que amaba de que no era más que un contador muggle del gobierno. Un pequeño huérfano rico solitario sin amigos.
Su madre lamentó que nunca más pasara tiempo con ella. Sus elfos estaban inquietos en Nott Estate sin apenas tareas domésticas que hacer ni órdenes dadas por su amo ausente. Su único amigo, Draco, ansioso por saber por qué sus salidas de los viernes al pub habían disminuido.
La doble vida empezó a comerse a Theo. Amaba a Sasha con cada fibra de su ser, pero ¿cómo podía entregarse completamente a ella cuando ella no sabía lo más fundamental de su existencia? No tenía idea de lo difícil que era a veces suprimir la magia en sus venas. No tenía idea de los horrores que había sobrevivido cuando era niño. No tenía idea de los horrores que había sobrevivido en su internado a manos del maestro y los compinches de su padre. No tenía idea de que si hubiera ganado el Lado Oscuro, se habría esperado que él se alineara a su padre trastornado. Se habría esperado que torturara y matara a personas como Sasha y su familia simplemente porque no eran mágicos.
Y así, cuando sus conversaciones se desviaron hacia el territorio de las casas, o los futuros, o para siempre, el corazón de Theo se elevaba de alegría y se apretaba de pánico al mismo tiempo. Sasha era todo lo que siempre había querido: hermosa, inteligente, decidida, amistosa, amable, divertida y, por alguna razón, tan enamorada de Theo como él de ella.
Pero ahora había llegado a una encrucijada. ¿Contar o no contar? ¿Seguir con la farsa o cerrar este capítulo?
Porque las preguntas no se detenían y no se volvían más fáciles de desviar. ¿Realmente no tenía amigos de la escuela? ¿Exactamente en qué parte de Escocia se encontraba este Hogwarts? Nombre divertido para una escuela, ¿no crees? ¿Por qué no había asistido a una universidad? ¿Por qué nunca le habían presentado a ninguno de los compañeros de trabajo de Theo?
Theo estaba en un punto de ruptura y como se había olvidado de decirle a su sanador que el amor de su vida, la mujer con la que quería casarse, en realidad era una muggle por miedo al curso de acción que le aconsejaría el sanador, Theo había enviado impulsivamente una lechuza a Draco. Una vez que el alcohol comenzó a fluir, no pudo evitar revelar secreto tras secreto, con la esperanza de que uno de sus amigos más antiguos pudiera entender lo que Theo buscaba con Sasha: Una oportunidad de finalmente vivir en sus propios términos. Una oportunidad que tanto él como Draco podrían haber tenido si no hubieran nacido en sus malditas familias de sangre pura. Sin que sus padres pudieran planificar la vida que querían sin necesidad de un contrato formal para casarse o buscar una carrera o respirar sin permiso.
Theo encontró los interrogantes ojos grises de Draco fijos en sus desesperados ojos marrones, necesitando la ayuda de su amigo, pero sin saber cómo pedirla.
***
Cuando Theo terminó su historia, Draco le devolvió la mirada impotente. Su amigo se había enamorado perdidamente de una muggle y el cerebro de Draco se apresuró a aceptar este hecho.
—Así que eso es todo, esa es mi triste historia —dijo Theo con tristeza—. Es por eso que he sido un fantasma y un amigo de mierda para ti. Merlín, esta es una situación en la que yo mismo me he metido.
Draco se compadeció de su amigo, pero no sabía cómo mejorar la situación. Tampoco pudo evitar sentir que todo esto podría haberse evitado si solo hubieran hecho una simple pregunta mientras crecían: ¿por qué?
Los muggles son inferiores, Draco. ¿Por qué?
Debemos servir al Señor Oscuro. ¿Por qué?
Debes casarte con una bruja con la herencia adecuada al graduarte y tener un heredero lo antes posible. ¿Por qué?
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
—Theo, amigo, yo... realmente no sé qué decir.
Theo dejó escapar un resoplido burlón.
—Supongo que debería haberlo imaginado. El gran único heredero de la casa Malfoy no es exactamente la persona que esperaría que aprobara mi situación.
—¿Perdón? Escucha...
—Estás perdonado. Mira, no descargué todo esto sobre ti para escuchar una conferencia.
—¿Conferencia?
—Sobre lo tonto que estoy siendo al involucrarme con una mujer muggle.
—Por supuesto que es una tontería, pero eso no es lo que...
—Pero lo que realmente no necesito de ti, Draco, es una diatriba sobre cómo me estoy ensuciando con Sasha. Realmente esperaba que ya hubieras evolucionado lo suficiente como para no volver a pensar de esa manera, pero tal vez estaba equivocado. Una palabra sobre lo sucios que crees que son los muggles y no dudaré en maldecir esa nariz de tu cara de tonto.
Draco apretó la mandíbula y trató de pronunciar una palabra al mismo tiempo que intentaba ocultar cómo dolía la falta de confianza de su amigo.
—Theo —gruñó peligrosamente—. Tienes que escucharme.
—No, realmente no debo. Hemos compartido lo suficiente a lo largo de los años sobre nuestras despreciables familias, lo suficiente como para saber lo mal que te ha hecho toda esa ideología de sangre pura, pero ahora puedo ver que estaba equivocado y que el alcance de tu padre es demasiado fuerte para que no hayas resultado ser como él.
—¡Suficiente! —Draco escupió en una imitación tan asombrosamente precisa de Lucius que finalmente logró hacer callar a Theo—. Si no me dejas hablar me voy y no vuelvo, ¿entendido Nott?
Theo asintió pero frunció el ceño con cautela.
—Para que conste, tu falta de fe en nuestra amistad es jodidamente asombrosa y vamos a necesitar varias botellas de whisky más para superar eso —comenzó Draco y se pasó una mano temblorosa por el cabello—. Pero intentaré ayudarte —murmuró Draco, intentando y fallando en mantener el dolor fuera de su voz—. Voy intentarlo. Te lo debo, ya sabes, después de todo lo que hiciste por mí. ¿Todas esas veces que fui por la red flu, completamente borracho y delirando, tratando de ignorar esa llamada ardiente en mi sangre por solo una poción más? Me has visto en mi peor momento, ¿no pensaste que alguna vez te devolvería ese favor?
Theo tuvo la decencia de parecer avergonzado.
—Lo siento, lo sé... lo siento. Es solo eso.... Quiero protegerla, de todo, de mi antigua vida y no sé en quién puedo confiar. No sé cómo reaccionará si alguna vez se entera de mi familia, de nuestro papel en la guerra. Ella me odiaría... yo me odiaría— su voz se apagó en un susurro resignado.
Draco suspiró y tomó un sorbo de su whisky. Theo había mostrado voluntad de ser vulnerable, y Draco le debía a su amigo algo de verdad a cambio.
—Lo entiendo mejor de lo que piensas. Estoy viendo a alguien —afirmó Draco sin rodeos, mirando su vaso.
—¡Vaya! Eh... ¡bien por ti, amigo! ¿Quién?
Despertar la curiosidad de Theo pareció sacarlo de su melancolía.
—Granger. Hermione Granger.
Draco levantó la vista para encontrarse con los ojos de su amigo y se quedó perplejo al encontrarlo sonriendo.
—¿Hermione Granger?
—Sí.
La sonrisa de Theo solo se ensanchó, sus delgados labios se estiraron tanto como pudieron. Luego, sin previo aviso, echó la cabeza hacia atrás en una violenta carcajada. Había lágrimas reales saliendo de sus ojos mientras continuaba riéndose a carcajadas, atrayendo más que unas pocas miradas de otros clientes del bar. Draco volvió a lanzar el encantamiento de interferencia de sonido con un movimiento irritado de su varita.
—Oh... oh Merlín... oh, esa es una broma excelente —Theo rió y se secó los ojos.
—No veo el humor en el hecho de que estoy viendo a Granger —dijo Draco con frialdad, poniendo su mirada más gélida de intimidación, pero Theo no perdería su estúpida sonrisa de incredulidad.
—Sí, sí, nadie en su sano juicio realmente creería eso.
Draco lo niveló con una mirada sin pestañear.
—Algunos días ni siquiera lo creo. respondió suavemente y los ojos de Theo se abrieron como platos cuando la sonrisa se deslizó de su rostro.
—Hablas en serio, ¿no? Pero... pero ella te odiaba . Y tú bueno... no fuiste muy amable con ella.
Draco resopló.
—Eso es subestimar lo que hice.
—¿Y ella... te perdonó?
Draco puso los ojos en blanco.
—Obviamente. —dijo arrastrando las palabras.
—¿Cuánto tiempo has estado saliendo con ella?
—Esa parte es relativamente nueva, supongo... ¿un mes, mes y medio? —¿Se empezaba a contar una relación desde el primer polvo? Esta era una pregunta que probablemente era mejor dejarle a Granger.
—¿Y cómo la convenciste de que te hiciera caso?
—Somos amigos desde hace un tiempo, incluso antes de que me disculpará por todo, y luego las cosas... progresaron de forma natural a partir de ahí.
Theo miró a Draco con una mezcla de sorpresa y orgullo.
—Merlín Malfoy esto es... ¡esto es fantástico! ¡Esto es jodidamente brillante!
—No te sigo.
Theo dejó su vaso sobre la mesa, los ojos ahora encendidos con el comienzo de un plan.
—¡Así es como puedes ayudarme! Piénsalo, Granger es posiblemente la bruja más inteligente desde Rowena Ravenclaw, ¿cierto?
—Ella es conocida por tener algunas buenas ideas. —respondió Draco irónicamente.
—¡Y ella es hija de muggles!
—Me has perdido.
Theo comenzó a gesticular salvajemente con las manos, deseando que Draco viera la brillantez de su idea.
—¿No lo ves? ¡Puedo presentarles a Sasha para que piense que tengo amigos!
—Soy tu amigo, idiota.
Theo descartó esta declaración como un mero hecho insignificante.
—Lo que sea. ¡Mira, podemos tener una cita doble! Granger será brillante como siempre lo es y, obviamente, al ser criada por muggles, sabrá cómo actuar frente a Sasha y estoy seguro de que puede mantenerte en línea durante una noche.
—Tu confianza en mí es verdaderamente conmovedora. Te haré saber que he estado fuera de casa en el mundo muggle y aún no he violado el Estatuto del Secreto.
Draco se olvidó de mencionar el incidente del fin de semana pasado cuando desapareció una copa de vino derramada en un restaurante y Hermione lo regañó por completo sobre lo afortunado que había sido de que nadie lo hubiera visto.
—¿Así que lo harás entonces? ¿Le preguntarás a Granger por mí?
Draco resopló.
—Bien, te ayudaré a seguir mintiéndole a tu pequeña novia muggle. No esperes que Granger esté feliz por eso.
Theo parecía tan genuinamente contento por el acuerdo de Draco que no pudo evitar sentir algo parecido a la alegría. Recuperó a su amigo y finalmente pudo contarle a otra alma sobre su relación, alguien a quien no le pagaba por escucharlo.
Theo levantó un vaso de whisky recién servido en su dirección.
—Por Granger. No estoy seguro de lo que ve en ti, pero honestamente, bien hecho.
Draco puso los ojos en blanco y aceptó el brindis de su amigo.
Las cosas se volvieron progresivamente borrosas después de eso. Con la parte melancólica de la noche completada, los dos viejos amigos comenzaron a brindar por todo ("¡Por Salazar, McGonagall fue la mejor profesora en esa maldita escuela, por McGonagall!") y cualquier cosa ("¡la televisión es brillante, por la tele!") mientras compartían una segunda y luego una tercera botella de Ogden's. Theo interrogó a Draco sobre el incipiente romance entre él y su antigua némesis (en palabras de Theo, Draco nunca se dignaría a ser tan dramático), la lengua de Draco se aflojaba con el aumento del consumo de alcohol.
—¡Debería enviarle flores!—Theo exclamó de repente.
—¿A quién?
—¡A Granger, obviamente!
—¿Qué—por qué—por qué estás—enviándole flores a mi Granger—mi novia—? —Draco farfulló y terminó con un hipo.
—¡Porque! ¡Ella es tan útil! Ya sabes, con todas las cosas muggles. Tengo que mostrarle mi grat—gratitud. Ella es inteligente, tu chica.
El normalmente tranquilo y reservado Theo era lo que uno llamaría un borracho hiperactivo y excesivamente excitable. Draco, por otro lado, generalmente aterrizaba más en el lado borracho y malhumorado del panorama, pero el entusiasmo de su amigo era contagioso esta noche.
—¡Sí! Sí. Las mujeres... aman... las flores, sí. ¡Flores! ¡Oh, Merlín! —Draco dejó su bebida y parecía asustado—. Oh, por el culo de Merlín, ¿sabes que nunca le he dado flores?
—¿Ni una sola vez? ¿Cuál es su flor favorita?
Draco puso su cabeza entre sus manos en señal de derrota.
—¡No tengo ni puta idea! Joder, ¿¡qué me pasa!? Sabes, ella huele a ja... jacintos... Granger lo hace. —Oh dioses, él era el peor, simplemente el peor compañero romántico en la historia de las relaciones, pensó adormilado.
—Amigo, estás fallando en las reglas de etiqueta más básicas de los sangre pura. ¡No le has enviado flores a la mujer que estás cortejando! A la mía le encantan las margaritas. Los ama.
—Creo que estamos fallando en muchas reglas de sangre pura, ¿no crees? —se rió Draco, de repente alegre de nuevo—. Se siente bien, ¿no?
Theo se unió con una risita.
—Se siente jodidamente fantástico. ¡Míranos! ¡Dos, dos descendientes de sangre pura, los últimos de nuestras líneas, burlando todos sus decretos de mierda!
Luego saltó del taburete de la barra de repente y dio un tambaleo desgarbado.
—Vaya, este piso es desigual, debería revisarlo. Tengo que mear —anunció Theo y se tambaleó hacia el baño.
Draco permaneció desplomado en la barra, alternativamente bebiendo otro trago y murmurando "debería comprarle flores a Granger, debería", repetidamente durante varios minutos.
—¡Compañero! —Theo le gritó al oído a Draco mientras le palmeaba los hombros.
—¿De dónde... de dónde vienes?
—¡Del retrete! —anunció con orgullo—. Creo que estoy... he bebido suficiente. Hic —vamos— Hic-subamos a nuestras escobas, ¿sí? Extraño a Sasha.
—No, no, no —Draco agitó un dedo imperiosamente en la cara de Theo—. No puedes volar esta noche, estás borracho. Estoy borracho.
—No, tú estás borracho... vámonos.
—No es lo que quise decir, es una forma de hablar, idiota... —murmuró Theo mientras dejaba más que suficiente oro para pagar la cuenta.
Cuando la pareja salió al aire fresco y limpio de la noche, Draco sintió que realmente estaba volando. Tropezaron y se tambalearon por la calle con toda la dignidad que pudieron reunir, lo que, dado su nivel de embriaguez, no ascendió a mucho.
—¡Flores! —Theo gritó de repente y, como un niño pequeño emocionado en una tienda de juguetes, arrastró a Draco por el codo hasta su destino.
—Flores —repitió Draco con una sonrisa tonta en su rostro cuando se detuvieron frente a la ventana de una tienda.
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