Entrevista con el predador chupasangre

La fría noche era el marco perfecto para una caminata a la luz de la luna. Las lúgubres sombras proyectadas en el suelo, parecían intentar atrapar la silueta femenina que paseaba, sin apuro, entre la espesura.

De la lóbrega negrura surgió un ser de oscuridad, tétrico y tenebroso, que siguió con la mirada a la despreocupada joven, quien continuaba su paseo, ignorante del peligro que la acechaba.

Finalmente, con un aleteo, se plantó frente a la fémina, cortándole el paso y arrancándole un grito de pánico. Al ver que era hermosa, pensó «Quizá la conserve como mascota».

—¿Qué sos? —preguntó la mujer, ostentando temeridad y sorprendiendo al vampiro.

—Este... soy Lostat... el azote de estos bosques, el príncipe sanguinario, el que te quitará tu último aliento, el que...

—Ya, ya, pero en serio, ¿qué sos?

—Soy un vampiro... Ahggg —gruño, enseñándole los afilados colmillos.

—¡Oooh!, ¡¡¿en serio?!!... ¡Qué emoción! —gritó, dando saltitos de alegría.

—Pero, ¿qué?...

—¡Siempre soñé con conocer un vampiro, como mi Eduardo!

—¿Y quién es ese?

—Eduardo: ¡el más famoso vampiro de todos los tiempos!

—No recuerdo que el conde se llamara Eduardo... —pensó en voz alta el chupasangre, un tanto confundido.

—Qué conde, ni nada. Mi Eduardo es un adolescente común. Bueno, lo era cuando fue convertido. Y asiste a la escuela y se enamora de una chica que se llama igual que yo: Velia.

—¿Se enamora? No entiendo, ¿no se la come? —cuestionó entrecerrando sus malévolos ojitos.

—¡No!, se enamora y haría lo que fuera por ella... —dio un sonoro suspiro, embelesada.

Se hizo un silencio incómodo.

—Bueno, eh..., contame de vos —invitó la joven— ¿brillás con el sol?

—No.

—¿Corrés a velocidad sobre-humana?

—No, tampoco.

—¿Tu piel es dura como un diamante? —insistió Velia.

—No, en absoluto, ¿de dónde sacás esas... cosas?

—Mi Eduardo, protagonista de la saga "Dilúculo", tiene esas cualidades y muchas más: es atractivo, su cabello parece de un actor británico de cine, su mirada es color miel, su dentadura es perfecta, su... ¡Aauuuggg!...

El depredador soltó la garganta de la joven, saboreando la sangre que aún estaba en su boca pero sobre todo, disfrutando del silencio que se hizo. Dejó caer el cuerpo de su víctima, el que dio un golpe seco en el suelo.

—«E-duar-do» —dijo burlonamente el espectro y, pasando por encima del cadáver, se alejó canturreando una canción que no recordaba de dónde se le había pegado:

«♪♫...for a thousand years... for a thousand more ♪♫...»

***

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