Capítulo 3

Thomas elevó la vista una vez más dejando de lado la tarea de atarse las agujetas durante un segundo. Minho continuaba observándole en silencio, con ambos brazos a la altura del pecho. Si tenía que adivinar, Thomas estaba casi seguro que el asiático le estaba acribillando en silencio.

—¿Si? —con una ceja ligeramente arqueada, el castaño finalmente se atrevió a romper la pequeña burbuja de silencio que se había creado en la habitación.

—Sinceramente no me interesan demasiado tus decisiones en el desierto —murmuró el asiático al tiempo que se inclinaba hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas—, pero las consecuencias a este punto son palpables. Las paredes son delgadas, shank, y no soy ningún garlopo sordo —esta vez, Thomas casi podía jurar que escuchó la quijada de Minho tronar, producto de la fuerza extra que este ejerció en el movimiento.

—Güey, no sé de qué me estás hablando —porque fingir que no entendía era probablemente la mejor arma que tenía por aquel instante, bueno, contando por supuesto, con que Newt demorara otros cinco minutos en el baño.

—Nuestro shank sin cerebro ha dejado en claro a quien eligió —añadió el antiguo corredor mientras se ponía de pie, tratando de controlar el irrefrenable impulso de estrellar su puño en la cara de desconcierto de su amigo—. Y no voy a pelear por mamadas como esas. Pero yo lo conozco desde antes, cerebro de penitente, y esta vez no creas que quedará en un simple golpe si las cosas con las shanks se repiten.

¿Minho le estaba amenazando? Thomas se quedó perplejo durante un escaso momento, terminando por arrugar ambas cejas mientras desviaba la mirada, como si estuviese pensando una respuesta ante ello.

—Las cosas no sucedieron como tú crees, Minho. Es complicado de explicar, no sé cómo empezar, yo...

El golpe seco que se instaló en uno de los tubos de metal de la litera, hizo que Thomas detuviese sus palabras, abriendo los ojos claramente alarmado por la extraña actitud de su amigo.

—¿A qué hora van a dejarse de esas mamadas, shanks?

Esta vez fue la voz de Newt la que sonó en la reducida habitación, logrando que los ahí presentes posaran sus miradas en el shank que les observaba desde el marco de la puerta del baño. Las hebras rubias húmedas delataban la reciente actividad del chico, una muda de ropa nueva descansaba en su cuerpo y parecía estar en total desacuerdo con lo que ocurría en el lugar.

—Tenemos un miertero de garlopos ahí afuera. Guarden sus peleas estúpidas para ese momento —Newt no añadió más, no cuando ya estaba caminando de regreso a las literas, esquivando la mirada de sus compañeros.

Era extraño. De donde lo viera, era sumamente extraño. Durante sus días en el área hubiese dado cualquier cosa por ocultar sus peculiares gustos, nadie se atrevía siquiera a insinuar nada en el ámbito romántico fuera de lo que pudiese catalogarse como una broma. Pero ahora era distinto, siquiera podía imaginar qué sucedía en la cabeza de Minho para actuar de esa manera, y quizá aplicaba lo mismo con Thomas. Realmente no comprendía y no quería hacerlo. A ese punto se había convencido de que la noche anterior no había sido más que un simple desliz, nada más, sabiendo que la mirada del castaño era probablemente la primera que deseaba evitar.

Quizá por ello el ruido de la puerta abriéndose llegó en el momento indicado.

Los pardos de Newt volaron del punto inexacto en el suelo hasta la figura de Janson y el singular grupo de guardias que lo acompañaban. No supo en qué segundo la rabia sin sentido inundó sus entrañas, ni mucho menos, cuando ya estaba fantaseando con la idea de estrellar la odiosa cara del sujeto contra una de las paredes.

—A pesar de todo, hemos decidido devolverles sus recuerdos, les guste o no.

Recuerdos. Newt estuvo a punto de dejar el punto exacto en el que estaba parado para lograr que toda la ira sin sentido acabara en ese mismo instante, pero el guardia que apuntaba a su pecho por aquel momento, le hizo desistir de la idea casi de inmediato.

—Había dicho que podíamos decidir —y de nuevo ahí estaba, dispuesto a ignorar la tácita amenaza que el hombre ejercía sobre su persona. Probablemente si Thomas no se hubiese colocado frente a él, ya estaría encima de la Rata.

—Lamentablemente, para que todo esto funcione, no podemos permitirnos el dejarlos en la oscuridad. Además, ¿lo has pensado con detenimiento, Newt? Eres el que más se beneficiara con esto. Bueno, son —corrigió la Rata al notar la determinación con la que Thomas le observaba por aquel segundo—. Dejen de hacer las cosas del modo complicado y por favor, dejen de utilizar cada rincón de este lugar para... —el hombre rodó los ojos, Newt bufó al instante.

—Son unos malditos pervertidos —y ahora sí, de verdad que Newt tenía toda la intención de estrellar uno de sus puños en la horrible cara de Janson.

—El objetivo de un Laberinto para chicos y un laberinto para chicas, era el evitar esa clase de relaciones que los alejaran de los objetivos. Pero eso ya no importa a este punto. Podrán hacer lo que gusten una vez que accedan a recuperar sus recuerdos.

—¿Estás loco, viejo? ¿Acaso se te fundió el cerebro? —escuchar hablar a la Rata de verdad que le enfermaba. Newt casi podía sentir la mano que Thomas extendía en su dirección, aquella que le impedía dar un paso más hacia adelante.

—Probablemente tiene razón —interrumpió Minho al tiempo que observaba a Thomas durante un instante—. Hagamos esta cosa miertera y terminemos de una vez. Nos dejaran estar después ¿no?

Janson observó a Minho incrédulo durante un instante, pero terminó por asentir casi de manera inmediata. Aquello bastó para que Thomas relajara su postura, observando de reojo a Newt y dedicándole una breve sonrisa al momento.

No hacía falta que explicaran la situación, quizá por ello el rubio simplemente había bufado, terminando por hacer un intento de relajarse y olvidar toda la rabia sin sentido que hervía en su interior. Dio unos cuantos pasos hacia adelante, relajó sus hombros y abandonó el interior de la habitación, tratando de pasar por alto la expresión que Janson les estaba dedicando por aquel instante. Probablemente transcurrieron dos minutos antes de que el primer golpe se dejara ir: Minho ya se había abalanzado contra uno de los guardias, dándole la pauta de seguir su ejemplo e ir contra el más cercano. Fue una retahíla de golpes yendo y viniendo. Newt no contempló el panorama exacto, no hasta que uno de sus puños dio de lleno contra la cara de un guardia, ampliando su campo de visión. Cuando el ardor se instaló en su espalda, supo que los segundos de aliento le hubieron costado más de lo que realmente hubiese imaginado.
Un segundo golpe en el abdomen le hizo perder el aire, logrando que se encorvara durante un instante, llevándose las manos de manera instintiva hacia este. No pudo lograr más, no cuando sintió el agarre sobre sus brazos, impidiéndole hacer cualquier movimiento.

—¡Newt!

La voz de Thomas le sacó de aquella nebulosa durante un instante, haciendo que sus pardos viajaran del horrible alfombrado del lugar, hacia la figura del castaño que estaba tratando de llegar hasta donde él.
De ser posible, lo odió durante un instante. ¿Cómo era posible que en el medio de la miertera situación, el shank se preocupara de aquella manera por él? Newt apretó los dientes y le dedicó una mirada de advertencia al castaño, quien que por aquel segundo, ya se hallaba sometido por un par de guardias más.

Estúpido Thomas. Newt gruñó al tiempo que sentía como los sujetos comenzaban a arrastrarle, escuchando como Minho continuaba forcejeando justo detrás de él.

—Sáquenme las manos de encima, mierteros, no voy a dejar que... —las palabras se cortaron, su nombre volvió a sonar a lo lejos, esta vez con un tono distinto. No le importó, no cuando el ardor que se instaló en su abdomen por segunda ocasión, logró que finalmente se mantuviera manso, quieto.

Escuchaba a Minho a su lado, al tiempo que la voz de Thomas se alejaba en el medio de las advertencias de la Rata. Cuando pudo ser capaz de procesar nuevamente lo que sucedía a su alrededor, se halló en una de esas molestas habitaciones blancas, con Minho a sentado junto a él. Casi podía escuchar como el asiático gruñía y miraba por el rabillo del ojo a la Rata, quien aún pese a la situación, continuaba dando un extraño sermón.

Soltó un suspiro y bajó la mirada, haciendo puños con las manos, sintiendo su cuerpo temblar de impotencia ante la situación. Sentía el metal de un arma contra su nuca, sabía que un movimiento en vano y que esas cosas, le dejarían como terminal eléctrica en menos de un instante.

—¿Hasta cuándo continuarán ignorando la situación? —Janson continuaba hablando, paseándose de un lado a otro de la habitación, deteniéndose apenas frente al rubio.

Las ásperas yemas del hombre posándose en su barbilla lograron que Newt casi olvidara el arma que tenía detrás de él. La Rata le había obligado a elevar el rostro, a observar sus duras facciones pintadas de decepción pura.

—No me toques.

—Morirás como un crank —sentenció el hombre con un atisbo de seriedad, logrando que Newt casi le saltara encima, deteniéndose solamente cuando el sonido del metal detrás suyo así lo dictó—. Todos moriremos si no permiten que esto suceda. ¿Comprendes la gravedad del asunto, Newt?

—¿Y es todo lo que importa? ¿El fin justifica los medios? Shuck, viejo, estás más chiflado que... —el dolor en la base de la nuca le hizo desistir de sus palabras. Newt se sintió aturdido, la vista le falló durante un instante. Si tuviera que adivinar, casi estaba seguro de que el sonido a su lado era el de Minho siendo sometido por otro par de guardias.

—Thomas no permitirá que mueras. ¿No es así?

Fue como si de una revelación se tratara, Newt se sintió estúpido durante un instante, pero le bastaba recordar cómo se había comportado el castaño durante las últimas horas para saber que, probablemente, en el medio de las palabras de la Rata casi podía leer una advertencia.

—Deja de meterte en lo que no te interesa, viejo pervertido —¿ahora así funcionaban las cosas? ¿De la nada C.R.U.E.L. permitía su relación para poder jugar las cartas a su favor? Le dolía la cabeza, tenía la terrible necesidad de rascarse y a ese punto, ya no le prestaba demasiada atención a la mujer que le estaba amenazando con el arma a sus espaldas.

—Fueron un dolor de cabeza desde antes del Laberinto, y lo siguen siendo aún a estas alturas —Janson soltó el mentón de Newt, quien a ese punto parecía sentir como si algo escalara lentamente desde el pozo negro que representaban sus recuerdos.

Lento, muy lento, borroso, casi lejano. Era como si de un momento a otro, su cerebro estuviese dispuesto a cooperar y a permitirle saber que probablemente, estaba actuando por una razón que había olvidado gracias a C.R.U.E.L. La desesperación se apoderó de sus pardos por aquel instante, a ese punto deseaba estrellar su puño en la cara de la Rata, deshacer lo que acababa de suceder, pero bastó el sonido de la puerta abriéndose para que Newt detuviese sus acciones: ahí, en el marco de la puerta, se hallaban Brenda y Thomas.

[...]

El ruido de la alarma ya le tenía exasperado. Llevaban un par de minutos caminando por los pasillos, siendo guiados por Brenda. Momentos atrás se habían tenido de enfrentar a un par de guardias más, pero habían quedado tan inmovilizados como la Rata y sus amigos. 

A ese punto, el plan era simple: encontrar a los demás habitantes, reabastecerse de armas y salir de ahí en el Berg de Jorge. Sonaba bonito, sonaba simple y por ello, quizá, hasta le parecía un juego de niños. Pero más allá de lo absurdo que el plan le pareciera, la falta de contacto humano o de más guardias a su alrededor le hacían pensar que aquello no estaba bien, en realidad, todo pintaba como una trampa más.

Se detuvieron durante un segundo cuando Thomas así lo dispuso. Newt le observó apoyarse en una pared, mientras Minho le daba alcance y comenzaba a cuestionarle acerca de lo que había sucedido en los minutos que se había perdido de su vista. La conversación no le llamó la atención. Newt se limitó a apoyar la espalda contra la pared, tratando de ignorar el pequeño brillo rojo que se miraba al final del pasillo. Por un segundo había olvidado como era el sentirse observado por los escarabajos.

—¿Cómo va ese golpe? —Brenda habló al tiempo que señalaba la frente del rubio.

Newt casi había olvidado el pequeño ardor que uno de los golpes de las peleas había dejado en él. Siquiera podía evocar el segundo exacto en el que había sucedido.

—Viviré —respondió casi al instante, terminando por echar la cabeza hacia atrás mientras ignoraba la presencia de Brenda sin disimulo alguno. La chica pareció notarlo al instante y simplemente suspiró.

—No puedes permitir que siga atándose de esa manera a ti —soltó la castaña al tiempo que examinaba a Thomas, quien unos metros más adelante, continuaba enfrascado en el trazado de los planes con Minho.

Newt reaccionó casi de inmediato ante ello, abriendo los ojos y regresando la mirada hasta la chica.

—Yo no estoy permitiendo nada. En todo caso no es algo en lo que debas meter tus narices, shank —¿desde cuándo la larchita se adjudicaba el derecho de meterse en la miertera cosa que tenía con Thomas? Después de todo, en el desierto, parecía simplemente tener la resolución de llevarse al castaño lejos de él. Ciertamente, Brenda era la última persona que podía opinar al respecto.

—No eres como nosotros —murmuró muchísimo más bajito, como si aquello realmente la causara conflicto. Newt arrugó ambas cejas y estuvo a punto de soltar algo más, pero Brenda continuó—. Él necesita a alguien sano a su lado. No puede atarse a una persona que pierde los estribos con facilidad. Salir de aquí es equivalente a admitir tu destino. No hay cura, no la habrá, ¿comprendes eso?

Newt sintió su mandíbula apretándose en menos de un segundo. Estuvo a punto de echarse encima de la shank, de romperle la cara con el puño cerrado, olvidando por supuesto, de que se trataba de una mujer. Pero sus acciones quedaron en pensamientos al segundo que la mano de Minho aterrizó en su hombro, apretándole con suavidad y logrando capturar su atención en menos de un instante.

—Nos abasteceremos de armas. Thomas y Brenda buscaran a los demás habitantes, mientras nosotros iremos por Jorge y haremos guardia en el Berg —Newt observó de manera incrédula a su amigo durante un instante. Si bien, antes no le agradaba la idea de dejar a Thomas en soledad con Brenda, ahora aquello era completamente una locura.

Pero a ese punto, Newt se limitó a apretar las manos en puños y asentir con suavidad, ignorando la pequeña sonrisa que Brenda había soltado a sus espaldas. De verdad quería olvidar su educación —esa que recordaba tener— y simplemente, dejarle un bonito recordatorio a Brenda. Soltó algo similar a gruñido y se limitó a seguir a Brenda, ignorando el segundo exacto en el que Thomas le había igualado el paso, colocándose a su lado.

A ese punto, las palabras de Brenda continuaban pululando en su cabeza, y quizá en vez de lograr enojarlo un poco más, Newt realmente comenzaba a indagar lo que se escondía detrás de lo que la shank le había soltado. Podía ser una miertera arrastrada cuando se trataba de Thomas, pero quizá, solo quizá, sus palabras no iban del todo por el camino equivocado.

—Lamento lo que sucedió ahí atrás —las palabras de Thomas lograron que Newt saliera de sus pensamientos durante un instante, obligándose a ladear el rostro mientras le observaba con curiosidad—. Probablemente de haber tenido éxito en la primera ocasión, hubiésemos salido un poco más ilesos de esto.

Newt simplemente bufó ante las palabras de Thomas, rodando los ojos y apretando el arma que sostenía en las manos. ¿Desde cuándo el castaño se comportaba de aquella manera tan sobreprotectora con él? ¿Acaso...?

—Deja de tratarme como un maldito shank indefenso, Tommy, tengo más experiencia que tú y tu miertera cabeza en esa clase de peleas —las palabras salieron con desdén, con enojo, Newt no sabía definirlo, no cuando el hervidero de sentimientos comenzaba a desbordarse una vez más en su interior.

—Newt, no estoy hablando de...

Las palabras de Thomas se cortaron al instante en el que Newt le empujó contra la pared, acorralándolo en menos de un parpadeo. Minho y Brenda se detuvieron de manera abrupta, girándose en su dirección y dispuestos a intervenir.

—¡Déjate de mamadas, Tommy! ¿Te crees el maldito príncipe valiente que salva a todos al final del cuento? ¿Es eso, shank? —la voz le tembló en menos de un instante. No, él no lastimaría a Thomas, pero ahí estaba, presa de su enojo desmedido en consecuencia de algo que apenas y había comprendido de manera mediana.

Newt casi escuchó los pasos de Minho aproximándose hacia él, pero bastaron dos segundos antes de que finalmente soltara a Thomas y se adelantara unos pasos, dejando atrás al resto del grupo. A ese punto, al final del pasillo ya podía apreciarse el depósito de armas, no hacía falta que la inútil shank les guiara hasta él. Se adentró sin siquiera observar al grupo por el rabillo del ojo. Newt sabía que casi cualquier cosa parecía hacerlo estallar, solo así, porque sí. Las palabras de Brenda comenzaban a cobrar más sentido.
Apretó los labios y por primera vez, se permitió observar a su alrededor, notando que el lugar se hallaba completamente vacío. El polvo reinaba en la habitación, pero los espacios de las armas estaban limpios, como si estás hubiesen desaparecido apenas unos momentos atrás.

—Shuck, esto tiene que ser una broma —la voz de Minho entrando al reducido espacio hizo que la atención de Newt pasara de los estantes vacíos, a su amigo. Detrás de él ya se hallaban Brenda y Thomas, este último observándole aun, como si le cuestionara en silencio lo que había ocurrido apenas unos minutos atrás.

Probablemente era un buen momento para admitir que se arrepentía de haber dicho aquello, pero simplemente, no era el lugar para hacerlo. Sabía que cada miserable cosa era como dinamita en su sistema, cada paso, cada palabra, casi lo que fuera parecía hacerle desear estrellar el puño en la cara de quien fuera, y en su interior, rogaba que no fuese en la cara de Thomas. No comprendía de dónde provenía todo ello. Estaba cansado, harto, exasperado. Extrañaba los días en el área, extrañaba simplemente el dejarse envolver en los brazos de Thomas y soltarle una retahíla de garlopadas, antes de ceder a sus besos y olvidar toda la miertera cosa que les rodeaba: olvidar el desierto y simplemente, rendirse ante una de todas las veces en las que Thomas le había pedido perdón. ¿Por qué simplemente no podía permitirse una miertera reconciliación adolescente normal? Apretó los dientes y dejó escapar un suspiro de sus labios tras ello.

—Las armas —comenzó a hablar mientras señalaba uno los estantes polvorientos, aquel donde la figura de los artefactos perdidos parecía ser más notoria—, han desparecido hace poco, a lo sumo en la última hora.

—¿Y? —cuestionó Minho justo detrás de él, logrando que Newt se girara casi de manera inmediata y le enfrentara con la mirada.

—Maldito larcho, ¿puedes pensar por ti mismo por una sola vez? —los pardos escrutaron la figura del asiático en menos de un segundo, quien, por su parte, había dado apenas un paso hacia atrás, como si se estuviese preparando para lo que estaba por suceder.

Esta vez fue Thomas quien se permitió colocarse frente a Newt, dejando que sus manos descansaran en los hombros de este último, como si con aquello buscara retomar la paz que sabía, ya no existía entre ellos.

—Newt, ¿quieres calmarte un segundo? —las palabras de Thomas no le cayeron en gracia, en lo absoluto. De nuevo ahí estaba, tratando de usar el encanto digno de él para evitar que le partiera la cara a Minho por lo estúpido que era.

—¿Qué plopus te sucede, Tommy? ¿Acaso te crees que no puedo controlarme por más de un minuto? ¿Es eso? ¿Prefieres meterte en el medio para que no le caiga a golpes al miertero ese? —más palabras sin sentido, más acciones guiadas por una fuerza desconocida. Algo dentro de él bramaba con furia que detuviese su lengua, que diera un paso hacia atrás y simplemente, explicara su reciente descubrimiento.

—Shuck, Newt, escucha a tu novio por un segundo ¿quieres?

Aquello bastó para que el resquicio de quietud que aún quedaba en Newt, desapareciera por completo. Probablemente no reparó en el segundo en que hizo a Thomas a un lado para terminar por abalanzarse contra Minho, ni mucho menos, el instante en que el cuerpo de este quedó sobre el propio, inmovilizándolo ante el disparo de dolor que se instaló en una de sus mejillas.
Escuchó los gritos de Thomas, los de Brenda, un par de palabras de Minho, pero nada de aquello le detuvo, al menos no hasta que el cuerpo del asiático estuvo lejos del propio. Newt rodó sobre su costado, se impulsó hacia adelante, jadeando con suavidad, tratando de recuperar el aliento en vano. Se llevó la diestra hasta la mejilla lacerada y simplemente, dio un rápido vistazo a la habitación: Brenda y Thomas sostenían a Minho, quien, pese a todo, aún continuaba apretando la mandíbula, como si aún estuviese dispuesto a continuar aquella pelea sin sentido.

—Es mi culpa. Todo me irrita. Ustedes decidan qué hacer, necesito un descanso —no dijo más, no cuando sus pasos ya lo estaban llevando al exterior de aquella habitación.

Caminó un par de metros por el pasillo antes de llegar a la primera intersección, terminando por apoyar la espalda contra el concreto mientras se dejaba caer hasta el frío piso del lugar. Recorrió las piernas hasta que las rodillas se hallaron a la altura de su pecho, y finalmente, en la soledad del lugar, se permitió quebrarse durante un segundo.

La coherencia había abandonado sus pensamientos desde que Brenda había soltado aquellas palabras. Parecía que la persona que había sido apenas la noche anterior, había desparecido, dando paso a un ser que aborrecía y desconocía por completo. Se llevó las manos hasta el rostro, permitiéndose limpiar la capa de sudor y tierra que ya se había instalado en su piel. Una de sus manos subió hasta su rubia melena, terminando por hundir los dedos hasta la raíz de esta, rascando con insistencia.

La palabra novio le había irritado, y siquiera era capaz de entender del todo la razón.

Cerró los ojos durante un segundo poco antes de dejar que sus codos volviesen a apoyarse sobre las rodillas, permitiendo que su frente descansara sobre las palmas de sus manos. Los pasos en el pasillo lograron que ladeara el rostro apenas unos centímetros, logrando percibir la figura que se aproximaba con cautela hasta donde se hallaba. Aquello probablemente le afectó más lo que quiso admitir: Thomas estaba siendo precavido para con él. ¿Por qué no habría de serlo? Después de todo, era un crank irritable que con cualquier excusa, podía echársele encima y molerlo a golpes.

Era un crank. Pronto, estaría deseando lastimar a sus amigos, a ... Thomas.

—Newt —su nombre sonó lejano, los pensamientos aún continuaban hilándose en silencio, acribillando la escasa tranquilidad que la soledad había traído—. Déjame ver eso —añadió el castaño al tiempo que con suma lentitud, tomaba asiento a su lado.

—Estoy bien —murmuró el rubio al tiempo que apartaba las manos de su rostro, observando a Thomas, reconociendo la sincera preocupación que había aparecido en los mieles de este. Le gustaban. No podía recordar exactamente desde cuando había notado esa mirada peculiar en él, o el color que contrastaba perfecto con su piel, pero estaba seguro, que aquel rasgo particular de Thomas le encantaba—. Vuelve con los demás. Dame un minuto, estaré bien.

El castaño suspiro con fuerza, como si deseara que Newt escuchara el sonido. Tras aquello se permitió buscar una de las manos del rubio, apartándola con suma suavidad de la posición en la que se hallaba. No era un gesto cariñoso, era simplemente Thomas sujetando una de las manos de Newt y aferrando la misma con suavidad. El rubio parpadeó confundido, apretando los labios durante un instante, como si tratara de descifrar el mudo lenguaje con el que Thomas estaba hablándole.

—Lo siento —soltó el menor sin más, sonriendo escaso, mirando hacia el frente, como si supiera que Newt necesitaba observarlo sin ser correspondido en el gesto—. Me he comportado como si lo último que me has dicho no tuviese valor. Comprendo que cometí muchos errores, sé que lo que hice no... Dios, Newt, sé que he sido un garlopo egoísta.

El rubio parpadeó contrariado una vez más. Le costaba creer que Thomas estuviese disculpándose por milésima ocasión y que esta vez, no tuviese ánimos de interrumpirle con una broma sarcástica o un reproche.

—Pero no puedo hacer esto sin ti, shank, ¿comprendes? —el momento de intimidad que Newt se había permitido finalizó al instante en que Thomas dejó que sus miradas se encontraran. Las palabras de Brenda bombardearon sus pensamientos por millonésima ocasión, haciéndole bajar la mirada por un instante. El agarre de Tommy continuaba presente, logrando que Newt sonriera muy escaso, sintiéndose sumamente estúpido por la escena que estaban protagonizando.

—Shuck, Tommy, ¿de qué película barata te has sacado eso? —el murmuro de Newt fue apenas audible, escaso. A ese punto el rubio simplemente, había dejado caer su cabeza, descansando con suavidad su rubia melena contra uno de los hombros del otro.

¿Acaso era tan malo permitirse unos momentos más así con Thomas?

—No recuerdo el título. No recuerdo muchas cosas, pero seguramente, tú también la habrás mirado —la pequeña risa que brotó de los labios del castaño arrasó con las raíces que la semilla del enojo ya había echado en su interior. Era como si el mundo se acomodara de nuevo, como si la sonrisa de Thomas lograra que todo automáticamente, se encontrara de manera correcta.

—Probablemente. No lo sé, no creo que me hubiesen gustado esas mariconadas —el tono era suave, sarcástico, se sentía él de nuevo. Newt se permitió cerrar los ojos y respirar con tranquilidad, percibiendo el segundo exacto en que los labios de Thomas descansaron sobre su frente. De acuerdo, a ese punto tenía ganas de vomitar—. Basta, Tommy, deja de ser tan mierteramente cursi o voy...

—Busca otra amenaza más creíble, Newtie. Sé que no lo harías.

Bastaron aquellas palabras para que Newt abriera los ojos de repente: no, él jamás lastimaría a Thomas, ¿cierto? Tragó audible y desvió la mirada durante un segundo, terminando por apartar con suma suavidad la mano que Thomas había estado sosteniendo entre su diestra.

—Vamos, tenemos que salir de aquí —soltó Newt sin más, impulsándose hacia arriba e ignorando la expresión de confusión que se pintaba por aquel segundo en las facciones del menor.

Las palabras, las acciones, las circunstancias, todo se estaba acomodando y señalando hacia un solo punto. Newt cerró los ojos de nuevo, como si estuviese buscando la respuesta en su interior, aquella que ya sabía de antemano, pero que no quería admitir. Thomas le observaba fijamente, expectante, probablemente, esperando que él diese el primer paso de regreso al depósito.

—Regresa con los demás, te alcanzaré en un minuto —esta vez la mano de Thomas si fue a parar hasta la diestra de Newt, logrando que este le observara por unos instantes, tratando de ignorar el segundo exacto en que el castaño se relamió el labio inferior, como si le invitara a sellar el momento de la manera más estúpida y miertera que le llegaba a la cabeza—. Shuck, un minuto, Tommy, no voy a matar a nadie en el camino.

—Tienes cinco. Si no vuelves iré por ti.

¿Por qué tenía que ser tan malditamente sobreprotector? Newt rió muy bajo poco antes de negar, sintiendo como el agarre de Thomas desaparecía, permitiéndole caminar hasta la intersección. Habían pasado un pequeño recibidor apenas unos minutos atrás, un lugar que había pasado por alto, al menos hasta ese momento.

La habitación estaba vacía, había un café a medio beber en el escritorio. Los papeles estaban dispersos sobre la mesa, había un par de plumas en una bonita taza de color carmín. Podía leer la frase "para el mejor papá del mundo" en esta. Newt suspiró profundamente ante ello, poco antes de tomar asiento en la silla de color azul. Cogió una de las hojas blancas dispuestas sobre el escritorio, tomó una de las plumas de la peculiar taza, y finalmente, se permitió plasmar sobre el papel su único deseo en una frase concreta.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top