Se me hace familiar

No recuerdo para qué estoy en una cola tan jodidamente larga. Veo como otros se van, me tienta irme; pero estoy convencido que si no me he salido de la fila debe ser por algo importante. Nadie en la cola me parece conocido; no veo a nadie en grupillos de tres o cuatro, ni tampoco parejas así que la cola no se va a destartalar.

Meto mis manos en mis bolsillos con la esperanza de encontrar mis auriculares, de que mi yo del pasado los haya dejado ahí. Afortunadamente sí están. Empiezo a desenredar la maraña cuando noto que cada vez hay más gente que se retira, y parece que lo hacen sin aviso alguno. No dudaban.

No los vi ni tristes, ni molestos, ni tampoco satisfechos. Y nadie habla de ellos. Bueno, de por sí nadie habla. Termine con el enredo. Estoy por ponérmelos cuando mi mirada, que iba y venía distrayéndose con lo que hay, distingue una joven que está a unas veinte personas frente a mí.

Me parece familiar. La conozco de algo. Ni modo, me pongo a escuchar música. Empiezo con el tema principal de Detective Conan. Durante la canción se fueron unas siete personas entre la señorita y yo. Entre en la cuenta que la cola a duras penas avanza.

Casi comienza una canción que me gusta mucho, pero opto por poner la banda sonora de Detective Conan. Ha terminado la cuarta melodía y ya sólo nos separa una persona.

El tipo frente a mí sale de la cola sin más. Como lo hacen todos los demás que se van, sorpresivamente. Sin previo aviso. Además, debo agregar que creo ser el único que mira hacia atrás de vez en cuando. Pues, he notado que ninguno de los que están, o estuvieron, delante de mí girasen a ver que hay, o había, detrás de ellos. Me parece un poco raro.

Al ocupar el lugar del que se fue sentía un aroma familiar. Proviene de la joven. Definitivamente conozco a la señorita de algo, pero no lo recuerdo. No me esfuerzo por ello, antes quiero saber para qué es la cola.

Estoy aburrido. En mis redes sociales salen los mismos memes una y otra vez. No había nada que me entretenga. Bueno, empiezo a leer un capítulo de Detective Conan. Perdón que insista, pero todos están callados, absortos, aunque sobran las expresiones ligeras, casi imperceptibles. Si alguien miraba algo gracioso, sólo sonríe. En cambio, yo lancé unas carcajadas fortísimas al leer una escena del manga. Rompí el silencio. Me detuve tan pronto pude. Abro los ojos al calmarme. Ella ha volteado. Ahora que tenemos contacto visual me pregunta:

—Disculpa, ¿qué es tan gracioso? —dice casi riéndose.

—Ah, pues... —respondo mientras le enseño la escena— es un detective adolescente, sólo que está en el cuerpo de un niño y...

Ella se río con sutileza antes que pudiese acabar mi explicación.

—Ja, ja, ja. Ya veo, por eso él se avergüenza.

—Así es.

Le indico que avance para no retrasar la cola a lo que me responde:

—Ni que hubiese mucha diferencia.

—Tienes razón.

Quería preguntarle para qué era la cola, pero me sentiría un estúpido. O sea, más.

Ella me comenta que también le gusta las cosas detectivescas, pero prefiere algo visual. Así que descarté la idea de hablar sobre Sherlock Holmes. Sin embargo, le pregunto sobre la serie británica que adapta la obra de Doyle. Me dice que no le gustó. Me indigné al oírla.

Empieza a listarme las series policiales, documentales de asesinos en serie y películas con brillantes criminales que tanto la cautivaron. La lista fue tan extensa que la cola avanzó. Y por algún motivo sentí un déjà vu.

No he visto algunas de las series que mencionó, pero el listado lo recordaba; incluso me atrevería a decir que casi en el mismo orden que lo escuché antes. Quizá sólo es mi cabeza. Después de todo, ahora que lo pienso, no he comido hace un buen rato.

Le pregunto si tiene hambre. Me responde que obviamente que sí.

—Por algo estamos en la cola para el restaurante, ¿no crees?

—Cierto...

Al menos ya sabía para qué era la bendita cola.

—Es tu primera vez, ¿no? —me pregunta sonriendo.

—¿Se nota?

—Para nada. Ja, ja, ja.

Era la segunda vez que se reía. Conozco esa risa, es más, conozco esa voz. Siento un hormigueo en la cabeza y no es por la caspa. Son mis neuronas que tratan de conectar hasta el latente recuerdo. Pero no lo alcanzan.

—La primera vez que vine fue por el nombre del restaurante.

—Ah...

Es notorio que no sé ni cómo se llama el restaurante.

—Tampoco sabes cómo se llama el restaurante, ¿cierto?

Me encojo de hombros. Ella ríe de nuevo.

—¿Qué tiene de especial el nombre?

—Es el nombre de un detective, eso fue lo que me dijeron.

—¿Y cómo se llama?

Al decírmelo sonreí. Es el nombre de uno de los personajes de Detective Conan.

—¿Lo conoces a ese detective?

—Por supuesto, es uno de los mejores —ironizo, pero creo que no lo capta.

—Ah, ¿sí? Porque ninguno de mis amigos le conoce.

—¿Leen manga?

—No...

—Entonces nunca lo iban a saber. Kogoro Mouri, mejor conocido como Kogoro 'El Durmiente' es uno de los detectives más importantes en la serie que te mostré antes.

Quiero recomendarle que lo lea, pero estoy seguro que no lo haría.

—¿Tiene películas la serie? Me da flojera leer, pero seguro que en una película muestran cosas alucinantes.

—Sí tiene, y muchas. Mira cualquiera en realidad. Para mí todas son buenas.

—Vale, quizá le doy una oportunidad. ¿Me darías un resumen de toda la serie?

Acepté y me tomé unos diez minutos en resumir la historia hasta el momento. Ella se sorprendía conforme pasaba cada minuto. Termino y le digo que me faltó nombrar algunas subtramas que tiene la historia. Lanza unos parpadeos de sorpresa mientras movía su cabeza.

—Es... Suena bien.

Sí, parece desalentador, pero fue lindo que me escuchase. Me comenta algunas cosas. Vaya, sí me prestó atención.

Ahora ella comienza a contarme sobre un documental que vio ayer. Y luego otro, y otro más. Ya sabía las historias, pero nunca he visto los documentales. Otra vez la sensación de repetir algo ya vivido.

Me pregunta por mi futuro. Lo cual me extraña.

—¿Y por qué no me preguntas por mi presente?

—El presente son hechos y por más interesantes que parezcan, me aburren. El futuro, sin embargo, es más fantasioso, aunque no pareces del tipo que ande en las nubes.

—¿Dices que no tengo metas altas?

—¡No he dicho eso!

—Ja, ja, ja. Sólo bromeo. Pues...

Le empiezo a contar sobre mis planes para un par de años. Dejar el país e ir a trabajar al extranjero. Afuera pagan -muchísimo- más y el idioma... al menos no moriría de hambre. Juntar dinero, lo más que se pueda. Volver en unos años e irme a vivir fuera de la ciudad. Obviamente antes conseguiría un trabajo remoto para no morir de hambre. Ni por asomo mencioné algo sobre formar una familia.

Ella me escuchó muy atenta y cuando terminé dijo:

—Pero bueno, ¡qué tal coincidencia, es muy parecido a lo que pensaba! Aunque tú suenas más decidido. ¿Lo llevas planeando mucho?

—Sí, un buen tiempo...

¿Eh? ¿Por qué sonrío? Este calor en el pecho se me hace muy... familiar. Por un demonio, ¿quién es esta chica?

De pronto mi sonrisa se retira a medida que empiezo a pensar en dónde la he conocido antes.

¡Mierda!

—Avancemos... —le indico algo avergonzado.

—¿Ah? ¡A su mare...! ¿En qué momento...?

Hay un gran espacio entre la señorita y la persona frente a ella. Al alcanzarle nos reímos por haber sido muy despistados. Algo curioso es que nadie nos reprochó.

La cola sigue su curso. Llegamos a una esquina, se ve el restaurante. Ya falta poco. A lo que la señorita me comenta:

—Te va a encantar. En especial su café, es de la puta madre.

—¿Tan bueno es?

—Es buenísimo con 'b' mayúscula.

Lo dudo un momento, pero le pregunto si podemos comer juntos:

—¿Te parece si comemos juntos? De paso me recomiendas más platos o postres de la carta.

—Eh... Hum... ¿cómo te lo explico...? Sólo se entra de a uno. No me preguntes por qué, yo tampoco lo sé. Me gustaría comer contigo, pero así es el restaurante.

Asiento con la cabeza. No parece mentirme. Aunque la conversación ha muerto.

Llevamos sin hablar unos cinco minutos. Me parece más. Le toco el hombro y al voltear le digo:

—Disculpa, lo he pensado desde hace mucho... ¿nos hemos conocidos antes?

—No lo creo... —me responde sin pensarlo mucho—. Lo siento.

—Vale, sólo quería asegurarme.

Al levantar la mirada noto que el portero le indica a la señorita que ya es turno. Ella se despide. Muevo mi mano despidiéndome, aunque me parece algo tonto. En unos momentos entraré.

Ella entra. La puerta se cierra. Y sus nombre y apellidos aparecen en mi mente con la fuerza de una estampida. La recuerdo. Y también los recuerdos que tuve con ella. Es, o mejor dicho fue, mi último amor no correspondido. O, incluso, y con el respeto del filósofo griego, mi último platónico.

Recuerdo todo. ¿De qué sirve listar? No sirve para nada. Y, sobre todo, recuerdo que tiene novio.

No sé por qué, pero digo sus nombres y siento el ambiente tornarse extraño. Lo vuelvo a decir y el portero me indica que entre al restaurante. Las personas me apresuran y el viento empieza a soplar.

—¡Señor, ya es su turno!

Los ignoro y repito sus nombres por vez tercera y... abro los ojos, he despertado.

«¿Qué pasó?» pienso y luego inconscientemente repito sus nombres un par de veces.

«He soñado con ella...»

Empiezoa escribirle a un amigo sobre mi sueño: "Oe, he soñado con". Pero en eltranscurso del mensaje volví a olvidarla.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top