El reto


Abi se maldice por no haber podido resistirse al reto de Benja, de pasar una hora en la casa embrujada. Entrar no fue difícil, solo tuvo que arrancar un par de tablas que bloqueaban una ventana. Pero permanecer dentro: eso era otra cosa.

Camina lentamente por el oscuro pasillo, que se siente interminable. Las maderas del piso crujen con cada paso que da; Abi piensa en que parecen quejidos de almas en pena. Se detiene y un escalofrío le sube por la espalda. Alguien la observa.

Se gira lentamente, y allí está: el fantasma del chico que se suicidó en aquella casa, hace casi un siglo. Es muy lindo y la mira con curiosidad.

—Hace mucho que no tengo visitas —dice lentamente, una voz fantasmal, que retumba y parece provenir de todas partes.

—Bueno... no voy a molestarte por mucho tiempo... —exclama Abi, con la voz temblorosa—de hecho, voy de salida.

La expresión del chico fantasma se desfigura; los ojos se le hunden en las órbitas y su boca se transforma en fauces putrefactas.

—Nadie... deja la casa... jamás —sisea el espectro, y desaparece.

Abi se queda sola y el pasillo se oscurece aún más. Se gira, buscando la salida, pero está totalmente desorientada.

Los quejidos a su alrededor se incrementan, lo que la pone más nerviosa. Intenta dar un paso hacia donde sea, pero unas manos le aferran los tobillos y no le permiten moverse.

«Nadie... deja... la casa...», repite un eco desde algún lugar, en lo profundo de la casona, dejándola sin aliento. Forcejea, tirando de sus piernas, pero es inútil, las garras espectrales, la sujetan firmemente.

«Aaabiii...», escucha que alguien la llama en la lejanía.


Un grito se le ahoga en la garganta, y por más que quiere, no logra emitir sonido alguno. Su corazón se le va a salir del pecho del miedo.

«Aaabiii...», vuelve a llamarla la voz. Otra vez intenta gritar, pero las palabras la han abandonado.

Sin poder moverse ni pedir ayuda, empieza a temblar. Todo su cuerpo se sacude en espasmos de terror. Está atrapada allí, para siempre. Solloza desesperadamente.

—¡¡¡ABI!!!

Abre los ojos de golpe y se encuentra con Benja que, un poco asustado, la está zamarreando.

—¡Uff, por fin! Tenías una pesadilla y no te podía despertar. Te quedaste dormida cuando me fui al baño... Y, ¿lo pensaste? ¿Aceptás el reto de entrar a la casa embrujada?

***


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