Dolor,tristeza, inseguridad. Eso fue lo que sentí cuando oí esas dos letras juntas formando aquella palabra que tanto dolía. : "¡¡NO!!"

Ocurrió en una tarde calurosa del mes de Julio, cuando por fin reuní el valor suficiente para declararme a la única chica que había logrado hacerse un hueco en mi corazón.
Patricia era la más hermosa de las creaciones, el ángel más puro del cielo, la calma tras la tormenta. No había ni un solo espacio libre en mi mente para otra chica.

Corrí y corrí, no quería mirar atrás. Tan solo ansiaba escapar, encontrar un mundo dónde pudiera aislarme del resto, un mundo dónde todo fuera posible, dónde nadie me rechazase...

¡Eso es! Los libros, ahí es donde podía sumergirme. Entre las páginas, rodeado de palabras, explorando mundos desconocidos y viviéndo aventuras que tan solo pueden ser encontradas a través de la lectura.

Llegué a mi casa y me encerré en mi habitación.

Ahí estaban, susurrándome, diciéndome que descubriera los misterios que los libros albergaban.

Conforme iba leyendo, mi habitación iba desapareciendo tras las palabras, para dar paso a un bosque lleno de vegetación exhuberante y de la mano de criaturas exóticas. Podía sentir cómo las hojas bañadas por el rocío de la mañana me acariciaban la piel, cómo el sol se cernía bajo el bosque dando un espectáculo de luz y sombras.

Devoraba libro tras libro, página tras página.

Mi consuelo se hallaba entre ellos, nadie podía dañarme en aquel mundo diminuto pero, sin embargo, inmenso que me había forjado.

Desde aquel momento era imparable, infinito, mil personas en una sola.

DESDE QUE OCURRIÓ AQUELLO NO PODÍA ESTARME QUIETO.