la vuelta al mundo en ochenta años
Nací en la ciudad de Ventormenta con mi destino grabado en mi ADN
Nací para ser un cazador, un domador, un señor de las bestias.
Nunca tuve opción a ser otra cosa de lo que soy y nunca he intentado modificarlo.
Nací hace 80 años, lo que serían 80 días de los cómputos de la antigua Tierra, aunque parecen haber pasado 1000 años.
Ventormenta era una ciudad bulliciosa y ataría gentes de todas partes y especies. En las tabernas se podían oír los extraordinarios logros de los héroes que nos defendían de los Señores de la Horda y yo como tantos otros quise enzarzarme en la aventura, así pues, a los 16 años cuando ya podía alzar mi arco y utilizarlo con maestría he incluso podía hacerme amigo de las bestias con rapidez, comencé mi aventura junto a mi fiel compañero Radagast, un lobo blanco el cual había criado desde que yo tenía cuatro años.
Comencé mi aventura en los bosques que rodeaban Ventormenta, Los Bosques de Elwin, más exactamente en la iglesia de Tanatar, las misiones que me encomendaban eran sencillas para mí y mi fiel compañero, teníamos que matar un lobo por allí otro por allá. Después de unas semanas llegó una guarnición entera de Orcos, la pudimos repeler con dificultad, pero no acabamos con todos, algunos quedaron con vida se refugiaron en los campos de arroz de la catedral y los quemaron para no permitirnos llegar hasta ellos, aunque eso no nos paró, tuvimos que esperar alrededor de cuatro días hasta que nos trajeron unas bombas de agua para tirar chorros a presión al fuego y apagarlo, una vez apagado todos cargamos con ferocidad contra los orcos, el ataque fue mejor de lo previsto ya que casi ningún guardia murió. Yo estuve al borde de la muerte aun recuerdo cuando el líder orco se abalanzó contra mí tirándome al suelo, yo intentaba bloquear los ataques que lanzaba contra mí, aunque en un momento dado él sacó su espada y yo no podía hacer nada para bloquear ese último ataque ya que estaba agotado, y cuando ya creía que todo estaba perdido apareció un brujo y con un hechizo carbonizó al orco. Intenté averiguar cosas sobre aquel brujo, pero el solo me dijo que se hacía llamar Malezizio.
Diez años más tarde los guardias de Ventormenta me asignaron a un lugar distinto, me enviaron a Paramos del Poniente.
Paramos del poniente era un lugar muy bonito, era una región costera de agricultores y pescadores, situado a 500 leguas al oeste del Bosque de Elwin, en aquel lugar las cosas eran más complicadas, ya que Paramos del Poniente había mucha delincuencia y los rateros acampan a sus anchas. Aparte de mantener a los rateros a raya, de vez en cuando también ayudaba a los campesinos a pescar o a cosechar, ¡e incluso resolví un caso de asesinato! Un día mientras andaba Radagast olio algo, así que seguimos su rastro hasta el cadáver de un campesino, avisé lo más rápido posible a la guardia y cuando llegaron los inspectores, yo me había adelantado y preguntado a los campesino si sabían algo sobre aquel crimen, al final acabe encontrando a uno de los criminales más buscados, su nombre era Moriarti, al cual conseguí incapacitar con un golpe en la nuca y llevarlo a las autoridades.
Once años después de que me asignaran a Paramos del Poniente me destinaron a la ciudad de los enanos, el gran Palacio de Roca y Hierro situado en las profundidades de las montañas heladas del norte. Allí, en el reino de Forjaz, viven los mejores herreros y orfebres enanos.
Mi estancia en Forjaz consistió en múltiples misiones de defensa de las fronteras del reino, pero las condiciones eran tan extremas que me tuvieron que relevar ya que mi salud estaba debilitándose.
Así pues, tras nueve años en Forjaz me destinaron a unas tierras más benévolas, las tierras de los elfos de la noche, Teldrasil.
Teldrasil se encuentra en otro continente, por lo que nos preparamos para partir en un viaje en barco que duraría siete años atravesando el Mare Magnum. Pero a mitad de camino unos seres mitad humanos mitad anfibios nos atacaron y hundieron el barco así que nos vimos obligados a permanecer en su reino durante 3 años tiempo que nos llevó la reparación de nuestro navío.
Cuando por fin logramos alcanzar las costas de Teldrasil habían transcurrido 10 años desde nuestra partida de Forjaz.
Ah Teldrasil siempre la llevaré en mi corazón. Sus bosques de árboles inmensos cuyas copas no te dejaban ver el azul del cielo, pero que desprendían un fulgor que te envolvía allá a donde ibas permitiéndote ver todos los recovecos del bosque y sus caminos y por las noches los insectos luminiscentes que habitan en sus ramas formaban la imagen de un cielo estrellado. Mientras estuve en Teldrasil aprendí mucho sobre la naturaleza de los animales sus formas de comunicación, yo que me creía un maestro de las bestias y al llegar allí comprendí la verdadera naturaleza de los animales. Me dolió mucho tener que abandonar esa tierra, pero mi país me necesitaba en las áridas, gélidas y cortantes tierras de Rasganorte.
Las fuerzas de Ventormenta enviaron un abrasacielos, esas imponentes nave aéreas de guerra desarrolladas por los ingenieros gnómicos de Gnomeragán. Con el abrasacielos nos trasladamos a Rasganorte.
Gran parte del territorio de Rasganorte estaba ocupado por los poderosos ejércitos del Rey Exánime, estas se habían apoderado de las tierras más extremas, más gélidas e inhóspitas del continente y desde allí lanzaban sus implacables ataques contra el reino de la ciudad universitaria de Dalaran y al distante reino de los dragones situado en el Cementerio de Dragones. Gracias a los refuerzos que llegaron con los abrasacielos, hombres, magos, dragones y elfos logramos destronar al Rey Examine acabando así con su imperio de no-muertos para siempre.
Ya creía que por fin iba a poder descansar tras más de sesenta años de lucha cuando nos llegaron noticias de un nuevo y exótico continente llamado Pandaria y situado en los mares del sur, nos solicitaba ayuda. Pandaria estaban siendo invadidos por el Sha una nueva forma del mal que se había encarnado allí para atacarnos desde un nuevo frente.
Pandaria fue un lugar el cual me impresiono tanto como Teldrasil, en este nuevo lugar conocí a unas nuevas especies de dragones feroces y leales al mismo tiempo, los dragones nimbo, allí la fauna y la flora totalmente diferente a la nuestra así que nos tuvimos que adaptar, aunque lo que nos costó de verdad fue encontrar como apareció el sha, tras mucho tiempo de investigación los historiadores de la Alianza se dieron cuenta que tiempo atrás cuando solo los dioses vivían en la superficie de nuestro mundo un ser tan malvado como poderosos les atacó, ese ser fue derrotado pero los dioses no eran lo suficientemente poderosos para destruir sus restos así que los enterraron y nos dimos cuenta de sus restos fueron enterrados en Pandaria, así que descubrimos que el sha era un pedacito del poder que albergaba el cuerpo de aquel ser, entonces empezamos a buscar hasta que encontramos sus restos, una vez los encontramos los extrajimos del suelo y los magos se encargaron de llevarlo a un lugar seguro.
Entonces pensé, que ya podría volver a casa y descansar, pero esta vez no fue como la anterior vez pensé que ya podría descansar porque esta vez sí que pude volver y descansar.
Nací hace ochenta años, lo que serían ochenta días de los cómputos de la antigua Tierra, aunque parecen haber pasado mil años. Y por fin he vuelto a casa más viejo y más sabio, ahora seré yo quien cuente mis aventuras en las que di la vuelta al mundo en ochenta años, o quizás mejor, solo me sentaré en la taberna frente a mi plato de costillas de Mok'Nathal y mi jarra de cerveza negra y podré descansar.
Me llamo Trancos el señor de las bestias y esta es mi historia
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