Relato 7. Las luces del bosque

Nío y Lilia se acercaron sigilosamente al límite que separaba el prado del bosque. Los demás miembros de la manada de unicornios les habían advertido de que era peligroso pasar por ahí: abundaban los magos oscuros que cazaban animales como Nío para realizar sus conjuros.

Penetraron, teniendo especial cuidado a donde pisaban. Pronto distinguieron aquellas luces verdes. Nío las rozó con la pata y apareció un mago tras un roble. Lilia se interpuso entre ellos, y el mago no dudó en capturarla. Desapareció por arte de magia con un estallido de colores.

Ahora Nío tenía que encontrar a su pareja.

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