C A P Í T U L O 4

Tuve que llegar a primera hora de la mañana, mamá me mataría si llegaba tarde y luego papá se molestaría, lo que haría que Christian me diera una larga charla. 

—¡Buenos días a todos! —mamá y Sophie ya estaban en la cocina preparando el almuerzo, mientras papá leía el periódico.— dije que llegaría a tiempo, Chris dijo que llegaría más tarde ¿Están listas? 

—¿Para conocer al hombre que se quiere robar a nuestra pequeña Sophie? Nunca. 

—¡Papá!

—¿Qué? ¿Sabes lo duro que me hizo trabajar tu abuelo para ganarme a Lauren? Tuve que cargar madera durante más de 12 horas. 

Rodé los ojos, papá estaba completamente traumado con aquella historia de cómo terminó adolorido y con las manos llenas de llagas, pero con la mano de mamá. 

Las ayude a terminar de preparar todo, podía sentir a Sophie nerviosa, quería que todo saliera perfecto y lo sería, Ale era perfecto para ella. 

Supe que habían llegado cuando escuché el chillido agudo de mi practicamente hermana, les insistí para que se adelantarán, ellos eran los ansioso yo terminaría de juntar y llevar las cosas al jardín. 

Terminé tardando más de lo que imaginaba, realmente se habían esperado en está preparación.

Al primero que vi fue a Alessandro por los que me acerqué a saludar. Cuando me gire fue cómo sí el mundo de detuviera, nunca había sido un santo, pero estaba seguro de que jamás había visto tal perfección. 

Noor… era… perfecta, hermosa, el ser más perfecto que alguna vez hubiera visto, sí no fuera por mi familia pensaría que se trataba de algún espejismo. 

Su cabello rojo ensortijado que caía hasta la mita de su espalda, ese brillante vestido amarillo la hacía resplandecer, sus bellos ojos y esos preciosos labios, definitivamente estaba perdido. 

Podía escuchar a Sophie presentándomela pero estaba demasiado aturdido así que solo le sonreí y tome sus delicada y cálida mano en la mía antes de besarla. 

—Así que tu eres la bellísima Noor, es un placer conocerte al fin. 

Y en ese momento lo fue…

••••••••


El calor abrazador hacia que el sudor rodará por su cuello, se repetía una y mil veces que era una locura, debería haberse mantenido alejada, sin importarle si aquel hombre estaba molesto. 

¡Pero no! 

Era una pequeña idiota con debilidad por hombres guapos que parecían heridos y en ese momento Murat parecía el más triste de todos. En un inicio había pensado que era simple teatro, pero a medida que los días habían pasado era obvio que realmente  lo había herido con su rechazo, así que si, ahí estaba bajo el sol incandescente a punto de pedirle a ese hermoso y delicado hombre rubio que saliera con ella, por que su maldita conciencia se lo exigía. 

No sabía cómo hacerlo, no estaba solo, estaba rodeado de otros 4 rudos soldados y 2 médicos no menos rudos, se estaban divirtiendo mientras se pasaban el balón uno a otro. 
Los siete hombres la miraron cuando estuvo lo suficientemente cerca de ellos, solamente Jackson le sonrió dulcemente, era el soldado más joven de la base, era bastante común escuchar como se burlaban de él sobre haber mentido sobre su edad para entrar al ejército. 

Murat le hablo en su fluido idioma haciéndola fruncir el ceño, pues lo hacía con toda la ventaja de que ella no lo entendía completamente. Pero ella había convivido con hombres imbéciles uno más no sería nada. 

—¿Puedo hablar contigo un segundo? —el alto hombre rubio la miró con esos ojos azules apenados, de nuevo con su cara de pequeño perro apaleado. 

Murat se acerco de manera lenta mientras sus compañeros sonreían y se empujaban unos a otros, Noor se sentía en el instituto. 

—    ¿Qué sucede señorita Noor? 

—Yo… se que mañana tienes un descanso y yo igual… me preguntaba si… ¿Te gustaría mostrarme el pueblo? 

Silencio fue lo que siguió a su pregunta, estaba a dos segundos de mandarlo al infierno cuando lo vio sonreír, la clase de sonrisa que todo hombre guapo sabe que bajara las bragas de cualquier mujer. Por suerte no era algo que le quitara el sueño. 

— ¿Acaso me esta invitando a una cita señorita Noor? 
No, definitivamente ya no tenía paciencia como para aguantar aquello. 

—Tus palabras, no las mías yo solo quiero conocer el pueblo —los abucheos a su alrededor no se hicieron esperar, Murat parecía un poco desconcertado con su respuesta, pero solo le duró unos minutos pues esbozó una enorme sonrisa. 

—De acuerdo pequeña, nos vemos a primera hora. 

Noor se sorprendió, tenía la sensación de que había perdido, no sabía qué, pero se sentía cómo sí Murat hubiera ganado. 

No le dijo nada, simplemente se dió media vuelta y regresó a su dormitorio, dormiría un poco, últimamente no había dormido bien, no sentía la necesidad de arreglarse, pues claramente no era una cita.

》》》

Despertó justo a tiempo para simplemente arreglarse un poco, al ser un clima tan árido había tenido que cambiar su guardarropa, había bajado de peso, cómo consecuencia de las largas jornadas de trabajo y el estrés, pero cada que se veía al espejo, le gustaba lo que veía, su cabello había crecido y eso le disgustaba, la mayor parte del tiempo trataba de ignorarlo, pero en días cómo aquel, cada que se enfocaba en su cabello un escalofrío la recorría, pues podía sentir sus manos enredarse en él, cómo la había sostenido con tal fuerza, que se llevó mechones entre sus dedos, alejó esos pensamientos, pues solo le causaban pánico. 

Había un psicólogo dentro de la base y había tomado un par de sesiones con él, nunca había tomado a la ligera su salud mental, menos con todo lo que había tenido que pasar. 

Salió de su dormitorio y se sorprendió de encontrar a Murat esperándola. 

—Vaya que puntual. 

—Lo sé, tengo grandes virtudes niña. —Se acercó a ella, casi que invadiendo su espacio personal, no se movió, de otro modo él ganaría, se sorprendió al verlo sacar una tela, se dio cuenta de que era un hijab cuando lo coloco delicadamente a su alrededor, era de un intenso color verde esmeralda, no le cubrió el rostro, solo el cabello y cuello. — sabía que este color sería perfecto para ti, tus ojos se ven más verdes. 

Murat era guapo, increíblemente guapo, pero aunque la ponía nerviosa que la mirara fijamente, su pulso no se alborotaba. 

—Vamos, se hará tarde. 

No sabía que esperaba, pero ciertamente no aquello, habían ido a lo que parecía ser el mercadillo del pueblo, era colorido, había puestos de frutas que jamás había visto, especias y una gran cantidad de frutos secos, todas las mujeres cubrían sus cabellos, incluso sus rostros. 

Murat se mantuvo lo suficientemente cerca cómo para que sus brazos se rozaran de vez en cuando, pero estuvieron la mayor parte del tiempo callados, mientras ella absorbía todo a su alrededor. 

— Creo que podrías comer algunas de estas cosas, tal vez los sabores sean algo intensos para ti, sí no estás acostumbrada.

—Claro

Pasaron por varios puestos donde él se encargó de escoger diferentes comidas, una especie de brochetas con diferentes verduras y una salsa dulce, una especie de pan pita rellena con algo que tenía especias, las suficientes para ser picante. 

—Yo… jamás me imaginé que esto fuera tan… hermoso. 

—Lo sé, ustedes están tan encerrados en su ordinarias vidas occidentales que pierden de vista los pequeños regalos diarios. 

Definitivamente Noor había dejado de ver el lado bueno de su vida, su bebé, todos los días se permitía ser débil y lloraba por ese pequeño ser al que le habían arrebatado la oportunidad, permitía que el dolor la consumiera, después lo guardaba dentro de una pequeña caja y se olvidaba, pues de otro modo no podría seguir. 

—Mira… 

Murat continuó mostrandole lo hermoso del lugar, a pesar de la guerra, sus habitantes habían logrado mantenerse. 

Regresaron a la base cuando el sol se estaba poniendo, esta vez logró ver lo hermoso que era el tono naranja sobre el desierto, aquel simple paseo le había abierto el panorama. 

—Gracias.

—No me las des, ha sido un placer —Murat se inclinó lo suficiente para depositar un pequeño beso sobre su mejilla— Descansa pequeña Noor. 

Estaba preparándose para irse a la cama, su turno comenzaba desde temprano y quería estar lo suficientemente descansada para cualquier emergencia. 

— ¿Noor? ¿Sigues despierta? 

Se encontró a Elif en la entrada del dormitorio, tenía las mejillas de un rojo tostado, era obvio que había pasado un par de horas bajo el sol. 

— ¿Qué sucede? 

—Tienes una llamada. 

Frunció el ceño, no tenía planeado hablar con Alessandro hasta un par de días, la señal fluctuaba bastante, era un milagro que la llamada se hubiera enlazado, preocupada corrió hasta la sala de comunicaciones, algo habría pasado, pues su hermano no la llamaría por que sí. 

La videollamada mostraba a un Alessandro despeinado, con ligeras ojeras, pero fue cuando la miró que supo que algo iba mal.

Pocas veces había visto ese brillo de dolor y desesperación en su hermano. 

— ¿Qué sucede? ¿Qué ha pasado? 

Alessandro la miró unos segundo, antes de hablar. 

—No sabía sí debía avisarte, pero, es… es Julian 

En cuanto su hermano pronunció su nombre sus oídos empezaron a pitar, las náuseas se apoderaban de ella con cada palabra que escuchada de su hermano. 

Aquello no podía ser cierto…

IRIS - GOO GOO DOLLS






Chiquito, pero se viene algo CHIDORRIS
BAIS

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