El NUEVO MUNDO DE REBELDES

Alguna vez alguien se preguntaría ¿Qué pasará en un siglo? O ¿Dentro de cien años todo seguirá igual? ¿El mundo seguirá igual?

Pues la respuesta hubiera sido un rotundo no.

En el siglo XXI los cambiós climáticos eran tan radicales que las personas comenzaron a temer por su vida; el sol quemaba tanto, la lluvia era escasa, el agua comenzó a terminarse, la contaminación en océanos era extremadamente dolorosa para los pequeños que aún no disfrutaban de la Tierra. Aún así nadie hizo caso a las advertencias. Siguieron talando árboles consumiendo así, el poco oxígeno que quedaba para subsistir, siguieron tirando cantidades exageradas de agua, la sed comenzó a cubrir país por país.

En pocas palabras, la sociedad padeció, el remordimiento cubrió a cada adulto joven y viejo. Los pequeños vivirían en los errores de sus egoístas padres. Mientras que sus padres gustaron de extravagantes y deliciosas comidas, de aguas azucaradas, de obtener títulos universitarios, de disfrutar una vida, mientras sus padres gozaron de todo aquello, ellos tendrían que tratar de remediar todo si querían vivir un par de años más.

¿Lo lograron? Podría decirse que si.

De los restos de una sociedad destruida, surgió una nueva, una nueva generación que tuvo la desdicha de ver al mundo caer en pedazos, vio los océanos cecarse, los colores verdes de las plantas ser sustituidos por unos negros marchitos. Una generación que padeció hambre, sed, frío, oxígeno limpio.

Cuando esa generación creció tomó cuentas a aquellos que destruyeron su mundo, el mundo que no pudieron gozar. Ancianos, adultos, adolescentes, a todos ellos se les corto la cabeza. El mundo se limpio de escorias egoístas.

Se formó el consejo, hombres y mujeres que hicieron todo por restaurar su mundo y 300 años más tarde la sociedad era prospera una vez más, los edificios grandes y magestuosos se alzaban en las calles, la comida era servida a montones por robots inteligentes, los trabajos eran realizados por ciudadanos. En el nuevo mundo todos contaban con prótesis de metal, con un ojo de vigilancia y solo uno real.

Si alguien atentaba con algo que dañara a otra persona o al mundo, era llevado a su ejecución. Jusgados donde se les daba la oportunidad de disculparse, pero al final, terminaban como todos los otros, sin cabeza y sin ser llorados.

Nadie cuestionaba el nuevo sistema de justicia, nadie evadia las reglas que el consejo había impuesto. Nadie lo hacía y aquello tenía una razón, no querían ver al mundo caer de nuevo, no querían padecer lo que sus padres contaban, las historias de cuando el mundo se marchito eran impregnadas en series, en películas, en libros y aún peor; en la memoria de los más viejos como una guerra mundial, tan perturbador que aún tenían pesadillas.

Pero como todo, existían los rebeldes, aquellos marginados que eran despreciados y atacados por los ciudadanos, eran jóvenes que no aceptaban la injusta justicia, no aceptaban que un error te condenará a la muerte.

Hombre y mujer, ambos hermanos que luchaban con todas sus fuerzas por un mundo real.

Por la noche, aquel planeta te convertía en su presa, todas las luces eran verdes, el océano que surgía en medio de la ciudad desprendía un humo verdoso, si te acariciaba la piel era suficiente para que murieras, la lluvia podía ser hermosa mientras la veías desde una ventana o un techado, si estabas bajo ella te desgarraba dolorosamente.

Nadie negaba que vivían bien, pero aquello era tormentoso, era al fin y al cabo el concepto que tenían de vivir o aquel que se les impuso, y nadie se quejaba.

Pero esos hermanos no se conformaban con ese triste concepto, entraron al edificio del concejo, robaron trajes especiales para sobrevivir a la noche, robaron el aro de teletransportacion y escaparon antes de ser descubiertos. Llegaron al centro de la ciudad, justo al lado del humeante océano se encontraba la par del aro que portaban en sus manos.

—¿Dejaremos a nuestros padres?

—Escuchame, hermana —la sujeto contra su pecho para aliviar los nervios de ambos —ellos ya son parte de esto

—Lo sé —cerro los ojos y largo un delicado suspiro —pero siento que estoy traicionandolos

—No podemos hacer ya nada por ellos

Ambos asintieron con resignación, se colocaron en la cima de aquel gran y alumbrado aro, ella se abrazo a su hermano, él, con sus manos al aire sujetando el aro, pronunció las tan anhelada palabras.

—Un nuevo mundo —un susurro que salió como una promesa para ambos y una amenaza para ese despiadado mundo

Los cuerpos de ambos lucían un hermoso traje color negro, un par de líneas resplandecían en color verde neón y la mirada esperanzada de ambos fue lo último que aquel mundo presenció de los hermanos rebeldes. Una cegadora luz blanca salió del aro, sus cuerpos fueron abrazados por ella y después nada, ya no estaban.

Los hermanos forgarian su nuevo mundo, uno libre de leyes despiadadas, donde por la noche no fuera un peligro, donde pudieran crecer en un lugar lleno de vegetación, de animales, de vida. En un lugar como una vez fue la Tierra.

Formarían; "El nuevo mundo de rebeldes".

845 palabras incluyendo el título.

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