Humanidad
La luz de la lámpara era lo único que le permitía ver en aquella obscura habitación. Ace estaba sentado cercas de la cama en la cual Sakura descansaba, leía unos pergaminos que Kaminari le había entregado, al parecer eran más jutsu's del elemento tierra y por lo que se lograba leer era muy poderosos...
—Doton: kajugan no jutsu... Me podría servir de mucho... –murmuro y luego hizo los ademanes del jutsu para poder recordarlos bien. Suspiro cansado para después voltear a mirar a la pelirrosa con una sonrisa en sus labios– ...me diste un susto horrible.. recupérate...
Aquel plateado escuchaba lo que decía el moreno dentro de la habitación, sonrió de lado y luego se retiró, era mejor que desahogara su corazón.
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Era una nueva mañana en el reino Papayo, los ciudadanos de baja clase que viven en las orillas del reino se alistaban para un nuevo día de trabajo en los huertos, los nobles que viven al centro del reino descansan cómodamente en sus casas o dan paseos por los jardines, pero, aquellas personas que la pasan peor que todos son los esclavos de los nobles. Lamentables humanos que fueron esclavizados desde muy jóvenes por nobles de ese reino. Kaminari tocó su cuello, aquella horrible cicatriz se podía borrar pero el recuerdo de sus días como esclavo siempre iba a estar en su cabeza recordándole lo horrible que pueden ser los humanos.
El había nacido en la clase baja, a las orillas del reino en un pequeño poblado que era conocido por sus deliciosas frutas. Su familia era humilde y aunque había noches en las que se iba a la cama sin cenar jamás se quejo de nada, amaba a su madre y padre, y ellos a el, el era su pequeño sol, una chispa que encendía la luz en una habitación obscura. Así era su vida, llena de amor, o fue así antes de aquella tarde. Aún recuerda muy bien como se escuchaban los gritos de su padre pidiendo piedad a aquel noble que había llegado a su pueblo, como su madre se retorcía en el suelo por los golpes de los guardias de aquel noble, como sus ojos se abrieron al ver los cuerpos de sus padres en el suelo delante de el. Lo siguiente que recordó fue el sentir de aquel frío metal en su cuello, aquello que lo hacía un esclavo.
Pero no todo fue malo, a sus dieciocho años logró ser comprado por otra noble, una joven mujer de cabello castaño y ojos chocolate, siempre recordaría ese día.
El otoño estaba por comenzar, las hojas de los árboles se volvían cafés, el trinar de las aves casi no se escuchaba, había tanta paz en la casa de los amos, una joven castaña de una gran estatura había llegado por la mañana y desde entonces sus amos y ella se habían encerrado en la oficina de la mansión. Kaminari recordaba la silueta curvilínea de la joven caminar hacia sus amos y el, como aquel ostentoso vestido la hacia resaltar entre todas las personas del reino, además también por su estatura no muy común en un humano y menos en una mujer, su cabello castaño ondeaba en su espalda y aquellos bollitos le daban un toque inocente, sus ojos chocolate lo miraron y por un segundo vio un brillo de sorpresa en ellos. Ella era una noble muy inusual, no por su estatura o porque traía consigo un enorme rollo en su espalda baja, no, era por su manera de comportarse, no le había echado bronca cuando por accidente tiro el te enfrente de ella o porque el postre de frutillas que le había servido no fue de su agrado, ella lo había tratado con humanidad, algo que desde hace años no había sentido y hasta pensaba que ya nunca lo sentiría.
Cuando salieron del despacho la joven castaña tomo entre sus manos el collar que el plateado portaba, Kaminari había cerrado sus ojos y ante la atenta mirada de sus amos rompió el collar que lo ataba a ellos. El chasquido del metal le hizo abrir los ojos con sorpresa. Al fin era libre.
Los siguientes días fueron un gran descubrimiento para el. Ella no era noble pero si contaba con un gran poder. Ella le había contado su historia y lo que era en realidad. El jamás mostró temor ante ella, pues sabía que aunque fuera un demonio había humanidad en su corazón, la castaña lo contradijo diciendo que no quedaba ninguna pizca de humano en todo su cuerpo. Los días pasaron volando, tanto tiempo estando juntos, tantas horas entrenando, tantos segundos teniéndola a su lado. Se había enamorado de su salvadora, de aquel demonio que lo había librado de una vida de sufrimiento, pero, ella no tenía ningún sentimiento hacia el, ella prefería ver la vida de un pirata que fue noble!!! Deleitarse con la forma poco humana de el!!!. Como alguien que había tenido la decencia de liberarlo de aquellas horribles personas podía estar interesada en un déspota arrogante?!. Pero ya no importaba, era su vida después de todo.
Ahora lo que importaba era otra cosa, ahora que era libre tendría su venganza, una venganza en contra de aquellos que le habían privado de la libertad y que habían asesinado a su familia. Pero luego llegaron ellos, esos dos jóvenes que habían entrado a su casa, una herida y el otro pálido como la nieve. Tenten le había explicado por papel quien eran ellos y que si por algún motivo necesitaran su ayuda les apoyará en todo lo posible. En ese momento todo había cambiado.
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Tras las sombras de las grandes casas de aquel reino una figura humanoide se hizo presente. Miró a la imponente luna que se alzaba en el manto de estrellas de la noche, sus ojos, dos orbes brillantes de un rojo granate observaron al satélite natural brillar a la lejanía, sonrió con una dentadura llena de afilados dientes...
—Y aquí comenzará?.. dios de la muerte tus juegos si son un deleite para este concepto...
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A muchos kilómetros de distancia una morena de ojos chocolate bajo los cubiertos, una sensación desagradable se apoderó de su cuerpo. Su acompañe la miró con la ceja alzada, no era muy común ver a la joven ida...
—Sucede algo?? –pregunto divertido el rubio, aunque su sonrisa juguetona desapareció tras ver como la joven no salía de su estado catatónico–
—Nada, yo.. solo sentí asco... –esta vez el rubio sintió miedo, sus ojos estaban realmente abiertos aunque por sus lentes no se podía ver nada. Tenten entendió y se golpeó la frente– ..no es eso tonto plumero...
—Fufufufu.. nunca sentí tanto miedo...
—Hay querido, soy un demonio.. nosotros no podemos tener hijos...
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Espero que les haya gustado Neko se despide 👋😗
Un poco de la historia de Kaminari Hatake!!
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