Esdrujuleando

De una crisálida

solo era una émula

mi pobre alma trémula,

que era rosa y pálida,

en tu mano cálida.

Esa noche gélida,

sanguijuela anélida,

parásita mágica,

cura hemorrágica,

de mi triste ánima

cayó una lágrima.

Ósculos fantásticos,

tus labios poéticos,

espantaron tétricos

presagios sarcásticos,

negros y dramáticos.

Y ese instante errático;

yo fui mariposa.


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