Recuerdos.

Min caminaba lentamente por los pasillos del palacio, en una mano llevaba su filosa espada y en la otra un arco con flechas, así podría matar al intruso de cerca o de lejos. El emperador le había ordenado a los guardias que no intervinieran, esa sería una pelea personal con el intruso, los guardias al principio se negaron a las órdenes de Min, pero aquel que no aceptara sería ejecutado, así que a la final aceptaron obligados por él.

El emperador seguía recorriendo los pasillos uno por uno, hasta que sin querer, pisó un objeto el cual no tardó en recoger, era una pequeña espada de juguete color gris, estaba algo mordida y vieja, pero lo suficientemente poderosa para que los recuerdos de Min volvieran a su cabeza como un flechazo.

Era un día de verano, los niños asistían alegres a la escuela donde les enseñaban a aprender y a luchar, ya que de allí saldría el próximo emperador, aquel que remplazaría al emperador viejo y acabo que en ese entonces estaba a cargo. Min era uno de esos niños, su desempeño era el mejor junto con otro niño, los maestros eran fascinados viendo pelear a esos dos niños, pero lo que más les llamaba la atención, era el parecido que habían entre ambos.

—Te voy a ganar Yoongi. —dijo el niño tomando con fuerza el palo en sus manos.

—No, el ganador seré yo Min. —aseguró el otro niño con una gran sonrisa.

Yoongi y Min empezaron a luchar con todas sus fuerzas, eran demasiado inocentes para darse cuenta de lo mucho que se parecían, para ellos eran normal, lo asiáticos solían parecerse demasiado, así que era normal que ellos fueran idénticos. Así fueron creciendo juntos, convirtiéndose en amigos y rivales, ambos luchaban por ser emperadores, pero también, querían seguir siendo amigos, por siempre, así que uno ayudaba al otro y jamás tomaban decisiones sin preguntarle al contrario.

Los chicos se convirtieron en adultos, su parecido ya no les parecía tan normal, pero decidieron olvidar el tema y concentrase en lo importante, ganar el palacio, así dejarían de ser pobres y tendrían la vida que se merecen. Yoongi y Min seguían juntos como grandes amigos, pero eso cambió cuando un nuevo chico llegó al lugar de entrenamiento, su nombre era Park Jimin y ambos quedaron hipnotizados ante tanta belleza.

—Yo lo vi primero. —susurró Min.

—¿De qué hablas? Jimin será mío. —aseguró Yoongi.

—Bien, entonces haremos algo —propuso Min—. Ambos conquistaremos a Jimin con detalles, el que él elija será el ganador y el otro no se interpondrá.

—Trato hecho. —musitó Yoongi tomando la mano de Min.

Ambos hicieron lo que habían acordado, empezaron a conquistar a Jimin con pequeños detalles, pero por más que Yoongi se esforzaba, Jimin seguía prefiriendo los regalos de Min. Ya estaba todo seguro, Jimin sería para Min, pero el destino tenía otros planes para él. Su joven madre, había logrado contraer matrimonio con el viejo emperador, así que sin mucho esfuerzo, Min sería el nuevo emperador del reino. Min estaba feliz, pero nunca se imaginó, que su amigos de la infancia se iba a tornar contra él.

—¡¿Estás loco Min?! ¡Íbamos a ganar esto justamente! No te mereces ser emperador. —exclamó Yoongi con sus puños apretados.

—¿Crees que yo elegí esto? —preguntó Min sintiendo un nudo en la garganta—. Estoy obligado Yoongi, pero te prometo que haré hasta lo imposible por conseguirte un buen puesto dentro del palacio.

—Bien, espero que cumplas tu promesa. —murmuró Yoongi en un suspiro.

—Por supuesto, pero a cambio de algo. —comentó Min.

—¿De qué? —preguntó Yoongi con su ceño fruncido.

—Que le digas la verdad a Jimin, que le digas que yo fui el que lo conquistó, que fue de mí de quién se enamoró.

—Dalo por hecho.




Uuhh
Ya estamos viendo las verdaderas caras de los gemelos.
Voten mis amores.

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