"Mi estrella favorita y brillante"

Je t'aime.

Siete letras y dos palabras en francés. ¿Cómo es que puede cambiar tu vida en un instante? Es increíble como esas dos palabras cambiaron por completo mi vida, calentando mi frío corazón. Tan poderosas y fuertes que pueden conducirte a la felicidad.

Todavía puedo recordar aquellas palabras que salieron de esos lindos y carnosos labios que tanto anhelaba besar.

« Ábreme tu corazón y déjame entrar en él, este invierno no quiero que pases frío, sino calor. Quiero calentar tu corazón y pasar muchas horas junto a ti. Quiero abrigarte con mis besos y caricias. Quiero estar a tu lado y poder besar esos labios que tanto deseo besar y si me lo permites, te prometo que siempre estaré ahí para ti siempre, a dondequiera que vallas. Déjame ser tu estrella
brillante en la noche oscura de la vida. Je t'aime, Émile. Je t'aime. »

Incluso puedo decir que ella está sentada a mi lado, en este mismo momento, hablándome, mientras que yo disfruto de su melodiosa voz. Saboreando sus palabras.

Hace media hora que me encuentro en el mismo asiento del tren, de regreso a casa. Dada la duración del trayecto, he aprovechado para seguir contemplando los monumentos parisinos y, por supuesto, la Torre Eiffel, que además de contemplarla me gustaría llevar a Sophie para poder ver su lindo rostro sonrojado.

Recuerdo que hace dos años conocí a Marie, la madre de Sophie, no me acuerdo dónde, pero lo que sí recuerdo es que conocí a una persona excepcional, sencilla, humana y entrañable que a partir de entonces se convirtió en el amor de mi vida. Mi hermosa francesa Sophie. Con su hermoso acento logró cautivarme y dejarme anonadado por su belleza y, no obstante, su brillante sonrisa. Nos habíamos conocido en Navidad e intimamos rápidamente, y ese día me di cuenta que ella es diferente.

Solo me dedicaba a conquistar mujeres y seducirlas, pero no llegaba a más. Con ella trataba de varias formas de que caiga en mis redes, pero no fue así, sino al revés... Un leve chirrido me hace volver a la realidad, estoy en la estación Gare du Nord, es donde tengo que bajar.

Desciendo del tren rápidamente y me dirigo a casa. La noche es serena, cálida y silenciosa, en cambio las estrellas brillan con todo su esplendor como en los viejos tiempos.

Ya estoy cerca de mi hogar, pero mi vista se dirige al árbol de cerezos que mi abuelo ha plantado hace años, veo a Sophie sentada con las piernas flexionadas a su pecho y los brazos cruzados cubriendo su hermoso rostro, que no me permite apreciarlo. Me acerco hacia ella y me acuclillo para estar a su altura. Hubo unos segundos en silencio, y de pronto se escucha un sollozo. Y es donde mi mente reacciona, diciéndome que está llorando, pero por qué. Acaso... ¿será por mí? Si fuese así, jamás me perdonaría.

—Sophie, ¿estás bien? No me gusta verte así —comento, preocupado.

Levanta su rostro, dejándome ver sus mejillas sonrojadas y bañadas en lágrimas.

—Estoy bien, no te preocupes —dice, intentando mostrar una sonrisa—. Estoy bien —repite.

Y no sé cómo sucede, pero ya me encuentro abrazándola, sintiendo su dulce perfume, un perfume que le asienta. Lleva el cabello suelto que le cae sobre los hombros y le cubre parte del rostro. Su piel es como una obra de arte, tan suave y tan apetecible... Cuando el viento sopla, me permite unos escasos segundos oler su champú. Cierro los ojos e inhalo. Cereza. Como el aroma del árbol que se encontraba a centímetros de nosotros. Sus labios son más bonitos de cerca, rojos y tan apetecibles.

Dentro de la casa comienza a sonar una balada, una música de amantes. Es este tipo de música que me gusta, de inmediato apego su cuerpo al mío rodeando su cintura y ella por instinto lleva sus manos a mi cuello. Su rostro está muy cerca del mío, me dan ganas de devorar esos lindos labios, me acerco lentamente a su rostro. Nuestras narices se rozan, su aroma me embriaga, cierro los ojos por segunda vez. Me gusta esta cercanía.

Más de lo que debería.

Y, en un abrir y cerrar de ojos, mis labios ya están sobre los suyos. Ella me hace sentir y ser una persona diferente. La beso despacio, saboreando sus labios y el elixir húmedo de su boca.

—Eres la mujer más linda del planeta y lo sabes. —susurro amoroso, mis labios reclaman, nuevamente, besar los suyos. Y entonces la beso.

Abro mis ojos y ahí están los suyos viéndome de una manera tierna. Me parece muy tierno ver aquel sonrojo, le da un toque infantil muy lindo a su rostro. Acuno con mis manos el rostro sonrojado de Sophie y le digo:

Je t'aime, mon amour —contesto, mientras observo con detenimiento su rostro sonrojado—. Je t'aime, Sophie. Je t'aime.

Sus mejillas se vuelven más coloradas de lo que están. Nos recostamos sobre el césped bien cuidado junto con el cerezo, mirando al cielo. Los dos nos quedamos absortos hasta el anochecer donde contemplamos las estrellas.

—Esa eres tú y ese soy yo —digo mientras señalo las dos estrellas brillar—. Mi estrella favorita.

La miro a esos ojos color miel.

—Y nos fundiremos y se creará una gran estrella, más mayor y más brillante —continuo—. Debemos casarnos antes de dormir juntos, mi estrella brillante.

—¿Me estás proponiendo matrimonio? —me dice con picardía—. Mi cuarto es muy pequeño pero dormiré en mi cama y tú en el suelo.

—Podría ser —digo con una sonrisa pícara.

Ese día fue muy especial para mí. Dos meses después, mi hermosa Sophie se fue al cielo. No me había dado cuenta que mi amada tenía cáncer, hasta después de confesarle mi amor. Me había enterado que ella fue al doctor unas horas antes de decirle aquellas palabras que cambió mi vida, y que por eso la encontré llorando en nuestro árbol de cerezo. Solo le quedaba dos meses de vida.

Otro recuerdo que tengo es de su última navidad, cuando ya parecía enferma, pero se esforzó por mantenerse igual.

« Ábreme tu corazón y déjame entrar en él, este invierno no quiero que pases frío, sino calor»

Y hoy es verano. Me encontraba recostado en el césped contemplando las estrellas brillar con belleza durante la noche.

«Déjame ser tu estrella
brillante en la noche oscura de la vida.»

Recuerdo sus palabras que salieron de esos labios rojos y perfectos que tanto he besado. Sé que algún día estaré a su lado para ver a mi estrella favorita y brillante resplandecer.

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