Capítulo 2

El hokage veía el atardecer desde su oficina, había parado un poco su trabajo para verlo adecuadamente, sus ojos veían con añoranza ese naranja a la distancia, por su mente pasaba ese último momento que compartió con Ero-sennin, sonrió ligeramente al recordar la paleta que ambos compartieron esa tarde, había un naranja intenso en el cielo, tal cual el que veía en ese momento, no parpadeaba, simplemente veía a la distancia el sol ocultarse, shinobis entraban y salían dejando documentos e información en su escritorio, simplemente los ignoraba, le daba prioridad a esos escasos minutos en los que podía disfrutar de esa vista y ese recuerdo tan vívido, cuando el sol se ocultó, observó la luna aparecer, negó con fastidio, se dio la vuelta observando su papeleo, creo dos clones, con ellos comenzó a acelerar su trabajo, ¿cómo nunca se le había ocurrido? continuó su trabajo sin parar hasta que por primera vez en años podía ver el fondo de su escritorio algunas horas después, sonrió ligero al darse cuenta que podía trabajar de esa manera, giró su mirada con más calma al reloj observando que eran las diez de la noche, levantó una ceja con sorpresa al darse cuenta que era la primera vez que había terminado su trabajo, levantó sus manos estirando su cuerpo en un audible suspiró lleno de cansancio.

Acomodó su trabajo en la papeleta de entregables, apagó las luces de la oficina, caminó con calma fuera del lugar dándose cuenta que como siempre, era el último en retirarse a su hogar, sólo estaban los guardias del edificio y de la bodega kage, por un momento recordó cuando se había robado el pergamino Hokage dando inicio a su aventura como shinobi, sonrió con diversión, había sido tan divertido y fácil sacar de la jugada a su jiji, mientras caminaba por la aldea recordaba que a pesar de toda la mierda que había vivido en su infancia, había logrado hacer amigos y había conseguido una familia, paró con decepción al ver el puesto de Ichiraku cerrado, rascó su cabello con una mano terminando por sobar su nuca -demonios -en verdad tenía antojo de un ramen, tenía meses sin probar uno.

Continuó su camino desviándose hacia el bosque, ubicó el árbol donde por algunas semanas había vivido de niño, aún había rastros de su existencia en el lugar, lo observó con cuidado, ahora no entraba en la pequeña madriguera, negó con fastidio, continuó avanzando hasta llegar a la tumba de su Ero-sennin, se dejó caer sobre el pasto observándola con cuidado, a pesar de ser su tumba, su cuerpo no se encontraba en el lugar, nunca lo pudieron recuperar, Ame seguía siendo una aldea cerrada al mundo por tradición, no les habían permitido el acceso para recuperarlo, al cual más, los habían advertido, negó con fastidio, sacó de su sello en el brazo una botella de sake, con un platillo comenzó a beberla lentamente observando el lugar -¿me estás viendo pervertido?, me hice un viejo amargado ttebayo -sonrió con diversión -bueno, sólo un poco -continuó brindando a su favor -debí seguir tus pasos, salir de viaje y disfrutar el mundo con unas cuantas chicas -negó con diversión de sus tonterías -eso del amor no se hizo para mí pervertido, tal vez hubiera sufrido como tú con la abuela, con la suerte que me cargó tal vez hubiera salido peor todo esto -suspiró con cansancio -los borrachos y los niños dicen la verdad hip -se acostó de lado observando el lugar -te extrañó pervertido, me haces falta -un silencio cubrió el lugar -tú no me hubieras dejado hacer estupideces, estoy seguro, me hubieras azotado por no seguir mi corazón -levantó los hombros restando importancia, se acostó boca arriba colocando sus brazos tras su nuca, podía ver la luna brillar con fuerza, escuchó a un cuervo graznar, giró el filo de su mirada viéndolo atravesar la vista de la luna, recordó a Itachi y al teme, también su amigo no era tan feliz a causa de la ausencia de su familia, eso era más que obvio, aunque al parecer él si amaba a su esposa, el destino de ambos estaba unido por esa dichosa hermandad, sonrió un poco alegre al recordar sus peleas de niños y su actual relación -eres un tsundere teme -rio divertido al pensar de esa manera, se levantó sacudiendo su capa, se dirigió a su casa.

Al llegar Hinata lo observaba con cuidado -creí que llegarías temprano, saliste de la oficina hace horas -Naruto abrió sus ojos con sorpresa, eso había sido un reclamo, giró su mirada con duda -fui a la tumba de Ero-sennin -la chica sonrió más tranquila -¿quieres algo de cenar? -el Uzumaki negó algo desconcertado, estaban un poco lejos de la torre su casa, tal vez usó su byakugan para ubicarlo, se asomó por el jardín, el ángulo no permitía la vista de su oficina, giró su mirada un poco hacia la azabache -¿llamaste a la oficina? -la señora negó -no, usé mi byakugan, ya está tu cena cariño -el Uzumaki abrió sus ojos con sorpresa, apretó el ceño -¿lo haces constantemente? -Hinata sonrió un poco creyendo que había interés de su marido en su vida, rio un poquito -bueno, desde niños te seguía y lo usaba para encontrarte, es una manera de saber dónde estás y cómo estás, cuando Boruto fue al pasado dijo que daba terror-

Hinata sonrió con diversión, Naruto la vio con cuidado, ella misma no se había dado cuenta del grado de locura que generaba esa acción, negó con algo de fastidio, comenzó a cenar, algo sabía extraño, estaba muy salado, respiró hondo comiéndose todo para que su esposa no se ofendiera, nunca le había gustado su comida, al finalizar entraron a la habitación, el rubio hizo tiempo para meterse a bañar, cerró la puerta del lugar, se sentó en la tina, quería relajarse, estaba seguro que lo presionaría para cumplir y realmente no quería hacerlo, ya no la deseaba, se dejó caer un poco en la tina dejando su cuerpo completo bajo el agua, dejando que esta lo relajara, aguantó la respiración, hasta que lentamente sacó su rostro dejando que el aire entrara en su cuerpo, sentía un vacío enorme en su interior.

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