2-. Puntos de vista

Relámpago, Relámpago, Relámpago, eso era lo único adherido a su cabeza desde que había sido informada de una chica con botarga de una especie de Barney descolorido que lanzaba rayitos de las manos. Se planteó tontamente por un momento si se trataba de un demonio o uno de esos problemáticos niños mágicos esparcidos por la ciudad pero aparentemente era totalmente ajena a ello, y estropeaba los avances de una importante compañía que prometía mejorar la calidad ambiental del país. Por eso cuando le dieron la oportunidad de liderar la captura de la chica ni dudó en acceder, y no podía creer que se trataba de la misma chica que causaba tantos dolores de cabeza en AR Inc cuando la tuvo esposada en su auto, pero escapó ¡jodidamente escapó! Ya sabía ella que no sería tan fácil, esto ya era personal: la convertiría en su Moby Dick, analizaría cada uno de sus movimientos, sus fortalezas y debilidades, sus expresiones, su figura, su actitud, se aseguraría de conocer el más mínimo detalle de ella hasta poder cazarla finalmente, así mismo tuviese que destruir su propia salud mental en el proceso.

Se llevaba la enorme taza de café a sus labios nuevamente rebobinando una y otra vez cada cinta de seguridad en la que ella salía, y nada tonta era la chica: ni una vez había cometido la sonsada de exponer su voz ante los trabajadores, sabía bien que incluso ello sería capaz de poner en riesgo su identidad, y también parecía aprovechar muy bien todas las capacidades que tenía para frustrar a todo el mundo, incluyéndola.

Resignada revisó una vez más su correo esperando una respuesta del individuo al que le había mandado quitarle la máscara a la chica por medio de Photoshop, más al hacerlo cayó en cuenta de que el usuario le pedía una imagen menos borrosa.

Se llevó ambas manos a la cabeza mientras gruñía furiosa y cuando pensaba en beber algo más de café cayó en cuenta de que su taza estaba vacía, por lo que aún más impotente fue a la cocina para prepararse más.

Cruzándose de brazos esperó a que el agua hirviera adecuadamente y cubrió con su palma un largo y sonoro bostezo que acabó por dejarla más agotada. De reojo pudo ver una pequeña figura esconderse tras la puerta al haber sido descubierta y dibujó la mejor sonrisa que pudo aproximándose a ella, quien se escondió aún más en la superficie de madera.

- Susy, ¿todavía no vas a la cama? –murmuró la madre colocando sus puños en sus caderas, asimilándose a la forma de la agarradera de su taza, o tal vez simplemente estaba demasiado cansada como para asimilar ambas cosas tan absurdas.

- Es que... mami todavía está trabajando –murmuró lo más bajito posible asomando un poco su cabecita negra por la larga cabellera que obstruía su vista.

- Si, pero eso no significa que tú también, anda, ve ya a dormir.

- Pero si ya es de día, mami –la morena abrió los ojos sorprendida y se asomó por la ventana, siendo aturdida por los potentes rayos de sol ¿cómo es que no lo había notado antes!

- ¿Qué hora es! –la pequeña vio el reloj digital en la mesa.

- Son las 8 de la mañana –suspiró aliviada.

- Bueno, aún nos quedan quince productivos minutos para llevarte al preescolar. Anda, que vamos a vestirte, ya en el camino veré que te compró de comer.

- Mami –llamó la niña extendiendo sus brazos para ser cargada, y al ser esto así besó su mejilla con fuerza-. Te quiero.

La madre destensó su cuerpo al oírle decir eso, sintiendo como su corazón bailaba del gusto, y con dulzura besó una esquina de su frente dirigiéndose ambas hacia su cuarto, donde todo tipo de juguetes y excentricidades adornaban el lugar. Un enorme defecto de Dayana era que no podía decirle que no a su adorado retoño, por lo que le cumplía cada capricho que pedía... pero sin descuidar sus valores.

Desde el nacimiento de Susana, la luz de sus ojos, y el secuestro y asesinato de su marido se había prometido a sí misma protegerla de todo mal en el mundo, y definitivamente una persona como Relámpago representaba una enorme amenaza para la sociedad en general. Un fenómeno como ella causando tantos estragos a una compañía tan pacífica no podía ser otra cosa más que contratada por alguna especie de mafioso o algún otro sujeto con mucho poder, y si la dejaban continuar saliéndose con la suya seguramente terminarían mandándola a hacer sus famosos encargos, o su peor miedo hasta la fecha: tráfico de menores.

Varias veces había tenido la oportunidad de ayudar a jovencitos secuestrados por un sujeto de malas intenciones, y el solo ver sus cuerpos delgados y moribundos, la mugre en todo su cuerpo, sus golpes y todo el dolor y la angustia que reflejaba su mirada no podía evitar pensar en su Susy, y rezaba porque nunca de los nuncas su adorada sufriese una experiencia tan traumática.

Terminando de hacerle sus dos famosas coletitas a Susana, madre e hija salieron de su casa, la oficial cargando su pequeña mochila de la escuela y la niña caminando enérgicamente con su uniforme. Aún recordaba con diversión como hacía unos meses lloraba sin consuelo por tener que entrar ahí y como ahora adoraba tanto asistir a aprender.

Aún les quedaban buenos 7 minutos para que cerraran el portón y no pensaba dejar a su hija sin desayunar, y todavía peor, sin desayunar ni almorzar, por lo que agarrando con cautela la mano de su hija ingresaron a uno de los pocos establecimientos abiertos, y con velocidad ordenó un panqueque y un panecillo parar llevar.

- Oh, sí, enseguida se los traigo –dijo la jovencita de enormes gafas que les atendía ocultando bien el hecho de ya conocerla, y le sonrió con ternura a la niña pidiendo muchas chispitas de colores en el panecillo.

Con dos perfectos minutos de sobra la niña pudo ingresar a su escuela, despidiéndose desde el otro lado con una mano siendo agitada enérgicamente en el aire y la otra sosteniendo el panqueque que ahora comía, para luego desaparecer rápidamente por los pasillos gritando con la boca llena: "¡escuelaaa!".

La mujer negó sin poder evitar el resultarle divertido su entusiasmo y bostezó nuevamente apenas pudiendo mantener sus párpados abiertos, pero no había tiempo de dormir, tan pronto como llegara a casa volvería a su extensiva búsqueda por saber absolutamente todo sobre Relámpago. Ya habría tiempo de ir a la cama y soñar con el desenmascaramiento de esa criminal en potencia.

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