"Como un deja-vu"

Arianna y Rebeca habían sido inseparables por más de seis años y ahora, todo lo vivido juntas, estaba a punto de ser echado por la borda.

—Es que no te entiendo, Ari —comentó Miguel Ángel—, a veces te muestras interesada y ahora, resulta que te importa Rebe. ¿Acaso estás jugando conmigo?

—No sé a qué te refieres —disimuló la chica—. Yo nunca te he dado razones para que ahora me salgas con tal propuesta.

—Rebe no se tiene que enterar.

—Con saberlo yo, es más que suficiente —un silencio transitorio la invadió—. Mi conciencia no me permitiría mirarle la cara.

—Toda tu filosofía solo me ha demostrado que, te gusto —se regodeó—. Lo único que se opone, es tu amistad con Rebeca.

Migue (como también solían llamarle sus amigos), siempre había sido un chico muy apuesto. No estaba acostumbrado a las respuestas negativas por parte de sus objetivos. Así que, esta conversación, apenas fue la primera de las tantas que surgieron después, y cada vez más frecuentes.

—Deja de insistir —murmuraba Ari-, ya te dije que eso nunca va a pasar.

—Desistir no se me da bien.

Rebeca era una hermosa chica morena, con ojos cafés y larga melena. Prefería los libros y los ratos al aire libre. En cambio, Arianna, la típica chica barbie que prefería dedicarse a su imagen, las selfies y las redes sociales.

—¿De qué hablan, chicos?

—Boberías Rebe —disimuló Ari, sorprendida por su inesperada aparición—. Le contaba acerca de la profesora nueva que tenemos en el colegio.

—Que tema más aburrido —sonrió mientras observaba a su novio—. Cariño, recuerda que hoy mis padres te esperan para cenar.

—No te preocupes, amor, allí estaré.

Los padres de Rebe ansiaban conocer la razón por la que su hija suspiraba enamorada. Pero la chica, a pesar de sus sentimientos, comenzaba a sentirse abrumada por la rutinaria relación. Arianna no estaba ajena a todo esto pues, al ser su mejor amiga, terminaban por contarse todo, o casi todo.

—No sé qué decirte, amiga. Creo que aburrirte de tu novio no será lo peor que debas enfrentar en una relación.

—No es que Migue me fastidie. Se trata de que, las primeras semanas, hacíamos cosas únicas, que lo hacían especial. En cambio ahora, nuestro noviazgo se está volviendo común, justo como las historias de amor que tanto leo.

—Creo que deberías hablarlo con él. Tal vez juntos, le encuentren una solución a ese problema.

Esa noche, después de cenar, Rebe resolvió seguir el consejo de su amiga así que, se abrió con Miguel Ángel y le contó lo que estaba sintiendo.

—Se a lo que te refieres —comentó él—, porque también lo siento así.

Migue no era tonto. Justo en ese momento, vio la oportunidad de matar dos pájaros de un tiro, o quizás dos pajaritas.

—¡¿Un trío dices?!

—Rebe, eso es normal en nuestra edad —explicaba el chico—. No se trata de repetirlo una y otra vez, solo es para matar la monotonía. Además, experimentaríamos algo totalmente nuevo para los dos.

—¿Nunca lo has hecho?

—No —mintió mientras bajaba la mirada.

—Migue, eso no era lo que tenía en mente. Pensé que comentarte mi preocupación nos ayudaría pero, ya no estoy tan segura.

Después de una larga charla, Rebeca terminó siendo convencida aunque, aún no sabía quién sería la tercera participante.

—¡No! ¿Cómo crees? Es mi mejor amiga.

—Precisamente, amor. Podemos hacerlo con cualquier otra pero, creo que no te sentirás tan cómoda con una desconocida.

Miguel realmente se estaba comportando como un cabrón, y Rebeca tan inexperta, permitía que le manipulase. El amor, suele tener dos caras, dependiendo del tipo de persona a quien va dirigido.

Los días fueron sucediendo uno tras otro y lo que había sido una simple conversación, se había convertido en una obsesión para él, y una curiosidad un tanto atractiva para ella.

—¿Rebe estuvo de acuerdo? —preguntó asombrada Arianna.

—¿Acaso no confías en mi poder de convencimiento? —se regodeaba.

—Realmente, nunca pensé que Rebeca era ese tipo de chica —comentaba—. Al parecer, no la conozco tanto como creía.

—Eso parece —confirmó mostrando una sonrisa pícara.

El tan ansioso joven se encargó de ajustar todo, con una y con otra, por separado. Ambas conservaban aún esa timidez que provoca saber que, estás dispuesto a hacer algo que atenta contra lo que nos han enseñado nuestros mayores. Arianna estaba sola en su casa hacía poco más de un mes por lo que, la decisión de que sucediera allí no sorprendió a ninguno de los tres. Y así, la noche en que cambiaría todo, finalmente llegó.

Rebe y Migue llegaron a la casa de Ari, quien lucía fantástica cuando les abrió la puerta.

—Wow —exclamó Rebe—, me haces sentir ridícula vistiendo así.

—No te preocupes —señaló Arianna—. Tú también te ves muy bien.

Al entrar, pudieron percibir que, su anfitriona se había tomado tiempo preparando todo acorde a la ocasión. Se conseguía escuchar una leve melodía musical y una botella de vino recién abierta puesta en la mesa, rodeada de dos copas vacías y otra a medio llenar.

—Compré vino porque yo se que les gusta.

—No tanto como a ti —comentó Rebe y todos comenzaron a reír, para variar la tención que hasta el momento se hacía sentir.

Habían pasado dos horas y la segunda botella de vino amenazaba con terminar. Se encontraban bastante ebrios, aunque ellas habían bebido con más medida que él y podía notarse la diferencia. Migue se le acercó a Ari y así, con un beso mientras eran observados por Rebeca, comenzó todo.

Lo que pasó después no pretendo detallarlo, precisamente porque todos somos adultos y podemos imaginarlo. Más importante fue lo que pasó a partir de esa noche.

En un principio, Rebe quedó confundida pero, a medida que pasaban las semanas, fue percibiendo la verdad detrás de todo esto. Miguel Ángel solo la había manipulado pero, gracias a él, había descubierto una sensación diferente, novedosa y definitivamente muy atractiva. Su relación con Migue no duró mucho más que eso. Quedó devastado ante la ruptura, más aún cuando se enteró de que las chicas continuaban viéndose.

La chica que había sido su mejor amiga durante años, se había convertido en su novia y ocho meses después, Rebeca y Arianna estaban tan enamoradas que les parecía increíble la manera en la que habían sucedido las cosas.

—¿Qué pasa, tesoro? —Peguntó Ari—, te noto pensativa.

—No sé —hizo una pausa—, ¿no crees que nuestra relación se ha vuelto un poco monótona?

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