La oscuridad del bosque era algo rara, a diferencia de las noches anteriores este día la luz de la luna no llegaba a ese punto del bosque.

Una estatua que nunca había sido vista estaba allí, y eso lo sabía el guardabosques. Esa noche le tocaba el turno. Solo era quedarse en su cabaña y esperar que todo fuera bien, pero no fue así.

A las once de la noche, una pareja llegó corriendo a la cabaña, encontraron una estatua o lo que parecía una, en el lugar donde la luz de la luna no llegaba.

El guardia se sorprendió y creyó que fueron solo alucinaciones de los jóvenes, pero al ver las fotos, desde el fondo de su corazón algo le dijo que era real. Tomó su arma, una escopeta con dardos tranquilizantes para animales y revisó si la pistola que tenía en su bolsillo tenía proyectiles.

Caminaron por el bosque, la pareja y el guardia, siendo estos dos los guías hasta aquel pedazo. El guardabosque al ver aquella estatua o lo que parecía ser una, se asombró. Esta respiraba, y se escuchaban llantos saliendo de ella, así que camino apuntando con la escopeta hacia aquella cosa.

Al acercarse, notaba lo perfecta que era aquella figura. Poseía alas que cubrían sus brazos y rostro. Al final, el señor tocó al ser y entonces, despertó.

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