2. Presentimiento
Capítulo 2: Presentimiento
Los últimos halos de luz del día se infiltraron por la puerta principal en cuanto Lukas ingresó a su hogar luego de una larga jornada, solo para cerrar la puerta tras él y volver a la oscuridad natural que caracterizaba a su sala principal.
En verdad, Lukas no sabía que había estado pensando cuando decidió pagar por el alquiler de esta casa. Se había dado cuenta bastante después lo poco iluminada que era, porque los primeros días pasaba todo el tiempo fuera y solo llegaba cuando se estaba poniendo el Sol.
Alicia una vez le había dicho que la casa combinaba bastante bien con él.
Y esa declaración estaba lejos de ser un piropo.
De hecho, la falta de luz solo lo hacía pensar en algo con más fuerza; tirarse a dormir sobre lo primero que viera.
Miró su sofá con tentación.
Pero por mucho que quisiera tirarse a dormir, luego de un día de trabajo extra largo, hoy justamente no podía.
Le había salido todo al revés. Quería terminar temprano e irse a tiempo, por lo que había tratado de trabajar más rápido, solo para llenarse de más cosas y salir tarde de todos modos.
Y su cita era las ocho.
¿Por qué había aceptado salir un jueves cuando él sabía cómo era?
Tal vez porque se había dejado distraer por los lindos ojos de Marcus mientras hablaba y había acabado asintiendo sin escuchar verdaderamente lo que estaba diciendo...
Se encontró sonriendo solo por el recuerdo, dándose cuenta que era la primera vez que sonreía desde su desayuno con Alicia... La verdad era que ese correo lo había descolocado bastante, y por varias horas no pudo dejar de pensar en ello.
Su primera idea era que había sido alguno de sus compañeros de trabajo para fastidiarlo, pero nadie salvo Alicia tenía su mail personal, o al menos eso creía. Otra opción era que hubiera sido un simple mensaje al azar salido de alguna cadena o algo así; justo cuando estaba investigando un asesinato tan misterioso... Pero él siempre investigaba asesinatos, no estaba haciendo nada diferente.
Suspiró. Daba igual, solo quería bañarse e intentar dormir algo antes verse con Marcus. Suficiente de pensar en el trabajo por hoy.
Hizo una mueca al pensar en su madre, ella siempre le decía que el nunca dejar de pensar en el trabajo era lo que había matado a su padre. Y eso que Lukas creía que había sido el ACV que le había dado. Que ingenuo...
Fue a su habitación y abrió su ropero. Había pensado previamente en que ponerse para esta noche, había visto a Marcus en otras ocasiones y siempre se vestía tan bien...Lukas quería ir medianamente a tono con su estilo y no parecer tan monótono por una vez...
Sacó de su ropero un jean, y una camisa manga tres cuartos de color negro con franjas blancas verticales. Era relativamente nueva y una de las prendas más distintas que tenía de entre toda su ropa—
Su línea de pensamientos se vio cortada por la melodía de su celular irrumpiendo en el silencio de su hogar. Vaciló, había dejado el teléfono en la cocina, podría ser Marcus, o podría que no.
Lukas permaneció parado sobre su lugar, mirando la ropa que había dejado sobre su colchón, pero cuando notó que su celular no dejó de sonar enseguida, acabó por correr a la cocina, quizás...podría ser importante.
Llegó hacia su teléfono ubicado sobre la mesa de la cocina, solo para leer en la pantalla; número privado. Una vez más. No supo por qué contestó el teléfono, de nuevo.
— Diga —optó por decir esta vez, con un tono más demandante.
Pero una vez más no hubo respuesta. Ni siquiera esa extraña respiración que creía haber oído esta mañana...
Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, como si alguien estuviera susurrando en su oído—
— Imbécil —dijo cuando volvió a encontrar su voz y cortó con fastidio.
De todas esas llamadas que había recibido, nunca había pasado tan seguido, solían ser algo esporádico, una vez cada tanto, dejando varios días de por medio. Nunca había sido durante un mismo día.
Y, encima, ni siquiera podía ver el número de quien sea que estuviese llamándolo, solo se leía número privado, no podía corroborar si era la misma persona sino tenía su número para bloquearlo del todo.
O tal vez...
Fue al buscador de su celular, pensando en cómo escribir su duda cuando notó la hora.
Mierda. Solo quedaba una hora para las ocho y él continuaba apestando a cubículo claustrofóbico.
Redirigió su mirada a su pizarrón colgado sobre su pared. Si, Lukas había llevado un poco lejos su vocación como criminalista, pero no tan secretamente había quedado encantado con el modo de ordenar todas sus pistas y evidencia en un solo pizarrón de caucho.
Para Lukas, que tendía ser tan desorganizado con sus quehaceres fuera del trabajo, implementar el mismo sistema le había servido demasiado. Buscó su tiza, porque sí, se había colocado los dos uno de caucho y un pizarrón para tiza, dependiendo el momento usaba uno o el otro.
Presionó la tiza contra el material, no quería olvidarse de hacer esa búsqueda luego de terminar su cita con Marcus, y si era posible, averiguar que hacer antes que quien sea que estuviera llamando volviera a querer fastidiarlo.
Buscar sobre nu—
Dejó caer su tiza al suelo cuando oyó su celular sonar otra vez. Juró que si era el número privado de nuevo iba a acabar por estampar su maldito teléfono contra la pared...
Lukas sintió que sus nervios se disiparon al notar que solo se trataba de un mensaje de su madre. Un suspiro de alivio se escapó de entre sus labios, pero no se molestó en leerlo. Ya había perdido el suficiente tiempo como el mejor y en verdad tenía que bañarse.
Se dirigió al baño y se desvistió con rapidez, para meterse finalmente a la ducha. Fue el primer momento en todo el día en que verdad pudo relajarse, como si el agua caliente pudiera evaporar todos sus problemas, lejos.
Y, por primera vez, dejó que sus pensamientos lentamente se deslizaran hacia Marcus, dejando de lado todas las cosas extrañas que le habían sucedido hoy. Se masajeó el cuero cabelludo, enjuagando su corto cabello castaño.
Curiosamente, se tenía fe para hoy. Al contrario de lo que había pensado cuando habló con Alicia, era la cita más formal que iba a tener en meses, más allá de alguna salida esporádica con casi extraños, pero llevaba bastante tiempo hablándose con este chico como para poder suponer que sería diferente.
Aun cuando no entendía porque este Marcus se había fijado en él en primer lugar. Tenían la misma edad, pero Lukas lo sentía como si él fuera mayor. Porque, a diferencia de Lukas, Marcus si se asemejaba más a lo que sería un adulto funcional, con un trabajo fijo y estabilidad económica, y...seguramente era más estable en otras cosas también.
Salió de la ducha entre el vapor que le rodeaba y el cambió de atmósfera, sintió un repentino mareo, cuando su mente decidió traer a luz un viejo recuerdo.
No lo hagas.
Lukas no supo porque volvió a pensar en el mensaje de su correo.
Luego de leerlo había sido envuelto por la horrible sensación de no saber qué hacer. Quería borrarlo, sonaba como lo más lógico, pero por algún motivo decidió conservar el correo. Revisando más luego, pero nada nuevo se presentó en su casilla.
Eso debía ser bueno, ¿no? Pero, ¿por qué seguía sintiendo qué había algo más?
Era solo una coincidencia. Tenía que serlo.
Con esa idea en mente, se paseó a su habitación e intentó recuperar sus ánimos. Buscó sobre su colchón la ropa para esta noche, su jean y su...camisa.
Lukas se frotó los ojos, y miró debajo de sus sábanas, bajo los almohadones e incluso se agachó para buscar debajo de su cama. Pero su camisa no estaba en ninguna parte.
Él estaba seguro que la había dejado ahí. ¿O tal vez estaba tan cansado que su memoria ya le estaba fallando? Él en verdad era un desastre.
Buscó dentro de su armario, entre todas sus camisas colgadas, pero su camisa rayada no estaba...O no la estaba viendo, su madre siempre le decía que era malísimo para encontrar cosas.
Miró la hora esperando tener buenas noticias al menos de su parte, pero no. Se mordió el labio, notando que solo le quedaban veinte minutos para las ocho.
— Carajo —masculló con fastidio, y acabó por sacar la primera camisa que vio de su ropero.
Era de un verde pálido, lisa y bastante más aburrida. Y era lo que tenía.
Lukas se cambió y arregló su cabello aun húmedo, cuando estaba mojado llegaban a notarse más sus pequeños rizos que se le formaban en el flequillo. Al terminar, creyó que se veía bastante decente. Hasta diría que el verde de su ropa ayudaba a resaltar sus ojos color miel.
Le envió un mensaje a Marcus y salió de casa con apuro, viendo que la oscuridad ya se había adueñado de las calles.
A diferencia del resto de su día, no le tomó demasiado trabajo ir hacia el bar. Su casa estaba más alejada del centro, pero lo suficientemente cerca como para permitirle llegar justo sobre las ocho. Lukas tenía bastante puntería para eso, casi sin calcular, tenía una tendencia de llegar a los puntos de encuentro con más menos un minuto de diferencia.
Se movió entre la muchedumbre de gente y, al fondo, alcanzó a avistar una cabellera rubia entre tantas personas, sentado en una de esas sillas altas, y, como si el otro pudiera sentir el peso de su mirada, se giró en ese instante regalándole una peculiar sonrisa.
— ¡Lu! —lo llamó, agitando su brazo.
Lukas sintió un nudo formándose en su estómago, de escuchar su apodo venido de Marcus. Se sentía diferente a cuando Alicia lo llamaba así.
— Hola, Marcus —dijo cuándo se había acercado lo suficiente al otro, devolviéndole la sonrisa, y luego añadió, en un tono más dudoso—. ¿Hace mucho que estás esperando?
— No, no te preocupes. —Colocó una mano sobre su espalda, animándolo a sentarse junto a él—. Ya bastante que pudiste venir hoy, sé que andas ocupado.
Lukas se encogió de hombros y buscó su mirada. El bar no tenía la mayor de las iluminaciones, y, aun así, podía distinguir perfectamente sus atractivas facciones.
— Está bien, pero sí se me hubiera hecho más fácil salir mañana, sabes...—Se mordió el labio, dudando por un segundo si Marcus podría haberse tomado mal su comentario cuando éste no le respondió enseguida.
Cuando Marcus soltó una leve carcajada sintió que pudo volver a respirar aliviado.
— Sí, me imagino, pero tengo un lío de cosas para el fin de semana. —Suspiró, como si la mera mención de sus planes ya lo agobiara—, pero no quería dejar pasar la semana sin verte antes.
De pronto, Lukas se sintió feliz de no tener la mejor de las luces, evitando que Marcus notara su cara al sonrojarse. En cambio, desvío su mirada hacia el suelo y una tímida sonrisa se formó en sus labios.
— Te ves bien —murmuró luego, posando su codo sobre la barra al mismo tiempo que estiraba su cuello, enfocando su vista sobre él.
— Tú también.
Aunque era algo obvio, Marcus tenía una capacidad para vestirse tan bien que Lukas envidiaba. Incluso hoy, en una salida tan cualquiera, él se veía increíblemente elegante. Y, Lukas bueno, si se pusiera a conseguir la mitad de las prendas que Marcus llevaba puestas seguramente no podría pagar el alquiler por los siguientes dos meses.
— ¿Vas a tomar algo?
— Yo...en realidad todavía no miré que hay.
— ¿Cerveza?
— No me gusta mucho. —Hizo una mueca, arrugando su nariz—. Es muy amarga.
Marcus sonrío de lado, como si algo que Lukas hubiera dicho hubiera sido particularmente gracioso y levantó el brazo llamando al hombre detrás de la barra.
— Entonces... ¿qué tal tu día?
— Eh...—Lukas parpadeó trayendo memorias no deseadas a su cabeza—. Nada, no quiero hablar mucho de eso y no creo que quieras oírme hablar de muertos. —Dejó escapar una risa nerviosa.
— No me molestaría. —Se acercó más hacia él, y de algún modo sus ojos parecieron iluminarse, luciendo aún más azules de lo que ya eran—. Siempre se me hizo muy interesante todo ese tema de...investigación, saca más tema que hacer casas seguro.
Y en eso tenía que coincidir, siempre se le había hecho fascinante todo el tema de estudiar una escena del crimen, por eso se había anotado en aquella carrera, cuando no tenía idea de que hacer. Solo que por el momento la paga de su trabajo no era la más...alta.
— Te voy a arruinar la noche, créeme.
— Sabes que no me importaría —murmuró, como si fuera lo más obvio del mundo y deslizó su mano por la barra.
Lukas creyó que estaba a punto a de encontrar su mano con la suya, pero en cambio, lo esquivó, solo para recibir la carta. Era una sola hoja plastificada, pero lo suficiente grande como para contener bastantes nombres.
— ¿Te gusta algo de aquí?
— Eh... —vaciló, queriendo ocultar que en realidad no estaba familiarizado con casi ningún trago—. Me da igual, mientras no sea algo tan fuerte.
Algo que no le impidiera levantarse al día siguiente.
Marcus pareció estudiar la cartilla, antes de señalar un de los tragos ubicados más abajo.
— ¿Qué tal ese?
Lukas se inclinó para poder leer el nombre, y arqueó una ceja. — ¿Té helado?
— Creo que puede gustar, es bastante...dulce.
No supo porque volvió a sentir el calor invadir sus mejillas, pero intentó ignorarlo, pensó en añadir algo, pero Marcus ya había llamado al camarero pidiendo dos tragos, que, entre el bullicio de fondo, no alcanzo a oír cual era la bebida de Marcus.
— ¿De dónde sacaste que me gusta lo dulce? —se aventuró a preguntar.
— Lo asumí en base a lo de la cerveza. —Se llevó una mano bajo su mentón—. ¿Me equivoco?
Lukas entreabrió sus labios, sin estar seguro que decir, todo lo que decía este hombre se sentía como una insinuación y él no tenía idea de si le estaba siguiendo el juego correctamente, tenía miedo de acabar hablando de sus teorías conspirativas sobre los casos en los que estaba trabajando antes de que terminara la noche...
— En realidad... —se calló a mitad de su idea, cuando los tragos llegaron frente a ellos.
Miró la bebida frente a él, en verdad tenía el color de un té negro, solo que llevaba una rodaja de limón sobre su base. Marcus ladeó la cabeza hacia un lado, como incitándolo a probarla. Se llevó el sorbete a los labios, sorprendiéndose por el sabor, no sabía nada mal.
— Y, ¿qué tal?
— Es verdad, es algo...dulce.
Marcus sonrío triunfante y tomó un sorbo de su propia bebida, que Lukas no estaba del todo seguro de que era, pero a diferencia de su vaso, la bebida de Marcus carecía de color.
Para el momento que estaba terminando su vaso, ya se estaba riendo con mayor facilidad.
— ¿Vas a pedir otro?
— Tu no quieres que mañana me levante—rio, echando la cabeza hacia un lado.
Marcus le dirigió una mirada extraña, pero no dijo nada.
— Espera...—murmuró, sintiendo sus ideas más centradas por un momento—. ¿Qué hora es? —Buscó su celular de su bolsillo y apartó la vista un momento frente al brillo de su pantalla, tenía la vista cansada—. ¿Las diez?
— Eso parece —masculló Marcus, al mirar su celular, sonaba igual de sorprendido.
—Lo siento yo...ya debería irme —balbuceó intentando ponerse de pie, solo para tambalearse en el proceso.
Marcus se apresuró en contenerlo, colando sus manos a sus costados. Lukas pensó que era un gesto muy tierno.
— Está bien Lu —le dijo alejando sus manos de su cuerpo—. Voy a pagar...
— No tienes que—
— No pasa nada —le interrumpió—, y después paso por baño. —Hizo un gesto con su cabeza, señalando la dirección del sitio.
Lukas parpadeó, y pensó que él también tendría que ir luego.
Se volvió a sentar, cruzando sus brazos sobre la barra y así poder colocar su cabeza sobre ellos. En algún momento había empezado a sentir mucho sueño. Por un momento creyó que podría quedarse dormido allí mismo.
Marcus había dicho que lo esperara aquí, ¿o dijo que lo esperara en el baño? De pronto, no tenía la respuesta tan clara...
Sintió una mano deslizarse por sobre su hombro, fue un gesto cálido, que lo hizo sentirse más cómodo sobre su lugar de descanso. La mano de Marcus se sentía cálida... Pero, ¿Marcus no había ido a pagar?
Su espalda su puso rígida de golpe, abandonando su posición de descanso. Miró hacia los costados, pero no vio a nadie cerca. Su corazón se aceleró. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Había dejado a Marcus esperando mucho?
Se puso de pie, con menos torpeza esta vez, y fue la más rápido que pudo hacia el baño, viéndose invadido por una serie de emociones que no lograba comprender de dónde venían.
Cuando Lukas llegó al baño, su corazón latía acelerado, buscó a Marcus con la mirada, solo para ver a un tipo lavándose las manos...y a Marcus detrás haciendo lo mismo.
El hombre junto a Marcus se marchó después, dejándolos a los dos solos.
— ¿Estás bien? —preguntó sintiéndose algo tímido de repente.
—Sí, Lu... ¿pasó algo? —le dijo confundido, y se acercó hacia él, colocando una de sus manos sobre su mejilla— pensé que ibas a esperarme afuera.
— Es qué no venías y creí que—
No pudo completar su idea, siendo interrumpido, esta vez por los labios de Marcus sobre los suyos...
Todo el calor de su cuerpo se vio contenido en sus mejillas, él y Marcus solo se habían besado una vez antes, pero ahora se sentía tan diferente. Un gemido se escapó de sus labios, más por la sorpresa que otra cosa, cuando Marcus se alejó de nuevo.
— Fue mi culpa —murmuró, deslizando su pulgar sobre su pómulo—, no tendría que haberte dejado solo.
Y con eso, lo estaba besando de nuevo, de una forma mucho menos inocente que antes, Lukas necesitó un momento para poder seguirle el ritmo y dejar que sus labios se movieran en sintonía. En un momento que no notó, se vio atrapado entre la pared y el cuerpo del otro. Las manos de Marcus encontraron un lugar sobre sus caderas.
Lukas jadeó al sentir el contacto entre sus cuerpos, percibiendo un bulto en los pantalones del otro de por medio.
— Estuve pensando en esto todo el día — murmuró contra sus labios y lo atrajo más contra sí.
Yo también. Quiso responder, pero sería mentira, su mente había estado en otra parte. Nunca se hubiera imaginado que la noche se tornara así, en su inocente idea ya debería de estar en su casa a esta hora.
— ¿No me acompañas a casa?
— Tengo que... —su voz se entrecortó al sentir los labios de Marcus sobre su cuello— tra-trabajar mañana.
— No te voy a retener tanto tiempo — susurró contra su piel, y Lukas pudo sentir la sonrisa en su rostro sin necesidad de verla.
Sintió unas manos viajando por su torso, mientras que él no estaba seguro de que hacer con las suyas, solo dejando que sus brazos envolvieran los hombros de Marcus. Él no podía...
Le pareció oír un portazo, o un sonido venido de alguna parte dentro del baño. Marcus también lo escuchó, o esa sensación le dio a Lukas cuando se apartó ligeramente de él.
— Entonces, ¿seguro qué no? —dijo, tomando una mano de Lukas para besarlo una vez más.
Lukas pensó en negarse, y, sin embargo, no pudo explicar la sensación que tuvo en ese instante, sensación que no le dejaba tranquilizarse. Solo que algo en su interior lo obligó a asentir finalmente.
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