Escéptico Incurable (Parte 2)
Al llegar, mi esposa me esperaba con una rica cena, mientras comíamos le conté sobre lo sucedido en casa de don Paco, solo para ser regañado
—Recuerda que somos nuevos por aquí, deberías tratar de ser más reservado, y en efecto, solo teníamos una semana en el pueblo.
Vivíamos en una casa de dos pisos, llena de ventanales y balcones, era la única casa de ese tipo en el pueblo, nada lujosa, parecía una gran caja de zapatos. Fue herencia de mi abuelo, pero desde que supe eso, solo había pensado en venderla, sin embargo, tuve una mala racha económica, la cual no me permitió continuar pagando la renta en la ciudad, además mi esposa estaba embarazada y con el parto la vuelta de la esquina; no hubo alternativa, teníamos que reducir gastos, venir a vivir a este pueblucho fue nuestra mejor opción.
Terminamos de cenar y la idea del "Nahual" había hecho mella en mi querida Lucy, nada bueno, menos cuando faltaba tan poco para el parto, menos cuando dejamos nuestras vidas para tratar de darle la mejor bienvenida a nuestro primogénito, en verdad era todo para nosotros, día y noche hablábamos del tema, que como sería, que como hablaría, que si se sacaría sus ojos, que si sacaría mi carácter; día y noche pensábamos en el bebé, aunque debo confesar que yo iba un paso adelante, siempre con miles de escenarios en mente, tratando de cuidar cada detalle para ser el mejor padre posible, una vez, durante un ultrasonido, el doctor dijo que notó algo raro en los latidos del bebé, después corrigió y dijo que solo había sido un error de su equipo, que no me preocupara, pues hice todo lo contrario, lleve a Lucy con cinco especialistas, hasta que pude dormir tranquilo, porque en efecto, no había nada malo, solo había sido un error, vaya, esto de ser papá me ha vuelto un poco loco. Al llegar aquí todo se había vuelto tranquilidad, pero ahora existía la idea de un monstruo chupa niños, obviamente era algo que ninguna futura madre quiere escuchar, y menos como una historia supuestamente verídica; como pude, convencí a Lucy de que no podía existir algo así y después de un rato nos quedamos dormidos.
Faltaban seis días para el parto, el cual sería una cesárea, seis días para conocer a nuestro querido hijo, esto me provocó una rara sensación que no me dejaba conseguir una buena jornada de sueño, ya llevaba unos 9 días sin poder dormir bien, siempre despertaba por ahí de las 2:30 am, bajaba a la cocina, destapaba una coca, la mezclaba con un poco de ron y me sentaba frente a la tv, veía documentales de animales para que el ron más el aburrimiento lograran noquearme, funcionaba bien, siempre sonaba la alarma y despertaba en mi cama al lado de mi querida Lucy.
Estábamos llenos de ansiedad y alegría, hasta que un martes, faltando 5 días para el parto, justo al lado de mi casa, en plena madrugada escuchamos un grito de horror, acompañado de tres detonaciones, esto despertó a todo el vecindario, menos a mi, así que fui a ver qué pasaba y encontré a don Carlos tirado al lado de su casa, corrí a verlo:
—Don Carlos ¿qué pasó?
Pregunté apresurado.
—¡Detenlo, detenlo!
Gritaba con todas sus fuerzas.
—Tranquilo, no se de quien hable, pero ya se ha ido, mejor cuénteme, ¿cómo llegó aquí?
El señor se encontraba tirado con las piernas empapadas en sangre, pero parecía no sentir dolor.
—Estaba en mi cuarto cuando escuche ruidos en la azotea, así que tomé mi preciado revólver y fui a ver qué pasaba, para mi sorpresa encontré una cabra caminando en dos piernas
—¿Cabra?, ¿dos piernas?
No alcanzaba a entender que pasaba, era imposible creer su relato.
—La criatura estaba intentando entrar al cuarto de mi nieta, ella duerme con su recién nacido, por fortuna llegué a tiempo, la abominación me vio y permaneció inmóvil, pude haberle disparado, pero estaba congelado por lo que estaba viendo. Al ver que yo estaba aún más asustado que él, se lanzó hacia mí, ambos caímos del techo. Ya en el suelo, le disparé, pero avanzó corriendo de izquierda a derecha, ahora si corría a cuatro patas, a una velocidad impresionante, aun así, estoy casi seguro de haberle dado en el lado izquierdo del lomo
Eso fue todo lo que alcanzó a decirme, el comandante del pueblo llegó a ver qué pasaba, pidiéndome que me alejara. No lo podía creer…
¿En verdad existían los "Nahuales"?
Esa noche me costó mucho conciliar el sueño, no dejaba de pensar en lo que acababa de pasar, busqué mil y una formas de explicar lo ocurrido, mas como habría de explicar que una cabra ande en dos piernas, parecía un cuento de hadas. Cuando al fin logré dormir, tuve una pesadilla.
Corría con todas mis fuerzas en lo más profundo de un bosque, no cualquier bosque, este estaba colmado de árboles de más de diez metros de altura y hierba que llegaba a las rodillas; era muy difícil correr ahí, sin embargo, sentía una ansiedad horrible, algo me llamaba en algún lugar, de pronto, un zopilote enorme apareció, volaba directo hacia mí, al verlo me horroricé y comencé a correr, trataba de perderlo, pero cada que reviraba, el ave estaba más cerca, yo intentaba acelerar, aunque ya estaba en mi limite, el zopilote se acercaba rápidamente, la ansiedad de llegar al llamado me hacía ir más rápido, sentía como se desgarraban los músculos de las piernas, dolía como no tienen idea, el camino parecía no tener fin, el ave seguía tras mío; recuerdo que un tirón en la pierna, me hizo cerrar los ojos y al abrirlos el bosque había quedado atrás, ahora corría en un desierto arenoso, repleto de silencio, sin una sola planta y vigilado por una enorme luna llena.
La ansiedad seguía conmigo, incluso aumentaba, el zopilote casi me alcanzaba, pero la adrenalina me hacía correr, sin importar los músculos rotos y el espantoso castigo, así que continuaba avanzando, una vez más cerré los ojos y al abrirlos, divisé a lo lejos como se desplomaba mi amada esposa, ahora entendía porque sentía aquella ansiedad; Lucy necesitaba mi ayuda. Reviré y el ave aún seguía ahí, volando a toda velocidad, cada vez más cerca de mí, continué corriendo hasta que al fin logré ver claramente, en efecto, ¡era Lucy!, al parecer ya era tarde, estaba tirada, con el vientre abierto y un gesto de horror en el rostro, nuevamente sentí un dolor inexplicable, acto siguiente, caí en la arena estrepitosamente, intenté ponerme en pie, continuar mi camino, en vez de eso, solo conseguí levantar un poco el torso, únicamente para ver como el zopilote alcanzaba el cuerpo de Lucy y comenzaba a devorar sus entrañas, a cada picotazo, un grito aterrador aniquilaba el silencio espectral del desierto, nuevamente cerré los ojos y afortunadamente, en esta ocasión desperté de esa horrible pesadilla. Pronto busqué a Lucy, quien para mi deleite estaba tan reluciente como cada mañana, toqué su vientre y mientras pensaba en mi bebé, decidí dar por hecho la existencia del famoso "Nahual".
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