Sombra en la oscuridad

No niego ni afirmo, que me siento plena escribiendo estas palabras que me costaron años concretar. No puedo pensar en redactar esta anécdota sin antes hacerle caso a mi mente que ha tratado años y años en silenciar este acontecimiento que parece mentira, pero pasó en realidad.

Ya no callaré más, no lo soporto, necesito contar mí verdad.

Tenia apenas nueve años cuando sucedió, cuando lo vi, ahí parado, en la puerta de mi habitación. Como si su mera presencia le brindara importancia al lugar donde convivía conmigo misma la mayor parte del tiempo.

Esa figura oscura, esa sombra que me causaba escalofríos de solo verla, allí se encontraba, observando en silencio mí presencia, aguardando que tal vez conciliara el sueño, pero no, no lo podía lograr con semejante presencia en la puerta de mi habitación.

Me animé a contarlo con apenas nueve años, pero nadie me creía, todos pensaban que era un invento de mi tonta y obstinada imaginación, de esa niña que inventaba historias con el fin de llamar la atención, pero no lo era. Claro que no.

Siempre estaba parado allí, cada noche sin perderse ninguna. Pensaba que me estaba volviendo loca, era la única persona que lograba verla, pero era real, claro que lo era.

Siempre me pregunté quien era este ser tan peculiar. Nunca se acercó más de lo debido, siempre estaba allí, sin emitir palabra alguna, simplemente parado, como observando cada movimiento que conciliaba de mi maltrecho cuerpo de apenas nueve años. Jamás entró a mi cama, ni me susurro palabras, ni mucho menos me acarició el cabello. Solo estaba allí, como un soldado cumpliendo ordenes de aguardar en su lugar hasta nuevo aviso. Perturbaba mis sueños en completa lejanía.

Se preguntarán de quien hablo, de que persona en concreto de mi vida, si realmente lo conocía o adopte alguna figura conocida y mi tonta imaginación lo convierto en esa sombra inerte, pero a la vez tan oscura. Pues, en ese entonces, no lo conocía.

Al pasar los años e ir creciendo, esta figura aún seguía allí, observándome, pero ya no me causaba el mismo temor que hace unos años le tenía, ya lo consideraba como parte de mí, de mí rara y compleja vida.

Solo dios sabe todos los momentos horribles que pasé, lo que me costaba ir hasta la cocina por agua, ir al baño, convivir con ella en la oscuridad. Tenia miedo, miedo de esta presencia que llenaba de preguntas mi mera existencia. Pero no me arrepiento de todo lo vivido con ella, esta figura sin motivo aparente, parada en el marco de mi puerta de madera blanca, me enseño que la oscuridad puede ser obsoleta, hermosa y hasta compleja, pero que es solo eso, oscuridad. Solo un granito de arena en este gran y complejo desierto que es la vida.

Con los años esa sombra desapareció, se fue de mi vida, junto con mis miedos a ese ser mítico que siempre me visitaba cotidianamente en mí habitación. Aún no logro entender sus visitas, pero siempre será parte de mí, de mí historia, de mí vida.

Después de tantos años y entendiendo ya de grande, que fue un hecho raro y complejo sin explicación aparente, mi madre se atreve a hablar de él sin pelos en la lengua, que este ser tan extrañamente compañero, no es oscuro ni mucho menos tenebroso, sino alguien que custodiaba que estuviera bien al llegar la oscura noche, en mi soledad plena. Se animó a mostrar una foto, una foto que explica mucho entre tanta confusión.

Quien me visitaba de noche, no era ningún oscuro maleficio, ni algo tenebroso al que temerle, era ni más ni menos, que mi abuelo materno, al que jamás conocí. En esta foto cargada de años, logro verlo con suma precisión, no como una oscura figura, sino como un abuelo sonriente ante la cámara que lo retrata con tanto detalle, notando su rosto similar, amigable ante mis ojos cargados de noches enteras sin poder conciliar el sueño, por esos ojos que ahora veo y me sonrojo ante ellos. Ya no temo al verle allí, me siento acompañada, como cuando me acostumbré a verlo por las noches parado en mí puerta, oscuro, sereno, pero también compañero entre tanta soledad.

Mi querido abuelo, figura inerte, figura oscura atormentada y deformada por mí infancia, si hubiera sabido que eras vos el que me venía a cuidar por las noches, tal vez te hubiera abrazado con suma fuerza, para que no te vayas nunca y me cuidaras siempre, en mis sueños y en mi vida diaria.

Ahora si lo siento, no le temo, ya se quién es, mí ángel protector, mi compañero, mi querido abuelo.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top