EL FINAL DE LA TIERRA

España, año 2051

Me despierto dolorido con hambre y con sed. Mi cuerpo está resentido tras los largos días de esfuerzo, golpes y mala alimentación. Lo primero que hago es comprobar si mi anciano padre sigue con vida. Sí, respira, duerme en su saco. Nos encontramos en un refugio con otros supervivientes. Mientras como una barrita energética me pregunto qué ha salido mal. Mi padre siempre ha tratado de evitar lo que está sucediendo.

Supongo que le conoceréis, es, o más bien era, una de las voces de la Organización Gaia que defendía un manejo más sostenible de los recursos y un sistema político-económico más igualitario. Mi padre sabía que si no se actuaba, nuestra vida en la Tierra estaría verdaderamente comprometida.

Durante años la organización lo intentó, pero los grandes gobiernos se negaron. Siguieron aumentando el nivel de polución, la gente cada vez tenía menos derechos en el trabajo, la vida se hizo más cara. Y cuando se derritieron los polos, y la temperatura comenzó a aumentar es cuando pidieron ayuda. Pero era demasiado tarde. Y comenzó la guerra por el agua.

Pronto se produjo el gran apagón. Los aparatos eléctricos dejaron de funcionar.

El primer día fue un caos, la gente corriendo a los supermercados, robos, asesinatos. Quien tenía armas no dudó en utilizarlas. Mi padre y yo salimos de la ciudad por los pelos. No sobrevivieron ni mi madre ni... mi novia.

Mi padre era un tipo bastante cauto y con la ayuda de la organización a la que pertenecía construyó un refugio. Es donde nos encontramos ahora, resistiendo hasta que todo pase, hasta que cese este apocalipsis a los que los gobiernos nos han conducido.

Una vez acabado mi escaso desayuno, me levanto, cojo arco y flechas y salgo del refugio. Debemos sobrevivir.

Shangai, año 2051

Como científico que soy contemplo mi obra con gran emoción, como si fuera el nacimiento de un hijo. Mi nombre es Yen Bao, he creado la salvación para mi pueblo. Ante mí veo mi gran cohete, el que nos sacará de este planeta esquilmado y sin recursos. El metal que lo forma refleja el intenso sol, mi gran obra se alza sobre la ciudad inundada.

Cuando la guerra por el agua potable comenzó, el gobierno chino puso en marcha su plan de escape, ante el temor de una guerra nuclear. Los grandes líderes del país, científicos fueron enviados aquí a la espera de partir.

Sonrío, haber construido el cohete me garantiza una plaza en él. Dentro de unas horas abandonaremos este planeta sin recursos y buscaremos un nuevo futuro. El pueblo chino habrá sobrevivido al apocalipsis.

Houston, año 2051

Mi nombre es Matt Rydler, si no hubiera estado en la NASA cuando la guerra estalló no sé qué sería de mí. La vida en la Tierra ya no es viable, el oxígeno se acaba, la temperatura sube, el mar destruyó ciudades enteras, como la nuestra. Pero la NASA estaba preparada para inundaciones, ya que tiene instalaciones subterráneas.

Miro mi reloj, llego puntual como siempre. Trabajamos a contrarreloj para culminar un proyecto que lleva años en curso. El proyecto arca de Noé. El gobierno era consciente de que en algún momento la situación podría ser insostenible, y durante décadas trabaja en un plan de huida, tres cohetes espaciales, sustentados por una energía desconocida hasta ahora.

El presidente de los Estados Unidos, cargos políticos, militares y por supuesto científicos poblaran el planeta.

Mientras reviso las coordenadas de rumbo y los cálculos orbitales del aterrizaje Grason, un hombre afroamericano como yo, coloca unos informes sobre mi mesa:

- Tienes que ver esto.- Me dice sin tan siquiera saludarme.

- Estoy con los cálculos del aterrizaje, no querrás que nos estrellemos al llegar a Titán ¿no?- Le digo cogiendo los informes y retirándolos de la mesa.

- Créeme, no creo que eso llegue a pasar amigo, aunque te equivoques. No creo que vayamos en el cohete.- me susurra al oído.- Léete el informe.

No me da tiempo a responder, porque Grason se marcha como una exhalación. Si hubiera leído los dichosos documentos antes podría haber cambiado la situación, quizás. Pero seguí revisando los cálculos. Todo está perfecto. Una vez acabado mi trabajo y tras haber informado a mis superiores, decido leer el informe. Lo que leí me asustó, sólo una nave transportaría pasajeros. Las dos naves restantes servirían para transportar material para habilitar la vida en Titán, el nuevo destino. Hasta ahí eran datos conocidos por la mayoría, no así la fabricación de un arma extraña y el cupo máximo de gente que podía transportar la nave de pasajeros. Tan solo 120 personas, eso significaba que más de la mitad de personas que estábamos trabajando en el proyecto nos quedaríamos en Tierra.

Continúo con mi lectura y mi miedo no hace sino aumentar, el protocolo de embarque son los altos cargos militares, y los científicos más brillantes. El documento en cuestión contenía una lista de los pasajeros. Por supuesto ni mi nombre ni el de ningún afroamericano se encontraba en ella. Sólo el hombre blanco iría a Titán.

- Señor Rydler- al escuchar mi nombre casi me da un infarto, los informes se me caen de las manos, un militar de alto rango se encuentra frente a mí - Perdone si le he asustado, estamos estudiando sus cálculos orbitales, no parecen haber errores. Estamos preparando el despegue, le ruego que me acompañe.

Como negarme, iba armado y era tres veces más corpulento que yo. Además no había sitio, estamos metidos bajo tierra rodeados de militares.

El soldado me conduce a una habitación, dice que espere allí al embarque y cierra la puerta con llave. Debería haber leído antes los documentos hecho un vistazo a la sala, todos los que allí nos encontramos somos negros o sudamericanos. Veo a Grason con un ojo morado en la esquina. No creo que hubiera cambiado nada leer el informe antes. Suspiro e intento estar tranquilo, son mis últimas horas de existencia.

Israel, año 2051

Mi nombre es Jaim. Soy judío y como todos los de mis pueblos estamos acostumbrados a las masacres. Hoy es el día que, tras un largo peregrinaje, nos refugiaremos bajo Tierra. Hemos sobrevivido al exilio y a innumerables guerras. Cuando escuchamos los rumores de que la vida en la Tierra corría peligro, el pueblo judío construyó un enorme complejo subterráneo en secreto y lo llamó Edén. Siempre estamos preparados para la catástrofe. Dentro del complejo tenemos alojamiento, protección y comida, gracias a cultivos y a un sistema de energía propio.

Antes de atravesar la enorme puerta que da acceso a Edén, miro el cielo nocturno. La última vez que veré el cielo estrellado.

Houston, año 2051

Me llamo Jaime Fernández, tengo 20 años recién cumplidos. Si no fuera por mi diseño de nave espacial de cargamento llamado AIPOX no sé qué sería de mí. Conseguí una plaza en la nave hacia Titán, también a mi compañero García. Pero eso era todo, sólo dos españoles viajarían al nuevo mundo. No puedo creer el sacrificio que han realizado mis compañeros para que podamos partir. Mientras entro en la nave miro el mar por última. Un mar asesino, crecido, contaminado y cruel. Pero aun así bello. Nos colocan en unas capsulas de hibernación. Despertaremos cuando lleguemos, en un nuevo mundo el cual transformaremos para nuestros propios intereses, pero no será nuestro hogar.

Mientras entro en el sueño lo último que escucho son unas explosiones, supongo que son los motores, seguidos de luces verdes y después un fogonazo azul.

Shangai, año 2051

Mi cohete comienza a elevarse del suelo, todo va perfecto. Pero pronto algo borra mi sonrisa. Unas explosiones, el inconfundible hongo nuclear en la lejanía, el apocalipsis. Veo un misil impactando en el mar a pocos kilómetros y otra explosión nuclear. Y de repente un rayo de energía azulado, visto y no visto impacta en el cohete. En la salvación de mi pueblo, de nuestro pueblo. Comienzo a caer al mar en picado. Supongo que fui un necio si pensaba que todo iba a ser tan fácil.

España, año 2051

Mientras retiró la flecha de mi presa, un conejo algo enclenque, miro al cielo. Veo pasar un misil, instintivamente me tiró al suelo. El misil pasa de largo pero lo veo impactar en una montaña del horizonte. La explosión que le sigue es ensordecedora a la vez que horrorosa. Una luz verde seguida de un hongo nuclear. Cojo el conejo, y corro como un poseso al refugio, rezando por que la radiación tarde en alcanzarme. Mis compañeros de caza han visto lo mismo que yo y corren para salvar sus vidas como yo. Conseguimos llegar al refugio y cerrar la puerta. Pero el peligro no ha pasado ni mucho menos.

- ¿Qué pasa?- pregunta mi padre con voz entrecortada.

- Han tirado las bombas nucleares.- le contesto.

Unas horas después la incertidumbre nos reconcome a todos. Nadie es capaz de dormir, ni de articular palabra. Cuando parecía que todo estaba estable estalla un segundo apocalipsis peor que el anterior. No se escuchaba ni un ruido fuera, ningún animal, ni siquiera el viento. Nadie se atreve a salir, nadie sabe si estamos a salvo de la radiación.

Y de repente, unos golpes en la puerta rompen el silencio. Nadie sabe qué hacer. Se vuelve a escuchar el mismo sonido, como si llamasen a la puerta.

- ¿Qué será? ¿Amigo o enemigo?- pregunta uno de mis compañeros de casa

Tras unos minutos de espera y por tercera vez se escuchan los mismos golpes. Cojo mi arco, y miro a todos incluido a mi padre, que asiente con la cabeza. Me acerco a la puerta decidido a abrir.

Respiro hondo, un compañero cazador con el arco tensado apunta a la puerta, cubriéndome. Abro la puerta y nada me puede preparar para lo que veo. Una figura humana, muy alta, recubierta de una escafandra. De repente una voz retumba en mi cabeza. Hemos venido a salvaros.

- ¡Son ellos! – grita mi padre con las pocas fuerzas que le quedan.

Entonces miró por encima del hombro de la figura y veo un platillo volante, como si estuviésemos en una película de ciencia ficción.

Pekín, año 2051

Cuando las bombas cesan, cuando todo está en calma es el momento de partir. El gobierno chino tenía un proyecto de escape secreto, distinto al de Shangai por si alguno de los dos fallaba perpetuar la cultura China. Soy Lei Wu y tras ver el rayo azul que ha surcado el cielo, las bombas nucleares, y una explosión en la atmosfera, creo que el otro cohete ha sido derribado.

Pero aún no hemos perdido la batalla por la supervivencia. Vamos rumbo a Thestias, en el sistema Pollux, será nuestro nuevo hogar. Sonrío, la verdad es que hay algo positivo en que el otro cohete haya estallado, soy la militar de más alto rango, lo que significa que gobernaré Thestias. La vida en la Tierra se acabó, pero me espera una nueva vida, una vida mejor.

Mientras el cohete comienza a ascender cierro los ojos, cuando los vuelva a abrir seré la líder de mi pueblo en otro mundo.

Espacio exterior, orbita de la tierra año 2051

Mi padre y yo contemplamos la Tierra desde la ventanilla del OVNI. Lo que vemos nos deprime vemos un planeta muerto. Los alienígenas nos han salvado, a aquellos dignos, que lucharon hasta el final. En la nave hay más terrícolas de distintas partes del mundo. Sigo sin dar crédito, la historia que me contó mi padre de niño era cierta. Ahí están esos extraterrestres de aspecto humano y que se comunican mentalmente.

Un alienígena se dirigió a mi padre que descansaba en una especie de silla.

- ¿Te acuerdas de mí Jorge?- preguntó el alienígena mentalmente, ambos pudimos oírle.

- Tú, tú eres el que habló conmigo.- mi padre abrió muchos los ojos.

- Así es. Y este debe ser tu hijo. La Tierra ha caído, está muerta. Hiciste lo que pudiste.

- Y aun así no fue suficiente.- hablé yo- ¿Por qué nos habéis rescatado? Pese a vuestras advertencias la raza humana ha acabado con la tierra.

- Pero no toda la raza humana tiene la culpa. Hemos rescatado a los dignos, a los que lucharon.

- ¿A dónde nos lleváis?- pregunta mi padre.

- A Verigan, allí viviréis en paz. Vamos a curarte Jorge, aun te quedan unos cuantos años más de vida.

Miro al rostro del alíen, no sé por qué pero sé que no miente. Sólo formulo una pregunta:

- ¿Por qué no vinisteis antes? Hemos pasado por muchas cosas, hay gente que podría haberse salvado.

- No podíamos intervenir hasta el último momento. Queríamos actuar cuanto antes, pero mientras hubiera una esperanza de que el planeta se salvara por vuestros propios medios debíamos respetarla. Cuando nos enteramos de la guerra del agua partimos, hemos venido lo más rápido posible.

No puedo enfadarme con él, han hecho lo que han podido. Mi odio va dirigido a todos los que no escucharon a las personas como mi padre. A aquellas que hicieron que el planeta azul se transformara en el planeta marrón.

Verigan, año 2053

Mi nombre es Jorge Martínez. Junto a mi hijo abandono el OVNI en el cual hemos estado cerca de dos años. Junto a nosotros muchos humanos pisan por primera vez Verigan. Un planeta poblado de vegetación, agua, vida. Un planeta de esperanza. Respiro hondo el aire limpio. Un montón de Veriganos nos recibe. Camino junto con mi hijo en la multitud de personas humanas, buscando alguna cara conocida de los que llegan en las otras naves. No vemos a nadie. Después de mucho tiempo, y a pesar de todo, me siento vivo. Nuestros salvadores me curaron, me alargaron la vida y puedo andar y me siento como cuando era joven. Mientras caminamos hacia donde nos dirigen nuestros amigos alienígena oigo mi nombre en acento inglés.

Me giro es Aeryn Bayley, fue compañera mía en la organización Gaia. Está algo más envejecida pero se le ve sana. Nos fundimos en un abrazo. Y siento felicidad, nos hemos salvado de la muerte de nuestro planeta. Tenemos una segunda oportunidad. Y no la vamos a dejar marchar. Siempre recordaremos la Tierra, pero Verigan será nuestro nuevo hogar.

Titán, año 2110

Me llamo Teseo. Han pasado tres años desde el cambio de gobierno en Titán., del caso Virus y del proyecto SLUG. Hemos establecido relaciones diplomáticas con Verigan, planeta en el cuál residen descendientes de la raza humana.

El cambio en Titán es palpable, no más caras grises, hay más alegría. Se respira felicidad.

Han pasado casi 60 años desde que la humanidad perdió la Tierra. Y ahora es cuando sabemos toda la verdad tras derrocar al gobierno que nos trajo aquí.

En el momento del despegue el entonces gobierno de EEUU lanzó las bombas nucleares, como regalo de despedida. Y no solo eso, atacó con un cañón láser a un cohete espacial chino. Es curioso como los propios humanos se acribillan entre ellos aun cuando lo que prima es la supervivencia.

Y lo más curioso es que los EEUU disponían de la salvación de la Tierra, una fuente de energía inagotable, pero prefirieron realizar armas con ella y una nave para viajar a otro planeta antes de cuidar nuestro planeta de origen.

Ahora todo Titán es consciente de los fallos que la humanidad ha cometido. Nadie piensa en volverlos a cometer. Nos reuniremos con los humanos de Verigan, por primera vez en la historia la humanidad estará unida.

                                                                                     FIN

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