2.
La radio en mi auto estaba en bajo volumen, en realidad ni siquiera le había prestado atención en la música hasta que la voz del locutor anuncio la hora, eran las 2:23 de la mañana, llevaba aproximadamente 40 minutos estacionado frente al mismo bar esperando que estuviera vació, solo quedaban un par de tipos en la esquina del bar y el anciano que atendía allí, apague de golpe la música del auto al mismo tiempo que quitaba las llaves de él, me bajo de un salto del asiento y cerrando la puerta de un portazo comencé a caminar hacia el bar, la noche estaba fría por lo que llevaba un gran chaleco aunque no era del todo por eso, metí la mano en el bolsillo derecho acariciando el arma que llevaba ahí, me chocaba en el costado al caminar pero no era notoria así que no tendría problemas en llevarla conmigo.
Al entrar al bar una pequeña campana sonó al abrir la puerta anunciando la entrada de un nuevo consumidor, los dos hombres que había visto desde mi auto ni siquiera me dirigieron la mirada, el único que noto mi presencia fue el anciano de barba clara, me acerque hasta la barra y este se alejó de los hombres que se encontraban bebiendo de una gran botella color azul.
− ¿En qué le puedo servir?− pregunta el hombre con un pequeño vaso de vidrio entre sus manos.
Me quedo observando las botellas de alcohol en las repisas detrás del anciano y señalo una de ellas.
−Están en repisa, son algo caras− responde ya sin interés creyendo que no la comprare.
− ¿Cuánto cuesta?− pregunto metiendo la mano en el bolsillo de mi pantalón.
−600 dólares− responde y me quedo por un momento observándolo, el me devuelve la mirada casi divertido, esa botella en otros bares cuesta solo la mitad de lo que está pidiendo, con un suspiro de molestia saco los billetes de mi pantalón y los cuento, pagando la botella solo me quedarían 50 dólares pero sé que luego de esto no los necesitare.
−Tome− digo colocando los billetes sobre la mesa, el hombre se me queda un par de minutos impresionado, creyó que no compraría la botella y tampoco quise hacerlo pero por la lejanía del bar y la soledad que hay en él me agrado, justo lo que necesitaba para mis últimos momentos.
El anciano toma la botella del mostrador y la coloca frente a mí, la tomo junto al pequeño vaso de vidrio y me alejo del mostrador, eligiendo la mesa más lejana de los hombres presentes, una vez sentado ahí abro la botella y comienzo a servirme trago tas trago hasta sentirme más ligero, recuerdo el arma que llevo en el bolsillo y la saco sin llamar la atención colocándola en la mesa frente a mí, por la oscuridad que hay en el sitio que elegí sentarme no se notan mucho los movimientos que hago y tampoco, continuo tomando mi trago esta vez observando la pistola frente a mí.
Al rato de comenzar a beber de la botella las campanas de la entrada del bar suenan anunciando que alguien más ha decidió entrar a pasar un buen rato junto al alcohol, justo como los hombres que estaban antes que yo hicieron, decido ignorar y no fijar mi vista en el nuevo hombre, concentrándome en beber y seguir observando la oscura arma frente a mí.
Escucho los pasos del hombre cerca de mí pero estos se detienen, me giro y me lo encuentro de frente, es un hombre de aproximadamente 50 años, esta vestido con un traje oscuro pero sus zapatos son deportivos no combinan con el resto de la ropa, su mirada viaja de mi rostro, al arma sobre la mesa y la botella por la mitad.
−¿Podría acompañarlo?− pregunta y me toma por sorpresa, pensé que al ver el arma sobre la mesa se asustaría y llamaría a la policía o le avisaría al anciano del bar para que me botara del mismo pero analizo su rostro y se encuentra calmada, solo refleja un poco de curiosidad en sus ojos color verde.
−Seguro− respondo arrepintiéndome de mis palabras ¿Que estoy haciendo invitando a un desconocido a beber conmigo y con un arma sobre la mesa? El hombre toma asiento rápidamente frente a mí y comienza a hablar.
− ¿Para qué es el arma? Digo, si ya hubieras querido asaltar el bar lo hubieras hecho, tienes todo a tu favor, mira − dice girándose un y moviéndome sus manos comenzando a explicarme − El lugar no tiene cámaras, el anciano que atiende quizás tenga un arma tras la barra pero a duras penas puede alzar los brazos para tomar las botellas de la estantería, tu eres más joven obviamente tienes más agilidad para disparar, por otro lado la estación policial queda al menos a treinta minutos de aquí por lo que puedes tomar todo lo que quieras antes de que aquellos hombres puedan hacer algo para alertar a las autoridades, así que ¿Para qué es el arma?− repite.
Me quedo un par de segundos tratando de procesar lo dicho por el sujeto frente a mí y no puedo evitar soltar una carcajada.
-¿Que le ha causado gracia?- pregunta.
−Todo lo que has dicho respondo, ha observado más de lo que yo he podido hacer en el tiempo que llevo acá sentado− digo sirviendo un trago en el vaso y poniéndolo frente al hombre, yo decido seguir bebiendo directo de la botella.
−Bien quizás es porque no estoy ebrio, aún− dice y ambos soltamos una carcajada− Pero aún no respondes mi pregunta ¿Para qué es el arma?
−Quiero matar a alguien− respondo dándole un largo trago a la botella sintiendo el ardor bajar por mi garganta y luego expandirse dentro de mí.
−No lo creo − dice pasándome el vaso vació para que le sirva otro trago, lo hago.
− ¿Por qué?− pregunto elevando una ceja.
−Donde te has elegido sentar, ellos no pueden ver hacia acá −dice señalando a los hombres y al anciano− Pero tú tampoco tienes mucha visibilidad hacia ellos, y no me digas que será a alguien fuera de este sitio, no podrías disparar ni a un saco de arena en ese estado.
−Veo que estas muy interesado en saber para que tengo la pistola ¿no?− pregunto sonriendo, toda la escena me parece divertida en este punto, nunca pensé que mis últimos momentos estaría jugando a las adivinanzas con un completo extraño.
−Planeaba suicidarme− respondo.
− ¿Planeabas? ¿Ya no lo quieres hacer? − responde.
Yo niego aun con la sonrisa.
−Claro que quiero, es solo que me has retrasado un poco − digo.
−Bien pues no era mi intención, por lo que ves soy muy curioso y en pocas partes encuentro un hombre bebiendo una botella tan cara como esa y con una pistola junto a el− responde.
−La curiosidad mato al gato− respondo alzando la botella y dándole otro trago.
−Eso es cierto, pero murió sabiendo la verdad− dice en tono serio− ¿Quieres que me vaya?
−No es por ser grosero pero sería lo mejor− respondo.
−Está bien, solo déjame hacerte dos preguntas− dice cruzando sus brazos sobre la mesa, su tono de voz es más serio y su mirada se congelo sobre mi rostro.
−Adelante − respondo sin apartar la mirada.
− ¿Por qué?− pregunta y no me sorprende, si alguien se topa con un hombre a punto de suicidarse será la primera pregunta que le haga, prefieren hacerla antes de que cometa el acto a impedirlo y quedarse con la duda de por qué lo hizo.
−No tengo nada, mi mujer me abandono hace un par de años luego de que nuestro hijo muriera, mis padres ya no están conmigo, perdí mi empleo hace un par de días y lo último que me queda para comer lo gaste en esta pistola, una única bala y este licor asqueroso− respondo sin más, luego de tantos años de sufrimiento aprendí que las personas que quieren acabar con su vida tomaran cualquier razón para hacerlo, no nos importa si es buena, si es pequeña o es una razón estúpida, el vacío que nos invade por dentro se saciara al no sentir nada y la única manera que eso suceda es poniendo una bala en mi cerebro− ¿Cuál es la otra pregunta?.
−No es una pregunta, es más bien una petición− dice sin inquietarse o tratar de llevarme la contraria a lo que le acabo de contar, agradezco en el fondo que no me dijera que "todo estaría bien", me canse de escuchar esa frase a lo largo de los años.
− ¿Puedo tomar el arma?− pregunta y esta vez la pregunta si me deja estático, no pensé que lo pediría pero tampoco me niego ¿Qué es lo peor que podría hacerme? ¿Asesinarme? Sería un favor que me haría pero somos completos extraños, no tendría por qué hacerme ese favor ni porque quitarme el derecho de hacerlo yo mismo. Tomo el arma sobre la mesa y se la paso sin hacer movimientos que llamen la atención, aunque como dijo el hombre la visibilidad hacia donde nos encontramos es poca.
El hombre la toma con cuidado pero analizándola con la mirada, luego la desarma y saca el cartucho tomando la única bala entre sus dedos.
−Así que solo una, veo que estás seguro de lo que harás− dice armando de nuevo el arma y pasándomela rápidamente, el hombre se acomoda el traje y se levanta.
− ¿Sabes que necesita un hombre para acabar con su vida?− pregunta mirándome detenidamente.
−Un arma, no mucho supongo− respondo tomándome el último trago de la botella.
−En eso tienes razón dice pero hay algo mucho más importante para llevar a cabo todo eso, y es el valor− responde− ¿Sabes? un hombre puede vivir en desgracia toda su vida, deseando morirse pero si no tiene el valor de hacerlo morirá en la misma desgracia en la que ha vivido, al diablo las armas, si un hombre quiere acabarse rápido con su sufrimiento necesita llenarse de valor, tomar el arma y dispararse sin más, frente quien sea, en el momento que sea y sin pensar más que en sí mismo, aunque lo haga por la razón más idiota, en el fondo algo más le ocurre que lo que ya ha expresado.
Me quedo un rato pensando en lo que ha dicho y quiero reírme, aunque tiene toda la razón quiero hacerlo, nunca imagine que el día de mi muerte tendría una conversación como esta con un hombre del que no se siquiera su nombre.
−Un último consejo, si quieres acabar muerto esta noche te recomiendo el puente que está a media hora de aquí, con todo lo que acabas de beber no serás capaz de apuntarte bien y desperdiciaras la única bala que tiene la pistola− dice.
−Gracias− respondo, el hombre asiente y se va del bar sin más, me fijo en la ventana del bar como se sube a un auto pequeño color rojo y se marcha, me quedo un par de minutos meditando lo sucedido y tomo el arma sobre la mesa para marcharme de una vez por todas del bar pero en mis manos se siente liviana; Antes de levantarme la tomo y reviso el cartucho llevándome la sorpresa de que la única bala no está ahí.
− ¡Mierda!− exclamo molesto mientras me levanto, al hacerlo me da un leve mareo pero lo ignoro, como puedo camino sin tambalearme hasta mi auto y lo enciendo lanzando el arma vacía al asiento del acompañante, la ira me consume y no logro pensar bien ¿Cómo he sido tan idiota y no me he dado cuenta que el hombre de traje le ha sacado la bala al arma? Ignoro la pregunta y trato de responderme las otras ¿Para que quisiera una bala? No creo que consiga mucho dinero por eso y si ese hubiera sido el caso se la hubiera llevado con todo y arma.
Conduzco por un par de minutos concentrándome en no subir mucho la velocidad y tratando de ver con claridad la carretera a pesar de los mareos por el alcohol, a un par de metros de mi auto veo las luces de las sirenas policiales y pienso por un momento en dar la vuelta y regresar pero al acercarme cada vez más visualizo un montón de personas cerca de un auto rojo, el mismo auto del hombre que me ha robado la bala, decido acercar mi auto un par de metros más hasta estar lo suficientemente visible, apago el auto y guardo la pistola vacía en el bolsillo de mi chaqueta de donde nunca debió salir, me bajo del auto sintiendo el frió en mi rostro y me acerco, los autos y las personas están amontonados detrás de los oficiales que observan el puente frente a ellos.
Mi vista se dirige hacia donde la de los oficiales y me detengo en medio de la calle, justo de pie sobre el borde del puente está el hombre que se ha robado mi bala, este me ve entre la multitud y sonríe.
−Señor por favor, piense bien las cosas está a tiempo de arrepentirse− dice un oficial a un par de metros de el con la voz temblorosa, quizás por el frió de la madrugada o por el pánico que produce la escena.
− ¡Claro que puedo!−exclama- Pero es una lástima que no quiera ¿Cierto?
−Señor, piénselo mejor, debe tener una familia en casa, alguien que espere por usted...−continua pero se ve interrumpido de nuevo por el hombre.
− ¿Crees que una persona que tenga alguien que lo espere en casa sería capaz de hacer esto?− pregunta parándose solo sobre un pie en el borde del puente haciendo que varias de las personas que observamos la escena peguen un grito− ¡No sabes nada de la vida, absolutamente nada!− grita enojado y puedo ver como sus ojos pasan de ser un verde claro a ser oscuros como la noche.
Me acerco a un mas pero del lado del que no hay policías mirándolo con curiosidad, fue el mismo hombre que buscaba las razones por las que acabaría con mi vida y ahora está frente a mi queriendo acabar con la de él, él hombre dirige su mirada hacia mí.
− ¿Quieres saber el porqué, cierto?− pregunta mirándome directamente a los ojos.
Yo asiento sintiendo la mirada de todos sobre mí.
−Cuando un hombre está lleno de valor, no necesita razones para hacer esto− dice y mete la mano en el bolsillo de su saco, sacando algo pequeño, lo reconozco de inmediato como la bala que me robo, el hombre la lanza en el aire y la atrapa con la misma mano, luego sin más, se lanza del borde del puente, los oficiales corren hacia donde estaba pero ya es muy tarde, me acerco hasta el borde pero ya no puedo ver su cuerpo, se pierde como una mancha oscura en el vacío y solo escucho el golpe de su cuerpo contra el agua helada.
Los oficiales comienzan a alejar a las personas del borde del puente incluyéndome, y comienzan a hablar por sus radios, el auto rojo perteneciente al hombre es cerrado y obligan a las personas a irse de la escena, algunos se quedan susurrándose entre sí que significarían las últimas palabras del hombres antes de lanzarse pero yo comienzo a caminar sin importarme los cuchicheos de los demás; Al llegar a mi auto lo enciendo y prendo la radio, una canción suave comienza a llenar el auto en mi interior y desde lejos veo como las personas terminan marchándose poco a poco hasta que solo quedan los oficiales planteándose entre sí que hacer y suelto una carcajada por la absurda escena, mientras deciden que hacer el cuerpo del hombre ya debe estar lejos de aquí en las profundidades del agua aun con mi bala en su bolsillo.
Miro el arma en el asiento a mi lado y pienso en sus palabras.
"Cuando un hombre está lleno de valor, no necesita razones para hacer esto"
Quizás tenía razón.
Quizás todo lo que se necesita para morir son razones y no un arma sin balas.
Tomo el arma y la aviento al asiento trasero lejos de mi vista, enciendo el auto y me marcho del sitio, aquel hombre tenía razón.
Se necesita valor para despedirse de la vida, y esa noche el valor era lo único que no me acompañaba.
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