EL DUELO
Allí estaban: el necio de Cologan analfabeto, no tenia ni la más mínima noción de inteligencia, su familia había servido al rey siempre como guerreros. Al otro lado estaba, con el rostro sudoroso y cansado, un erudito criado por monjes escribanos conocedor de todas las ciencias descubiertas hasta esa época. Su nombre no es relevante para el relato pero llamémosle Pendragon. Ambos cargados con armaduras, escudos y espadas, se miraban, intentaban zanjar una cuestión de honor. Cologan iba avanzando desafiantes hacia Pendragon que no sabía ni sujetar la espada. Este tiró la espada al suelo y el escudo el cual se rompió al lado de donde estaba clavada la espada.
Cologan creía que ya lo tenía a su merced que lo iba a matar sin problemas pero, ¡qué lejos estaba de la realidad!
Pendragon separo sus resecos labios llenos de sangre y habló:
- No necesito armas si tengo la más poderosa ¡mi lengua!
Y siguió hablándole clavándole puñales imaginarios a Cologan que no podía soportar tal arma evasiva Se derrumbó en el suelo derrotado pidiendo clemencia. Y te preguntarás que le hizo Pendragon. Le hizo PENSAR.
FIN
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