Me gusta estar así, tumbada a tu lado sobre el césped y mirando al cielo en busca de formas curiosas en las nubes.

No son necesarias las palabras entre nosotros, pero pese a ello yo siempre te hablo, te cuento cualquier cosa que me haya pasado desde la última vez que nos vimos o te recuerdo los momentos que compartimos.

No me importa ser la única que hable, tampoco me importa que la gente que me ve se piense que estoy loca por hablarte. Yo sé que no estoy loca y, en cualquier caso, a ti siempre te gustaron mis locuras.

Doy por terminada mi visita de hoy. Me levanto del césped donde había estado tumbada, deposito la rosa que cada semana dejo para ti sobre tu tumba y salgo del cementerio con una sonrisa triste en mis labios.