LA RATITA ROCKERA


Esta es la historia de una ratita, y no era una rata cualquiera de esas que habitan las cloacas, o que roban el queso ajeno para vivir. No, esta ratita era una ratita con clase.

Cada noche, despúes de la cena todas las ratas de la región se reunían en la gran ratonera para escucharla cantar. Tenía una voz melodiosa y tocaba una guitarra que se había confeccionado ella misma con madera y alambres. Tocaba y tocaba y a cada nota las ratas del lugar saltaban de emoción:

"Soy una rata,

en la ratonera

no meteré

la pata

Como queso,

pues vivo de eso"

Cantaba y cantaba y las ratas coreaban. Y cada noche, después de cada serenata, la ratita se iba a su habitación. Y mientras estaba tumbada se decía:" quiero ser una rata rockera y triunfar en el mundo de los humanos".

Pero no era tan sencillo, cada mañana mientras salía a buscar comida, se detenia frente a los humanos con su guitarra. Pero estos no escuchaban, es más si se percataban de su presencia la señalaban e intentaban matarla.

"No, puede ser. ¿Tan mal canto?- se preguntaba fustrada nuestra ratita.

Pasaban los días y siempre obtenía los mismos resultados. Y una buena mañana se dijo:

- ¡Claro, los humanos no me entienden!. Y son tan grandes, ¡que no me escuchan!

La ratita consiguió convencer a algunos de sus fans ratones y consiguieron libros del idioma humano, diccionarios. La ratita se construyó un taburetito para poder leer los libros. Pasó meses leyendo y escuchando a los humanos e imitando sus sonidos.

Y un buen día, tras mucho tiempo, ¡aprendió el idioma humano!

Una vez aprendido el idioma la ratita se fue a una tienda, necesito altavoces y micrófonos, algo para que los humanos me escuchen, se dijo.

Y fue a la tienda, se subió al mostrador y dijo al dependiente:

- ¡Quiero una guitarra! ¡Y un micrófono! ¡Y unos altavoces!

El dependiente se giró:

- ¿Quién habla?-preguntó- ¡Ah, una rata!- exclamó asustado.

- Calma, calma soy una ratita que sabe de música.

- ¿Qué? ¿Como sábes hablar?- el pobre dependiente no entendía nada.

- Aprendí tu idioma. ¿Y bien me enseñas el material?- preguntó la ratita sin cesar en su empeño.

- Eres muy pequeña para tocar una guitarra.

- ¡Pues vaya tienda! ¡Mira que no disponer de guitarras para las ratitas! ¡Cuando se lo diga a mi primo Pérez os vais a enterar!- Gritó la ratita consternada dando pataditas en el mostrador.

- Espera, espera. Haremos una cosa. Te lo haré a medida.

Y así fue como la ratita y el dependiente de la tienda de música, que por cierto era un chico joven, se pusieron a trabajar en la guitarra, el micrófono y unos altavoces.

Pasaron largos meses, pero lo consiguieron. La ratita tenía su instrumento, una bonita guitarra eléctrica negra y plateada, un micrófono del mismo color y unos altavoces.

- Si, señor. Ahora triunfaré.- dijo la ratita optimista.

Todas las tardes, el dependiente y la ratita, que ahora eran amigos, se iban por las calles tocando. Hasta que un buen día un productor de música los vió:

- ¡No puede ser! ¡Una rata que toca y canta!

- Y también compongo.- dijo la rata al escucharle.

- ¡Vamos a hacernos de oro, amiguita!

Y así fue como la ratita grabó su primer disco. Apereció en los periódicos:

" El espectacular caso de la rata rockera" – decían los titulares.

Fue tanta la expectación que la ratita llenó todos los conciertos en su primera gira. El público bailaba al son de sus notas, y sus ritmos frenéticos:

" Soy una rata

Y meto la pata

Soy una rata

Y el queso me mata"

El el público enloquecía a cada nota. El sueño de la ratita se hizó realidad, tras mucho empeño.

MORALEJA: Todos tenemos sueños, y día a día tratamos de realizarlos. Y pese a lo difícil que pueda parecer debemos trabajar para lograrlos. Tarde o temprano obtendremos nuestra recompensa.

                                                                                     FIN

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