Callaba

Callaba
porque toda mi carne era duda
y no tenía respuesta alguna;
callaba porque deseaba,
callaba porque ignoraba
que el deseo desconoce
que es sólo un viento sin aire,
que es sólo un verso sin arte
que es sólo un ansia sin goce,
que es sólo un levísimo roce,
o una mirada, o un aroma,
o una voz que se sugiere,
o un suspiro que se ofrece
como a la noche sus sombras
o a la mañana su aurora.

Y entonces,
entonces se abre paso en el cuerpo
esa ansia que ignora, y ese sueño,
y ese desvelo, que se rompen
con los efímeros toques
de unas pieles que se rozan,
una con otra, carne con carne,
cuerpo con cuerpo como alimento y hambre;
y sacian su apetito, y ahogan
su fuego, y esa sed se sofoca,
y muere el deseo que no sabe
que es sólo duda y que, en sí mismo, se agota
cuando el amor queda aparte.



NOTA:
Pongo repetidamente sólo con tilde porque, como bien ha dicho Pérez Reverte, lo necesito y la RAE no escribe poemas.

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