1. Sello perdurable

~1~

*Únicos requisitos para este relato: Haber leído Papi ¿Jugamos? Y Lealtad Tatuada.

*Este relato ocurre en el tiempo de Herencia Ricoy.

Sarah

Quedarse esperando durante una hora entera no es normal en mí, culparía a la lluvia, ya que no tengo paraguas y me he quedado bajo un techo, pero no voy a admitir que me dejaron plantada. Me equivoque, pensé que sería diferente. Me acaba de decepcionar, aunque me pidió que confiara en él. Nadie me creería si supieran de quién estoy hablando.

Mi celular suena, entonces tardo un momento en contestarle, estoy enfadada pero suspiro y al fin le atiendo.

―¿No crees que es muy tarde para disculparte?

―Mereces una explicación, pero no puedo dártela ahora ―se excusa y eso me pone neurasténica, así que estoy decidida a cortarle sin decirle nada más ―¡Wow! Wow no cuelgues ―se alarma.

―¿Cómo es qué...

―Es que soy un espía ruso... ¡Espera no cortes! ―grita otra vez.

―Deja de jugar Nick, no estoy de humor para chistes.

―Pero te gustan mis chistes...

―Me gusta que no me abandonen ―le cuelgo decepcionada y triste, entonces sin importarme nada más, salgo a caminar bajo la lluvia.

No suelo ser tan pesimista, pero este último tiempo no ha sido nada bueno para mí y las semanas anteriores pensé que se estaba arreglando todo, pero parece que me equivoque, ya se arruino por completo.

Semanas atrás...

Miro a mi prima Cely, está eligiendo ropitas para las gemelas, su panza está enorme y desborda alegría, es la representación de la felicidad este último tiempo, me encantaría estar así como ella, aunque en su compañía a una se le pegan esos ánimos.

―¿Esta o esta? ―pregunta la castaña muy contenta.

Me río ante su expresión.

―Son iguales.

―¡¿Te imaginas que me las confunda?! ―se alarma.

―Viendo lo atolondrada que eres, es posible ―vuelvo a reír ―pero son tus hijas, no te preocupes, no pasara.

Hace puchero.

―Tristán está muy celoso, si me inquieto por eso, el peque pensara que les presto más atención a ellas.

―Estarán bien, ese chiquillo es un amor ¿Cuánto tiene ya? ¿Siete?

―Está enorme ―sonríe ―siento como si fuera ayer cuando tan solo lo tenía en mis brazos y era una cosita, como un porotito ―hace una risilla ―. Cada vez más hermoso se vuelve.

―Es como la madre.

―No exageres, vamos a la siguiente tienda ―camina mientras yo me levanto del sillón para agarrar las bolsas y seguirla ―¿Y para ti cuando viene el macho? ―mueve las cejas.

―¿Macho? ―levanto una ceja y luego niego con la cabeza ―No estoy de humor para un macho.

―¿Por qué no? Últimamente estás muy ida en esos temas ―opina y me sobresalto ―. Es más, ¿Dónde está tu humor? Sé qué no es tan alto como el mío pero siempre es notable y ahora, nada.

―¿Qué dices? ―frunzo el ceño ―No es verdad.

―¿Tiene que ver con el incidente en la facultad? Por eso la abandonaste ¿cierto? ―me mira preocupada ―Siento si te es incómodo que lo pregunte, pero dijiste que lo habías superado, quizás...

―¡No! ―la interrumpo ―. Deje la universidad porque no era lo que quería, nada más. No por culpa de un acosador ―me lo pienso ―Es que... no sé lo que quiero, eso es todo ―exclamo confundida ―. Solo, seguiré trabajando para Ian y ya, estoy bien en Luxury como su secretaria ―sonrío ―no podría pedir otra cosa, estoy bien, de verdad.

Entrecierra los ojos.

―De acuerdo, pero te estoy vigilando ―hace un gesto moviendo sus dos dedos hacia delante y atrás, entonces me río, lo que provoca que ella también lo haga.

Al día siguiente, Ian me entrega unos papeles, los cuales debo llevarle a su hermana, parece que harán una marca juntos o algo así, y necesita que se los alcance. Yo encantada, viajar me ayuda a pensar y relajarme. Cuando bajo del bus, camino unas cuadras y antes de entrar me choco con alguien, eso me pasa por andar de distraída escuchando música. Me quito los auriculares y comienzo a levantar las cosas.

―Ay, ¡Lo siento! ―me disculpo mientras tanto.

―Aquí tienes ―visualizo una mano tatuada que me alcanza uno de los papeles, levanto la vista y reconozco al hombre sonriente.

Corrección, al sexy hombre sonriente.

―Gracias ―me levanto una vez que tengo todo en mis manos ―¿Tú eres... Yo te he visto antes ―cambio mi pregunta por una afirmación ―Nick ¿verdad?

―¡Oh soy famoso! ―bromea y luego ríe.

―El empleado del mes ―le continúo el chiste.

―No estás tan alejada de la idea ―hace una gran sonrisa y luego levanta su dedo índice ―. Está mal señalar, pero yo también te conozco. La secretaria de Ian ¿estoy en lo correcto? ―cierra un ojo ―espera que adivino ―cierra el otro haciéndose que piensa, luego los abre y mueve las manos ―¡Sarah, la prima de Cely! ―chaquea los dedos.

―¿Cómo es que nunca nos hemos cruzado antes? Digo, nuestros jefes son hermanos ―sonrío.

―Quizás no era el momento o quizás somos muy distraídos. En cualquier caso, un placer ―alza la mano ―¡Oh, lo siento! ―se percata de algo ―Te llevo esto ―me saca los documentos y se adentra en el edificio.

Me sobresalto.

―¡Espera! ―lo sigo ―¡Eso debo llevarlo yo!

―Mejor no, la jefa está que estalla, no te la recomiendo ―se ríe.

―¿Mucho trabajo? ―camino a su lado.

―Algo así, pero no quieres hablar con ella cuando está enojada.

Sonrío.

―Lo sé, gracias.

―Ya que me porte mal sin tu consentimiento... ―aprieta el botón del ascensor y entra ―esta tarde te debo una bebida ―me guiña el ojo y veo como la puerta se cierra, lo que no me da tiempo a reaccionar para responderle.

¿Qué?

―Espera... ―digo en un tono bajo.

Se fue.

¿Acabo de quedar con alguien? No, debe ser una broma, no es como si hubiéramos intercambiado números o conversado de ello, quizás era uno de sus chistes. Niego con la cabeza y me giro para irme, debo estar equivocada. Además, de igual forma tengo que regresar, no voy a quedarme, hay un viaje bastante largo desde Deluxe hasta Luxury, ya cumplí mi trabajo.

Voy hasta la parada de colectivos, espero a que el bus llegue, miro a un costado y cuando veo que se acerca subo.

―Dos por favor ―escucho detrás de mí y veo que Nick entra pagando ambos boletos ―esta tarde es esta tarde ―me sonríe mientras camino a sentarme y me sigue haciendo la misma acción.

―No es la tarde ―le comunico ―¿Le diste los documentos a Crista?

―Sí, bueno en realidad no, se los di a la secretaria, pobre ―niega con la cabeza y luego ríe ―. Lo que hice no está bien ―levanta la vista sonriente ―. Aunque la verdad es que la jefa no estaba ―vuelve a reír.

―Estás haciendo un lío de palabras ―sonrío ―. Dime Nick, ¿Qué estás tramando?

―Creo... ―se lo piensa ―que mi día libre.

―Pues no es el mío ―observo al frente.

―Pero es momento de hacer sociales.

―No, no aprobé esa materia ―bromeo.

―¿De verdad? Viendo que eres la prima de Cely, pensé que se te daba bien ―sigue sonriente y regreso a mirarlo ―¿no?

―Solían decirme que era un calco de mi prima, pero ya no ―vuelvo a ver hacia adelante.

―¿Por qué no? ¿Te raptaron lo ovnis?

Me río.

―Algo así... ―de la nada desaparece mi mal humor otra vez ―. Mi ADN fue modificado, no lo pude evitar ―y bromeo nuevamente.

―Lo sabía, sabía que eras un clon de Sarah, he sido estafado.

―Siento romper las expectativas de este fallido coqueteo.

―Al menos lo intente ―me guiña el ojo y me sobresalto ―. Próxima parada, no hay destino señores, estoy perdido, porque no se me ocurre que decir ―hace puchero ―¿Sabes? Soy malo para estas cosas.

―Si te sirve de consuelo, yo también ―le doy dos palmaditas en el hombro ―si me disculpas, esta es mi parada ―señalo fuera mientras el colectivo sigue en movimiento viendo las calles pasar.

―Eso es mentira, pero fingiré que te creo ―sonríe ampliamente ―pero yo no he sido completamente sincero, así que tampoco voy a pedir disculpas.

Frunzo el ceño.

―¿Qué quieres decir?

―Hice mi buena acción del día y acompañe a una señorita hasta un lugar seguro, viendo que había gente sospechosa observando ―dice seriamente y me quedo petrificada.

―¿Estás... bromeando? ―la voz se me quiebra un poco, entonces se percata y me mira confundido.

―¿Sucede algo?

Niego con la cabeza, aunque sigo nerviosa.

―No... no es nada.

¿Tan distraída estaba? Es broma ¿verdad? Hay una confusión en esto seguro, debe ser una equivocación. Ese hombre tiene una orden de restricción y quien se veía sospechoso pudo ser otra persona, esto es paranoia.

―¿Te sigue alguien? ―me saca de mis cavilaciones con su pregunta.

―No, para nada.

No hace años.

―No pensé que te asustaría con mi sospecha ―sonríe ―lo siento, solo pudo haber sido un error, no te asustes.

Bufo.

―Hubiera preferido que me dijeras que no estabas coqueteando conmigo, eso es lo que pensé que dirías. Aunque no está tan lejos de la realidad ¿cierto?

―Bueno, si te conté lo otro, es obvio que no, aunque empiezo a pensar que tú no deseas que te tire los galgos ―se lo piensa ―¿Así se dice en argentino a flirtear o coquetear? ―se ríe ―No entiendo los modismos.

―Te aseguro que yo tampoco ―me río también ―y no, no estoy interesada en algo como eso, así que si pensabas que rompiste mi corazón, estabas equivocado.

―Eso me causa curiosidad, interés y no sé qué más ―se levanta del asiento ―¿La parada de tu casa?

―¿Cómo? ―me sorprendo.

Alza su mano.

―Yo lo sé todo ¿Vamos?

Acepto su gesto y bajamos del colectivo juntos, todo muy raro ¿pero quién se iba oponer? Yo no. Me acompaña hasta mi casa y lo hago pasar, tenemos una charla larga, tan tendida que se me pasa el tiempo volando, además parece que nuestras intenciones van más allá. Alguien va a matarme cuando llegue al trabajo. Primero el gerente y luego Ian. Pero ya estoy aquí, mejor dicho nos encontramos aquí. En mi habitación. Nadie dice que no se puede pasar un buen rato con un sexy hombre, es lo más normal que hay, al menos para mí. 

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