LA SIRENA DEL ESTRECHO

Benigno es un joven millonario y filántropo. Nació y tiene su residencia oficial en Ceuta. Al acabar el instituto, no quiso estudiar carrera. Aprendió a conducir toda clase de vehículos, incluso aéreos y acuáticos. Se dedica a colaborar con ONGs a lo largo de su continente.


Beni, como le gusta que le llamen, ha proporcionado trajes de seguridad a todos los que tienen contacto con pacientes de ébola. Conocio a un nuevo enfermo y su caso le llegó al corazón. Viajó a su casa para informar a su esposa e hija. La esposa decidió:

-Yo iré sola para acompañar a mi marido. Quiero pedirle un favor, que lleve a mi hija África a Ceuta.

A pesar del contraste de razas, la atracción nació entre Beni y África. Ella le contó que recibió ese nombre porque sus padres son devotos de la Virgen patrona de Ceuta. Además, que su mayor sueño es conocer a su virgen. Ya cerca de su destino,  África se maravilló al ver el mar por primera vez.

Pasaron la frontera española sin problemas. Ella tenía necesidad fisiológica y entraron en un bar. Pero a la salida, un grupo de delincuentes les esperaban. Beni intentó ofrecerles dinero, pero ellos querian a África. Él no pudo impedir que la subieran a una furgoneta. Las ruedas de su coche estaban pinchadas y tampoco pudo seguirles.

No presentó denuncia, investigó por su cuenta y no pudo encontrarla. Pasaron cuarenta días cuando la encontró en un burdel. Se hizo pasar por cliente, nadie le reconoció.

-Quiero estar con ella, pero no aquí.

-No puede ser.

-Os doy mil euros.

-De acuerdo.

No hablaron hasta que entraron en el coche. Mientras lo arrancaba, Beni preguntó:

-África, ¿Has tenido que hacerlo?

-No, estuve encerrada hasta hoy. Tú has sido el primero que me eligió.

-Gracias a Dios. Te han tenido en cuarentena por miedo a que contagiaras a alguien.

Beni no conducía directo al centro de Ceuta. Se desvió al mirador en la Posición A. Paró el coche y dijo:

-Tengo miedo de que nos sigan, sólo estaremos seguros dentro del coche. Escúchame, aquí en Ceuta corres el riesgo de que vuelvan a secuestrarte. De aquí iremos al puerto y te llevaré en mi barco a Algeciras. Allí vivirás con mis tíos y primos. ¿Qué te parece?

-Haré lo que me pidas. Pero quisiera ver a mi virgen.

-Vale, la catedral está cerca del puerto.

África se emocionó viendo la imagen original de su virgen, la devoción de sus padres y ella. Con la pena reflejada en sus ojos, mirando a su Hijo yaciendo en su regazo. Su devota le rezaba en silencio:

-Madre mía. Mantenme siempre cerca de tí y da salud y larga vida a mi bienhechor.

Desde la catedral caminaron al Paseo de las Palmeras. Al otro lado está el puerto de pesca, entraron y subieron al barco vacío que ya hizo su faena. Durante la travesía, Beni puso su música favorita: Mediterráneo de Joan Manuel Serrat. 

Atracaron en el puerto de Algeciras, fueron a la playa donde esperaban los tíos y primos de Beni. El ambiente fue familiar. Ellos conocían toda la historia de África.

-Debo llevar el barco a Ceuta. -Dijo Beni a media tarde. -Adiós, África. Aquí estás segura.

-Gracias, Beni. ¿Cuándo volverás?

-No lo sé con certeza, dos o tres días.

Beni se despidió y besó a todos. 

Todos los días iban a la playa. El tío de Beni está jubilado y sus hijos están de vacaciones, estudian su último curso en la universidad. África aprendió a nadar gracias a ellos. Disfruta en el agua, la acaricia, la mima y la cuida.

Pasaron tres días y Beni no llegaba. Sus tíos le decían que no se preocupara, pero África no pudo dormir esa noche. La casa está cerca de la playa y el rumor del mar la llamaba. Prefirió tener su compañía que estar sola en la cama. Dejó una nota en la puerta y salió.

El agua estaba más fría porque no le daba el sol, pero a África no le importó. Ya se creía una experta nadadora. Nadó dejándose llevar, nadie le habló de las corrientes porque nadie imaginó que estaría sola. Miró hacia atrás y vio las luces de la ciudad como puntitos diminutos. Nadó de vuelta a la playa durante minutos, pero notó que no se acercaba. Confiaba en que el mar la cuidaría como las otras veces. Se hundía fascinada por la belleza submarina.

Beni disfruta pescando y lo hace a menudo con sus marineros. Es uno más y les trata como a iguales. Durante los últimos días, la pesca no fue muy buena. Conversaron y decidieron acercarse a Algeciras para ver si allí tienen mejor suerte.

Echaron las redes una hora antes de que amaneciera. No tardó en llenarse, las izaron y descargaron en cubierta. Todos se sorprendieron viendo a una mujer en bikini entre el pescado.

-¡ÁFRICA!

Beni reconoció a su amada a pesar de su palidez. Se abrió paso entre los pescadores, se acercó, llenó de aire sus pulmones, abrió la boca de ella, arrimó sus labios y lo expiró. Nada. Lo repitió por segunda vez. Tampoco. Lo repitió por tercera vez. África tosió y expulsó agua.

 5 de Agosto. Festividad de la Virgen de África. Todos los familiares de Beni acuden a la catedral. Beni y África están frente al altar, la madre de él está a su lado y el padre está al lado de ella. la ceremonia acaba y los novios se besan.

Cuando estuvieron solos, ella cantó: -Cerca del mar porque yo nací en el Mediterráneo.

-África, ¿me dejas llamarte sirena?

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