Bendición maldita
La última flor fue ubicada en el pilar de mármol de la iglesia, para concretar el matrimonio de su majestad el emperador y su amante, él abandonó la iglesia imponiendo su ley, justificando que ningún mandato divino le impediría casarse.
Por tal motivo, expandió el matrimonio, creó una nueva religión la cual empezaría a laborar día después de su matrimonio.
Llamándola "Etangelino".
Nombró monjes a punto de terminar sus creencias, a sumos sacerdotes los cuales les faltaba preparación para el cargo; sin embargo, para evitar las críticas del concejo somete a los futuros a realizar una prueba, quien obtuviera una puntuación perfecta sería el elegido para tomar el cargo de sumo sacerdote.
Todo esto logrado con ayuda de Eileen quien fue la autora intelectual, detrás de ella la guía de Charlotte para usar las palabras adecuadas ante el consejo.
Por falta de votos a favor, la alta mano del imperio decidió quitar esa regla, y sólo su palabra bastará para tomar una decisión.
Solo dos tenían la opción de proponer otra idea, los demás, a pesar de las condiciones en contra, deberían aceptar.
Los cambios en Melione pronto se notarán.
Su futura emperatriz, bajo un manto celestial de pureza y belleza hacía dudar a quienes serán sus súbditos.
En especial a aquella familia a la que perteneció como esclava.
Sin ser emperatriz, condenó a su padre a cadena perpetua por las faltas contra su persona, por invasión de impuestos, por mal manejo de bienes públicos, un presunto abuso, y por último asesinato.
Hayes, ahora esclavo por el mandato de su hija, no tuvo un juicio justo o la posibilidad de un abogado, por tal motivo fue condenado sin pruebas.
Uno que otro registro sobre su evasión, el abuso según la siguiente se dio hacia una de las esclavas la cual había muerto por una infección.
Eileen, ahora con más poder del que tenía Alysa en su momento, oculto el dinero con el cual despojó a los Louder de su título.
Bajo un manto blanco lleno de mugre, pero imposible de ver para el ojo humano, vendió a los demás miembros, a las mujeres las mando a burdeles, a los hombres a realizar trabajos pesados.
Solo con el fin de que sintieran lo que ella sufrió en su momento.
Aquella débil mujer, ahora sacaba a resaltar por qué su cabello era rojo, y como con ayuda de la magia las cosas son más fáciles.
A pocas horas de concretar el matrimonio con su majestad, la pareja descansaba en la habitación matrimonial, la cual días antes había sido remodelada.
Con las cunas de oro en la habitación por petición de Eileen.
Bennett cerró las cortinas, sonriendo.
—No es común que una emperatriz tome el rol de madre, y lo sabes.
—Solo quiero que sepan que siempre estaré ahí para ellos, y que mis limitaciones como emperatriz no me separaran —contestó acariciando la cuna con gema rubí.
Sin presentación u aviso, Marie encontró al cuarto con un rostro serio, las manos juntas bajo y el vestido negro que resaltaba sus características.
Sus ojos contemplan las cunas de oro, las cuales pensó que eran un rumor más dentro de los sirvientes.
La habitación matrimonial tenía detalles tan lujosos que era imposible creer que entre todo el golpe económico aún se mantenga algo de riqueza en el palacio.
Una habitación más costosa de lo normal.
Marie camino hasta su hijo, lo tomó de la espalda susurrando a su oído.
—Tenemos que hablar.
—Madre, buenas noches, ¿no va a saludarme? —la pelirroja camino a ellos con brillo en sus ojos
Marie la observó de arriba abajo con un gesto juzgón en su mirada.
—Buenas noches, y respondiendo a su pregunta, ¿quién es usted para dirigirle la palabra? —Marie levantó una ceja
La sonrisa en los labios rosados de Eileen desapareció.
Bennett se dirigió a su madre con el ceño fruncido.
—Discúlpese ahora, duquesa —ordenó Bennett
—Lo lamento emperador, pero ella no es digna de recibir mi palabra —contestó la duquesa
Bennett apretó el puño, Eileen rodeó el brazo de su majestad doblando el ceño con una expresión de terror.
Marie apretó los dientes, en esos momentos, estaba olvidado lo que era una ex emperatriz, una duquesa, una noble y una madre.
—Podemos hablar en privado —pidió
—No
Ella suspiro, dio media vuelta yendo a uno de los asientos de la habitación, se sentó con elegancia cerrando los ojos hasta sentir a la pareja sentarse en el mueble de enfrente.
Abrió los ojos mostrando un gesto frio del cual, muy pocos habían visto
—Bajo la orden de su majestad de no hablar en privado, me temo que mis palabras no pueden esperar —exclamó
—Cuide sus palabras
—Antes de dirigirme la palabra piense que no está tratando con un sirviente, un colega o un esclavo. Está tratando con su madre —sus palabras resonaron en su pecho
—Y usted con el emperador —contestó Bennett
—Ese título no es más grande que el que tengo yo, mucho menos importante —el tono fuerte en su voz detuvo los pensamientos del emperador
Hubo silencio por unos cuantos minutos, donde los dos se dirigieron miradas cuestionables para Eileen.
Sabía que Marie era un impedimento Para su matrimonio; sin embargo, demostrar que solo era la futura reina bajo misericordia era mejor que desterrada, encerrarla en un castillo, u matarla.
—Duquesa —ambos nobles observaron a la mujer —con el debido respeto le suplicó que no se dirija de una manera tan grotesca a su majestad, él es su emperador y debe brindarle respeto —el porte fino en su voz la sorprendió
Bennett apretó su mano, y una ligera sonrisa se dibujó en sus labios.
ella bajo su luto estaba muriendo, su corazón latía por obligación, atravesado por el puñal que su hijo enterró.
El espíritu de Rodolfo la atormentaba a cada segundo, pidiéndole que no deje solo el imperio, que evite ese matrimonio o que se vaya del imperio y regrese a las Lunas De Neptuno, su hogar.
—¿Cuánto más dejaras caer el imperio de Edevane? ¿Cuánto más dejaras caer tu dignidad? —preguntó
—El imperio sigue en alto tanto como mi dignidad y orgullo.
—No te contradigas, separarte la iglesia del imperio, creaste una religión, esta habitación con y la de los príncipes es la más costosa del palacio, ¿sabes cuánto se puede pagar si vendemos todo esto? Y ni hablemos de la decoración de la iglesia. El pueblo llora Bennett y tú solo gastas dinero como si lo hubiera —expuso Marie
Él seguía derecho ante ella, si bien era cierto lo que decía, habían implementado planes para el sostén del imperio.
Planes de los cuales Marie estaba enterada.
—¿A dónde quieres llegar madre? ¿No te basta con los planes económicos? O estas molestando porque no estoy con Alysa.
—Esto no se trata de Aly... —Bennett corto sus palabras
Se levantó del asiento caminando de lado a lado con un pisoteo fuerte.
—Por supuesto que se trata de ella, de ¿quién más podría ser? —exclamó —¡Cada mínima cosa que pasa en el imperio es culpa de Eileen o es porque no estoy con Alysa, ella daño más al imperio que yo! —levantó la voz
Con ese tono de voz los sirvientes lograron escuchar parte de los quejidos del emperador.
—Ya tuvimos esta conversación antes, y te lo dije, te dije que eras. ¡Vale más el título de esposa que amante y con mi padre tú solo eres una mujer más viviendo entre el adulterio! —él se acercó a su madre hablando bajo con la siguiente frase —sola... eras inútil
El sonido de la abofeteada dejó quieta a Eileen, lo empujo con fuerza del hombro, apartándolo
—¡No seas descarado, soy tu madre, fui emperatriz de este imperio y déjame decirte que la estúpida que tienes sentada a tu lado jamás llegará a hacer lo que Alysa y yo fuimos! —lo señaló —¡Incluso tú, a su lado solo eras el objeto que sostiene la corona del imperio!
—¡No seas grosera con tu emperador!
—¡Y tú no seas descarado con tu madre!
Ambos se quedaron callados, el pecho de Marie subía y bajaba, las venas de su cuello rescataron con cada grito, y sobre Bennett, la vena de la sien resalto
—Con este tipo de actos solo me demuestras que no eres digno de nada, ni siquiera de llamarte mi hijo —Marie afino la voz —escogiste a una mujer por encima de tu madre, de tu imperio, de tu dignidad. No vales nada —hizo una pausa —tú ya no eres mi hijo
Ante su declaración él trago en seco negando en su mente las palabras de su madre.
—Desde ahora, solo puedo desear desgracia por tu arrogancia, y protección para el imperio —su mirada se pasó a Eileen —que los hijos que des a luz no conozcan la grandeza de ser príncipes, incluso que uno de ellos llegue a ser emperador. Desde ahora tiene el camino libre, Bennett. Con permiso
Marie salió de la habitación, en su corazón hubo paz después de esas palabras, aunque sabía que jamás perdería esa preocupación.
La preocupación invaluable de madre.
La que sin importar Cuánto tiempo pase, sin importar qué tan malo sea el hijo siempre estará allí.
Incluso las madres que dan a luz y no crían, sienten dolor por el ser que trajeron.
Al que le dieron vida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top