Veinte

Veinte veranos ha que tú y yo nos queremos
y será este el vigésimo otoño que te ame.
Veinte agostos ha de aquella clara tarde
que dejaste, por mí, lo tuyo por lo nuestro.

Que nos marchamos juntos por el aire en un vuelo
de pájaros que migran y un nido juntos hacen.
Veinte años ya pasaron de que ambos  fuimos aire
y viento, brisa suave, en azul y limpio cielo.

Hubo días dorados, otros fueron de sombra.
Eres mi primavera, la flor de mi otoño.
Nuestro árbol germinó brotes de frescas frutas.

Y ya no hubo más el uno sin la otra.
Y ya no hubo más la una sin el otro.
Y ya no hubo más mi vida sin la tuya.


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