Hacia donde veía había destrucción. En el campo y en la ciudad, desde las montañas y los valles hasta el mar, hombres y mujeres morían calcinados y sus huérfanos lloraban junto a sus cadáveres. Ríos de fuego descendían desde los techos de las casas, consumiendo todo a su paso. Las aves no podían escapar del humo que las aprisionaba como si tuviera vida propia. Los peces en el mar morían a causa del agua convertida en sangre.

Aún si alguien sobrevive a esta masacre —pensé—, no habrá qué comer o beber.

Una sombra gigantesca pasó sobre mí, planeando, y me heló la sangre. El antiguo dragón que permanecía dormido bajo la montaña de Azúh había despertado y sobrevolaba la ciudad buscando los despojos. Y cuando me vio, viró en mi dirección. Y mis piernas no me respondían. Y la criatura se acercó tanto como para dejarme ver que sobre sus lomos viajaba el Espíritu del bosque, y luego ambos se desvanecieron junto con todo el caos de fuego, quedando solamente la Sombra de ojos refulgentes frente a mí.

Y la Sombra me dijo que todo esto pasaría porque el Espíritu del mago que moraba en el bosque someterá al dragón de Azúh.

Entonces entendí que, si quiero evitar este destino, debo vencer mis miedos y ser la primera en conquistar el corazón de un dragón.

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229 palabras.

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