Sorpresa
Muerto en la calle caía
con tu puñal en el pecho.
Ya no te reconocía.
¡Paraste mi corazón!
Niña.
¡Cómo lo detuviste que
no latía!
Esa madrugada, fría,
tú me dijiste a los ojos
que nunca más me querrías.
Que muerto en la calle caía
que con tu rosa en el pecho
y que ya no te reconocía.
Federico G. Lorca
y Juan de Enero.
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