27 | La alquimista

27 | La alquimista

—¿Crees que he hecho algo mal? ¿Por qué me siento de este modo al fracasar?

Acostados en el césped y contemplando un hermoso manto de estrellas en el cielo, él besó la mejilla de ella, justo cuando una solitaria lágrima empezaba a realizar un lento recorrido.

Si ella pudiese verse desde los ojos del joven, jamás dudaría de esa brillante capacidad que conservaba por continuar.

—Alquimista.

Ella frunció el entrecejo al escucharlo. Él quiso acurrucarla con dulzura, pues le causaba gracia su desconcierto.

—Cuando la marea de pensamientos negativos dejan de nublarte, transformas tus penas en oro. Los alquimistas siempre le buscan la quinta pata al gato, con tal de transformar metal en oro.

De a poco, una suave sonrisa empezó a dibujarse en los labios de la joven. Escucharlo hablar se asemejaba a cerrar los ojos a causa de una armoniosa canción.

«Y tú, querida mía, eres experta en buscarle la quinta pata al gato a tus metales, por convertirlos en oro» quiso decirle, pero antes ella se abalanzó para abrazarlo con un corazón repleto de amor.

-Andrea Ramos.

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