Dulce o truco

Especial de Halloween.
Advertencia: este material contiene escenas de yuri, trío y orgia. Se recomienda discreción

Personajes:


La noche del treinta de octubre había empezado. Por suerte para muchos este día era sábado, por lo que adolescentes y jóvenes adultos saldrían a festejar y disfrutar de este día. Y que mejor forma de hacer de esta una noche loca que con fiesta de disfraces.

Yo... bueno, no soy mucho de salir de fiestas. De hecho no he preparado mi disfraz aún. Pensaba en ponerme una simple máscara de la película viernes trece. Claro, si es que salgo y no me quedo en casa para dar dulces a los niños que vinieran a tocar a mi puerta. Cosa que era más seguro que hiciera.

Por fortuna vivo solo en un apartamento alquilado. Mis padres viven en un pueblo a algunas horas en autobús de aquí y me ayudan a pagar el alquiler mientras termino mis estudios. Soy estudiante de animación en la universidad Autónoma Furamigó.

Mi grupo de amigos saldría a comer para después irse a una fiesta que programaron en la facultad de ingeniería química de la universidad en la que estudio. La verdad no pensaba ir, quizás solo a comer.

La insistencia de mis amigos me hicieron terminar aceptando la oferta de ir a comer con ellos a un puesto de comida rápida. Iban a comer y después se cambiarían para la fiesta de disfraces de Halloween. Pero yo terminaría de comer y luego me iría a mi departamento a ver alguna película y terminar algunos proyectos que tengo de la universidad. Esa era una excusa perfecta para poder quedarme en casa.

La comida fue buena. Hamburguesas con queso y tocino. Todo muy rico. Pagué mi parte como todos lo hicieron y me despedí para irme a casa, a seguir trabajando en el proyecto.

Cuando llegue a casa puse una película de fondo en mi televisor antes de sentarme frente a mi escritorio, encender mi tableta gráfica y seguir por donde me había quedado.

Algunas horas iban pasando, hasta que alguien toca la puerta de mi casa. No me lo esperaba, pues nadie me había llamado para alguna visita. Aún así, le di guardar al proyecto antes de levantarme de mi asiento e ir a la puerta a ver de quien se trataba.

Al abrir la puerta pude ver a tres hermosas mujeres disfrazadas. Una cebra con un traje de esqueleto, una perrita labradora con una túnica que podría ser de una bruja, y por último una ratona con el atuendo de científica estilo Streampuck.

Ellas eran algunas conocidas mías. No podía decir que eran amigas, ya que no solía hablar mucho con ninguna de ellas. Lo único que sabía era que la cebra era Ross y estudiaba conmigo animación, la labradora era Nataly y es estudiante de ingeniería química, y de hecho no recuerdo que estudiaba la ratona llamada  Helena precisamente, pero sé que tiene algo que ver con medicina.

—Hola, venimos para asegurar tu presencia en la fiesta programada hoy —dijo la labradora muy animada sacando de lo que era una bolsa para dulces la invitación de la fiesta, la cual serviría de entrada.

—Oh, ah... gracias —dijo un tanto avergonzado. No podía negar que aquellas chicas eran muy hermosas. Y sus atuendos las hacían ver muy sexys. Pero en realidad lo único que pensaba era era cómo decirles que no iría a la fiesta—. Pero creo que no podré hacerlo. Tengo que terminar algunos proyectos.

—Vamos, amigo. Creo que puedes descansar un poco de tanto trabajo —dijo la labradora con una sonrisa—. Nos vamos a divertir mucho.

Se le notaba muy emocionada por la fiesta, y su insistencia no parecía querer parar. Aún así, no estaba realmente convencido si sería buena idea.

—No sé... —dude un tanto y solté un bajo suspiro—. La verdad no tengo ganas...

La labradora soltó un bajo suspiro y entró a mi casa, pasando a sentarse en el sofá.

—¿Acaso hay alguna manera de convencerte? —me preguntó ella—. Habrá chicas muy lindas, disfraces muy sexys y mucha diversión. Tus amigos me dijeron que eras hetero así que seguro te puedes llevar a una mujer a tu casa~

Su manera de convencerme sería una estrategia de buscar el punto débil de un hombre, una hermosa mujer. No podía decir que no me emocionaba pensar eso. Incluso en mi pantalón se hizo un bulto bastante notorio, pero que intente esconder.

—No soy mucho de fiestas, y tampoco mucho con las mujeres —le confesé a la labradora.

—Jeje, seguro que tu tan tierno puedes conquistar a una chica —dijo la labradora—. Y con lo que tienes en el pantalón seguro que la enamoras~

Escucharle decir eso me tomó por sorpresa. Mis mejillas se tornaron de rojo rápidamente y voltee para ver a otro lado.

—No tienes que esconderlo~ —mencionó ella y justo en ese momento sentí como alguien me abrazaba por la espalda. Voltee para ver de quien se trataba y me encontré con la cara de la cebra que había venido con Nataly—. Si vienes con nosotras a la fiesta, podrás encontrar a alguien que te satisfaga muy bien~

Las manos de Ross fueron metiéndose en mi pantalón. Pude sentir sus suaves menos tomar mi miembro y sacarlo lentamente de mi prenda, dejando este libre a la vista de las tres hembras. Estaba totalmente avergonzado.

Pero había algo que me dejó más sorprendido aún. Las tres parecían que se excitaron al ver mi miembro erecto.

—Es muy grande... —escuche a Helena decir.

La mano de Ross siguió con su trabajo en mi entrepierna. Pude sentir como empezaba a masajear el largo de mi miembro con lentitud. Susanos tan suaves se sentían demasiado bien, y de la punta de mi miembro un poco de pre semen se escapó, lo que ayudó como una capa de lubricante sobre mi pene.

—Quizás podamos divertirnos ahora nosotros~ —mencionó la labradora siendo la primera en acercarse a mí para darme un lujurioso beso en los labios.

No me pude resistir. Su lengua entró en mi boca en busca de mi lengua para hacer una danza entre ambas. La lujuria empezaba a nublar mi mente y el placer me recorría todo el cuerpo pidiendo que no se detuvieran.

Cuando me separé del beso jadee un poco viendo a la labradora frente a mí, pero mis ojos bajaron notando que la túnica que llevaba había bajado un poco, dejando ver que bajo esta no tenía sostén, por lo que ahora podía mirar sus grandes pechos al descubierto.

Creía que se trataba de un sueño. Seguramente me había quedado dormido sobre mi tableta gráfica. Pero para probarlo acerqué mi mano contra uno de los pechos de la perrita y pude sentir lo suave y esponjado que era. Uno de mis dedos pasó sobre el pezón de la chica descubriendo que se sentían más duros y estaban un tanto erectos. No podía creerlo. Esto en serio parecía real.

—Podemos seguir, pero si prometes ir a la fiesta —propone la labradora con una sonrisa coqueta mientras acariciaba mí nuca, acercándome más a sus pechos.

Tragué algo de saliva antes de dar una lamida a su pezón, captando el sabor a piel y carne que ella tenía. No podía decir que sabia a algo adictivo, pero escucharle gemir si lo era. Debido a eso seguí lamiendo y mordiendo levemente esa zona para darle placer a la perrita.

Sin previo aviso, mi miembro sintió como algo húmedo pasaba sobre ella. La sensación de una lengua saborear tu piel. Abrí un momento los ojos para ver, y así notar como la cebra aún con su atuendo perfectamente colocado lamia la punta de mi miembro como si fuera una paleta helada.

No pude aguantarlo, esa lengua me daba mucho placer. Solté un momento el pezón de Nataly para jadear con mucho gusto, disfrutando de lo que me hacía la cebra.

Quizás, como si leyera mi mente, la ratona se posó detrás de mí, haciendome sentir sus enormes pechos chocar con mi espalda. Mientras, sus manos bajaban por mi pecho hasta llegar a la parte inferior de mi camisa, tomando esta para así quitármela y dejar al descubierto mi tren inferior.

Si hablamos de físico, soy bastante atlético así que a pesar de ser alguien delgado mis músculos son marcados. Cosa que al parecer le gustó a las chicas.

Estaba siendo dominado por estas tres hembras, pero no podía dejarme así tan fácil. Tomé el valor que me faltaba y con ambas manos le levanté la túnica a Nataly para meter mi mano en su entrepierna, acariciando con dos de mis dedos su entrada sobre su braga, la cual podía sentir que era muy delgada.

—Ahh~ —escuché gemir a la labradora, cosa que me excitó mucho más.

Mis dedos se atrevieron a mover la braga de la chica, y así acariciar directamente sus labios vaginales. Mis dedos poco a poco se fueron humedeciendo, igual que mi miembro lo hacía de saliva de Ross. Helena ya no estaba detrás de mí, y pasó a ayudar a su amiga cebra con las lamidas a mi pene.

Estaba demasiado excitado, pero no podía simplemente quedarme en esto. Separé un poco a ambas chicas de rodillas frente a mí para poder acomodarme detrás de Nataly y levantar más la túnica, notando así su trasero firme y grande tapado únicamente por su delgada braga.

—Aún no respondes a mi propuesta~ —dijo la labradora sin oponerse ante lo que le estaba haciendo.

—Voy, tenlo por seguro —le respondí sin titubear antes de mover su braga a un lado con uno de mis pulgares y alinearme contra ella, penetrandole lentamente disfrutando de lo estrecha que era.

Un jadeo salió de mis labios, y mis oídos se deleitaban con el sonido de la aguda voz de las chica gimiendo con mucho placer. Mi miembro era apretado por las paredes internas de la chica, sintiendo como su calor se traspasaba a mí calentándome y excitándome. Sin mencionar que sus fluidos me ayudaron a entrar más profundo y con más facilidad.

Cuando mi pelvis chocó contra el trasero de la labradora empecé el vaivén con mi cadera, moviéndome de adelante a atrás embistiendo a Nataly a una velocidad firme y constante. No era muy agresivo, pero quería aguantar lo más posible, pero no era lento pues quería más placer.

Mientras seguía con mi tarea, pude notar como a mi lado las dos chicas restantes se complacían entre ellas, tocándose y besándose con notable lujuria. Tal escena lesbica me excitaba más. Mi cuerpo deseaba más placer.

Los minutos pasaban, y mi cuerpo al pedirme más había subido el ritmo bastante. Pero en esa misma posición es algo cansado. Sin decirle nada y dominando totalmente la situación hice que se apoyara contra la mesa del comedor, colocándola en cuatro frente a mí y tener una mejor vista d su figura femenina.

—Ahh~ no pares~ —decía Nataly con una voz aguda entre gemidos y jadeos llenos de placer.

Como todo caballero obedecí, siguiendo con las embestidas, dándole algunas nalgadas con bastante fuerza dejando mi mano marcada en su trasero y también jalando de su cabello para moverme con más fuerza.

—No creo poder aguantar más~ —le avise a Nataly solo para escuchar como gritaba que lo hiciera dentro. Cosa que no me negué, corriendome en su interior en una gran cantidad, llenándola de mi esencia.

Mi semen se escurría de la entrada de la labradora, cayendo así sobre la mesa de mi comedor. Lo limpiara luego, poco me importaba realmente.

—Espero aun haya para nosotras~ —escuché decir a Ross estando sentada en el sofá con sus piernas abiertas.

El atuendo de ambas chicas estaba bastante desarreglado. La cebra ya no tenía su leggins negro del disfraz, y ahora su tren inferior estaba al desnudo. Mientras que Helena estaba con su traje un tanto más abajo, dejando ver sus grandes pechos sin nada encima.

Quise empezar con la cebra, ya que se veía que tenia más ganas de ser quien siguiera. Ella fue más dominante que la labradora. Ross me empujó para sentarme en el sofá y se puso sobre mí, alineando mi miembro contra su entrada y así bajar su cadera para penetrarse. Tal cosa la hizo gemir con fuerza, y para callar esos fuertes gemidos me acerqué para darle un lujurioso beso en los labios. Su cadera se movía en principio de arriba a abajo, pero también lo hacía en círculos o adelante a atrás. Esto me llenaba de más placer, y se me escapaban jadeos y gemidos.

Se dio media vuelta, dejándome ver su gran trasero rebotar por los brincos que daba sobre mi miembro como si fuera una coneja en celo. Se le notaba emocionada y muy excitada gimiendo con mucho placer.

Minutos después me termine corriendo dentro de ella como lo hice con su amiga.

Ahora era el turno de la ratona. Pero antes de acomodarse me llevó hasta mi habitación para acostarse boca arriba en mi cama abriendo sus piernas y dejando ver que bajo su disfraz no había braga.

—Me gusta lento y duro~ —mencionó ella coqueta.

Tal como lo hice con Nataly, obedecí a lo que me pidió. Me acomodé sobre ella y entre de manera lenta pero llegando muy profundo, empezando a embestir con fuerza pero a un ritmo lento.

El interior de la ratona era más estrecho que el de las demás. Quizás se debía a que era más pequeño que sus dos amigas, o era más inexperta en el tema del sexo. La verdad no quería preguntar, solo disfrutar del placer que me estaba dando.

Coloqué ambas manos sobre los grandes pechos de la ratona para mantener el equilibrio y embestir con fuerza y lentitud. Era simplemente delicioso poderme mover dentro de su apretado y caliente interior.

—Ahh~ lo haces genial~ —dijo la roedora entre gemidos sincronizados con mis embestidas.

El misionero no fue nuestra única posición. Después la puse de costado para acostarme a su lado y seguir embistiendo y besando su cuello. Minutos más adelante decidí levantarme para tomar la cadera de la ratona y seguir embistiendola de costado con sus piernas cruzadas. Y al final, abrió de nuevo sus piernas para abrazarme con ellas por la cadera empujándome contra ella para evitar que saliera al momento de correrme, llenándola de mi semilla igual que a sus dos amigas.

Estaba agotado. Para mí, un chico no acostumbrado haber tenido sexo con tres hermosas hembras era algo cansado.

Me acosté en la cama para descansar un momento. En eso siento a las tres chicas acercarse para acariciar mis orejas, pecho, y miembro.

—Espero tengas energía para la fiesta~ —dijo Nataly—. Porque vas a necesitarla~

—Hay muchas más como nosotras que van a querer disfrutar de ti~ —prosiguió Ross.

Al imaginarme a más mujeres tan hermosas como ellas no pude resistir y mi miembro se puso duro de nuevo.

—Y no tendrás que esperar que se acabe, ya que todos van a disfrutar en todo momento~ —finalizó Helena.

Ya podía imaginarme lo que se vendría en la fiesta. Voy a cambiarme ahora.

Continuará

Preview parte 2





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