Diarios de un Shinobi
Sueños amargos
¿Porque siempre llueve cuando hay un funeral?. No es lo más típico en historias o en cualquier cosas escrita. Pero ahí no llovía, y no tenía que haber una lluvia gris para que el lugar pareciera sacado de la historia más deprimente que se haya escrito alguna vez. De por sí el lugar era deprimente, ahora imagínenselo lloviendo, pero no era así. En aquel cementerio no llovía, tan solo era un día normal como cualquier otro. Si a normal te refieres a; tierra grisácea, nada de vegetación (aún cuando están a principios de primavera) y todos los amigos y familiares de los muertos vistiendo de negro.
Camino hasta la lápida de sus amigos y colocó un cesto con flores en medio de las tres tumbas. Dio un pésame a los familiares de Ino, Choūji y Shikamaru, y luego se retiró.
Dada la tradición que se le había inclinado desde hace mucho, ella siempre portaba un velo negro en todas las ceremonias de sepultura. A excepción de aquella vez. No, ese día portaba su larga cabellera rosada suelta, siendo, el único soporte para que su cabello no se viniera al frente, su pañoleta roja. Todos la miraban y murmuraban cosas a cerca de su cabello. Nadie sabía lo que en verdad representaba para sus amigos.
No hace mucho había escuchado lo que sus nakama decían a cerca del color de su cabello, y contrario a todas aquellas burlas que les decían las personas mayores, lo que ellos decían era lindo. Tan lindo que había dejado atrás aquel complejo por el color de su cabello y su enorme frente. Ahora no era un rosa horrible, producto de alguna maldición. No, ahora era un rosa chicle, el color más feliz que había visto a lo largo de sus cortas vidas. Así era ella, era un dulce color rosa para ellos. Un dulce color rosa que había prometido protegerlos. Un dulce color rosa que no pudo evitar sus muertes. Un dulce color rosa deprimido.
—Es color de tu cabello es hermoso.. –fue lo primero que había escuchado de Choūji– ..es como la goma de mascar..
—Pues a mi me parece que es algo mutante.. pero que lata, sigue siendo lindo.. –sonrio de medio lado Shikamaru–
—Un dulce color rosa.. Sakura ¡Me gustas mucho! –gritó Ino, saltando sobre ella–
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—Sakura.. –la chica levantó la cabeza. Delante de ella se encontraba Naruto, uno de los muchos niños que había quedado huérfanos a causa de la guerra– ..¿Cómo te encuentras?
—Pregunta tonta Naruto, no fui lo suficientemente fuerte como para proteger a los chicos.. –Naruto se sentó aún lado de ella. Sakura colocó su cabeza sobre su hombro–
—¿Que es la guerra? Algo sin sentido, solo odio entre un grupo de personas.. –apreto sus puños y, por primera vez, dejo que su amiga lo abrazara–
Naruto tenía una extraña razón por la cual no le gustaban los abrazos, desde niño siempre fue así. Ni siquiera las nodrizas del orfanato podían darle un abrazo, siempre las apartaba y, en casos extremos, las golpeaba o arañaba. Simplemente era alguien a quien no le agradaba los abrazos...
—Cuantas llevas?? –preguntó la rosada. Naruto miró hacia enfrente, como tratando de hallar una respuesta–
—No se, solo fue hace medio año y ya perdí la cuenta.. –Sakura lo miro, miró esa mirada perdida que opacaba sus azules ojos. Era la misma mirada que ella había tenido hace años–
—Igual yo.. pero que importa, todas esas misiones no son nada, que es lo que se gana con hacer tantas misiones como se pueda?? –puro odio se podía escuchar de su voz–
—Tal vez tres comidas al día?? –Naruto soltó una risa contagiando a su rosada amiga–
—Es lo que más odio. Maldigo el puré de papas y las salamandras asadas!!! –Naruto imito el ademán de Sakura, con un puño alzado en el aire, como reprochando algo a dios–
—Es lo peor.. ni siquiera nos dan dulces.. somos niños y no nos dan dulces?! En qué mundo vivimos?!
—Duh! En el peor. Te lo juro Naruto, en diez años todo esto terminará, y sabes que haré?! –el negó. La rosada sonrió– ..voy a probar todos los dulces del mundo, tantos que me dará diabetes, mis dientes se pudran y engorde cien kilos.. –el rubio sonrio– ..porque se que en algún lugar del mundo existe un lugar así, un lugar donde el suelo es de caramelo..
—Donde las personas viven en casas de chocolate.. –dijo soñador–
—Un país de dulces.. quiero ir ahí, quiero ir y visitar ese lugar.. vivir por siempre y casarme con hombrecillo de gengibre.. –Naruto soltó una risa fuerte, tan fuerte que hizo sonreír genuinamente a su amiga–
—¡Yo estaré ahí! Y construiré un castillo echo de pastel, vivirás con el hombre de gengibre y serán felices.. m-muy felices.. –mordio sus labios evitando que los hipos salieran pues las lágrimas ya surcaban sus mejillas–
—Mu-Muy felices.. y estarán Ino, Choūji y Shikamaru, también Sasuke, Itachi-kun, Tenten, mamá y papá.. y seremos muy fe-felices...
Para alguien tan sumido en un lugar como ese. En un mundo de guerras. El único escape que tenían era soñando. Ambos eran huérfanos y soñaban con un mundo de caramelos, un mundo donde podrían ser felices con sus seres amados. Porque en el verdadero nada era feliz, todo era horrible, un lugar devastado por los cuatro jinetes del apocalipsis.
Es que acaso ese era el fin de los tiempos?. Acaso no había un dios que detuviera todo ese caos sin sentido?
La respuesta eran muy fácil, era no. Dios había perdido toda esperanza en la humanidad. Ahora el mundo recaía en las manos huesudas de la parca, en el dios de la muerte.
...
Y así, entre sueños amargos que quizás nunca se iban a cumplir, aquellos dos huérfanos se despidieron. Cada uno llendo a sus respectivos "hogares".
Sakura miró al cielo, junto sus manos y rogó que todo algún día acabará.
Nadie pensaría que alguien la escucho, un ser de ojos rojos que había quedado cautivado por esa pequeña niña peculiar. Nunca, en su casi infinita existencia, había visto a una hembra humana tan hermosa. Tal vez fue amor a primera vista o no, quién sabe, pero lo que si sabía era que cumpliría su deseo.
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Espero que les haya gustado. Neko se despide 👋
Cirujano del corazón
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