34. Te extraño

El domingo transcurrió con bastante tranquilidad, Lukas no habló demasiado y Nils supuso que no querría tocar el tema de su extraña confesión de nuevo, tampoco quería presionarlo, con que estuviera a salvo a su lado le bastaba.

Incluso optó por buscar su laptop y traerla a casa de su abuela, después de todo no contaría con internet por lo que le sería inútil para Lukas el intentar contactar con alguien más, pero al menos serviría para que Lukas dejara de alegar que no tenía nada por hacer allí dentro.

Aunque, si era sincero, ni él mismo estaba seguro de que iba a hacer más adelante, más allá de dejar pasar los días y analizar cuál sería la decisión más segura según como evolucionara el panorama. Tomar sus cosas e irse lejos seguía siendo la opción más tentadora, por poco que le gustara a Lukas.

Sin embargo, el lunes llegó, y Nils no tuvo más remedio que retomar su rutina e ingresar al laboratorio a las seis y media de la mañana nuevamente. Las primeras horas eran las mejores, la mayoría de los que trabajaban ahí no entraban hasta las ocho, por lo que solo tenía que verle la cara a Rebeca quien por alguna razón no le caía tan mal.

Se aventuró por los pasillos, mientras que el recuerdo de lo último que había hecho allí casi poniendo en riesgo su trabajo retomó su mente. Por mucho que le irritara la presencia de la ex novia de Lukas, el haber tenido que inculparla falsamente no había sido su actividad favorita, pero si la más rápida para sacarla del escenario principal.

Supo que había algo diferente en cuanto los forenses y los demás analistas comenzaron a llegar, habiendo un aura extraña e incómoda a su alrededor, y más cuando vio que Leire no estaba entre ellos. Mientras que Fran seguía como si nada, sin que nadie más supiera cuanto se había salido con la suya.

Pero Nils eligió pasar de ello y solo pretender que era otro día normal de trabajo, o eso le hubiera gustado hasta que llegó a las escaleras y vio desde arriba a Bolém en el piso de abajo hablando con uno de los tipos que había visto el viernes en comisaría.

Su pulso se aceleró antes de que pudiera procesarlo y su instinto le gritó que se alejara. Podían existir muchas razones por las que ese policía hubiese decidido venir hoy, solo que le era difícil creer tanto en las casualidades—

— ¿Escuchaste lo de Leire? —preguntó la voz de Rebeca de repente, haciéndole casi saltar en su lugar.

Nils se volvió hacia ella aun cuando su mirada continuaba observando de reojo a las personas del piso de abajo.

— Por lo general, no escucho mucho.

Rebeca arqueó una ceja. —Que gracioso —masculló antes de colocar sus manos sobre sus caderas—. Pero hablo en serio, oí a Bolém diciendo que... parece que hizo algo para no estar aquí hoy.

— No tengo idea Rebeca, siempre soy el último en enterarse de los chismes —respondió con rapidez, esperando que no se notara su creciente nerviosismo frente a la presencia del policía de allí abajo.

Desde donde estaba le era complicado escuchar que decían, y todo indicaba que lo mejor sería pegar media vuelta y meterse dentro de alguno de los laboratorios, pero no alcanzó de correrse cuando vio a Bolém y al policía mirar hacia sus costados hasta enfocar sus miradas arriba, con su supervisora señalando el piso superior.

— Oh, claro —dijo de forma pausada—. Por cierto, quería preguntarte si...

No sabía si habían llegado a verlo y prefirió no averiguarlo, sus pies casi que trastabillaron al retroceder y por poco no chocó contra Rebeca, cosa que irrumpió lo que sea que hubiese estado por decir.

— Nils, ¿pasó algo? —le preguntó su compañera confundida.

— No, no —dijo con una sonrisa fingida—, solo olvidé que me dejé algo en el otro cuarto. —Y no esperó a que ella le contestara en cuanto se puso en marcha en dirección contraria a la escalera.

En la comisaría le habían dicho que mantendrían toda su denuncia en el anonimato, incluso la compañera de Lukas le había indicado que podía declarar sin que nadie más se enterase, pero, por otro lado, Nils había sido un idiota por creerse que la policía podría por una vez mantener su palabra.

Se metió al cuarto más cercano donde guardaban algunos de sus artículos de limpieza, y esperó, uno, dos minutos cuando oyó una voz llamando su nombre que le era difícil de ignorar.

Nils no tuvo que hacer nada cuando fue Bolém quien abrió la puerta del cuarto donde se había metido.

— ¡Nils! —bramó su nombre—. ¿Qué estabas haciendo?

Sus ojos se ensancharon cuando buscó una excusa frente a la penetrante mirada de su jefa.

— Yo estaba buscando-

— ¡No importa! Escucha vino un... oficial, me dijo que quiere hablar con las demás personas que estuvieron aquí el viernes —soltó un extenso suspiro y estrechó sus ojos—. ¿Puedes hacer eso? Está abajo esperando.

Nils solo asintió y parte de él se preguntó el cómo ella se las arreglaba para dar tanto miedo, aun cuando una jefa enojada debería ser el último de sus problemas. Dio un par de pasos para salir del cuarto, pasando al lado de Bolém para ir en sentido hacia las escaleras.

— Por cierto —dijo ella de repente cuando Nils ya estaba dándole la espalda—, cuando termines de hablar con el oficial quiero que te pases por mi oficina.

— Seguro —masculló, disimulando su total desconcierto frente a aquella invitación.

Era evidente que hoy no podría fingir no estar aquí mientras el policía se paseaba por los pasillos del laboratorio, así que Nils no tuvo de otra más que bajar la escalera y encontrarse cara a cara con el hombre al que le había presentado su falsa denuncia sobre la ex novia de Lukas.

— Buen día, oficial —dijo entre dientes en cuanto el tipo posó su mirada sobre él—. ¿En qué le puedo ayudar?

— Rovia —le saludó—. ¿Qué tal?

Nils intentó disimular con todas sus fuerzas la cara de desagrado que le provocó la idiotez del policía. ¿Cómo podía llamarlo por su nombre en su lugar de trabajo? ¿Tan estúpido era que no podía disimular el solo hecho de que ya le conocía?

— Pensé que habíamos acordado el tema de mi anonimato —le respondió con una amplia sonrisa.

— Sí, sí, no tiene que preocuparse por eso, solo necesitamos las declaraciones, como parte de la investigación, la posesión de drogas en un lugar como este es un caso muy preocupante.

— Claro, por supuesto, no tengo mucho más que decir igualmente.

— ¿Me puede hablar de su relación con la señorita Klein? —masculló, al sacar su pequeña libreta.

— No la conocía demasiado, ya sabrá, ella no llevaba demasiado tiempo trabajando aquí.

Era lo mismo que les había dicho el viernes en la comisaría, ¿para qué quería que le contara lo mismo dos veces?

Su pregunta no obtuvo respuesta y el hombre solo se limitó a seguir cuestionándole que más había visto ese día, con lo que Nils procedió a repetir con exactitud las mismas palabras que había empleado con anterioridad.

Estaba odiando demasiado a esa mujer ahora mismo.

— Gracias —dijo el policía luego de unos interminables minutos y guardó su libreta—. Sabe, no estábamos seguros de hacer esto, pero luego de lo que nos dijo el sábado se nos hizo extraño.

Sus ojos se ensancharon y pareció ser la única parte de su cuerpo en dar señal de haber escuchado el comentario del policía, porque el resto de él estaba ocupado pensando a que se estaba refiriendo.

— El sábado —repitió con voz monótona.

— Sí, tratamos de volver a llamarle, solo que no respondió, pero con lo que comentó de seguir investigando, me dejó pensando.

— Oh, lo siento, estuve bastante ocupado durante el fin de semana, ando con... problemas familiares y no pude estar muy pendiente del celular.

¿De qué estaba hablando? ¿De dónde habían sacado que Nils había dicho algo de eso?

— No hay problema, supuse que se refería a que había más involucrados en los asuntos de la señorita Klein, ¿sabe algo más de eso?

Nils parpadeó e hizo una mueca incómoda. —No sabría decirle, no la conocía. —Miró hacia sus costados con fingido temor y añadió—, solo se la veía muy apegada al Doctor Meyer.

El hombre asintió en señal de entendimiento, como si comprendiera que Nils podría saber algo más pero el momento y el lugar no le ayudaban a ser del todo sincero, o al menos eso había interpretado, porque Nils jamás les había dicho que investigaran a más personas.

El oficial se alejó de él entonces, en búsqueda de otros testimonios, dejando que el pulso de Nils regresara a la normalidad. Nadie le había visto hacer nada extraño el viernes, se había asegurado de ello. Al cabo de otra hora, el policía ya se había ido del todo; solo que no tenía idea si había hablado con Francis, Nils venía evitándole estratégicamente desde hace días.

No se enteró de más novedades luego de eso, sin embargo, Nils se mantuvo con la guardia alta, incluso en su reunión con Bolém, aun cuando en su mente primaba un único deseo...

Ver a Lukas. Quería, no, necesitaba verlo ahora o iba a perder la cabeza—

— ¡Nils!

Su nombre había sonado tan alto que había llegado a oírle incluso con un pie ya en la calle.

Él se volteó con suavidad, encontrándose con la figura de Rebeca a pocos metros de distancia.

— ¿Qué pasó?

— No puedo creer que me llegaste a escuchar —masculló en broma antes de adoptar un tono más tímido—. Quería preguntarte... el viernes, ¿vas a estar ocupado?

— Eh, creo que no-

— Mi cumpleaños es esta semana, sabes —dijo con rapidez y se llevó un mechón de su castaño cabello tras su oreja—. Pensaba invitar a algunos amigos a comer, por si querías venir.

Una pequeña pausa se instaló entre ellos, Rebeca le miró con los ojos muy abiertos, y Nils supuso que eso explicaba porque le había estado mirando todo el día como si tuviera algo más que decirle.

— Estoy ocupado esta semana, lo siento —musitó con un dejo de desinterés.

La decepción se vio tallada en el rostro de la otra, no parecía que su respuesta acabara por convencerle.

— Creí que por mi cumpleaños podrías hacer una excepción. —La vio hacer una mueca al finalizar, como si se hubiese arrepentido de haber dicho aquello.

— Ando con un tema familiar, Rebeca, perdón... tengo prisa.

Ella asintió. — No pasa nada, si cambias de parecer, dime. —Le dedicó una sonrisa que Nils le devolvió tras verla ceder—. ¿Vas a la parada?

Nils ya estaba caminando en dirección contraria cuando ella realizó la pregunta, cosa que le puso en un semblante algo incómodo.

— No esta vez.

— Oh, sí, hace rato que no te veo yendo para ese lado —comentó con una ceja arqueada, mas solo sonaba curiosa.

Y es que Nils no tenía muchas opciones si la casa donde tenía a Lukas y el departamento donde alquilaba estaban como a treinta cuadras de distancia, aun así, la observación de Rebeca le dejó algo frío.

— Voy a pensar que me estás espiando —rio y se lo pensó medio segundo antes de añadir—, es que estoy viendo a alguien.

Rebeca sonrió de lado y dejó escapar una risa. —Eso tendría más sentido, hubieras empezado por ahí, ¿no crees?

Nils se encogió de hombros. —Me gusta complicarme demás.

Mantuvo su sonrisa en su rostro hasta que Rebeca se giró, y dejó a Nils solo de nuevo con su preocupación incrementándose, mientras que el pensamiento de ver a Lukas nunca abandonó su mente.

Se sintió más ansioso de lo usual cuando cruzó la puerta de esa vieja casa, y sus pasos acelerados no tardaron en llevarle hacia el cuarto donde se encontraba Lukas. Con un largo suspiro, corrió la silla que había colocado delante de la puerta y buscó sus llaves para destrabar esa última barrera que lo separaba de Lukas—

Él estaba acostado esta vez, como si hubiera estado intentando dormir, pero con todo el ruido que había hecho Nils debió de haber sido suficiente como para irrumpir cualquier intento de sueño.

Lukas entonces levantó la cabeza levemente y le dirigió una mirada cansada.

— Hola, Nils —musitó.

— Hola —dijo con rapidez antes de comenzar a caminar a su alrededor—. ¿Cómo estás? ¿Cómo se siente tu tobillo?

— Está bien, no me duele.

— ¿Usaste el hielo que te dejé? ¿O necesitas algo más-

Esta vez, Lukas inclinó su torso hacia delante y le dirigió una mirada aburrida. — Sí, mamá, me estuve encargando de eso —le replicó con tono sarcástico.

Nils solo suspiró y dejó entrever una media sonrisa. —Bien, eso es bueno —tras decir aquello sintió que pudo relajarse por primera vez en el día y procedió a sentarse en el colchón solo para dejarse caer quedando en una posición acostada frente a Lukas—. Estoy muy cansado.

Lukas no hizo ademán de intentar apartarse aun cuando sus cuerpos ahora mismo guardaban pocos centímetros de distancia.

— Y yo estoy muy aburrido —dijo entre dientes.

Nils rio, quizás la única risa verdadera en lo que llevaba del día. —Te extrañé —murmuró—, demasiado.

Los ojos de Lukas se desviaron hacia abajo, evitando el contacto visual. Nils se tomó un momento para solo apreciar su rostro y no pudo evitar el notar como sus pómulos se veían más marcados que antes.

— ¿Cómo te fue hoy? —preguntó Lukas luego de varios segundos donde ninguno dijo nada.

— Bien, supongo. —Apoyó su cabeza aún más contra el colchón—. No quiero hablar de mi trabajo.

Lukas tenía sus brazos extendidos frente a él, cuando Nils envolvió su mano alrededor de una de sus muñecas, sin tirar de él ni nada más que la búsqueda de un simple contacto.

— Bueno, vas a tener que hablar de algo o voy a quedarme dormido —chasqueó su lengua, sonando casi desafiante por un segundo antes de adoptar la misma mirada aburrida que ya tenía.

— No me molestaría, aunque no tenemos que hablar. —Le dedicó una sonrisa burlona cuando su pulgar trazó un suave patrón sobre la piel de su muñeca—. Te puedes distraer de otras formas, o esa sensación me diste el otro día, ¿no?

Un sonrojo invadió el rostro de Lukas en ese instante. —Eres un idiota.

— Pero no me lo estás negando. —Arqueó una ceja con diversión, aun con su leve agarre sobre la muñeca del otro.

— Te tienes la estima muy alta —masculló, siendo él esta vez quien curvó sus labios hacia arriba—, tampoco es que hiciste la gran cosa, Nils.

— Pero lo hice bien, es lo que cuenta. —Vio a Lukas arrimarse un poco más hacia él, sin hacer ningún movimiento brusco, y sin quitarle los ojos de encima tampoco—. Lástima que no tengo ningún celular para que juegues ahora mismo —añadió con fingido tono de pena.

Fue cuestión de un breve instante en el que los ojos de Lukas se ensancharon con preocupación y toda aquella atmósfera a su alrededor se resquebrajó casi de forma palpable, llevándose toda esa tensión que habían construido. Lukas hizo un ademán de sentarse, pero Nils reafirmó su agarre sobre su muñeca y le forzó a quedarse donde estaba.

— ¿De qué estás hablando? —le espetó.

Nils rodó los ojos. —Ya sabes de que hablo, no fue hace mucho que estuviste hurgando en mi celular mientras no estaba.

— Yo no-

— Me da igual eso —le reprochó—. Solo quiero saber qué hiciste con el teléfono.

Lukas frunció el ceño antes de que un extraño brillo se formara en su mirada.

— Nada, Nils, solo atendí una llamada por ti.

Llamada. La comisaría, habían intentado comunicarse con él, y no estaba en su registro porque seguramente Lukas lo había borrado, nunca se imaginó que podría ser un dolor de cabeza tan grande.

— ¿Qué les dijiste? —preguntó en tono demandante.

— Nada importante, llegaste antes de que pudiera decir demasiado.

— ¿Qué les dijiste? —repitió más molesto esta vez.

— ¡Nada! —medio gritó y luego añadió con su resoplo—, que le prestaran atención al resto en el laboratorio, nada más.

— ¿Seguro que fue solo eso? —insistió.

— ¡Sí! —bramó antes de apartar su mirada hacia un lado—. Pensaron que eras tú al teléfono, no seas pesado. —Dejó pasar una breve pausa donde su voz se intensificó—. Yo debería ser el que haga las preguntas, estuviste haciendo no sé qué contra Leire en secreto.

— Y hubiera sido mucho más fácil para mí no hacer nada —comentó con fastidio—. Pero tenías que llorar todos los días sobre tu noviecita hasta que decidí que lo mejor sería sacarla del plano.

— ¿Denunciándola? —masculló con incredulidad y en un momento de descuido se zafó del agarre de Nils.

— ¿Se te ocurría algo mejor? —Encaró una ceja y se quedó en una posición sentada, con la diversión presentándose en su rostro—. Ella sería un blanco fácil, no disimulaba demasiado cuando andaba junto a Fran, ¿sabes? Nunca quise que eso fuera mi problema, pero aquí estoy.

Su comentario pareció provocar algo en Lukas en cuanto tomó una postura más desafiante.

— A mí me suena a que te sentías culpable, no es como si después de codearte con asesinos no fueras lo mismo que ellos o peor.

Nils sabía que debía de pasar de las palabras de Lukas, después de todo él no sabía de lo que hablaba, aun así, los deseos de hacerle callar fueron más fuertes.

— Ya te dije que no me compares con esos imbéciles, yo tuve una sola razón para meterme, nada más. —Creía que su voz había sonado lo suficientemente tajante como para acabar con aquella conversación, pero de nuevo se equivocó.

— ¿Y cómo no hacerlo? No sé nada sobre ti, me ocultas información, mientes. —Lukas desvió sus ojos hacia su regazo por un instante y luego se volvió hacia él con mayor osadía—. En lo que a mí respecta, eres lo mismo que ellos, solo otro asesino más.

Hubo una pausa donde el silencio se adueñó del cuarto a una velocidad escalofriante, e incluso el aire que les rodeaba parecía sentirse más espeso, al punto que Lukas acabó por desistir un poco de ese semblante acusatorio que tanto pregonaba.

— Solo maté una persona en mi vida —respondió al fin, sin gritar, aunque no lograra aplacar sus emociones del todo. No había estado en sus planes confesar aquel secreto, pero ya era tarde para arrepentirse cuando sus propias palabras le habían traicionado de antes—.  Y no fue ninguna de tus tristes víctimas, siento decepcionarte.

Aunque admitiría que el deseo deshacerse de ese rubio lo había inclinado a querer repetir ese acto una vez más.

Nils vio entonces un brillo extraño presentándose en los ojos de Lukas, algo diferente a todo lo que le había demostrado hasta ahora y quizás lo más cercano al miedo real desde que había despertado en este cuarto por primera vez. Como no tuvo respuesta instantánea, decidió que lo mejor sería ponerse de pie y salir un rato del cuarto, cuando la voz de Lukas se interpuso en su andar.

— ¿A quién? —cuestionó con lo que sonó como verdadera curiosidad, carente de ese tono acusatorio que tanto usaba.

¿Valía la pena evadir la pregunta? Nils lo evaluó por medio minuto antes de concluir que a esta altura sería irrelevante que conociera o no la respuesta.

— Al novio de mi mamá —suspiró.

Lukas ladeó la cabeza hacia un lado, y Nils casi esperaba que comenzara a llamarle asesino o palabras semejantes, pero él solo se veía como si estuviese tratando de entender lo que acababa de oír, tal como alguien descifrando un diálogo en otro idioma.

— ¿Fue por eso que ella te dejó?

La pregunta no era la que esperaba, y provocó una risa involuntaria que intentó reprimir sin mucho éxito.

— ¿De dónde sacaste eso? —cuestionó casi con ternura.

— Con lo que habías dicho antes...

— Oh, pues no —sonrió—. Ella no me dejó, yo la dejé a ella y no volví a verla luego de eso. —Hizo una pausa donde vio a Lukas intentar hablar de nuevo, pero le irrumpió—. Creo que ya escuchaste suficiente por hoy, se terminaron las preguntas, detective.

Acarició la mejilla de Lukas con suavidad, sin darle tiempo a que se apartara, siendo Nils el primero en alejarse hasta salir del cuarto, y solo entonces, cuando nadie le estaba mirando se llevó sus manos hacia su rostro para reprimir un grito que unificó todas sus emociones; angustia, rabia, nostalgia.

En verdad, hablar de su pasado le fastidiaba.

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Originalmente el 33 y el 34 iban a ser un solo capítulo, pero lo sentí muy largo, y a pesar de tener el 34 escrito hace rato solo hasta hoy lo pude temrinar de corregir.

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