27. Confianza

Nota: Capítulo dedicado para Calenya, Feliz cumpleaños bella ❤❤❤


Cuando la temperatura del agua comenzó a sentirse tibia alrededor de su cuerpo, fue indicio suficiente para notar que debía de llevar bastante tiempo allí dentro.

Su cuerpo pareció encontrar consuelo gracias a la calidez de su baño, aunque las heridas en su pierna a causa del vidrio que se había clavado con anterioridad no podían decir lo mismo.

Y Nils ni siquiera se había aparecido hasta ahora. Tal vez porque había comprendido los deseos de Lukas de estar solo y de lidiar con sus sentimientos en silencio.

Había llegado a bajar tanto la guardia con el hecho de que tenía un acosador rodeándole, que su mente había llegado a omitir la posibilidad de acabar en una situación así. En un principio se había obligado a creer que solo estaría aquí hasta que las cosas se calmasen, pero, con su tiempo dentro de la tina algo acabó por hacer clic y comprendió el verdadero significado de; «no vas a salir de aquí».

Lukas quiso buscar una alternativa a ello dentro del baño, pero el lugar estaba tan condenadamente vacío que era deprimente el solo hecho de intentar encontrar una salida allí. Había una ventana, muy pequeña, por la que no había forma de que él pasara, tenía el vidrio opaco que no le permitía ver más allá de la oscuridad de la noche. Después estaba el botiquín del baño, era pequeño y amarillento, del tipo que en su momento pudo haber sido de un blanco inmaculado pero los años se habían encargado de cambiarlo.

Tampoco era como si pudiese revisar el contenido de este en vista de que continuaba esposado a la tina, y, mientras más miraba más se frustraba al denotar que no tenía nada a la vista para usar a su favor.

En su trabajo jamás lo prepararon para una situación así, no se suponía que saliera de escribir informes y analizar huellas dactilares. Aunque su jefe igualmente había tenido el tupe de enviarle a ese maldito bar lleno de potenciales asesinos—

Toc. Toc.

— ¿Puedo pasar? —preguntó la suave voz de Nils.

Que considerado por su parte.

— Como quieras —respondió con ligereza.

No supo si Nils alcanzó a oírle, pero este abrió la puerta de todos modos a los pocos segundos de que Lukas pronunciara su respuesta.

— Te traje el cambio de ropa. —Procedió a dejarla sobre la silla que había colocado junto a la tina de baño.

Lukas entonces se percató que si el otro se acercaba un poco más podría verle totalmente expuesto bajo del agua.

— ¿Necesitas ayuda con-

— Estoy bien, Nils. Vete, puedo solo.

Vio a Nils por el rabillo del ojo formando una media sonrisa.

— Bien que hace no mucho viniste a buscarme tú solo por ayuda.

— ¡Eso fue antes de...! —medio gritó al girar su torso y encontrarse con la mirada del otro—. Vete, quiero cambiarme.

— Sí, como no. —Caminó hacia la puerta con despreocupación antes de volver a hablarle con un tono menos agradable—. Dos minutos, luego voy a volver por ti.

Lukas hizo caso omiso a aquellas palabras y solo esperó por que el otro se fuera para poder salir él mismo de aquella tina, cosa que hubiera sido fácil de no ser por su muñeca esposada y su tobillo malherido.

Se había llevado un mejor vistazo de su tobillo mientras se había bañado, estaba hinchado, pero no al punto de verse grotesco, podría sanar con facilidad si se estaba con cuidado... Lástima las circunstancias en las que se encontraba.

Estando sentado no fue tan difícil el cambiarse, Nils le había dejado una camiseta de mangas cortas y unos pantalones de pijama color azul oscuro. La camiseta le quedaba algo grande, tanto en largo como en hombros, debía de ser del tamaño de Nils, él tenía los hombros algo más anchos que Lukas, y bueno, también le ganaba algunos centímetros en altura, no era un gigante como Fran, pero debía de estar rondando el metro ochenta.

Solo que a veces lo pasaba por alto con esa esencia que emanaba toda tímida e incluso asustadiza, o al menos así se veía cuando parecía que iba a ser reprendido por su supervisora. ¿Habría estado fingiendo todo este tiempo? ¿Habría algo real dentro de la persona que creía conocer?

— ¿Listo? —Era Nils, apareciendo de nuevo dentro del baño sin molestarse en tocar esta vez.

— Sí, sería más fácil sino me tuvieras esposado a la tina como a un-

— A mí tampoco me gusta. —Colocó una mano tras su espalda para ayudarle a ponerse de pie—. Pero me quiero evitar los posibles... percances.

Lukas frunció el ceño. —¿De dónde sacaste estas esposas de todos modos?

— ¿De verdad quieres saber? —le preguntó con una ceja arqueada.

No encontró respuesta para ello.

Nils le libró de la tina con facilidad en vista de que Lukas no opuso resistencia, y es que tampoco le convenía, con la humedad del baño el escenario más plausible era que acabase por resbalarse y golpearse la cabeza contra la tina... O también existía la posibilidad de que Nils recibiera ese destino, pero no estaba en condiciones de ponerlo a prueba.

Se apoyó en el otro y fue más fácil salir del cuarto de baño, mientras que el resto del peso de su cuerpo se sostenía sobre su pie sano. Tuvo que repetirse internamente que su prioridad era su tobillo herido.

Cuando estuvo fuera se llevó un mejor panorama de la habitación que le había recibido apenas despertó, lucía muy normal, pero antigua al igual que el baño. Las paredes contaban con un amarillo opaco, una cama de tamaño individual, el armario de ropa y una pequeña estantería. Era un sitio muy sencillo, a decir verdad.

Se distrajo al mirar hacia arriba y encontrar que, en realidad, si había una ventana solo que no la había visto porque estaba por encima de la cama—

Sin pensar apoyó su pie malo sobre el suelo y se vio invadido por una fuerte sensación de dolor que le hizo trastabillar, solo que no fue muy lejos cuando Nils capturó su otra muñeca, atrapándole justo a tiempo.

— Sería más fácil si me dejaras cargarte, ¿no crees? —le dijo con una sonrisa, pero no obtuvo respuesta más que un sonrojo por parte de Lukas, hasta que se acercaron lo suficiente a la cama—. ¿Puedo confiar en ti?

Lukas asintió, y luego sintió una mano sobre su cintura que le guio en una posición sentada sobre el colchón, para alejarse de él tras eso. Lukas continuaba teniendo una de sus muñecas esposadas pero el otro no hizo ademán de querer engancharlo al cabezal de nuevo.

Vio entonces a Nils dándole un rápido escaneo de arriba abajo, o al menos, esa sensación le dio cuando sintió sus ojos recorriéndole con lentitud, para luego parpadear confundido y apartar su vista hacia un lado.

— ¿Cómo te sientes?

Lukas le regaló una mirada incrédula. —Mal, ¿no viste mi tobillo?

¿O dónde estoy metido ahora mismo? Pensó en agregar, pero desestimó la idea.

— Vi muchas cosas —masculló al cruzarse de brazos.

— Y, ¿cuál es tu plan para el resto del día? ¿Qué nos quedemos mirándonos las caras?

En otro momento no se hubiera quejado, Nils siempre le había parecido alguien de facciones atractivas, tenía sus pómulos y mandíbula marcados, pero no en exceso, además de que sus ojos verdes también debían de contribuir en ello. Ahora, sin embargo, le daba igual, solo veía otro mentiroso dentro de una ya larga lista de ellos.

— Me encantaría. —Chasqueó su lengua y le regaló una mirada sugerente—, pero en un par de horas ya tengo que irme.

— ¿Qué? ¿A dónde?

— A trabajar, ¿a dónde sino?

Lukas arqueó una ceja. —¿Qué hora se supone que es?

— Cerca de las cinco de la mañana, estuviste bastante tiempo en ese baño. —Se apoyó sobre la pared—. Voy a traerte el desayuno antes de irme, claro.

Las cinco de la mañana, eso explicaba porque se veía todo tan oscuro por la pequeña ventana.

Dios, ¿cuántas horas había dormido? ¿Adam habría leído su mensaje?

— Gracias, pero preferiría que me devuelvas mi celular y me dejaras volver a casa.

— Lukas, ambos sabemos que eso no se va a poder.

Aquella respuesta reavivó algo dentro de él.

— ¿Esperas que me quede sentado mientras hay un asesino entre mis compañeros?

— ¿Qué más da? Si la mayoría de los que están ahí ya están muertos, no les puede pasar mucho más —dijo con una mueca despreocupada.

— ¡Eres un idiota! —gritó, cuando un recuerdo de sus tantas charlas vía mensaje resurgió en su memoria—. ¿Ahora proteges a Fran, también?

Su comentario pareció provocar algo en Nils en cuanto frunció el ceño ligeramente.

— Yo no lo protejo a él, solo nos cuido. —Hizo un gesto con su índice al señalarse a él y luego a Lukas—, a ambos.

— Y yo no necesito que me cuiden, necesito respuestas.

— No hay mucho que saber tampoco.

— ¿Entonces qué carajo hacia un forense a mitad de la noche con un vendedor de drogas?

Nils se encogió de hombros. —No debían llevarse muy bien —comentó con ligereza, pero la mirada acusatoria de Lukas le obligó a continuar—. De acuerdo, tu amigo debía necesitar plata y bueno, encontró un camino fácil con... el polvo de ángel y le estaba yendo bien, supongo.

— No creo que esa sea toda la historia —masculló, sarcástico.

— Bueno, sé que Fran estaba a gusto con su trato con William, fuera del distrito, esa era la condición de Fran, hasta que las ventas llegaron a nuestra ciudad y ahí el querido forense se asustó.

La naturalidad de sus palabras no fue suficiente para que Lukas las procesara de la misma forma.

— ¿Asustó en qué sentido? —preguntó, a pesar de no estar seguro si quería saber.

— Fran le dijo a William que se desasiera de todas las personas que habían comprado y vivían por aquí, aunque bueno, a William le estaba gustando la zona, pero empezó con esa mujer que Fran tanto clamaba que le reconocería...

— ¿Elsa Artino?

— Sí, esa, la del hermano con boca grande, y ahí se complicaron las cosas cuando Fran se enojó por lo descuidado que había sido según él. —Nils echó la cabeza hacia atrás—. Aunque no sé de qué tanto se preocupaba, como si la policía fuera a hacer bien su trabajo.

— No me digas que...

— Sí, estaba esa parejita, el chico se escapó justo por su supuesto viaje, mentira, debía dinero eso pasó —dijo eso último por lo bajo—, pero la chica no tuvo la misma suerte.

Parejita. Angélica y Hugo.

— Cuando Fran se enteró que ella vivía por la zona, quiso ir a increparla por su cuenta, pero las cosas se salieron del eje y acabó como ya sabes.

En un descampado.

Sintió al aire abandonar sus pulmones, aunque fuera parte de sus sospechas, el escuchar la confirmación en voz alta era una historia completamente diferente. ¿Qué mejor que un forense para hacer ese trabajo? ¿Quién conocía mejor los aspectos que se inspeccionaban a la hora de examinar el cuerpo?

— Él te podría contar la historia mejor que yo, pero a grandes rasgos, empezaron por llevarse mal luego de eso y William rompió su trato de sin drogas en la ciudad.

— ¿Y tú? —cuestionó en vista de que Nils no iba a contarle toda la interna de una.

— ¿Yo? Quizás casualmente tuve que ver en cómo se conocieron, pero a mí me daba igual, si se querían matar entre ellos, bien. —Hizo una pausa donde dio un largo suspiro—. Hasta que me enteré que ibas a encabezar un caso, ahí dejó de darme igual.

Lukas se encogió en su lugar, hasta ahora venía sintiéndose tan ajeno a todo el relato, que había llegado a pasar por alto el detalle que la persona que tenía en frente llevaba quien sabe cuánto tiempo... obsesionada con él.

— Podrías haber tratado de advertirme de otra forma —susurró, y vio a Nils inclinar su cabeza hacia un costado—, podrías haberme dicho directamente quien-

— Eso no era mi problema —le interrumpió—. En un principio nunca quise que supieras que yo... pero las cosas cambiaron. Y tampoco me hubieras creído si te lo hubiera dicho en otro contexto.

Era una declaración polémica, a la que Lukas pensó en negarse, pero había algo de verdad en ella.

— Entonces aún podemos dar el aviso, de forma anónima y enviar las fotos de mi teléfono. —Se mordió el labio y sus ojos se ensancharon al mirarle—. Por favor, con cómo están las cosas ahora ya no sonaría como algo tan inverosímil-

— Lukas, ¿por qué te piensas que te traje aquí? ¿Crees que Fran ya no se dio cuenta? —Se llevó un par de dedos hacia el puente de su nariz—. Tendría que haberte traído conmigo desde antes, cuando te saqué del bar, dejé pasar mucho tiempo.

— No, así no funcionan las cosas —clamó—, y tampoco tendría que estar aquí ahora, sí tanto quieres que esté a salvo, tu casa no me parece el mejor lugar para-

— ¿Quién dijo que esta es mi casa? —dijo al arquear una ceja.

La declaración le tomó tan por sorpresa que lo dejó congelado en su lugar.

— Estás loco.

— Pero no lo aparento, ¿verdad? —rio antes de desviar su atención a la hora en su muñeca—. Debería traerte algo de comer ya, confío que no intentaras nada estúpido.

Y, dicho aquello, Nils abandonó la habitación, cerrando la puerta con llave tras él, dejando a Lukas solo de nuevo con más preguntas que antes, más incógnitas sin entender, iniciando con que no tenía idea de que era esta casa.

Solo para que una idea peor prosiguiera dentro de sus pensamientos, si todo lo que Nils le había dicho era verdad, significaba que todas esas muertes habían sido a causa de una disputa entre dos imbéciles demasiado codiciosos como para arruinarle la vida a otras personas.

Paradójicamente, la única verdad era que estaba rodeado por mentirosos.

No pasaron más de diez minutos hasta que Nils volvió a aparecerse dentro de la habitación con una bandeja que aparentaba contener su desayuno. Lukas no había intentado moverse demasiado tampoco, solo se había limitado a mirar e intentar encontrar algo que le fuera útil a futuro, solo que su falta de creatividad no le estaba ayudando ahora mismo.

Nils, entonces, se acercó hacia él con la bandeja. La imagen de un café caliente y unas galletas hizo rugir su estómago como no hubiera esperado, hasta ahora se daba cuenta del hambre que llevaba encima.

Por instinto, se movió hacia atrás cuando el otro dejó colocó la bandeja sobre su regazo.

— ¿De verdad? —masculló en cuanto sintió un tirón en su muñeca solo para volver a ser esposado al cabezal con suma rapidez.

— Puedes comer con un solo brazo —le dijo entre dientes antes de sentarse en el borde de la cama como si alguien le hubiera invitado a hacerlo.

— Dijiste que confiabas en mí. —Trató de sonar apenado, pero su tono no pudo disimular su irritación.

Nils colocó sus codos sobre su propio regazo y le sonrió como si estuvieran en una situación completamente opuesta a la que estaban ellos.

— Y lo hago, pero sé que tu no confías en mí.

Su agarre se apretó sobre su bandeja. —Estuviste mintiéndome durante semanas, por supuesto que no puedo fiarme de ti.

— Cuando me buscabas tan seguido para escribirme me diste otra sensación. —Sus ojos se enfocaron sobre su regazo—. Se te va a enfriar el café.

— Te escribía para sacarte información del caso, nada más —dijo con fastidio antes de agarrar una galleta a regañadientes cuando sintió a su estómago rugir de nuevo.

Justo en ese momento oyó sonar un celular avisando de alguna nueva notificación, cosa que capturó la atención de Nils lo suficiente como para que se girara quedando en darle la espalda a Lukas.

El tiempo pareció congelarse en aquel instante, cuando su agarre sobre su bandeja se incrementó y sus ojos se fijaron sobre la nuca de Nils. ¿Qué tan difícil sería darle un golpe tan certero como para dejarlo noqueado?

Inclinó su espalda hacia delante, olvidando por un momento que tenía su otra muñeca esposa, solo para que Nils se pusiera de pie al segundo siguiente y saliera de su posible rango de ataque.

Lukas parpadeó cuando los segundos parecieron comenzar a correr con naturalidad luego de eso, saliéndose de aquel extraño trance. ¿En qué estaba pensando? ¿De verdad había querido hacerle daño a Nils?

— ¿Ya te vas? —preguntó con la mera intención de apartarse de sus pensamientos.

— En un rato, sí, entro a las seis y media. —Su mirada volvió a enfocarse sobre su regazo y arrugó el ceño—. Ese café debe de estar helado.

Eso en verdad era temprano, Nils ni siquiera debió de haber dormido durante toda la noche y se veía como si nada. Y, si sus cálculos eran correctos, significaba que estaría fuera hasta las tres de la tarde. Eso era mucho tiempo.

— ¿Y qué se supone que yo haga por mientras? —le espetó.

El otro se encogió de hombros. —Podrías tratar con dormir, te vendría bien.

— Sí, que fácil, dormir cuando tendría que estar en mi trabajo —rio con ironía—, ya debería estar presentando las pruebas contra Fran y-

— Lukas —le interrumpió con un tono que no había usado hasta ahora—. ¿De verdad crees que sería tan fácil? ¿Te pusiste a pensar que no es solo tu amigo el forense?

— No me importa, quiero dejarlo en evidencia y quiero hacer lo mismo contigo —dijo con vehemencia.

Nils sonrió en respuesta. —Eso es adorable, hasta me hace querer entregarme.

— Podrías haberme ayudado, podrías haberme ayudado de verdad con este caso, yo incluso te hubiera entendido si... —Tragó saliva junto con una gran oleada de frustración que se sintió espesa en su garganta—. Pero elegiste solo ser otro mentiroso más.

— No me compares con el otro idiota-

— ¡Pero lo eres! —Su vista se centró sobre su regazo y agarró la taza por la manija—. Alicia, Francis, Leire y ahora también tú, creía que eras mejor... mi amigo. —Su agarre se incrementó al punto de ser doloroso—. ¡Y era toda una farsa!

Como si de un impulso eléctrico se hubiera tratado, Lukas levantó su brazo libre junto con la taza y la aventó en dirección a Nils. Nada en él estaba pensando más allá de desquitar aquella frustrante sensación que le carcomía por dentro.

El estruendo de la taza estrellándose contra la pared y fragmentándose en decenas de pedazos le trajo de nuevo a la realidad.

Nils había esquivado el ataque por poco, tan poco que uno de los fragmentos había llegado a hacerle un diminuto corte sobre la mejilla.

El silencio reinó en el cuarto por los siguientes segundos con una tortuosa lentitud en la que su lengua pareció haberse paralizado dentro de su boca. No había sonido además de sus latidos que no encontraban como normalizarse.

— Podrías haberme matado con eso —murmuró Nils luego de quien sabe cuánto tiempo con sus ojos recorriendo el suelo y los pedazos de cerámica esparcidos por este.

— Yo no...

Su cabeza se giró hacia él con una velocidad que pudo percibir como inquietante.

— Te tengo encerrado en un cuarto y atado a la cama y aun así me aventaste una taza —dijo con lentitud.

Su corazón se aceleró en alerta, y se odió por la tardanza de su cerebro en intentar formular una posible respuesta que le sacara de aquella situación.

Los labios de Nils se curvaron ligeramente hacia arriba. —Eso es bueno, significa que no me tienes miedo entonces. —Echó su cabeza hacia atrás luego de decir aquello, como si se hubiera agotado de repente—. Pero después voy a tener que limpiar todo esto.

Lukas no supo si sería momento de emitir una disculpa, o de emitir algún sonido en absoluto, por lo que solo conservó el silencio a su alrededor como una barrera frente a la bizarra escena que estaba presenciando.

Nils volvió a mirar la hora en su teléfono, que, por su cara, debió de alertarlo lo suficiente como para que abandonara ese semblante extraño que estaba manteniendo hasta ahora y se apuró en dirigirse hacia la salida, no sin antes voltearse una última vez hacia Lukas.

— Nos vemos en la tarde, detective.


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Personas en el mundo que se ponen felices de que su crush les aviente una taza:

1) Nils

2) ...

Siento que acabo de escribir un delirio, pero fue divertido.

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