Colocaba el punto y final a ese capítulo.

Vivió y disfrutó de manera increíble, junto a ella. Se sintió renovado, e incluso feliz. Pero todo terminó ahora. Todos tienen una fecha de caducidad, y al parecer la de él, había llegado. Había acabado su tiempo de uso, y no se quejaba de ella por dejarlo de esa manera, no le había molestado el «estoy cansada de ti», ni mucho menos, le había hecho sentirse mal; ya era costumbre.

Pensó que con ella sería diferente, por su puesto. Tanto tiempo juntos, ¿quién lo diría? Pero así era su vida, siempre desechado por otros, a veces reciclado, a veces maltratado, pero nunca fue para siempre.

No creía que la vida lo trataba a las patadas, de hecho, para él, así era la vida, o al menos la suya. Lástima que, como dije antes, pensó que con ella sería diferente.

Su madre nunca lo había rechazado, hasta hoy. Hoy no lo corrió de casa, hacía tiempo se había marchado, tampoco pidió dinero, nunca fue una carga para ella. Simplemente ella se cansó de él, de su forma de ser, de su manera de actuar.

Estaba allí, contemplando el momento, recordando porqué haría lo que estaba a punto de hacer. Él quería complacer a su madre, lo era todo, desde el inicio, pero ya su tiempo de uso había acabado, ¿no? Recordó por última vez, y se ahorcó.
Su madre no le había dicho mucho, solo:

—Estoy cansada de ti, por favor, ve y muérete de una vez por todas.