CAPÍTULO 1.
PASADO
Vivir en una mansión con un sinfín de personas a tu servicio no lo es todo, siempre pedí que mis padres estuviesen en casa, o que Gustav, mi hermano mayor fuese como todos los hermanos que veía en las películas, que velara por mi, que se preocupara por las cosas que me ocurrían, o incluso que fuese un poco bromista y se metiera conmigo, en cambio, solo era la sombra de mis padres, viajando siempre en busca de nuevos negocios para ampliar la fortuna, en eso consistía sus vidas, todo giraba en torno al dinero, desde muy chica aprendí que la felicidad no la da el dinero, sino el amor, la complicidad, la confianza y muchas cosas más de las que he carecido en mi corta vida.
Moscú es un lugar frío, aparte de la soledad que siempre me ha caracterizado es aún más, el servicio de la casa solo se encarga de mantener todo en orden, se les tiene prohibido entablar relaciones cercanas con los miembros de la familia, según mis padre es menos duro a la hora de prescindir de sus servicios, lo cual es muy a menudo.
Han escuchado la historia de la princesa encerrada en una torre, que espera a que su amado vaya a rescatarla, en todo ese tiempo ella deja crecer su cabello, porque al llegar su príncipe amado dejara caer su largo cabello para que el suba a la torre y la rescate, ese cuento es basura, yo vivo en una estúpida torre, y he pasado 16 años de mi vida esperando por que alguien me saque de este lugar y no ocurre, pensé en dejar crecer mi cabello como Rapunzel pero madre hizo que lo cortara, "Una señorita de la alta sociedad no puede tener un cabello tan descuidado", no se para que lo cuido, si nunca salgo de este lugar.
-Señorita Ava, los señores ya han regresado, el señorito Gustav también espera por verla- asiento, no recuerdo el nombre de la nueva ama de llaves, trato de no recordarlos para no crear lazos afectivos con nadie, al final todos terminan dejándome.
Bajo lentamente, no es emoción lo que siento cuando mis padres están en casa, todo se trata de dinero y de que debería ser más cuidadosa con mi aspecto, no me considero una belleza, no como lo es mamá, siempre su maquillaje perfecto, su ropa bien alineada y con su pelo que parece recién salida de la estética.
-Al fin bajas señorita, tenemos dos semanas fuera y tu no te emocionas con nuestra llegada- mamá siempre haciendo un drama de todo, llego hasta ellos y los abrazo, son mi familia y aunque nunca estén a mi lado siempre les extraño, pero es más sencillo dejar de pensar en ellos, nunca es seguro cuando regresaran de sus viajes.
-Hola madre, hola padre- en casa solo se nos permite llamarlos de esa manera, ellos aseguran que llamarlos de esa manera muestra un gran respeto, lo que ellos no saben que en mi cabeza los llamo mamá y papá, como siempre he querido hacerlo, se como cualquier chica y correr a sus brazos y pedirles que no se vayan más, pero se que eso solo me traería problemas y una larga conversación de que si no trabajan todo lo que tenemos y nuestro estilo de vida se iría al diablo.
-No hay un hola para mi, pequeña sanguijuela- me giro a Gus y sonrío, no tenemos una relación estrecha pero el es mi hermano, y aunque a veces es tierno me gustaría que fuese más apegado.
-Hola Gustav- el me abraza fugazmente, pasamos a la sala de visitas, ellos me tienden muchas bolsas, son presentes, siempre que regresan tratan de llenar su falta de cariño con valiosos regalos.
-Gracias por los obsequios- todos hablan de cosas que solo ellos entienden, escucho un estruendo, alguien ha irrumpido en casa.
-Todos al suelo- grita Angus, el guardaespaldas de papá, Gus me jala hasta caer de bruces en el suelo, me quiero quejar pero de repente escucho muchos disparos, mamá se ve aterrada, papá hace señas a Gus y el comienza a arrastrase por el suelo, me pide que lo siga, yo miro a mamá buscando una respuesta, ella solo asiente, esta llorando, hay gritos por todo el lugar, los del servicio pienso inmediatamente, comienzo a llorar de miedo, cuando Gus y yo cruzamos la puerta que da al gran salón de fiestas el me ayuda a levantarme y comienza a correr conmigo tomada de la mano.
-No me sueltes Ava- yo trato de seguir el paso, nunca he sido muy atlética, llegamos hasta las escaleras, comenzamos a subir de prisa, los disparos se escuchan cada vez más cerca, escucho el grito de mamá seguido de más disparos, me quedo helada hasta que siento el tirón en mi brazo, Gus me encierra en mi habitación. -Regresaré en seguida, necesito asegurarme que nuestros padres están bien- no puedo responder ya que ha salido corriendo.
Dejo de escuchar disparos a los minutos, decido salir de mi habitación, lo primero que veo es a una de las mucamas en el suelo, esta sobre un charco de su propia sangre, me trago un grito por el horror, sigo caminando, al bajar las escaleras la escena es aún peor, el ama de llaves esta en el suelo, tiene un disparo en la frente, también está el chófer, tiene múltiples disparos, todo parece sacado de una película de terror.
Corro hasta la sala donde estábamos antes mis padres, Gus y yo, al entrar mi corazón se rompe en mil pedazos, mamá esta sobre papá, ambos sobre un mar de sangre, no veo a Gus por ninguna parte, miro a mis padres y aunque quiero abrazarlos y nunca apartarme de ellos debo encontrar a Gustav.
Camino al salón de eventos, no hay nadie, voy a la cocina, igual está vacío, agradezco que la cocinera no estuviera aquí, una vida menos que perder.
-A....ava- escucho una voz débil, sigo el ruido, en el pasillo que da al jardín está Gus, esta recargado en una pared, su camisa blanca está teñida del rojo de su sangre, me acerco corriendo a su lado.
-No.. no tu no, no te vayas tu también Gustav- me abrazo a el, esta frío.
-Ava.....la clave es 230996- comienza a toser sangre. -La caja esta detrás del cuadro familiar- no entiendo nada de lo que quiere decirme, que con la caja, que con la clave.
-No me hagas esto Gus, no me dejes sola- el toma mi mano, esta débil.
-Debes marcharte de aquí, ellos regresaran por ti, no terminaron lo que comenzaron, lamento que debas hacer todo sola mi pequeña sanguijuela- lloro desconsoladamente, no quiero perderos, no quiero enfrentarme a nada sola. -Angus te llevará con el- Angus esta vivo.
-Gus, ¿Que querían esas personas?- el sonrío de lado, tan típico de el.
-Te quieren a ti, eres la heredera de todo nuestro imperio- después una tos le ataca y el deja de respirar, lo sacudo de la desesperación, le grito que despierte pero el ya no esta más aquí.
-Señorita, ya esta todo listo para irnos- miro a Angus, se ve que ha estado llorando, después de todo el ha sido el único constante en nuestras vidas, era el guardaespaldas de la familia pero también un gran amigo de mi padre.
-Esta bien, pero esto no se va a quedar así Angus, los que han hecho esto lo van a pagar- el solo se limito a escoltarme, alguien se había encargado de acabar con mi familia, pero yo acabaría con ese alguien, costara lo que costara, total, ya no tenía nada que perder.
PRESENTE
-¿Me estas escuchando Ava?- miro a Louise, ha estado hable y hable de unas nuevas máquinas para incluir en nuestro casino, no soy muy amante de pasar mi rato en ese casino, no suelo salir de mi oficina, pero el área de las máquinas y de las mesas de apuestas no es algo que me atraiga, nos genera muchas ganancias, de eso no hay duda, pero todo este mundo de despilfarre me recuerda mucho a mi antigua vida, después de siete años de lo ocurrido sigo recordando cada segundo ese fatídico día, no solo perdí a mi familia, perdí mi hogar, mi libertad y mi seguridad, se que esas personas no han dejado de buscarme, pero ellos no cuentan con que yo tampoco he dejado de seguirles la huella, aún no se quien fue el que mando el ataque, pero se que no voy a descansar hasta encontrarlo.
-Lo siento Lou, es un mal día- hoy hace exactamente siete años que mi familia murió y aunque ha pasado el tiempo aún siento que en cualquier momento van a llegar de un largo viaje y me van a llenar de obsequios inútiles y yo fingiré que los amo.
-Lo siento Ava, tu con eso en la cabeza y yo llenándote de otras preocupaciones- Lou y Freya son mi familia, bueno sin olvidar a mi fiel Angus, son las únicas personas que saben de mi pasado, para todo el mundo ese día toda la familia Volkova murió, ahora soy Ava Veltmann, adopte ese apellido con ayuda de Angus, al mudarnos a Los Ángeles, el se encargo de conseguirnos papeles nuevos, toda una historia familiar, el mi padre, ex militar, madre fallecida en el parto, todo para que la prensa y los medios no me relacionen con nada más que solo el casino.
-Ya se me pasará, es igual cada año- llega Freya, Angus se les une un poco después, el casino esta a reventar.
-Veo nuevas caras hoy- dice Freya señalando a tres hombre que acaban de llegar, sus portes solo muestran la gran cantidad de dinero que deben tener en su tarjeta.
-Caras muy lindas diría yo- dice Louise.
-Hombres de caras lindas cuyas billeteras exprimiremos hasta el cansancio y saldrán tal y como entraron- doy por zanjada la plática.
-Divertirnos un poco no se aleja de nuestros planes Ava, todos tenemos cuentas que saldar, en el camino un poco de distracción no nos haría daño- Louise se aleja, su caminar atrae la mirada de todos a su paso, ella es toda una belleza exótica, siempre se le ve con algo de color escarlata, todos la conocen como la reina de Corazones, no crean por que se enamora de muchos hombres, ese es el punto, ella no se enamora de nadie, ella no tiene corazón, lo perdió hace muchos años atrás, y aunque es como una hermana para mi, siempre temo por su alma, una persona no debería de vivir sin miedo, ella ya no le teme a nada, ni a la muerte, incluso creo que ella la espera.
-Lou tiene razón, hace cuanto no sales con un hombre, o mejor dicho, alguna vez lo has hecho- Freya está intentando aligerar las cosas, Angus me ve, y se que aunque el no es mi padre de verdad se toma su papel muy en serio.
-Sabes que solo nos preocupamos por ti Ava- asiento, se que es así, pero si tengo pensado hacer todo por vengar a mi familia, una persona en mi vida no esta dentro de mis planes, se que mi viaje puede ser solo de ida.
-Hoy están muy pesaditos ambos- Freya me mira muy triste, ella siempre quiere lo mejor para todos, se muy bien que su vida ha sido muy dura, si ponemos en la balanza la vida de las tres creo que ella se lleva la de ganar, nunca habla de ello, y siempre se muestra fuerte y dura, carga con el luto por dentro y fuera, siempre viste de negro, la llaman la reina de espadas, dura, inquebrantable, lo que no saben es que ella esta tan rota que es imposible hacerlo aún más.
-La vida es muy corta para no disfrutarla- quiero responder que debería aplicar sus consejos en ella misma pero me las trago, sería un golpe bajo, ella sabe lo que es haber tenido todo y perderlo.
-Lo pensaré- me despido de ambos, camino por los pasillos entre las máquinas, yo, la chica de mirada triste como me llama el guardia de la puerta, yo la chica que brilla por fuera, siempre con mi distintivo color dorado, la reina de oro en planta, pero solo soy cabrón por dentro, esperando una chispa para arder.
Camino sin prestar atención a todo el ruido de las máquinas, después de años ya se ha convertido en algo habitual.
Nunca he tocado una máquina, no comparto esa afición por el juego, Lou y Freya tampoco, solo montamos este lugar para hacer algo de nuestras vidas, aún recuerdo cuando nos encontramos, tan llenas de dolor, y a la vez tan vacías, el destino nos unió, tres mujeres con grandes planes, sonaba bastante peligroso.
Siento mi hombro chocar con algo y me desestabiliza, la alfombra me juega una mala pasada y hace que mi tacón se doble, estoy a punto de caer, y puedo sentir ya mi trasero contra el suelo pero unas fuertes manos me sostienen, logro ponerme de pie con ayuda del desconocido.
-Se encuentra usted bien- miro a mi salvador, es uno de los hombres que Lou vió, el me mira expectante, espera mi respuesta.
-Si solo ha sido un descuido, iba distraída, realmente muchas gracias- el hombre no deja de mirarme detenidamente, puedo apreciar que es un hombre muy atractivo, muy grande, de cuerpo fibroso, cabello ligeramente ondulado y castaño claro, unos ojos profundos de color azul, pero no cualquier azul, ese tipo de azul que no puedes describir.
-Ha sido un placer servirle- el me sonríe de lado, le miró algo extrañada, parece que espera algo más, así que solo me doy media vuelta y sigo mi camino, de la nada siento una mano en mi brazo, me detengo y miro a quien ha osado tocarme sin mi consentimiento, es el mismo hombre que me ha salvado. -No me ha dicho su nombre- le miro mal, no soy de intercambiar palabras con desconocidos mucho menos decir mi nombre.
-No tengo por que hacerlo, a penas y le he visto- el se ríe de mi comentario, no se que le hace tanta gracia.
-Soy Damian Hould- me tiende la mano, le miro con desconfianza.
-Soy Ava Veltmann- su cara pasa de una de alegría a una de asombro instantáneamente.
-He escuchado de ti, la famosa reina de oros- quien no ha escuchado de la tercia de reinas, no me sorprende en lo absoluto, solo me sorprende de que no me hubiese visto en persona, nadie se acerca a hablarnos, parece que nuestra presencia en el casino les impone demasiado a nuestros clientes.
-Y con lo poco que has visto, soy como la gente comenta- el me mira detalladamente.
-No te hacen justicia- quiero sonreír pero me ha dejado sin palabras.
-Bueno, con tu permiso, la reina de oros tiene cosas que atender, espero y tengas una noche de suerte- me despido, le escucho lanzar un sonoro suspiro, creo que Damian Hould me traerá serios problemas.
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