41| Mausoleo de Valide Gunay Sultan.

La mujer y su nieto estaban en el barco, mirando todo a su alrededor, Azra estaba más que impaciente de llegar al imperio, imperio que según ella le pertenecía, estuvieron horas allí y luego pisaron tierra firme.

La rata una vez piso el suelo de los otomanos, comenzó a decirle a su nieto que estaban en su imperio, que pronto vivirian donde se merecian, es decir, el palacio otomano, pronto ellos tendrían el poder y nadie podria detenerlos, o bueno, mejor dicho, nadie podria detenerla, pues pensaba en ser regente de su nieto y que cuando este quisiera revelarse, lo acabaría y lo replazaria por alguno de sus hijos, ella nunca dejaria el poder, de ninguna manera.

Dejo a su nieto en una posada y camino por los callejones oscuros, encontrandose con un jenizaro que habia comprado, el iba a ayudarla a desatar el caos en topkapi, le entregó una bolsa con dinero y le indicó que comprase toda la gente que pudiese que esa bolsa, bolsa llena de monedas de oro, el jenizaro acepto y la mujer se fue.

Con una sonrisa en el rostro regresó al hotel, pasaron algunas horas para que llegase la carta donde se confirmaba que la rebelión iba a comenzar, pues habia logrado reunir a mil personas para la causa.

Comenzó a caminar por su alrededor, antes de escribirle al hombre su carta de respuesta, en esa carta indicó que quería la muerte de alguien.

Queria la cabeza de Gunay en sus manos, queria que la mujer de la que alguna vez fue amiga muriese, ¿Por que? Porque sabia que con eso desestabilizaria a las demás y con eso podría asegurar su victoria.




A la mañana siguiente, mientras el pueblo se alistaba para la rebelión que se desataria, Gunay camino por sus aposentos, puesto a que estaba a la expectativa de cualquier carta que sus hijos le pudiesen enviar.

Mirhca Agha, su mano derecha y su leal amigo le propuso dar un paseo, pues no quería que Gunay se estresada.

La morena acepto y tras colocarse su abrigo, salio con sus amigo a caminar, era lo mejor que podia hacer, pues hace mucho no veia a su gente y necesitaba que saber si a ellos les faltaba algo.

El soldado traidor y el grupo al que les pago extra para matar a la sultana los esperaban en la esquina de un callejon, que sabían que si o si Gunay pasaría, pues estaba cerca del cuartel de los jenizaros y la sultana no los descuidaba por nada.

Caminando, pasaron por el maldito callejón que estaba por el cuartel de los jenizaros, los hombres la agarron y le cubrieron la boca, al hacer esto, la desesperación de la mujer se hizo presente y comenzo a pelear con los hombres, Mirhca intento ayudar a su sultana, pero al ver que no podia hacer nada, corrió en busca de los jenizaros.

Ni siquiera pudo llegar, el jenizaro que habia sido enviado por Azra lo mato con un cuchillo, luego de eso, el soldado camino con su espada y atravesó a Gunay.

──La sultana Azra le manda sus saludos.──Dijo mientras el cuerpo agonizante de Gunay caia al suelo.

Los asesinos comenzaron a correr en caso que alguien los atrapasen, por que escucharon salir del cuartel a algunos jenizaros, los dos jenizaros tomaron los cuerpos e intentaron reanimarlos, pero era demasiado tarde, por los que avisaron al palacio la tragedia.

***

──¿Berat? ¿Akeem? ¿Kralice?──Pregunto la mujer al ver el rostro de las tres personas que tenían frente suyo.

Mirhca apareció despues, con una sonrisa triste y miraba al suelo.

Gunay rápidamente se dio cuenta de que era lo que habia pasado, inconscientemente llevo la mano a la mejilla de sus dos hijos.

──Mis pequeños.──Dijo ella abrazandolos.

──Mamá.──Sollozaron los dos, acurrucandose en el pecho de Gunay.

Berat miro con cariño a su familia, no dudo un segundo más en envolverlos en un abrazo cariñoso, los cuatro comenzaron a llorar, por un lado estaban felices por reencontarse y por el otro les entristecia no haber podido hacer mas por el imperio.

──Mirhca.──Hablo Gunay al ver a su amigo.

──Lo lamento, no pude protegerla, fue mi culpa, si yo nos me hubiese dicho que saliéramos...

──No digas eso.──Gunay lo abrazo con fuerza.──Esta bien, las cosas pasan por algo, supongo que hicimos lo mejor que pudimos.

──Lo hicimos mi Sultana.──Aseguró.

──Ahora nos toca apoyar a las demas desde aquí.

Y con esta Gunay se separo de su amigo y comenzo a caminar con su familia y su leal amigo a un palacio de plata que resplandecia mas que cualquier otro material en este mundo.

Kralice, Akeem y Mirhca entraron primero, pues tenian mucho de que hablar, dejando que Gunay y Berat se quedaran atras.

──Oye malcriada, pense que vivirias mas.──La molesto, tal y como en los viejos tiempos.

──Que te digo, esperaba vivir cien años.──Bromeó Gunay mientras rodeaba el cuello del hombre con sus brazos.

El hombre dirigió sus manos a la cintura de la mujer, luego de eso, compartieron un dulce beso, un beso que los dos necesitaban, pues hace mucho que no se veían.

──¿Para toda la eternidad?──Pregunto Berat con emoción una vez que se separaron.

──Para toda la eternidad.──Aseguro la morena con una dulce sonrisa.

Con eso entraron al palacio de plata, ignorando cualquier dolor del mundo terrenal.

Mundo en el cual sus hijos restantes lloraban la muerte de su madre.

Mundo dónde sus tres amigas lloraban devastadas.

Mundo dónde sus sobrinos lloraban tristemente la muerta de su tia.

Mundo donde sus amados jenizaros le rendian el luto correspondiente.

Mundo donde el resto del pueblo lloraba en sus casas por la perdida de la mujer.

Mundo donde solo una mujer celebraba este hecho.

Mundo en el que Harika y Nurgul decidieron construirle un Mausoleo a su amiga, un mausoleo donde sus restos descansarian por la eternidad.

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