Sumergida en la locura misma de una noche en completo insomnio, relato estos sucesos, que no son nada agradables me temo.

No puedo dar explicaciones precisas, ni tan bien detalladas, de como siento a la muerte soplarme la nuca en cada movimiento que mi cuerpo imana.

Desde que tengo uso de razón, mi vida a girado en torno a sueños perturbadores que van más allá de una simple pesadilla. Mi cuerpo y mente están desconectados de este mundo terrenal, atormentados por sueños vívidos, insomnio, locura repentina, ataques de ira, como también, transmutación a lugares de los cuales no recuerdo llegar.

Actualmente, y aun pasando por diferentes tratamientos médicos que trataban de controlar estos problemas, mi tétrica condición, no tiene raíz ni cura en la actualidad.

Este problema, al cual nombro "maldición familiar", me ha llevado a aspectos y lugares oscuros que nadie se imagina jamás pisar.Me temo que es una tarea imposible encasillar, a cada pesadilla en simples palabras, en una oración sola, sin temerle a la verdad.

Como es de esperarse, mi familia no lograba entender esta rara condición, mi abuela, por el contrario, me entendía a la perfección. Pero, fruto de esta enfermedad que la desgastaba cada día, mi abuela se había quitado la vida hacía solo dos días, encontrándola colgada de una soga firme, dentro de su hogar, en una oscuridad terrible.

Atormentada, sola, oscura, así murió. Dejándome sola, con esta maldición.

Bajo su colgante cuerpo y con la soga tirante sonando en mis oídos como una melodía desgastante, encontré, lo que al parecer, era su único momento de lucidez.

"Te vigilan, te hablan, te obligan mi niña."

Yo entendía a la perfección, el porqué de sus actos, si esta pesada mochila, te deja loco de por vida. La triste y repetitiva soledad es mi única ayuda, mi única compañera, mi única amiga.

El miedo es un sentimiento que con suma frecuencia aparece en mí, cuando despierto en algún lugar de la ciudad, arrastrando acontecimientos que se me presentan en mi sueño o realidad.

Muerte.

Desesperación.

Sufrimiento.

Así de continuo es este trastorno violento.

Aún así, me encuentro escribiendo estas palabras para explicar el terrible tormento, sin saber si estoy en la presencia misma de otra de mis pesadillas o en la llamada realidad divina.

No comprendo donde estoy, a donde voy, y hasta donde soy capaz de llegar. Pero estoy de nuevo acá, con sangre en mis manos, con mi cuerpo temblando y este llanto típico del miedo que me invade, redactando con cautela cada uno de mis perturbadores pasajes.

Me siento sin una compasión humana, sin una explicación científica, sin un mísero ojo cuidador. Solo yo, con el infierno a cuestas, sometida a esta maldición.

Cada segundo que paso, es una tortura abismal, como un bucle sin fin, me siento esclava de la oscuridad.

Para mi mala suerte esto aún no termina, y sigo sin comprender, si todo lo que veo es algo real o una perturbadora pesadilla. Si este cuerpo tumbado en el suelo es real, si estas tijeras en mis manos bañadas de color opaco son de verdad, si esta habitación desecha es algo real o un sueño nuevamente vívido que no me permite ser normal.

Mi cuerpo parece desfallecer, mi alma, oscurecerse a más no poder, y mi juicio, desvanecerse en cada letra que redacta mi maltrecho y oscuro ser.

Espero ver el amanecer, y que todo este tormento termine de una buena vez, que mi cabeza deje de doler y la realidad vuelva, hasta que aparezca otro anochecer.