Viniste cuando vino el sueño y sé
que estás en él.
Sé que son de tus manos las caricias soñadas,
y que el calor... es de tu piel.
Aunque te sueñe, frío,
a dos mil besos de altitud.

Y quién sino tus labios dulces y amargos como
la amarga hiel,
siendo todo sueño y engaño, como mis gin-tonics baratos,
me hacen sentir... tan bien.
Aunque me eleven, frío,
a dos mil besos de altitud.

Y te amé como te amo ahora que soy hielo
enamorado,
ahora que mi cuerpo es ya sólo un cuerpo
malherido por el tiempo, viejo, de segunda mano;
un despojo que sólo quiere sentirte, aun frío,
a dos mil besos de altitud.

Y me atravesó el otoño mientras vivía y te amaba
con todo lo que era,
con todo lo que es,
quien odia la muerte y la tierra
y sólo anhela este sueño contigo,
y el frío, a dos mil besos... de altitud