1. Cuídame, soy frágil

~1~

Único requisito para este relato: Haber leído Su último marido.

Siem

En la parroquia de este barrio se hacen muchos eventos de beneficencia, pertenezco a una pequeña banda y nos han convocado para participar estas semanas por aquí. Camino con mi grupo hasta la sala principal, nos muestran el escenario y acomodamos los instrumentos, para preparar todo.

Mientras tomamos un descanso de ensayar, dejo a Gerrit y Luan un momento, entonces voy a dar un recorrido solo por los pasillos. Me gusta explorar y pasar un rato tranquilo antes de cada concierto. Es como una tradición que tengo. Me detengo en los jardines y me quedo hipnotizado. Una chica rubia de ojos claros, cuida de las plantas y canta como una princesa de cuentos de hadas. Ha sido un flechazo inmediato. Cuando se da cuenta de mi presencia, se queda muda y estática, como si hubiera visto un demonio. Y se me cruza esa definición, porque tiene una cadenita con un crucifijo colgando en su cuello. Lo que no viene al caso, porque creo que se ha asustado.

―Lo siento mucho ―me disculpo ―no fue mi intención asustarte ―Doy dos pasos adelante y se sobresalta, así que me detengo ―¿Te han dicho que tienes una bonita voz? Prácticamente cantas como los ángeles ―opino pero no me responde ―¿Puedo saber tu nombre?

―¿Cómo... ¿Cómo has entrado aquí? ―pregunta nerviosa.

―Ah solo recorría el lugar ¿Está prohibido el jardín?

―¿Estás solo? ―Observa para todas partes.

Me responde solo con preguntas, no sé si alegrarme porque al menos me contesta o indignarme porque me cambia de tema.

Esto es muy confuso.

―Vine con la banda, vamos a tocar esta tarde, pero si está prohibido el jardín me marcho, es que como no vi ningún cártel...

Niega moviendo la cabeza.

―Me refería a si estabas solo, aquí en el jardín ―Se ríe de mi torpeza y su sonrisa me da a entender que ha dejado, por un momento, la desconfianza de lado ―¿Qué banda? Creí que se había cancelado el concierto ―pregunta confundida.

―Los Sunrise se fueron ―Alzo las manos ―¡Pero los Northern Lights ya estamos aquí! ―grito a todo pulmón y vuelve a reír ―Lo sé, lo sé, soy el payaso del grupo ―Sonrío ampliamente ―. Por cierto, soy Siem ―Ofrezco mi mano en señal de saludo pero no la acepta.

Se queda mirándola un segundo y luego alza la vista.

―Soy Kaya ―se presenta también ―me iré ahora ―Me esquiva y apresura el paso.

Su comportamiento es raro, no puedo evitar intrigarme. Así que voy a acercarme a una de las monjas, entonces le pregunto por la chica. La anciana me dice que como Kaya no fue adoptada y no quiso irse de la parroquia, ya que es muy devota a Dios, le permitieron quedarse trabajando allí. Cuida el jardín y a los niños, también ayuda a predicar la palabra del señor, además de hacer uno que otro favor, para ganarse la vida. Es toda una trabajadora, creo me gusta aún más. Ahora quiero saber más sobre ella. De todas maneras, estaré un tiempo por aquí, así que descubriré cosas nuevas pronto.

Kaya

Es horrible tener pesadillas, recuerdos de aquel tiempo en el que estaba horrorizada, esos miedos vuelven en forma de sueños, sueños aterradores.

Cuando era adolescente, me ocurrió un suceso traumático que marco mi vida para siempre. El párroco de ese entonces intento abusar de mí varias veces, afortunadamente tenía a mi amiga Dasha que venía a defenderme, cuando casi ese hombre, llevado por el camino del mal, por poco conseguía su cometido. El cura murió, pero aún me acuerdo de sus manos tocándome. Todavía recuerdo mis gritos, esos que resuenan en mi mente cada vez que voy a dormir. Mis miedos nunca se van, han permanecido en mi mente sin piedad, por esa razón, cada vez que estoy a solas con un hombre o cerca de uno, me es difícil hablarle o siquiera mirarlo.

El tal Siem parece agradable y una buena persona, me trató de manera tan amigable, a pesar de mi comportamiento agrio, y sin embargo yo, hice todo lo contrario. Me sentí tan descortés al hablarle, mi mente no quiere dejar de juzgar, no dude ni un instante en irme rápidamente. Ya es la hora del concierto, me gustaría disculparme, pero no sé si me atreveré a hacerlo.

La música comienza y me acerco al escenario. Los Northern Lights tocan la música de maravilla, te hacen sentir bien con solo oír. Cierro los ojos y me concentro en la letra. Habla de la libertad, de hacer lo que quieres y de sentirse feliz. Es magia hecha canciones.

Vuelvo a mirar, entonces me cruzo con los ojos de Siem, parece que quiere decirme algo pero no lo escucho, camina hasta la escalera, pero se tropieza con el cable del micrófono del vocalista, de repente se cae, pero sobre mí. Todo se ha ido al infierno. Mi miedo me ataca de la nada y chillo alarmada, entonces él se levanta rápido, viendo mi reacción.

―¡Lo siento! ―se disculpa preocupado ―¿Te lastime? ―pregunta porque cree que me ha hecho un daño físico.

Sin embargo no tiene nada que ver con eso.

―No, no es tu culpa ―Bajo la vista al levantarme ―. Me... me tengo que ir ―Huyo nuevamente lejos de él.

Dejándolo otra vez confundido y con una mala impresión de mí. Lo eche a perder tan rápido que no puedo creer que me haya ido así, sin siquiera dar una mejor explicación. Soy un desastre.

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