En pedazos
Mayo 1992
Había tenido ese sueño otra vez, caía en pedazos por un abismo oscuro y vertiginoso. Se despertó con el corazón latiendo tan fuerte contra su pecho que, recordándolo ahora, volvía a sentir escalofríos. Nunca llegaba al final de aquella caída espantosa en sus pesadillas.
— Hm, soy Bucky Barnes, y la siguiente canción se titula "Tendida como un arco".
Ahora deslizaba cuidadosamente los dedos por las cuerdas de una vieja guitarra. Era él, Bucky Barnes —un nombre de pila que escogió en el peor día creativo de su vida—, sobre la pequeña tarima de un lugubre bar en Los Ángeles.
"Tendida como un arco el alma tuve;
Y un deseo, como un águila que sube"
Su voz era un barítono peculiar, que jamás podría ser comparado. Y el astuto Zemo lo percibió desde el primer momento.
Helmut Zemo, estaba sentado con absoluta soltura y una elegancia inapropiada, en una mesa solitaria a un metro y medio de distancia desde donde Barnes, el insulso muchacho, tocaba humildemente sus canciones. Éste último,al final de todo, se equivocó en el canto como unas tres veces, pero aún así se ganó un par de aplausos y una mísera propina, lo suficiente para la comida del día; además, esta vez, consiguió un cita...una cita de negocios, que tal vez podría derivar en otra cita, y en otra, y luego en otra... Y Etc.
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Zemo, con su impecable gabardina, estaba esperando a su particular invitado sentado en la terraza de un elegante Café. De pronto, después de media hora de retraso, lo vió llegar.
Bucky llegó a su cita, risueño, con un suéter agujereado, zapatillas viejas y un pantalón roto. Llegó hasta donde Zemo y lo saludó con una mano levantada, infantil... condenada y sensualmente inocente. No lo era, no era ningún inocente, pero sonreía y eso llegaba a alguna parte del interior de Zemo, se clavaba allí, muy profundamente, poco a poco y cada vez más.
— Lo siento —se disculpó Bucky tomando asiento frente a Zemo—, no conozco muy bien esta parte de la ciudad y... qué crees, en esta zona hay como dos Cafés de este estilo, así que al comienzo fui al equivocado, pero, bueno, ya estoy aquí.
— Debió ser una aventura.
— Ni de coña.
— Qué.
— ¿Pediste Pie de Manzana? —le preguntó de pronto Bucky, mirando despectivamente el platillo a su lado, sacándolo de sus pensamientos iluminados.
— Apfelstrudel, sí, y Mousse de Chocolate.
— Gracias por preguntar si quería uno.
Zemo frunció el entrecejo sin dejar de mirarlo fijamente. ¿Había rechazado su gesto...? Bueno sí, qué mierda.
Y aún así lo vió sonreír con los labios acaramelados entre bocados de Strudel de Manzana ¿Por qué le sonreía?
— ¿Por qué me miras tanto?
Esa pregunta, y esa sonrisa, lo descolocó. Zemo no supo qué responder exactamente.
— Sé lo que piensas —le dijo Bucky entonces—. Que no encajo en todo esto. Pero tú me citaste aquí, así que vamos hombre, dime para qué todo esto.
Zemo despabilo su mente confundida y fue puntual:
Había visto a Bucky cantando y sabía que él componía sus canciones y todo era maravilloso porque era algo que no había escuchado antes en su vida. Tenían que hacer algo.
A Zemo, un hombre en la flor de su juventud, su aristócrata y rica familia lo había limitado económicamente debido a su "mal comportamiento o mal carácter", que involucraba el hecho de haber estudiado economía en la mejor universidad del mundo sólo para dejar el diploma en el despacho de su padre e irse a trabajar de asistente en una disquera al otro lado del Atlántico.
Zemo amaba la música.
— ¿Quieres ser mi manager? —pregunto Bucky aún incrédulo pero divertido.
— Tengo un pequeño monto de inversión, podemos hacerlo funcionar.
— No entiendo, pero por qué...
— En la vida hay que abordar ciertas decisiones para poder llegar a algún lugar. Pero, tengo un plan. He estado en esto un buen tiempo, sé cómo funciona el negocio. Todo es cuestión de organización, estructuración, planificación...
— Maldita sea, cálmate, hombre...
— Bueno, mira, estoy yendo en serio. ¿Tú?
— Yo qué.
— ¿Te animas?
Bucky dejó de sonreír y movió nerviosamente los ojos azules con cierta preocupación.
— Yo ... No sé si yo ... ¿Tú crees que funcione? No soy Jim Morrison.
— Definitivamente no lo eres —susurro Zemo, con una sonrisa dulce—. Creo que necesitarás una banda.
Los ojos de Bucky se iluminaron de nuevo— Toco con un amigo, Sam. Él toca la batería y...
— Disculpe, señor.
Ambos miraron arriba. No habían notado la presencia del mesero al lado suyo.
— Ahm, ¿sí, dígame?
Y ahí iba todo de nuevo.
No era la primera vez. Pero Bucky tenía razón cuando decía que él no encajaba en esos lugares tan finos; por su experiencia, sabía que tarde o temprano siempre lo terminaban echando o pidiendo amablemente que "por favor se retire".
Zemo tenía que acostumbrarse o dejar, de una sensata vez, de citarlo en esos lugares respingados.
— La próxima vez iremos a mi barrio, comeremos hamburguesas y estaremos bien —le dijo Bucky a Zemo como si tratase de consolarlo, mientras caminaban por la calle tras el desaire de ese estúpido café.
— Podrías presentarme a Sam...
— Claro —le dijo Bucky, pasando un brazo sobre sus hombros, haciéndolo crispar al contacto y haciéndole preguntarse por qué era tan confiado—. Oye, Zemo ¿Ese es tu nombre, "Zemo"?
— Es mi apellido, mi nombre es Helmut, pero la mayoría prefiere dirigirse a mí como "Zemo"
— ¿Puedo llamarte Helmut?
— Si quieres, me da igual.
Bucky sonrió y todavía no había apartado su brazo alrededor de Zemo.
— ¿James? ¿Ese es tu nombre, cierto?
Bucky se sobresalto con una sonrisa— ¿Wow, Cómo sabes eso?
— Sé todo sobre ti —casi susurró Zemo.
— Sí, lo es. Pero Bucky es mi nombre porno, Barnes mi apellido. Bucky Barnes es el nombre que uso para vivir.
"¿Su nombre porno?" Zemo frunció el entrecejo y se cuestionó por enésima vez por qué hacía todo esto.
— Bueno, si me permites, me dirigiré a ti por tu verdadero nombre, James...
— Está bien, suena lindo si tú lo dices...
— ...Bien, James, ¿podrías hacerme un favor?
— Cuál, dímelo.
— ¿Podrías retirar tu brazo de mis hombros? Me causa un pesar incómodo.
— ¡Maldita sea! —se rió Bucky apartándose de él—. Creí que te gustaba...
— ¿A qué te refieres? —le cuestionó Zemo con las manos bien metidas en los bolsillos.
— ¿Yo no te gusto?
— ¿En qué sentido?
— En todos.
Zemo comenzó a sudar frío— Me pareces una persona interesante. Pero sólo eso...
— ¡Ah sí, claro! —exclamo Bucky con una sonrisa divertida, y sin dudarlo le echó los brazos al cuello.
— Oye, qué haces... —se sobresalto Zemo completamente azorado por ese gesto imprevisto, teniendo a Bucky tan cerca suyo.
— ¡Eres una mierda de mentiroso! —le dijo Bucky tomándolo por la corbata para atraerlo en un beso inesperado.
El contacto entre sus labios fue como una descarga eléctrica para Zemo, que recorrió fulminante por todo su cuerpo.
Se quedó estático cuando Bucky se separó y entonces, sólo entonces, le encaró:
— ¿Cuánto tiempo estuviste pensando hacer eso?
— Dos días y tres horas con cuarenta y tantos minutos —le sonrió Bucky.
— Como sea —le dijo Zemo en voz baja, todo ruborizado—, no vuelvas a hacerlo —y se hizo a un lado caminando con orgullo débil—. Tengo novia y pretendo casarme muy pronto.
Y por alguna razón, se sintió absurdo diciendo todo eso.
Por su parte, Bucky estalló en risas— Yo no lo creo.
— No me importa lo que creas, no es relevante —Zemo intentó lucir serio, en vano.
— Claro —y Bucky tomó su mano.
— ¡Ya no hagas eso! —se apartó Zemo azorado.
— ¡Claro! —rio Bucky pero a continuación le tomó del brazo cariñosamente.
— ¡Que basta! —protesto Zemo infantilmente.
Pero Bucky sólo siguió riendo y abrazándolo con cariño todo el resto del camino...
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Julio 1992
— ¿Es por aquí? —le preguntó Zemo a Bucky, absolutamente preocupado mientras conducía su Van por la carretera polvorienta.
— ¡Claro, cálmate, lo recuerdo!
— Cómo podrías recordarlo si no has vuelto aquí en años.
— La última vez fue... ¿Sam, lo recuerdas, la última vez que vine?
— ¿Un año y medio? —le respondió casi sarcástico Sam desde el asiento trasero.
— Sí, bueno esa vez fue porque le compré un bajo a mi hermanito con todos mi ahorros. Él aprendió a tocar solo.
— Espero que sea lo suficientemente bueno —susurro Zemo aún preocupado sin quitar la vista de la carretera.
— Lo es, todo lo que hace él es bueno, porque él mismo es una buena persona.
— ¿Son hermanos de verdad?
— No exactamente. Crecimos en el mismo centro de acogida, pero a él lo adoptaron antes. Aún lo seguí visitando después. Somos como hermanos.
El hermanito de Bucky se llamaba Steve, y en ese entonces tenía 18 años cumplidos. Bucky llegó ese día a su casa pidiendo permiso para llevarse a Steve a grabar con él y Sam un par de demos. Pero la verdad es que nunca lo regresaron.
Eso fue casi un secuestro.
A finales de abril, Zemo había logrado que Dynamo Records se fijara en los demos que habían grabado y les ofrecieran un contrato de dos discos. Luego fueron por Europa en una pequeña gira donde también grabaron una sesión importantísima y eso llevó a la banda de Bucky —conformada por él, Sam y Steve— a hacerse muy populares en la escena underground. El nombre que habían escogido para su banda fue Mammoth, en honor a...a... cualquier cosa, sonaba cool.
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Julio 1994
— Bucky, por favor, sal... Por favor, por favor, me estás preocupando, no sé si estás bien... Por favor, dime algo...
Ese era Steve, tocando suplicante la puerta del baño en el camerino, con sus ojos de cachorrito triste y preocupado; esperando, desde hace una hora y media, que Bucky le abriese la puerta o al menos le diese alguna señal de que estar vivo al otro lado.
— Qué pasa —entró Zemo de repente, al notar la tensión del momento—. Ya falta menos de veinte minutos para que salgan al escenario, qué mierda.
— Zemo, él no me abre, tampoco dice nada. ¿Y si le pasó algo?
Zemo observó la puerta de arriba para abajo con el ceño fruncido— Que le va a pasar algo a ese idiota... —masculló y apoyó delicadamente la cabeza contra la puerta.
Steve lo observó decir algo, pero no lo pudo escuchar por el barullo afuera en el escenario. Sea lo que fuera, la puerta del baño se abrió.
Steve se quedó boquiabierto ¿Cómo había Sido posible que Bucky le hubiese abierto la puerta a Zemo a la primera y a él...no? ¿O, qué fue lo que Zemo le dijo para que le abriera?
— Ve al escenario, Sam está esperando —le dijo entonces Zemo con seriedad—. Enseguida lo traigo —le dijo refiriéndose a Bucky.
— Pero, cómo está él...
Zemo lo fulminó con la mirada. Definitivamente no lo dejaría entrar para ver a Bucky. Steve tuvo que retirarse anonadado y un tanto cabreado.
Zemo ya sabía lo que vería.
Cerró la puerta del baño tras suyo y giró para contemplar a Bucky, tiritando, acurrucado en un rincón como un niño asustado.
— Entonces, cómo haremos esto James.
— No quiero ser James. Odio a James. Mira lo que me hace —le dijo Bucky acongojado.
Zemo suspiró y se acercó para sentarse a su lado en el suelo y sacó un cigarro para fumar. Bucky no tardó en apoyar la cabeza en su hombro y Zemo no tardó en rodearlo con un brazo protector.
— Quiero ser fuerte —susurro entonces Bucky—. Trae a Winter Soldier, por favor Helmut.
Zemo rió un poco— Eso es algo psicológico. No es real. Hey —le tomó el rostro entre las manos—, eres tú mismo. Vive todo en ti.
— ¿Es un placebo?
— Algo así.
— Entonces igual procede.
Zemo le acarició laa mejillas y se compadeció en su corazón— Está bien, Winter Soldier —y lo estrechó entre sus brazos aferrándolo a su pecho con un sentimiento de inmenso cariño... con amor—. Tú eres Winter Soldier, eres fuerte, eres maravilloso, eres el mejor...
Eres...
Eres...
Y un beso siempre podía darle las fuerzas que necesitaba.
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Enero 1995
Era la época donde la banda, Mammoth, estaba convirtiéndose en una de las bandas más grandes de Estados Unidos.
Bucky se había teñido el cabello de rojo sangre y usaba laca para le quedara tan caótico como el infierno. A veces usaba suéteres y era risueño y divertido; y a veces no usaba nada, andaba con el torso desnudo y era explosivo, excéntrico y terrible.
Y en cualquier forma, él amaba a Zemo.
A veces tomaba su mano de imprevisto, solía arrinconarlo en la penumbra, con el puño envuelto en su corbata y lo atraía en un beso ansioso, todo dientes, lengua y ardor. A veces, sólo se apoyaba en su hombro y dejaba que la brisa desordenara sus cabellos en un silencio tranquilo. Y a veces, simplemente rozaba el dorso de su mano y se acercaba dulcemente a él para dejar un beso corto pero sincero en sus labios delgados y suaves.
Amaba sus labios y el lugar donde ellos le conducían porque era cálido y acogedor, eran fuegos artificiales y caos, era maravilloso y absolutamente mágico.
Zemo, por su parte, no había tenido la falta de cordura de terminar con su novia y andaba indeciso sobre asumir sus sentimientos hacia Buck. Así que ambos eran amantes esporádicos y no oficiales.
Y se querían.
— Con un demonio, Helmut, tú dijiste que la dejarías, que lo haríamos, que... ¡Tú, maldito hijo...!
"James, escúchame, James..."
— ¡No! —le gritó Bucky al teléfono— No quiero escuchar más tus jodidas mentiras. Ya no quiero escuchar nad...
”¡James! Se lo dije ¿De acuerdo? Hablé con ella. Y ella lo sabía, sabía que era por tí..."
— Y qué mierda quiere, que nos deje en paz... Cuál es el maldito problema.
"Le dí mi palabra..."
— Qué mierda...
"Ella me lo echó en cara y... Tiene razón. Antes de conocerte, yo le dije que nos casaríamos. Me comprometí con ella y con su familia. Es..."
— Helmut...
"...una cuestión de honor."
Y fue un silencio antes de que Bucky dijera algo, algo que no podría expresar el cómo su corazón comenzaba a quebrarse en mil pedazos— Vete a la mierda.
"James..."
El sonido sordo del teléfono colgado fue todo lo demás.
Bucky condució por la carretera como un demente sin rumbo. Todo se agolpaba en su cabeza y sus instintos sólo le pedían una sola cosa.
Perderse...
Muy lejos, en el espacio interestelar. Lejos donde nada fuese real, ni el amor ni el dolor. Donde ninguna de estas cosas importara más.
Y sabía qué podía llevarlo cerca de allí.
La heroína corría con esa velocidad endemoniada desde la punta de la jeringuilla insertada bajo su piel, por sus venas... Y entonces todo era azul...
A su lado. Helmut... Él era lo mejor y peor de ese mundo maldito. Él era...
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Febrero 1995
— Tienes que prometerme que pasaremos menos tiempo en fiestas.
— ¿Estás hablando de dedicarnos a la vida hogareña como una parejita feliz de las novelas?
Helmut apartó un poco su cabeza para mirar de soslayo a los ojos azules e intensos de Bucky, quien lo abrazaba como un niño abraza a su oso de peluche favorito.
— Algo así —sonrió Zemo.
Bucky lo siguió mirando ensimismado en sus ojos marrones y bonitos— Está bien —susurró—, lo prometo.
Zemo volvió a apoyar su cabeza cariñosamente en la de Bucky y se dejó de nuevo envolver en ese abrazo cálido.
— Y tienes que prometerme algo más —le dijo entonces Zemo—. Prométeme que dejarás las drogas.
No hubo respuesta.
Tal vez un gesto oculto de sonrisa.
— James, estoy hablando en serio ¿Te estás riendo? —se apartó Zemo de pronto con el ceño fruncido.
— No, claro que no me estoy... —pero su sonrisa boba no concordaba con sus palabras.
— James —le sujetó Zemo por los hombros buscando fijar la mirada en sus ojos—, dejé todo de lado. Prácticamente tiré mi antigua vida a la basura por ti, y sólo te estoy pidiendo esto... Deja de drogarte. Primero porque no es bueno para ti y lo sabes, es obvio; segundo, porque definitivamente no es bueno para nadie, sólo nos ha traído problemas; y, si quieres, finalmente, por lo menos hazlo por Steve, el pobre vive preocupado por ti, tú eres muy importante para él, eres casi como un héroe o algo así. Sabes, que...no es agradable ver a alguien a quien quieres
...de esa forma, haciéndose daño, y... No es bueno. Es triste. No hagas eso, James, no nos hagas eso.
Bucky miró los detalles en el rostro de Zemo, conocía todos esos detalles...uno por uno...uno por uno...
Lo sabía.
Pero era tan jodidamente difícil.
Pero qué más podía hacer.
— Helmut...
— James...(?)
— Hel-mut...
— James.
— Yo...
— ¿Sí?
— Yo, sí, te lo prometo...
Zemo acercó la cabeza de Bucky a su pecho y lo acurrucó entre sus brazos mientras un "Gracias" se deslizaba delicada y sinceramente desde sus labios sonrosados. Y un alivio. Porque era verdad, haber quedado en vergüenza pública ante la "crema y nata" de la sociedad y luego ser desheredado por su padre...no, no era cualquier cosa.
Que valga la pena, James Buchanan Barnes, que lo valga...
...............
— Te amo tanto Helmut...
Era ese aroma que respiraba de la nuca de su amado cuando se echaba a su lado para abrazarlo por la espalda. Y sus cabellos castaños brillaban a la luz de la luna.
Zemo dejaba escapar una risa tímida y nerviosa, crispado por el roce de los labios de aquel a quien había entregado su corazón y su vida sobre la piel de su cuello.
— También te amo, James, te amo, te amo... —y llevaba la mano de Bucky hasta su pecho— Siente...
— Late... —sonreia Bucky— como un tamborcito.
Zemo seguía sonriendo— Así ha sido siempre desde que te ví por primera vez.
Entonces Bucky sonreía también y cerraba los ojos entregándose a ese sentimiento, dejándose invadir completamente por él. Las letras se agolpaban en su mente sedada por sus sentimientos. Cuántas canciones podría escribir por esto... Por él... Helmut, Helmut y su amor.
"Qué harás si te sigo.
Eres luz de primavera en días grises.
Mi niño de ojos marrones,
¿por qué se tornaron azules de pronto?
Mi niño de primavera
Tocas mi alma con tus colores
Tocas mi alma...
Oye, qué harás si te sigo,
Qué harás si nunca me alejo de ti.
Nunca me quiero alejar de ti"
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Febrero de 1996
"¿Qué harás?"
"¿Qué harás?"
La pregunta que que le habían hecho todos se repetía en su cabeza una y otra vez mientras, casi al borde de la desesperación, iba de un lado para otro dentro su habitación...la suya y la de James, de James que hoy ya no estaba, porque... porque había caído otra vez.
Zemo se rindió contra una pared y cerró los ojos cruzándose de brazos con fuerza como si quisiera lograr un abrazo. Cuánto necesitaba de uno.
La promesa de Bucky no duró mucho. Duró hasta que lo encontraron comprando cocaína y lo mandaron a hacer trabajo comunitario. Duró hasta que la policía lo detuvo cuando conducía ebrio y drogado por un camino de vuelta al estudio de grabación. Duró hasta que llegó, traido por Sam y Steve, tan colocado una noche que no podía reconocer su propia casa y Steve lloró por primera vez por la impotencia de no poder hacer nada; Zemo lloró una hora después, cuando ya no había nadie a su alrededor. Y duró hasta que un día, Zemo, encontró a Bucky tirado en el piso del camerino, inconsciente, con una sobredosis que casi lo manda al otro mundo.
Y hoy...otra vez. Tras una lista cargada de antecedentes, finalmente Bucky había sido arrestado. Y ahora era inalterable, no más servicios comunitarios; estaría seis meses en la cárcel por posesión de drogas.
Y Zemo ya no sabía qué hacer con él.
...................
Zemo y Bucky se separaron aquella primavera gris. Se separaron en el noviazgo y en los negocios. Zemo no volvió a ser manager suyo y de nadie nunca más. Mientras Bucky estaba en prisión, se dedicó a tratar de reconstruir una nueva vida instalando un pequeño negocio en Nueva York, se hizo socio de un par de restaurantes y de una disquera independiente que abrió sus puertas a mediados de abril. Elektra Records se convirtió en una de las disqueras indie más importantes y respetadas en la costa este durante los próximos años, y Zemo era un personaje reconocido en el medio.
Y mientras tanto, para Bucky, el período en la cárcel le sirvió aparentemente para dejar su adicción, y una vez fuera, se reunió con su antigua banda. Y entonces todos eran como unos hombres nuevos. El amor por la música era algo que nunca cambiaría, pero el disco que sacaron, fue el más importante y reconocido en su carrera, porque poseía un sonido más maduro y una proyección renovada. Todo seguía un cauce propio, y Bucky... Tan sólo intentaba no volver a caer.
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Sería genial decir que eso fue todo. Pero, cuando viene la caída, viene.
Debido al comportamiento caótico, el uso de drogas, y los desplantes de Bucky; la banda tuvo que separarse. Sam no lo pudo sobrellevar más y Steve estaba resignado. Era todo. Cada uno se fue por su camino; Steve dejó el bajo y pasó a ser guitarrista y vocalista de su propia banda, la cual tuvo mucho éxito; Sam se dedicó a la producción musical y Bucky intentó una carrera solista que no rindió y fue un total fracaso. Todavía siguió siendo arrestado por la policía por conducir ebrio y por posesión de drogas los siguientes años en los que de nuevo intentó formar una nueva banda. Luego, tuvo un par de éxitos, pero esa carrera brillante siempre era opacada por sus adicciones interminables.
En sus ratos de lucidez, Bucky aún escribía canciones recordando a Zemo y todo lo que vivieron. Aún susurraba su nombre como un clamor para que supiera que...
"Caía, en pedazos,
y sigo cayendo
por un tiempo más
Desde que te fuiste
Caigo,
Caigo en pedazos"
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Mayo de 2002
Zemo había estado saliendo con una diseñadora de interiores durante los últimos dos años y era por lo visto una relación estable. Tan estable que pronto tendrían un hijo.
Sentado en una mesa de su restaurante favorito —del cual por supuesto que era socio—, un miér
coles por la noche, Zemo estaba haciendo las cuentas de algunos de sus negocios mientras una brisa gélida se colaba por el resquicio de la puerta entreabierta. El restaurante estaba ya cerrado y las mesas estaban vacías a su alrededor, sólo el silbido alegre de Mikel, el chef, se escuchaba desde la cocina.
Zemo estaba tan absorto en su tarea, con el bolígrafo pasando alegremente entre sus dedos, que no se percató al instante cuando la puerta se abrió dejando entrar a un espíritu.
— Helmut.
Zemo levantó la vista con el entrecejo aún fruncido por la previa concentración y sus ojos se clavaron absortos en la figura de James Buchanan Barnes parado frente suyo. No era tal como lo recordaba, ahora estaba incluso más delgado.
— ¿¿James??
— ¿Puedo visitarte?
— Ah... —dudó Zemo con el bolígrafo y los papeles en las manos.
— O tal vez estás muy ocupado.
Zemo frunció el ceño tratando de ordenar sus ideas...y sus emociones. ¿Qué noche condenada era esta? Cerró brevemente los ojos con fuerza y tomó su determinación.
— No, está bien. Puedes sentarte —le señaló la silla frente suyo—, no hay problema. Tan solo me tomaste por sorpresa.
Bucky se acercó con tranquilidad— "A veces te soprendere, vendré a verte" —citó con una sonrisa tomando la silla frente a Zemo con una mano dudosa—. Sabes, en realidad no quiero sentarme. No siento que esto vaya a durar demasiado.
Y de alguna manera cayó en el corazón de Zemo como un diluvio lleno de tristeza.
— Bueno —dijo solamente Zemo en voz baja y débil.
— Lo que pasa es que estuve andando por la ciudad estos últimos días y en uno de esos, de repente —recordó Bucky con los ojos azules, otrora brillantes, mirando lo lejos en las paredes blancas—, te ví entrando a este restaurante. Entonces recordé que había escuchado que eras socio de uno de éstos aquí en Nueva York. Pensé en que, bueno ha pasado tanto tiempo, tal vez sería bueno verte y...nada, saber qué tal todo. Saludar, y eso.
Zemo lo escuchaba atentamente, con una serenidad que ni él mismo se conocía.
— Entonces... ¿Qué tal Helmut, qué tal todo?
Zemo tomó aire— Pues, todo bien James, todo tranquilo —y la pausa desgraciada. Zemo se fijó entonces en los ojos azules de James, lucían tan apagados, con un velo de tristeza que llegaba conmovedoramente hasta su ingrato corazón—. ¿Y tú James? ¿Qué tal todo?.. ¿Estás bien?
Bucky suspiró y Zemo, de una manera ilógica, lo encontró... hermoso. Ese dolor de los días difíciles dejaba en Bucky un aspecto duro y conmovedor. Sus ojos, azules y tristes, tenían un halo intenso aún, oculto tras un velo oscuro.
— Pues todo ha sido una mierda como todos los días desde... siempre —respondió Bucky, casi con cierta indiferencia.
Zemo entendía todo. Sabía, casi como todo el mundo, las cosas por las que Bucky había pasado.
Se reclinó hacia Bucky y lo miró con ojos fijos— Entiendo, James; y sólo tengo una palabra...
Bucky lo miró casi espectante y a la vez incrédulo.
— "Lagom"
— ¿Qué? —cuestinó Bucky completamente extrañado.
— "Lagom" —repitió Zemo—, es un palabra sueca que se refiere al equilibrio en los diferentes aspectos de la vida...
Bucky negó con la cabeza baja— No, Helmut, ahora no...
— ... James, necesitas...
— ¡Quién carajos eres tú para decirme lo que necesito! —estalló Bucky molesto y casi ofendido— No quiero escuchar tus estúpidas palabras de autoyuda, qué mierda crees que... Cress que puedes... ¡Tú no tienes derecho para opinar de mi vida..!
— Cómo que quién soy... ¡Soy la persona que estuvo contigo durante más de cinco años!
— ¡Y luego te fuiste! ¡Qué mierda crees..!
— James...
— ¡Me abandonaste! ¡Dijiste a amarme, pero cuando más te necesitaba te fuiste de mi vida y me dejaste solo..! ¡Solo, cayendo en miles de pedazos!
Zemo se vió en el reflejo doloroso de las lágrimas que caían con rabia desde el azul supremo, por esas mejillas... Las mejillas que alguna vez acarició... "James, tú eres fuerte, eres maravilloso, eres el mejor... Eres..."
— Eres suficiente.
— Helmut...
— James... —y su nombre era un susurro entre sus labios.
— ...ya no quiero esto.
Zemo pestañeo suavemente, perdido en el azul supremo...supremamente triste— Lo sé...
******************
Zemo quería disculparse por varias cosas, pero a la vez no había nada sobre qué hacerlo. Era un cuestión de rarezas. Ojalá supiera cómo.
El día previo a la festividad de Pascuas, pensó en Bucky. Pensó en él al amanecer, como su primer pensamiento de la mañana y luego el resto del día. Y en la noche fue ya como una premonición.
"James..."
Supo dónde encontrarlo, porque era en su ciudad donde se presentaba Bucky con su nueva banda. Fue a la presentación aún con retraso y se encontró con un lío de gente y automóviles fuera del teatro, distinguió para su pesar una ambulancia y corrió con hacia allí con el corazón desbocado, tratando de abrirse pasó entre la multitud, tratando de distinguir a quién sacaban en la camilla. Y en su mente había una súplica, y en su corazón una promesa.
No era James.
A quien sacaban en la camilla era a otra persona, alguien del público que tuvo un colapso en medio concierto. Entonces el alivio de Helmut se transformó en incertidumbre y comenzó a buscar la manera de llegar al camerino de Bucky.
Pero la masa de gente a su alrededor era demasiada y él ya no tenía tantas fuerzas, ni siquiera sabía cómo.
Helmut se fue caminando, frustrado y confundido, por la carretera alterna a la principal; más que todo, porque no se sentía lo suficientemente bien como para conducir.
"Oh, James, James..."
James apareció ante sus ojos a la distancia, casi como si fuese una aparición porque apenas traía puesta una camiseta sin mangas, unos jeans rotos y los pies descalzos; y sonreía, sonreía espléndidamente. Una locura.
Helmut, hasta que se lo creyó, corrió hacía Bucky sin saber si estaba bien sentirse tan feliz por ver a alguien en un estado tan caótico, en un sitio tan inusual...en el mundo.
Zemo se detuvo frente a Bucky y este último se detuvo frente a él, a un palmo de distancia. Ahora estaban lo suficientemente cerca, más de lo que hubiesen imaginado desde aquellos días oscuros del ayer.
— James —le susurró Zemo,sin poder contener una sonrisa y el brillo inevitable de los ojos—, tú...
— Hey Helmut, qué haces por aquí —y Bucky sonrió con picardía— ¿Estabas tras mío, eh?
"Sí, sí, sí...diablos que si"
— Sí —asintió Zemo con tranquilidad, entre cerrando los ojos marrones y brillantes—. Te quería decir... —suspiro— Sabes, al diablo —y entonces lo abrazó, le echó los brazos al cuello y lo abrazó con toda la fuerza de su corazón.
— Ay, Helmut... —susurró Bucky dulcemente, conmovido por ese gesto hermoso.
— Qué bien que estás aquí, qué bien...—le dijo Zemo en voz baja, hundiéndose en su hombro.
"Nunca te vayas, nunca lo hagas"
......….........
— ¿Por qué andas descalzo?
— Me quité los zapatos en algún lugar, y se me olvidaron... No sé, son cosas que pasan.
Zemo y Bucky iban caminando pasivamente en medio de la carretera solitaria, arrinconandose de rato en rato cada vez que pasaba un automóvil; y es que allí no habían aceras peatonales, sólo árboles y árboles.
— Ven, súbete —le dijo de pronto Zemo a Bucky, señalandole su espalda.
— ¿Qué? Estás loco, olvídalo...
— No estoy bromeando, súbete.
— Morirás partido en mil pedazos. ¿Quién crees que soy? ¿Un maldito saquillo de medio kilo de azúcar?
— No te hagas tanto problema, sólo súbete ¿Sí? —se impaciento Zemo.
Bucky lo miró incrédulo— Entonces sí estás hablando en serio... Eres rudo eh...
Y Bucky se subió a la espalda de Zemo rodeándolo con sus brazos y Zemo lo cargó sosteniendole las piernas mientras sentía la caricia suave de una brisa de primavera en el rostro...y la respiración tranquila y adorada de Bucky a sus espaldas. Cuánto lo amaba, probablemente jamás dejaría de hacerlo.
— Helmut...
— Te escucho.
— ...Las personas dicen que estoy loco.
— Todos lo estamos, a nuestra manera.
— De cualquier forma, eso me hizo ir donde un psicólogo...
— ¿Eso y no lo demás?
— ...Shh, escucha.
— Está bien, lo siento.
— Me han dicho que soy bipolar.
— ¿Tienes un transtorno de bipolaridad?
— Dicen.
Helmut siguió caminando en silencio, pensando, pensando...
— Supongo que con un tratamiento está bien —dijo finalmente.
Pero entonces ninguno de los dos dijo nada, guardaron silencio y siguieron por el camino solitario. Porque sabían que en realidad todo con Bucky era complicado y que muchas veces, un simple tratamiento, posiblemente no bastaba. Pero Helmut sabía lo que sentía, sabía.
— James, quiero disculparme por lo de la otra noche. Creo que dije un montón de estupideces, sólo...no te había visto en tanto, no sabía qué decir. Además, por lo que pasó antes, cuando...
— Helmut, olvídalo —le interrumpió Bucky con tranquilidad—. Ya pasó. En realidad el tonto fuí yo, desde el principio. No es tu culpa. Sólo hiciste lo que tenías que hacer. No es como si no lo hubieras intentado... Pero al final, sí, entiendo, fue demasiado. Está bien. No estoy molesto contigo por eso. A veces me comporto de una manera... Es tan complicado. Lo siento. Ojalá fuese más sencillo, nos hubiese ahorrado tanta mierda.
Y el silencio otra vez.
— ¿Estás bien? —le preguntó de pronto Bucky— ¿No soy demasiado pesado para ti?
Y de pronto en la mente de Helmut, toda esa situación y la pregunta de Bucky le parecieron una analogía. Cargaba a Bucky, en ese instante...y en la vida.
— No. Soy más fuerte de lo crees.
Y su respuesta fue convicente, fue honesta. Zemo lo dijo con convicción, con absoluto convencimiento. Jamás dejaría a Bucky solo otra vez.
— Ja, sí, siempre lo has sido —dijo Bucky sobre el hombro de Zemo—. Oye, y por cierto, felicidades.
— ¿Perdona, qué decías? —pregunto entonces Zemo.
— Te estaba felicitando, porque sé que tendrás un hijo.
— Sí —sonrió Zemo, ese pensamiento lo llenaba de felicidad y, tal vez, de aún más determinación—, así es. Gracias, James, gracias en serio —y la expresión alegre en su rostro fue sincera.
Bucky también sonrió, se aferró a Zemo con más fuerza y apoyó su quijada cariñosamente en el hombro de éste. Era feliz, de pronto era hermosamente feliz.
— Estaré contigo James —le susurró Zemo con dulzura y compromiso—, estaré siempre pendiente de ti. De hoy en adelante siempre podrás contar conmigo.
De pronto, un tarareo sosegado de alguna canción olvidada en el tiempo los envolvió tal cual fuese un dulce a abrazo.
Un dulce, dulce... abrazo. Dulce, dulce amor. Dulce, dulce, por siempre.
*************
Abril 2010
— ¿Buenas noches?
Zemo había dejado de lado la práctica de piano con su hijo para apresurarse a contestar el teléfono. Esas llamadas en la noche no eran siempre de su agrado, pero lo mejor era darle fin al asunto.
"Helmut"
Zemo frunció el ceño tratando de procesar esa voz ¿Era James? ¿A estás horas? ¿Qué habría sucedido?— James ¿Eres tú?
— Sí, Mut, hey, oye, no me siento bien...
Helmut agarró un papel y bolígrafo de inmediato— Dime dónde estás.
..............
Zemo llegó al departamento de Bucky en menos de una hora y lo encontró casi deshecho en lágrimas, acurrucado en el suelo. Lo ayudó a levantarse, lavarse la cara, tomar algo caliente y luego se lo llevó a casa. Zemo tenía una casa enorme, y mucho dinero otra vez; nunca hubo problema con que Bucky se quedase en la habitación de invitados por un par de días hasta que se recuperase emocional y físicamente. Y en las noches, en vela, Zemo conversaba con él, lo hacía con calma y comprensión.
Esa noche, esa noche en especial, tuvo una confesión.
— Cuando me echaron del orfanato, acababa de cumplir 18 años —le dijo Bucky en voz baja y temblorosa—, traté de buscarme la vida, era muy joven y no sabía muchas cosas. Bueno, la cuestión es que se aprovecharon de mí.
— ¿En qué sentido?
Bucky tomó aire y hundió un poco el rostro entre sus brazos— Un tipo; es decir, yo quería ser músico, y un día un tipo que decía trabajar en una disquera se me acercó y... Bueno, él y uno de sus amigos, tenían dinero, se veían muy geniales, ya sabes...ellos... me llevaron a la casa de uno y...
Bucky se quedó en silencio, casi en blanco y Zemo no quitó sus ojos espectantes y preocupados de él. Ese presentimiento era horrendo.
— ¿James?
— Ellos me drogaron y luego me violaron.
— James...
— Me hicieron mierda la vida, Mut, me la hicieron completamente —le dijo entonces Bucky con la voz quebrada.
Entonces todo tenía sentido, si es que alguna vez hubo buscado el sentido de las cosas. Y, Zemo, no espero ni medio segundo para tomar a Bucky entre sus brazos y aguantar su llanto, aunque al final los dos lloraron juntos en silencio, en medio de esa penumbra, en medio de ese sentimiento de dolor e impotencia ante las injusticias de un mundo cruel y condenado a la mierda.
Bucky jamás le había contado a nadie lo que le había sucedido aquella vez, porque tenía todo en contra, siempre; así que, por años, acumuló ese dolor y esa rabia en su interior. Su comportamiento caótico, el trastorno que le habían diagnosticado, todo... Fueron las consecuencias de una vida temprana sumamente crítica y...rota.
Rota, roto... En miles ...Miles de pedazos.
— Tenía el alma rota, Mut, hasta que un día te conocí y me gustó tu mundo; me gustó cómo eras, porque yo tenía una idea de que prácticamente todas las personas eras basura a su manera, que todo era asqueroso y oscuro...un mundo horrible; pero, tú, tú llegaste...con una luz... cómo podría explicarlo...Eras absolutamente diferente. Eras engreído sí, pero...joder, tenías como mi edad y ya tenías una maldita profesión, un trabajo, una proyección de vida...y usabas esa maldita y genial gabardina...ja, como un niño rico, absolutamente seguro de sí mismo, sin miedo al éxito... Un completo As, un jodido dandy de Nueva York. Cómo carajos no iba a enamorarme de ti. Te amé a ti y amé tu mundo, quise salir de mis penumbras e irme allí, a tu lugar, vivir allí contigo el resto de mi vida. Oh, Muy, lo intenté, quise quedarme. Pero, sabes, creo que lo único que logré fue arrastrar mi sucia oscuridad a tu mundo. Te hice sufrir... Lo intentaste, siempre cariño, siempre en mi corazón; pero, la caída era inevitable, mi destino era caer en miles de pedazos desde siempre, era inevitable...
— Pero aún así, yo te amo.
— Ja, ¿En serio? Aún...
— Sí, en serio y aún ¿O no estaría aquí de lo contrario?
— Por qué, Mut, por qué...
Zemo tomó su determinación de nuevo en manos antes de contestar con renovada convicción:
— Es una decisión de corazón.
Bucky dejó caer su cabeza en el hombro de Zemo y cerró los ojos ante su abrazo cálido y reconfortante.
— Te amo —le dijo Helmut en voz baja, como una caricia—, te amo porque a pesar de todo estás aquí, eres fuerte, eres maravilloso, eres... como la música para mí. Eres música para mí, James Buchanan Barnes.
Bucky sonrió con los ojos cerrados y, de pronto, después de tanto, por fin...se sentía curado.
— Gracias a todos los cielos que existes Helmut J. Zemo, porque mi amor por ti podría salvarme la vida.
Podría... podría...
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James Buchanan Barnes falleció el 6 de agosto de 2018, a los 48 años. Fue encontrado muerto en su habitación de hotel justo después de una presentación de Mammoth durante una gira de reencuentro que la banda hizo para conmemorar los 25 años del lanzamiento de su primer disco. La autopsia reveló que la causa de su fallecimiento fue un ataque cardíaco por mezclar accidentalmente sustancias adictivas controladas con alcohol. La historia musical lo recuerda como uno de los músicos más influyentes de su generación, poseedor de una de las voces más maravillosas del grunge, dueño de un carácter caótico, hermoso y brillante, devastado y terrible... Con un amor tan grande, un amor de por vida...un nombre...un nombre de una persona especial, del amor de su vida, allí, en su corazón.
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