09 | Juntos.


09 | Juntos.

Dekuraraka; IzuOcha.


Una risa, dos, o tal vez tres. 

Quién sabe.

Eran sólo llamaradas de felicidad las qué, abundaban en el ambiente. Ese perfume de bienestar que inundaba el lugar; impregnándose en las delineadas pecas del chico que, anteriormente, se bañaban de monotonía.

Fue un verdadero misterio, porque el cálido joven con el corazón roto, ahora sonríe rejuvenecido.

 Los restos de desahogo se desprendían de sus ojos, y sólo podían notarse resplandores sobresalir de sus pupilas. 

El opaco en sus esmeraldas desapareció como por arte de magia.

Sólo podían recalcarse fulgores en sus pestañas, borrando permanentemente las oscuras ojeras que decoraban el rostro del muchacho.

Curiosamente, en aquella dulce risa de Midoriya detonó otra voz. Una tan melódica qué, atraería a cualquier ser humano.

Los sonidos producidos por la chica que acompañaba fervientemente a Midoriya, eran como azúcar en aquel amargado lugar. 

 La calidez que se manifestaba en el ambiente, era realmente satisfactorio. Tan natural y extraordinario.

Carcajeaban sin temor; el chico deseaba callar el dolor que brotaba de su interior y la mujer anhelaba endulzar dicho pesar.

Pero, sonreían al compás, con el corazón flotando y la magia volando.

Esa conexión reflejada en esos cafés lleno de chocolate, y en esas gemas verdosas cargada de tormento; era una química tan pura, que sencillamente irradiaba luz.

Porque ellos eran cómplices, testigos de un amor desgarrador qué desnudaba el corazón de Izuku.

Uraraka posó su mano en aquellos rizos verdes, más alborotados de lo usual. Quería ser capaz de sanar una pizca del calvario que atormentaba a Midoriya.

El muchacho sonrió enternecido, la cordialidad en las manos de Ochako, era verdaderamente reconfortante. 

Lo hacía sentir querido, consolado.

Esa empalagosa sensación de reanimación que transmitía la castaña, acaramelaba ese corazón que estaba hecho pedazos.

Ochako tomó con delicadeza las palmas de su amigo, transfiriendo una prosperidad que reparaba poco a poco la devastada alma.

— ¿Juntos?

Cerró sus ojos, recalcando los hoyuelos que poseía. Midoriya se limitó a asentir, contento de la afectuosidad que le obsequiaba aquella castaña que hace tan sólo unos meses, era una completa desconocida.

—Juntos.

Porque ellos eran socios de una relación cargada de bondad y apoyo. Ellos eran puro corazón, disfrutaban de aquel potente vinculo, que jamás se rompería. 

Porque ellos a pesar de todas las caídas, siempre se levantarían juntos, respaldando sus desprotegidas espaldas.

Porque ellos superarían cualquier fuerza que se les cruzase.

Porque ellos andarían juntos el largo camino.

Juntos sanarían aquel destrozado corazón.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top