𝘿𝙚𝙩𝙩𝙚 𝙚𝙧 𝙃𝙚𝙡𝙜𝙖𝙛𝙚𝙡𝙡
ESTO ES HELGAFELL
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https://youtu.be/jCfNXQU_xN4
Helgafell, capital del Óblast del Valhalla
Un día frío y brillante se cernía sobre todo Helgafell, la gran capital, era iluminada por los destellantes cielos dorados que adornaban el firmamento. Pero para suerte de Svanhvít, mirando al frente, mientras sobrevolaba la gran ciudad, el frío del invierno empezaba a cernirse sobre ella haciendo que su piel y alas blancas emplumadas empezaran a temblar por un instante en medio del vuelo.
Svanhvít agito sus tres pares de alas con gran ímpetu para deslizarse velozmente por el cielo de Helgafell, sin embargo, aun con eso no pudo evitar que una corriente de frío viento de granizo amarillento chocara contra ella deteniéndola en seco en el aire pero manteniéndose estable gracias Ay por desgracia. La valquiria reparo en el aire y se agito su largo cabello rubio con sus manos para quitarse la nieve que se colo en su camino en dirección al Fólkvangr, inspiro aire y el frío se le metio en las fosas nasales, frunció el ceño.
Llevaba un casco de plata como un antifaz, ocultando la mitad de su rostro, con una cruz grabada en el mismo, un traje blanco y amarillo que cubría su cuerpo. Svanhvít alzo la vista un momento viendo como los copos de nieve dorada caían del cielo de entre vigorosas nubes del mismo color. Miro hacia abajo, hacia la propia ciudad del reino y lo que encontró su vista la hizo permanecer en un amargo silencio: Una ciudad compuesta por largos y variados bloques de edificios, casas, y pequeñas viviendas departamentales, edificios públicos y avenidas por las cuales circulaba. . la población de la ciudad. Svanhvít desde su ventajosa posición sobre la ciudad gracias a sus hermosas alas blancas (A más de setenta metros de altura), le otorgaban una gran vista panorámica, y gracias a esto no pudo evitar sentir que la ciudad se encontraba en un estado silencioso y taciturno. . .
Las calles y edificios se caracterizan por una falta de decoración y nitidez del color blanco de las edificaciones de viviendas regulares, el estilo arquitectónico era característico del Barroco Pretino. Las calles estaban atiborradas de nieve aurea gracias a los vientos helados. La escarcha, los montículos de nieve obstruyendo las calles haciendo que fueran pocos aquellos que se disponían a salir de sus hogares, los cuales, bañados de nieve aurea al igual que las estatuas y monumentos de la ciudad parecieran estar pintados del característico como también invasor color. . dorado del cielo.
—¿En esto es lo que se ha convertido nuestro hogar? —pregunto Svanhvít en un tono átono. Su voz sonaba débil y sin fuerzas, viendo como las pocas personas que salían de sus hogares tenían que llevaban abrigos por la época de invierno teniendo que arreglárselas para cruzar sobre las montañas de nieve. <<No debo pensar tanto en ello.>>
Antes de volver a seguir su curso hacia el Fólkvangr, Svanhvít reparo una vez más en la capital de Helgafell, pero, esta vez fue en unos fuertes tañidos de campana venir de la misma. La valquiria busco su procedencia con la mirada hasta encontrarse con grandes edificios en distintos distritos de la ciudad. Grandes iglesias barrocas, correspondiendo al color predominante entre los edificios blancos y con el techado de colores negros u rojos, y en los interiores de estas iglesias se encontraban sus campanarios erigidos dentro de altos torreones.
Svanhvít se quedó en silencio a observarlos durante unos segundos antes de virar la cabeza en dirección al imponente palacio de Fólkvangr: Una gran e imponente fortaleza roja que se elevaba a más de trescientos cincuenta del nivel del suelo. Casi parecía que la punta de sus torreones alcanzaba a rasgar el mismo cielo. Y Svanhvít se dispuso a ir hacia ahí golpeando el aire con sus alas blancas junto al sonar de las campanas de Helgafell que anunciaban a su población el inicio de un nuevo día. Aquel armonioso sonido le había canjeado a la capital el popular nombre de la "Ciudad de campanas".
La valquiria viajo velozmente como un avión en dirección al Fólvangr y el invierno áureo no pudo detenerla. Muchas preguntas empezaron a surcar por sus pensamientos, sin embargo, dejo de divagar para si misma como si no mirara hacia atrás el camino que acababa de recorrer acercándose cada vez más al castillo de la reina madre. Svanhvít, en su curso al palacio, esquivo altos edificios, rascacielos, que se interponían en su camino hasta acortar distancia hacia su destino.
Una vez se encontró a pocos metros, acortando la distancia en cada segundo de viaje, menos de un kilómetro de distancia, Svanhvít reparo en la magnificencia arquitectónica del castillo. Era diferente, hasta un punto irreal, de cualquier otro objeto u estructura edificada a decenas de kilómetros a la redonda. No solo su gigantesca altura lo hacia diferente al resto de Helgafell, si no que su color característico no era el nítido color blanco que predominaba en la capital si no que era una combinación del mismo pero con prevalencia general de un vivo color rojo. La sola imagen del palacio real resultaba impresionante para la valquiria y todo aquel que se acercara al mismo.
Fólkvangr, ubicado sobre la superficie de una colina, estaba rodeado de una serie de muros defensivos de gran groso y de estos se elevaban imponentes torreones de vigilancia, y helipuertos, todos del característico color rojo con techados amarillos e incluso azules. Era tanto el punto más alto de toda la capital como también un tesoro para todos sus habitantes y las valquirias. Entre más se acercaba, Svanhvít, se llega a incluso sentir pequeña ante la sola silueta de Fólkvangr.
<<La fortaleza roja...>> pensó la valquiria, con una gran admiración por aquella fortaleza donde una vez, en tiempos pasados que recordaba con nostalgia, había sido su hogar.
A pocos metros de la primera muralla, la enmudecida Svanhvít, volvió a golpear el aire con sus alas para impulsarse hasta arriba, su vista centrada y puesta en uno de los helipuertos donde logro distinguir las figuras de una formación de mujeres en armadura. Eran Randalinas y estaban esperando su llegada a la superficie del Helipuerto totalmente despejado de nieve.
La valquiria ajito sus alas otra vez, en esta ocasión para descender grácilmente sobre la plataforma, mientras observaba a través de su antifaz a la unidad de Randalinas: Eran un grupo numeroso de una docena, todas equipadas con armaduras ornamentadas con alas de valquirias en sus yelmos dejando expuestos sus rostros femeninos pero aun así curtidos, en la parte superior de estos llevaban diademas con formas de alas de valquirias. Espadas en sus cinturas. Todas hicieron un gesto para recibir a Svanhvít una vez este toco la superficie de la plataforma con uno de sus tacones y esta misma, estudiando a la unidad, vio como todas en sus petos llevaban un blasón marcado en el centro de sus pechos con forma de alas de valquiria y una corona real sobre estas, el emblema de la reina madre.
Svanhvít sonriendo para si misma ante la grata bienvenida. La valquiria hizo un movimiento con dos de sus tres pares de alas, estas envolvieron su cuerpo brillaron por un instante para, ante la impasible mirada de las randalinas, terminar por volverse un bello tutu de bailarina de ballet. Solo un par de alas permaneció a la vista pero retraídas de tal forma que parecían parte del vestido.
Puso una de sus manos sobre su cintura mientras caminaba hacia las Randalinas elegantemente con sus tacones, las miro con una sonrisa mientras pronunciaba:
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https://youtu.be/hMw-DUnR10s
La riqueza de Fólkvangr, en comparación con el resto de la capital, era envidiable y admirable para todos los helganenses. Desde sus exteriores se imponía como una mega estructura de impresionante arquitectura que destilaba grandeza con sus colores tan vivos del exterior, sin embargo, sus interiores lo volvía inclusivo un tesoro real invaluable.
En sus interiores todo era impecable: Sus corredores, impecables, con suelos limpios de mármol que parecían reflejar la luz de los candelabros y de sus techos. Entre los diferentes niveles de pisos de la fortaleza roja habían diversas habitaciones para las valquirias, pasillos que daban paso a grandes salones de estar con bibliotecas, salones de reuniones y entre las murallas del castillo, entre sus muros defensivos en donde se encontraban los patios de armas, se alzaban barracones que albergaban a las formadas randalinas que servían de guardias del palacio.
Las guardias que andaban por los interiores del castillo en sus corredores pasaron frente a una gran puerta que daba pie a lo que serían los aposentos de la Reina Madre.
Los aposentos de la reina habían sido enviados a remodelar por la misma y toda randalina que cruzara por sus corredores siempre terminaban por sentir que se habían trasladado a un museo de bellas artes. Sus pasillos estaban decorados con piezas de arte que la reina valquiria había enviado a hacer oa comprar con pagas salidas de sus arcas de tesoros reales.
Los pasillos de los aposentos de la reina ahora eran más una galería de arte que los pasillos a las habitaciones de la gobernadora. El suelo ilustrado con mosaicos grabados de símbolos rúnicos nórdicos, estatuas de mármol blanco hechas por la mano de escultores grecorromanos que daban forma, y casi vida, a las figuras de héroes nórdicos, berserkers, caballeros hasta inclusive dioses Aesirs y Vanirs. Los candelabros iluminaban con su luz las galerías a su vez que a los recuadros colgados de las paredes. Todos estos retrataban en su arte distintas escenas; valquirias cediéndole armas a caballeros germánicos antes de una batalla, cenas llenas de vicios de caudillos vikingos, un enorme recuadro de una familia de dioses Aesirs en su salón real.
Finalmente, junto a las puertas de la habitación de la misma reina madre, había una serie de recuadros que plasmaban los rostros de las valquirias reales con una enumeración bajo el retrato de cada una, trece eran estas y todas las hijas directas de la reina reinante. .
En su brillante morada, la reina y gobernadora de la Óblast del Valhalla, estaba a las afueras del salón de su habitación real. Sin embargo, las amplias puertas de cristal, a su vez que sus cortinas que daban pie al balcón. En el exterior, la reina en su balcón real, podía sentir la fría brisa del invierno que estaba atravesando su reino. De cabellos dorados que caían hasta la mitad de su cuello y vistiendo un mono negro con una capa de plumas de halcón sirviéndole como abrigo, sus ojos eran verdes como la hierva y con ellos examinando cada rincón de la ciudad que alcanzaban a ver sus divinos ojos. . , casi como si fuera un ave de rapiña.
Permaneció en silencio, ignorando los copos de nieve dorada gracias al techado sobre ella, inclinando su cuerpo curvilíneao sobre el parapeto observando su reino. En un silencio solo acompañado por el ulular del aire que ahogaba el sonido de la pantalla de un televisor en el interior de su recinto que transmitía las noticias termino por cambiar su punto de atención de su hogar hacia el firmamento, ahí la reina se encontró con los copos de nieve aurea caer desde las nubes amarillentas que adornaban el cielo.
No mostro rastro alguno de interés por el color antinatural del cielo, como si fuera el clima común, en su vista panorámica paso de ver con curiosidad los edificios de la ciudad a ver con inconformidad el cielo. Como si aquellas nubes doradas eran gases de humo de contaminación, era una sensación de incertidumbre que le provocaba cada momento que alzaba la mirada y miraba la cortina de nubarrones dorados.
Miró con un grado de desprecio el cielo. La gobernadora de toda la Óblast del Valhalla, Reina Valquiria regente de Helgafell, Freyja Odindottir, arrugo su mirada en una mueca de desagrado y melancolía viendo tanto el cielo hasta dirigir su vista a la capital. Casi pareció asentir resignada murmurando para si misma con un tono apagado:
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https://youtu.be/58SkCJ_M0pI
Como si sus palabras hubieran hecho estallar una burbuja de vacío silenciosa que la mantenía ajena a todo sonido de su alrededor, ahora el ni siquiera el murmullo del viento escarchado ahogaba los sonidos. Freyja, escucho como a sus espaldas la televisión de su residencia empezaba a mascullar palabras del canal que estaba sintonizando. Era el canal de noticias que frecuentaba escuchando. Pensativa, la reina madre dio un último vistazo a Helgafell antes de volver a su despacho interior cruzando por las puertas de cristal que ante un ademan de mano de la diosa se cerraron detrás de suyo.
Su lujosa vivienda era iluminada por lustrosos candelabros eléctricos, la luz se presentaba intensamente alumbrando toda la habitación; Muebles marrones decoraban los interiores de los aposentos de la reina, una gran alfombra rojo tinto, grandes estantes de madera de robles de Vanaheim labrada y reluciente, y una mesa de trabajo en la esquina extrema frente a un ventanal que daba una vista a la ciudad. . . Freyja se acerca en dirección al mueble sobre el que reposaba su televisor, un televisor de último modelo que mando a instalar.
Tomo el control negro que estaba al lado de esto y se sentó sobre el borde de su mesa de trabajo apoyándose con sus manos una vez subió el volumen para escuchar las noticias del canal en transmisión en vivo. " Noticias Einhenjer " era el nombre del canal. Examinando lo que proyectaba la pantalla con un rostro pensativo la reina madre vio como se encontraban en una entrevista, parece que llego justo a sintonizar el canal en el momento esperado: El entrevistador era un hombre mayor de edad, su rostro era arrugado y de pelo canoso, estaba ensacado y con una corbata que combinaba con su saco gris mientras estaba sentado en una silla frente a una mesa de entrevistas.
Luego de que este diera la bienvenida al programa y al público el camarógrafo procedió a enfocar en dirección al invitado especial. Sin embargo, no había nadie más que el propio anfitrión del programa. Lo que debía de ser el puesto del invitado sorpresa, un sillón lujoso de color negro, estaba vacío y en su lugar apuntaba a una placa de metal rectangular con una superficie de cristal y metal, similar a un televisor pero esta parecía formar parte de la propia pared, la llamaban Telepantalla.
Todo en la sala de prensa permaneció en silencio. Todos los invitados en sus asientos fuera del escenario miraron atentos la Telepantalla oscurecida, Freyja hizo lo mismo. Así hasta que después de alrededor de diez segundos esta se encendió proyectando una transmisión propia a los espectadores y al anfitrión quien se sintió con afabilidad, pero el resto de los presentes empezaron a murmurar por ver como lo único que proyecto la Telepantalla era una letra, una k.
A continuación, acabando con los murmullos y comentarios bajos de la gente, Baldwin el anfitrión del programa llama a la Telepantalla para empezar la rueda de prensa con una afable sonrisa mientras juntaba sus manos sobre sus piernas cruzadas:
Inesperadamente, ante la ininteligible e incrédula mirada de los espectadores presentes y televidentes, con excepción de Freyja quien miro la pantalla de su televisión con intriga y una creciente curiosidad, todos vieron y escucharon como la telepantalla transmitió unas palabras con una voz modificada por la transmisión. . dando la sensación de que una máquina era la que hablaba pero a la vez relativamente joven y ligeramente masculina, aún que era difícil de determinar. K correspondio la amable bienvenida del anfitrión.
— Es una pena que no pueda estar ante nosotros en persona, señor K. —espeto cordial y respetuosamente. Baldwin se acomodo en su silla y continuo tras ver como tenia la atención del público y las cámaras. — Pero teniendo en cuenta el furor que se ha generado en las calles de nuestra capital, estos medios para presentar pienso que son muy efectivos.
— Prefiero evitar mostrar mi rostro en público, son mis condiciones como miembro del Ala Conservadora, señor Baldwin. Su programa es bastante popular en Helgafell e incluso en otras regiones de nuestra tan querida Óblast. —respondió la voz virtual de identificado como K. Aun que, entre sus palabras, una vez dijo la palabra Óblast, por un momento pareció pronunciarla con indiferencia e incluso rechazo.
Freyja, contemplando la pantalla de su televisor sin despegar su mirada de la transmisión, estaba intentando analizar cada palabra que pronunciara K mientras pensaba en sus palabras. A su vez, que por rabillo del ojo, miró unos documentos y papeles que se encontraban sobre su escritorio, papeles que había leído, firmado y memorizado todos con el sello del Ala Conservadora. <<Nuestra querida Óblast...Que mal chiste.>>
Las palabras de K navegaron los pensamientos de la reina madre, y esta frunció el ceño. A continuación reparo nuevamente en la pantalla del televisor. Baldwin converso emocionado con K, le hizo una serie de preguntas, y la pantalla respondía cada una pero sin entrar en demasiados detalles, K era reservado, sobre su posición dentro del Ala Conservador agradecido que la misma le haya permitido asistir al programa a la vez que unas más variadas sobre las noticias más importantes del momento. K respondió sus preguntas con educación correspondiendo el carisma del hombre mayor.
La entrevista le había resultado entretenida a la Reina regente. Sin embargo, se dio cuenta como por un instante el rostro de Baldwin se estremecía y se erguía, como si estuviera tomando aire para expresar algo que le pesaba. K se dio cuenta también.
— Señor K. Díganos, ahora que estamos en estas épocas, ¿Qué es lo que piensa al respecto del "Congreso de Alatyr"? —Baldwin se estremeció por un instante, Freyja rápidamente comenzó a subir el volumen, y dentro de la transmisión de la telepantalla, K, no respondió inmediatamente. La falta de rostro en la telepantalla, sumado al incomodo silencio de su invitado, hizo que las arrugas del rostro de Baldwin se pronunciaran más cuando hizo una mueca como para buscar a su audiencia— Lo lamento, señor, creo que dije algo inoportuno.. .
- Continuar. No se detenga, señor Baldwin. —replico K, su voz modificada tornándose melódica contraponiéndose a trémula voz de canoso hombre. Baldwin intentó adivinar la procedencia de su invitado pero por su voz computarizada era imposible si quisiera analizar su inexistente acento.— Sabia que haría esa pregunta. Más bien me preguntaba cuando lo diría después de todo es la noticia más sensacionalista de los últimos días. En especial en Helgafell siendo de las regiones más pobladas de la Óblast —dijo, aun siendo una letra lo único que miraban todos los televidentes, cada uno sentía como si, K, los estuviera viendo directamente. Baldwin haciendo entonces constante contacto visual con la telepantalla, sintió como si esta lo motivaba a continuar y llevar la conversación—
— Si, por supuesto, señor K. —miro a la cámara, pero también al público de invitados detrás que miraban el show en vivo, se dio cuenta que algunos incluso sudaron fríamente ante lo que escuchaban y sabían que iban a escuchar— Recientemente, en los últimos meses que hemos estado al pendiente de las actividades gubernamentales del Santo Imperio, y de pronto salto la gran noticia que sacudió toda nuestra amada Óblast; La llamada de Alatyr. La noticia ha hecho furor en toda la población, incluso en las fronteras más extremas. Teníamos la esperanza de que...
— Tenían la esperanza de que el mismísimo Canciller de Hierro en persona viniera a esta rueda de prensa y resolviera sus dudas, ¿Verdad? —Interrumpió K. Baldwin se quedó patidifuso al igual que el resto de la audiencia mientras K se dirigía tanto a Baldwin como a los televidentes. — Sin embargo, aquí estoy yo en su lugar. Créame a él no le gustan estas cosas junto a su pragmatismo.
Freyja, en sus aposentos reales soltó un exuberante suspiro, no los miraba pero se podía imaginar las muecas de crecientes ansias del público. Por un momento se planteo la idea de cambiar de programa pero con el control aun en mano siguió viendo la tele. El extraño hombre que se comunicaba como K empezó a tomar las riendas de la conversación.
— Estamos en tiempos difíciles y esta Llamada del Congreso de Alatyr es la gota que colmo el vaso. Por las calles se escucha, como si de predicadoras anunciando el fin del mundo se tratase, völvas gritando a los cuatro vientos que estamos ante el atroz invierno que preside el fin de los tiempos. —su voz reverberaba en toda la estancia, todos los invitados del público prestaron atención. Algunos incluso sintieron tensión en la atmósfera esbozando muecas de espanto. A priori, podemos decir que, se aproxima algo grande, tenemos la certeza de eso incluso sin tener en cuenta a las anteriores reuniones del parlamento del Santo Imperio.
Su voz parecía sacudir toda la estancia y los cuerpos de todos los presentes. Freyja al otro lado de la pantalla se inclina un poco, atenta ante las palabras que estaba por pronunciar aquel misterioso ser. Y como si de un coro de un predicador que buscaba traer al mundo los profundos y más oscuros recuerdos de las personas haciéndoles recordar eventos pasados.
— Los juicios de Vingolf de los caballeros negros. La clausura de los ministerios de Psicopompos. Las persecuciones furtivas para socavar las revueltas de la Hacedora de Héroes y sus valquirias. —por un instante su voz perdió fuerza, pero no se detuvo, fue un momento fugaz. — Las alertas se han disparado, mis redes de investigación son confiables, más aún tras la revelación de que todos los gobernadores de las Óblast asistirían a este llamado en el Congreso de Alatyr. No hemos visto un evento de estas magnitudes desde que la Orden Dorada se instauro en todos los nueve reinos.
Todos los presentes del público miraron a aquella telepantalla y la tensión se adentro en todos ellos. Ante la fiera e invisible mirada de la telepantalla, K pudo contemplar como nacía la incertidumbre, miedo, sorpresa, espanto y confusión en los rostros de hombres y mujeres. Freyja, en su habitación, chasqueo los dientes, y dentro de la transmisión Baldwin llama la atención del investigador más renombrado del Ala Conservadora. Las palabras que este estaba por decir sacaron a la reina madre de cualquier pensamiento profundo en el que estuviera.
—Señor K, usted que trabaja dentro del Ala Conservadora y su cercanía a la corona. ¿Cree usted que nuestra gobernadora hará algo al respecto? —exclama Baldwin. Su pregunta que por sus movimientos y tono parecía una exigencia, tomo por sorpresa por un instante a K. No hablo por unos segundos. Pero su sorpresa fue insignificante ante la de la Reina Valquiria que se acerco al televisor.
—Mmm. No esta en mi poder decir si nuestra...Reina, hará o no algo al respecto de esto, después de todo depende de su potestad moral. ¿Tendremos su buena voluntad de nuestro lado ante la tormenta que se cierra sobre nuestras vidas? No lo se, después de todo...
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Se apago la pantalla. Esas últimas palabras de K habían sido las últimas de toda la transmisión antes de que Freyja en un rápido movimiento presionara el botón de apagado y allí permaneció ella. Ya no se encontraba sentado al borde de su escritorio si no de pie, mirando seriamente la oscuridad de la pantalla sintiendo como su corazón martilleaba por un instante llevándose la mano al pecho.
Freyja se volvió hacia las puertas de cristal que daban paso al balcón de su despacho, atreves del cristal translúcido, fue capaz de ver una parte de su reino, Helgafell. Por un momento sentí como la temperatura del ambiente se calentó, aun cuando estaba en los finales de invierno la época más fría del año. La reina valquiria se forzó a relajarse aun cuando, las palabras de K, parecían estar retumbando en su cabeza. <<¿Qué somos los hombres para una deidad como ella?>>
Aquel pensamiento resonó en sus adentros. La diosa empezó a caminar para acercarse a las puertas de cristal acercándose a ellas hasta finalmente tocarlas. Freyja se limita a acariciar el cristal sin empujarlo para volver al balcón. Desde el interior de su despacho, en los muros de su fortaleza, vio desde su posición a su reino pensando en como todos quienes ahí vivían eran personas que con cada hora que pasaba iban a conglomerarse en las calles esperando respuestas sobre lo que se discutió en el parlamento.
<<¿Qué son ustedes para una diosa como yo..?>> pensó Freyja, mientras turbulentos recuerdos surgían gracias a las palabras de K, recuerdos de todas las tribulaciones pasadas por las órdenes de la Orden Dorada en aquel parlamento. Oscuras sombras del pasado que venían a atormentarla a ella ya todos los habitantes de su Óblast. Los hombres y mujeres que vivían bajo su reinado, Freyja parecía meditar en el más profundo silencio de su habitación.
La reina tenía una respuesta, una que parecía tan clara y determinada, pero sin entender el por que le hacia dudar llevándola a esa pregunta que escucho de parte del misterioso hombre nuevamente. ¿Por que le importaba tantas esas palabras?
—¡Majestad!
Una voz la bolsa de sus pensamientos. Freyja reparo en el portón de su habitación escuchando como desde el otro lado alguien tocaba dando ligeros golpes a la madera para llamar su atención. Era una chica, una de sus guardias Randalinas.
—¡Pase! —ordeno la diosa nórdica. Se devolvió en sus pasos hacia el centro de su morada. La puerta se abrió revelando así la apariencia de la Randalina al otro lado: Vestía con una armadura de plata, espada enfundada, casco ornamentado con alas de valquiria y en su peto el blasón de Freyja. —Dime que sucede, ¿Algún reporte que deba de saber?
—Mi señora Freyja. —hizo una reverencia. Su reina en cambio hizo un ademan con su mano, le indicaba que alzara la cabeza mientras se empezaba a aproximar a su escritorio.—Es una de sus princesas valquirias. Una de sus hijas, Svanhvít, ha venido a Fólkvangr y dice querer tener una audiencia con usted personalmente mi señora, se encuentra en el salón de audiencias.
Se detuvo en seco la gobernadora. La randalina pudo ver como rápidamente Freyja cambiaba de dirección pasando de dirigirse a su escritorio hasta directamente ir hacia ella, y en el proceso, pasándola de largo, pero no sin antes detenerse un momento para mirarla por encima del hombro.
—Gracias por el aviso, joven. Puedes retirarte. —declaro Freyja y la randalina avanzando en silencio. La diosa continuo su camino pasando ahora por las amplias galerías que formaban sus pasillos reales, no se detuvo a ver ninguna de sus piezas de arte con excepción de unos recuadros. Los recuadros de las princesas valquirias.
Ahí permaneció Freyja por un instante, fijándose con especial atención en algunos de estos recuadros los cuales examinando con interés y una triste nostalgia. En silencio la reina retomo el ritmo y se dispuso a ir a encontrarse con una de sus queridas hijas.
Paso por corredores extensos, escaleras serpenteantes e inmensos salones llenos de retratos que plasmaban escenografías de valquirias recogiendo almas de mortales y llevándolas al paraíso. Retratos de tiempos pasados para Freyja quien pasando por el reluciente piso y rechazando los servicios de sus sirvientas que preguntaban por sus necesidades termino por llegar hasta las puertas de un pequeño salón de audiencias.
Dos grandes puertas de madera pulida con bordados de recuadros plateados, se detuvieron un instante a contemplarlas. Al otro lado de la puerta Freyja logra escuchar el impaciente sonido de unos tacones golpeando el suelo. Freyja poso sus manos sobre los portones de madera sin necesidad de recibir la ayuda de alguna de las sirvientas del palacio y tras eso se adentro en la cámara de audiencia. El rellano era bastante lujoso, contaba con pintorescos tapices en sus paredes, un gran ventanal en el extremo contrario a la puerta por el cual se podía tener una buena vista de la ciudad y en medio una larga mesa con varias sillas rodeándolas a su vez que unos papeles en unos documentos sobre la misma.
Pero más importante que cualquier pieza del mobiliario era la esbelta figura de una doncella de largos cabellos rubios y hermoso vestido blanco como el tutú de una bailarina de ballet. Svanhvít se volteo, estaba caminando de un lado a otro de la habitación aburrida hasta que a través de su casco-antifaz vio a su reina entrar al salón. Svanhvít sonriendo y Freyja correspondieron igualmente.
—Su majestad Freyja. Svanhvít reportando... —iba a hacer una reverencia igual que las sandalias que seguían rigurosamente el reglamento pero se detuvo al escuchar los acelerados pasos de su reina. Freyja le llamo.
—Basta de formalidades, Svanhvít. —dijo la gobernadora. Moviendo la mano con una diminuta sonrisa en su rostro mientras le indicaba a la princesa valquiria alzar el rostro— Dirígete a mi como lo que soy para ti, hija. Me honra que hayas venido.
—Más motivo entonces para las formalidades, ¿No? —respondió la princesa con una sonrisa más grande que la de su madre— No todos los días vengo de visita.
—Más bien creo que todo el tiempo que pasaste en el ducado de los Plantagenet te hizo adoptar todas más hábitos nobiliarios que te faltaban de niña. —dijo agarrando de los hombros a la valquiria de vestido blanco. Freyja era un palmo más bajo que su hija— Como olvidar cuando me decías que odiabas tener que estudiar las tardes y preferías querer aprender magia con las seidkonurs. ¿Recuerdas cuando hiciste que la voz de Kára sonara como una cabra?
—Oh por favor no empecemos, mamá. —espeto la valquiria. interrumpiendo y encogiéndose en un momento de vergüenza por el sutil comentario de su madre— No seas tan quisquillosa. Solo falta que digas cosas vergonzosas en público y hay cosas más serias de las que discutir, lo sabes.
—Lo se, Svanhvít, demasiado bien. Perdón solo quería reírme un momento con la mayor de mis princesas —dijo Freyja. Svanhvít advirtió el tono de su reina, su voz había sonado muy diferente al como la había recibido, como si fuera anodina.
<<Si...la mayor.>> Pensó Svanhvít. Mientras que su madre pudo mantener la sonrisa de su rostro, aun cuando fuera insignificante lograba mantener la apariencia, sin embargo Svanhvít agradeció tener su casco puesto para evitar que su madre mirara sus ojos.
Se hizo el silencio en la estancia el cual resulto incomodo para ambas mujeres. Freyja se dirigió a una de las sillas de la mesa tomándola para sentarse en el extremo que se mostraba al frente del gran ventanal adornado de relieves de runas nórdicas, Svanhvit la imito pero sentándose en una de las sillas adyacentes a la mesa de madera de roble. La valquiria se removió su larga melena rubia hacia atrás, con un par de mechones cayendo sobre sus hombros, respiro profundamente ante la vista de su reina. Gracias al ventanal detrás de la reina madre la luz dorada del cielo se filtraba por el cristal iluminando la estancia detrás suyo dotando a la diosa de un semblante divino a ojos de su hija.
<<No puedo inquietarme, no en un momento como este>> Pensó la princesa, acomodándose en su asiento, mirando a su madre. —Majes...madre. —mascullo, despejando sus involuntarios nervios de su mente y irguiéndose. —Cumplí con todo lo que me pediste. Desde que salí del ducado de la casa Plantagenet me logre poner en contacto con tus informantes y...
—¿Sucede algo, Svanhvít? —dijo Freyja. Arqueo una ceja mostrándose interesada por las palabras de la valquiria pero también notando sus nervios con los que luchaba.
—Estoy preocupada, madre. —replico la valquiria. —Los papeles sobre la mesa lo muestran con pruebas fehacientes. No es una mentira o noticia falsa para mantenernos a todos al borde nuestros asientos o asustarnos. Genuinamente todos los gobernadores de las Óblast del Zar están reuniéndose en el parlamento. Incluso mi tío esta ahí.
<<Hermano...>> Pensó Freyja. Hizo una mueca del coraje.
—Según dicen las pruebas, los últimos en llegar fueron los gobernadores de las Óblast de los reinos de Avalon, Aztlan, Avestan y por ultimo Nippur. —prosiguió Svanhvít. Como si fuera una terrible noticia que congoja a la valquiria. Miro a través de su casco-antifaz a su reina y se sorprende al ver como esta con las manos juntas pegadas a su frente la mira impasible en el fondo del rellano—. Su majestad Freyja estamos contra el tiempo...
—Y vamos a hacer algo al respecto, Svanhvít. —dice la diosa nórdica— Hemos estado preparándonos por este momento desde la primera reunión del parlamento de Alatyr. —se inclina hacia adelante extendiendo uno de sus brazos para tomar uno portafolios sobre la mesa y abrirlo. Leyó en silencio la información escrita en estos y Svanhvít sintió un momento que su templanza flaqueaba—. Esta es una oportunidad de oro, hija mía. Toda la atención estará centralizada en el parlamento, tanto por el furor que generara la conferencia de los dioses con los temas que van a discutir, como también la seguridad, si bien es improbable que alguno haga un mal movimiento dentro de la fachada del edificio las tensiones entre ellos estarán en el aire y...
—¿Vas ir hasta allá tú sola?
Freyja no contesto inmediatamente ante la interrupción de la valquiria. Permaneció en silencio por un momento cerrando la carpeta y lo ultimo que vio de la misma fue la firma y sello de su informante. Una sola letra. Tras un momento, cruzando sus brazos bajo su busto, la diosa dijo:
—Los registros Akáshicos. Sera una oportunidad única en el mundo, Svanhvít, para adentrarse en ellos y desvelar los planes de...
—Eso lo se muy bien. Lo han dicho tú y tu consejo privado. —la corto, la voz de la valquiria de largos cabellos sonaba temblorosa, farfullaba— Se muy bien el plan, lo hemos estudiado después de todo y hemos esperado desde que se filtro la información de esta reunión y según dice la red de tu maestro de susurros. Pero tengo miedo de que se desate una guerra, madre. ¿Vas a ir tú, sola, a los registros Akáshicos?
Freyja se incorporo en su silla, en su rostro se enmarco, a ojos de la princesa valquiria, un sentimiento de histeria y pesar que busco reprimir con fuerzas. La valquiria vio a su reina endurecer su semblante rápidamente.
—Tengo qué, Svanhvít. Soy la única que puede usar los pasadizos. Tengo que hacerlo para poder adelantarnos a los planes de los gobernadores antes de que sea demasiado tarde. Menos aun con los rumores sobre lo que podría ser la más grande tribulación para todos nosotros que puedan dictaminar detrás de esos muros de su consejo. —inclino la cabeza, haciendo que su rostro se ensombreciera, y murmuro— No puedo quedarme de brazos cruzados ante otro de sus castigos.
—Te mataran como a mis hermanas mayores...
Svanhvít reparo en sus palabras y se mordió el labio inferior para callarse. Tenia la cabeza gacha como Freyja y se le puso la piel de gallina al darse cuenta lo que dijo. Advirtió que había ido demasiado lejos con lo que había dicho, como si hubiera roto un tabú y la vergüenza empezó a abordarla levantando la vista para ver el rostro ensombrecido de su madre esperando un reproche pero en su lugar...
Vio a su reina apretar los puños con fuerza mientras murmuraba unas palabras. Ahí Svanhvít se dio cuenta que su majestad, su santa madre, estaba igual o más consternada que ella.
—Madre...Oh por favor perdo...
—Tienes razón, Svanhvít. —la interrumpió. Freyja alzo la mirada revelando en su rostro una mirada centrina que le hizo a Svanhvít relajar los músculos al escuchar a su madre— Esto es un plan que prácticamente significa ir a cometer suicidio. Tanto que hasta hace ver más prudente abalanzarse a las cavernas de Nidhogg. Pero tengo que hacer esto, hija mia. Debo de actuar para así...evitar que la tragedia se vuelva a cernir sobre nosotras, yo...no deseo que ninguna más de ustedes pase por lo que yo tuve que pasar por culpa de esos desgraciados que se sientan ahí, en sus tronos, haciendo de nuestro sufrimiento un entretenimiento.
La princesa valquiria quedo muda antes las palabras de Freyja. No sabia que decir, desde niña había escuchado en coros narraciones de las increíbles hazañas de su madre desde los tiempos de las guerras entre los Vanirs y los Aesirs. La templanza, la inteligencia, la creatividad y fuerza de la reina de las valquirias. Pero ahora, Svanhvít, agachaba la cabeza en pena de sentir los sentimientos de Freyja. La melancolía, la aflicción, la consternación y los nervios de Freyja no eran meramente el dolor de una reina, si no que era el dolor de una madre.
—Entonces por eso hacemos esto, ¿Para buscar venganza por todas las que han muerto por sus manos?
La pregunta fue más como una necesidad de Svanhvít por buscar respuestas. Una necesidad compulsiva que la diosa noto dejándola meditando por un largo minuto de silencio.
—¿Qué son los humanos para ti, Svanhvít? —preguntó Freyja. Svanhvít se quedo callada. La diosa no era capaz de ver los ojos de su hija gracias al casco que la misma llevaba, sin embargo, era capaz de imaginarla— ¿Qué son los humanos para nosotras las valquirias? ¿Son una responsabilidad? ¿Es un deber? ¿Lo hacemos por que tenemos un vinculo más profundo con ellos que los demás? ¿Cuál es ese vinculo?
—No se que decirte...—murmuro.
—¿Qué hay en ellos para que lo demos todo? —entreabrió los labios para emitir un suspiro pesado para hacer una pausa. Svanhvít permaneció en silencio entonces— Por eso quiero hacer esto por que estas preguntas no dejan de surgirme cada que estoy sola, preguntándome a mi misma si incluso hago lo correcto o no, si lucho por una causa justa o lo hago por que deseo verlos morder el polvo. Necesito hacer esto para adelantarme a sus planes y por mi misma, Svanhvít.
Se hizo el silencio y entonces, Freyja, se levanto de su asiento desde en el fondo del rellano para empezar a retirarse del salón de audiencias. Svanhvít se dio cuenta de que su madre la estaba pasando de largo, sintió un como su corazón daba un vuelco, entonces se levanto justo antes de que Freyja se retirara del salón o si quiera tocara los portones.
—¡Madre! —exclamo. Freyja se detuvo y se viro para ver a su hija— Por favor mantente a salvo y...en verdad que deseo que todo esto salga bien.
Entonces Svanhvít saco algo de uno de los bolsillos de su vestido y se lo entrego a Freyja. Era una caja y en esta una vez fue abierta se encontró con un auricular. La reina madre lo comprendido al reconocerlo por como tenia una letra grabada, a su vez que miraba la mano de su hija retemblar.
—Prométeme que volverás, mamá. —dijo erguida asintiendo con seguridad que le faltaba. Un envalentonamiento que se le transmitió a Freyja— Yo también quiero saber las respuestas.
—Lo haremos, mi amada hija. —espeta Freyja llevando su mano derecha hacia las mejillas de su hija— Me voy, el tiempo vuela y no podemos recuperar lo perdido, así que por favor mientras no estoy cuida de las valquirias de Fólkvangr. —tomo el audífono y se lo coloco en el oído— en especial de Reginleif, seguro se va a alegrar mucho de verte como yo.
Svanhvít entreabrió los labios sorprendida. Estaba por decir algo pero se callo, se limito a asentir y esbozar una sonrisa de seguridad para su reina que esta correspondió antes de irse por los portones de madera del salón. Svanhvít quedo sola en el mismo, permaneció viendo las puertas por donde su reina madre se había ido y luego se dio media vuelta para sentarse nuevamente en su asiento.
Ladeo la cabeza y entre dientes murmuraba unas palabras denotando sus nervios y dudas. Las palabras de Freyja calaron dentro de su mente y ahora no podía dejar de hacérselas. ¿Tenían respuesta? Las que habían eran sencillas, practicas y basadas en su experiencia como valquiria pero a su vez tan sencillas que sonaban como predeterminadas. Entonces recordó la petición de su reina antes de irse y con eso en mente se dispuso a retirarse de la estancia.
Estancia donde una vez se sentaron ella y todas sus hermanas junto a su madre.
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ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▮▮▯▯▯▯
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Saliendo por un zaguán que daba hacia uno de los balcones de palacio. Cada paso que daba la diosa nórdica de la belleza le hacia sentir histérica, los nervios recorrían cada palmo de su cuerpo entre más pasos daba pero estando decidida en sus objetivos. Freyja se coloco el audífono en su oreja izquierda esperando, entre su emprendida marcha, ahora en el balcón que daba paso hacia uno de los Helipuertos de su castillo donde sus randalinas las saludaban en saludos oficiales.
Sin embargo, aun con cualquier saludo que una sirvienta u guardia le diera, incluso tras su conversación con Svanhvít, la mente de Freyja solo concebía un pensamiento contra el que luchaba para no sentirse abrumada: Adentrarse en los registros Akáshicos y desentrañar los planes de La Orden Dorada.
A medida que corría el reloj del tiempo Freyja en su marcha termino por llegar al helipuerto de uno de los torreones de su fortaleza roja. Ahora en exterior, parada sobre la superficie de la estructura y recibiendo el frio ulular del viento y la nieve dorada caer del cielo, era capaz de tener una magnánima vista de su reino y de pronto en su oído empezó a escuchar algo, era el sonido del micrófono que empezaba a transmitir la voz de una persona. Freyja endureció su semblante una vez reconoció la característica voz electrónicamente modificada de hace un tiempo.
—Veo que ha tomado acción, majestad. —dijo una voz en el micrófono. Misma voz que Freyja había escuchado en el programa de entrevistas— Al parecer su moral no se ha derruido en estos tiempos.
—¿Puedo saber que es lo que pretendías hacer en ese programa? —inquirió la diosa. La voz no respondió así que continuo inquiriéndolo— Eres consiente de lo que se nos avecina, K. Decir esas cosas en un programa tan visto solo alimentas el miedo del colectivo. ¡La consternación de la gente esta por las nubes!
—Entonces lo vio como me esperaba que lo hiciera. —respondió— Ahora esta a las afueras de su palacio, con el micrófono que su hija le dio, a mi nombre, para esta misión por que sabe la oportunidad que se presenta ante sus ojos. Yo ya hice de mi parte, la población general ya estaba tensa por estos últimos días que pasaron en el Valhalla ante la llegada del día del parlamento de Alatyr, yo solo remarque los hechos basados en nuestro empirismo y la única que puede cambiar nuestro panorama actual es usted, majestad.
—Siendo así entonces no queda otra opción. —la reina de las valquirias miro al distante horizonte. Podía sentir el tenso ambiente que abundaba en Helgafell, como si fuera un aura de tensiones y pensamientos macilentos que les hacia imaginar lo peor— Por más que desee reprocharte, no puedo hacerlo, tenemos que adelantarnos a sea lo que sea que tengan planeado.
—Por eso mi charla en la entrevista, majestad. —espeto K desde el micrófono— Yo velo por el pueblo y el pueblo la necesita a usted. Su moral es nuestra llave para salir de esto.
Freyja asintió ante las palabras de K y le sonrió aun cuando este no fuera capaz de verla. La diosa sonreía sintiéndose por un momento liberada de un gran peso de duda que ahora abordaba a todo su reino. Desde que se anunciaron las noticias del inicio de una nueva reunión del parlamento en Alatyr vino acompañado de una gran marea de disturbios que afectaron a toda la Óblast del Valhalla. Por más que en su momento había intentado apaciguar el temperamento de la gente, Freyja, solo pudo ver como familias enteras se resignaban ante un inminente nuevo castigo del régimen de la Orden Dorada.
Los devastadores sentimientos de la población humana de la Óblast fueron transmitidos a la diosa. Noches sin dormir y sin descansos pensando en como orquestar un plan para descubrir los secretos de los lideres del Santo Imperio. Pero sobre todo un sentimiento de inutilidad y la sensación de quedar rezagada de todo la consternaba...
Pero ahora gracias a las palabras de K y su conversación previa con su hija la hicieron sentir determinada.
Freyja dio un paso hacia adelante, el primero y tras virar su cabeza hacia Fólkvangr una ultima vez antes de volver a un paso más hacia el borde del helipuerto. Luego dio otro, y otro, y otro paso, cada uno más importante que el anterior, hasta finalmente en medio de una carrerilla dar un gran salto desde el borde de la plataforma y empezar a caer en picado cerrando los ojos...
Para después abrirlos, revelando nuevamente sus iris de ojos verdes como la hierva, y exclamar:
—¡VALSHARM!
Y con ese grito, su cuerpo fue recubierto de una fina capa de luz verde esmeralda, y de un momento a otro a una velocidad fugaz su cuerpo se encogió hasta empezar a generar plumas de halcón. Sus piernas se encogieron y se volvieron garras, sus brazos se volvieron alas emplumadas de tonos café y dorados, y sus ojos se transformaron en los de un ave rapaz. Freyja se había convertido en un ave de presa, un halcón y con eso agito sus alas para empezar su viaje sobrevolando Helgafell atravesando los fríos vientos del invierno aureo.
Volando, Freyja, observo conglomeraciones de personas en las calles. La población general de Helgafell esperaba histérica las noticias de Alatyr, esperaban cualquier anuncio de la orden dorada, algunos incluso rezaban en las calles y otros directamente viajaban en dirección a las iglesias esperando una respuesta divina del Todopoderoso. Por aire era el mejor miedo para viajar hacia una región de la Óblast para Freyja, aparte de relajante poder sentir el viento en su cuerpo, sin embargo ver la preocupación del populacho y su descontento la llenaba de un sentimiento de inestabilidad una vez termino por cruzar sobre las murallas limítrofes de la capital.
K tenia razón, tomando en cuenta las anteriores reuniones y sus impactos en la vida de los humanos, la que estaba por ocurrir seria sin lugar a dudas la más importante de la historia desde que el Zar del Cosmos instauro su autocracia en todos los reinos del Yggdrasil. Aquella incertidumbre perturbaba incluso a sus aliados más cercanos entre ellos los miembros del Ala Conservadora.
La reina madre agito la cabeza, despejo sus ideas para eliminar cualquiera que la obstaculice, y se dedico a concentrarse en el viaje donde tuvo que surcar los cielos sobrevolando pueblos rurales, campesinos que vivían en los campos alejados de la civilización urbana, bosques llenos de vegetación donde gracias a las fuertes brisas sus hojas áureas eran arrancadas y llegaban al cielo algunas de estas. Desde los cielos todo se miraba tan pequeño, la vida de los hombres, sus cosechas, sus hogares, sus pueblos y ciudades, las llanuras, las montañas, cordilleras y prados.
Todo le proporcionaba a la diosa un sentimiento de simpatía por todo su reino que le nacía el deseo de quedarse a contemplarlo. Sin embargo, ese deseo resultaba imposible en la practica. Una vez pasados cerca de veinte minutos de viaje, a seis horas de que se ponga el sol en el horizonte, Freyja divisó algo en el horizonte, y aquel algo la dejo impresionada y con su corazón martilleando. Una imponente vista de una gran ciudad que solo se hacia más grande entre más se acercaba.
<<Valhalla...>> Pensó la diosa transformada en halcón. La fascinación le hizo ignorar el frio invernal. En cada momento se acercaba más y más pero dotada de su gran visión de halcón fue capaz de examinar largos segmentos de la impresionante metrópolis escandinava.
El Valhalla era una magnánima ciudadela escandinava, de brillante y reluciente color blanco sus edificios que combinaban el medieval estilo arquitectónico nórdico, con el estilo barroco que predominaba en Helgafell, de lo que alguna vez fue la ciudad más reconocida de la Óblast. Freyja sobrevoló sus altos murallones, vigilados por soldados y guardias de armaduras blancas y plateadas con bordeados azules. La ciudad estaba repleta de edificios, avenidas, edificios públicos, plazas y en el centro, la acrópolis de la misma siendo el punto más alto de toda la ciudad, se encontraba el bautizado como congreso de Alatyr, adornado con un titánico anillo de luz blanca que rodeaba la ciudad en el firmamento, símbolo de la abundancia y prosperidad de Draupnir.
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Freyja paso por encima de los edificios de techados puntiagudos. Miro de reojo las calles, vacías de no ser por la presencia de más guardias y caballeros de armaduras blancas pero estos mismos se veían empequeñecidos por la presencia de caballeros de armaduras negras, opacadas, y de bordados dorados. La diosa entonces ladeo la cabeza comprendiendo que gran de la población del Valhalla, principalmente asgardianos que formaban la población general del Valhalla, estaban rezagados en sus hogares, algunos incluso parecían asomarse por los ventanales de sus casas pero tras entrecruzar miradas con los caballeros negros no tardaban en cerrar sus cortinas.
De pronto la fascinada sensación de Freyja de volver a surcar los cielos sobre el Valhalla fue reemplazadas por un malestar y horror que se plasmo en sus ojos aviarios, ahora ensanchados, por lo que miraba.
Lo que alguna vez, en un pasado ahora tan lejano que parecía olvidado, fue una embajada donde tanto la civilización de los Asgardianos convivían con los mortales de aquel reino del Yggdrasil ahora era una ciudad sometida bajo el yugo de la autocracia de la Orden Dorada. Regimientos enteros de caballeros negros, regimiento militar fundado por uno de los príncipes imperiales, el llamado Azote de las Tormentas, circundaban por todas las avenidas, plazas, y calles del Valhalla organizando toques de queda para todo aquel asgardiano que se atreviera a siquiera salir de su hogar.
Solo Asgardianos, los humanos habían sido expulsados hace muchos años.
La presencia de los caballeros negros, sumado a la cada vez menor prevalencia de la arquitectura escandinava siendo reemplazada en gran medida por la barroca, le hizo intuir a Freyja que en todo este tiempo la situación no hizo más que empeorar al ver como frente a sus ojos un caballero asgardiano, de armadura plateada, se le era retirado su yelmo dejando a ver su melena castaña frente a un par de caballeros negros que le sujetaron de los brazos tirándolo al suelo.
Y para el horror de la mismísima Freyja pudo ver como golpeando el suelo con sus grebas de acero, un hombre de alrededor de un metro con noventa, se acercaba impasible ante el caballero plateado. Llevaba un casco que ocultaba su rostro en una oscura sombra y tenia la forma de un sombrero de oficial del ejercito, un capa y abrigo que cubría su armadura oscura y ante su irreconocible mirada logro ver como el asgardiano había clavado su espada en la superficie de un gran cartel que retrataba el rostro de un hermoso hombre de rasgos severos y sonriente, una mirada amable, largos cabellos dorados, uniformado y de una sombría mirada que incomodaba severamente a la misma Freyja que miro todo desde el cielo.
—Llévenselo. —dio una orden, con voz severa dando una ultima mirada al asgardiano que quedo horrorizado ante la sentencia del dios— Toma responsabilidad de tus actos.
La templanza del Asgardiano se resquebrajo pero no pudo decir ninguna palabra antes de que los caballeros negros lo silenciaran tapándole la boca al llevárselo. Nunca más iba a volver a vérsele. Entonces el dios eslavo se dedico a ver el cartel desenterrando la espada en este, su mano enguantada empezó a generar calor y en menos de diez segundos aquella espada había desaparecido entre las llamas rojizas del dios.
No despego su impasible mirada del cartel, como si estuviera fascinando con el rostro de aquel hombre. Era admiración lo que sentía el dios eslavo a la vez que pronunciaba unas palabras que Freyja, quien se poso sobre el techado de un establecimiento para escuchar mejor, presto atención a las mismas sintiendo como su plumaje se erizaba.
—La guerra es la nueva paz. —pronuncio con determinación— La libertad es la esclavitud. La ignorancia es lo que les dará fuerza para obedecer. Oh señor. —Termino de decir el dios eslavo.
Una vez termino de decir sus consignas. El dios Eslavo entorno la cabeza hacia un establecimiento aledaño, había jurado escuchar algo como el batir de las alas de un animal. No le presto mucha atención y simplemente empezó a proseguir con su vigilancia.
La atmosfera en todo Valhalla se vuelve extremadamente asfixiante para Freyja. Su vuelo se había vuelto por un momento macilento hasta que logro escuchar la voz de K hablarle por el micrófono que aun llevaba, pero escuchar la voz computarizada de aquel hombre no le trajo paz y la culpa era de la intimidante presencia de aquel oficial del Santo Imperio, sus caballeros, y la casi inevitable vista de aquellos perturbadores ojos de ese cartel...y todos los demás cartelones idénticos pegados en todas partes de la ciudad.
Estaban en todas partes. En cada esquina, en cada circulación, en cada calle, en los edificios y probablemente hasta en sus interiores. Aquellos carteles parecían una capa de color que se sumaba a la dorada que recubría la blanquecina ciudadela. Freyja se sintió asfixiada, sudo, no importaba que tanto frio hiciera se sentía incomoda al sentir como si todos esos carteles la miraran y al pie de estas, unas grandes letras se asomaban diciendo unas palabras. EL GRAN ESLAVO TE VIGILA, decía enmarcadas.
¿Era una advertencia? No, era un recordatorio. Para todos los asgardianos de Valhalla y a su vez, también, para ella.
De pronto, Freyja, se dio cuenta de lo pequeña que se sentía en Valhalla, a la distancia se erguía la Acrópolis de la ciudad, el bautizado como el Parlamento de Alatyr, el punto más alto y importante de la ciudad siendo una mega estructura adornada por el Draupnir. Freyja pensó en todo lo que habría de estar pasando en sus interiores, ahí donde los gobernadores de las Óblast atendían los asuntos más importantes concernientes a la humanidad.
Aun que lo deseara, no quería ir a ese lugar que sentía que irradiaba un aura de peligro sin precedentes.
Tras mover su cabeza de halcón de lado a lado. Buscando despejar sus pensamientos de aquellas nocivas sensaciones y pensamientos adversos recordando entonces sus palabras con Svanhvít volvió a tomar las fuerzas necesarias para ir hacia un edificio en cuestión de toda la metrópolis. Las preguntas volvieron a surgir, aquella pregunta que le lanzo K en su momento, ¿Qué eran los hombres para ella? Deseaba descubrir esa respuesta en esta misión.
Tras unos fugases momento de vuelo y meditación, Freyja, llego al sobrevolar el complejo de los Registros Akáshicos: Un gran edificio circular de más de veinte pisos de altura del nivel del suelo, su arquitectura era una combinación entre el estilo barroco, neoclásico y grecorromano, su techado estaba conformado por grandes cupulas bulbosas y coloridas, y para alcanzar sus compuertas de la fachada del edificio, enormes portones de hierro ornamentados de símbolos nórdicos, era necesario subir una escalinata de más de treinta peldaños. Sin embargo, los portones estaban vigilados por caballeros negros, estos no prestaron atención a la forma aviaria de Freyja y se limitaron a seguir su guardia.
La reina madre de Helgafell escucho la voz de K, este empezó a indicarle algunas instrucciones que la diosa acato sin replicar nada. Acepto el apoyo del misterioso hombre a sabiendas que aun con todos sus conocimientos sobre la infraestructura de tanto los registros akáshivos como del Valhalla en su totalidad seria difícil adentrarse en estos. Freyja batió sus alas con fuerza, igual que lo hacia su hija Svanhvít, para tomar un atajo.
K continuo a indicarle una serie de indicaciones a la diosa nórdica. El hombre era un experto, inteligente y apoyándose de toda la información recopilada de su red de informantes, espías, y aliados fuera como inclusive dentro del Valhalla, el hombre era un gran apoyo para la diosa nórdica. El maestro de la información guio a Freyja hacia una avenida y en una intersección adentrarse en la misma sin que nadie la notara. Fue entonces que Freyja descendió al suelo y volvió a adoptar su forma real, no tuvo ningún cambio más que una fina pelicula verde cubriendo su cuerpo.
Estaba a una hectárea del complejo de los Registros. Sin embargo, esto no resulto un problema para la diosa al darse cuenta donde se encontraba, era un callejón en donde se acerco a una de las paredes del mismo, en el fondo y poso la mano sobre la superficie de piedra como le indicaba K. De pronto la fina capa de energía de Freyja recorrió el muro y este empezó a cambiar de forma empezando a adoptar una serie de símbolos rúnicos y en sus relieves tenían dibujados una serie de grandes formas de cuervos y otros animales, entre ellos siervos que coronaban la compuerta con sus astas junto a las alas de los cuervos.
Freyja sonrió al ver como la magia se conectaba con el portón y este empezó a abrirse lentamente para darle paso hacia el interior de lo que resulto ser un pasadizo secreto. Habían muchos alrededor de las ciudades construidas por los dioses nórdicos este era uno que le gustaba a la propia diosa ver que seguía intacto.
<<Por lo que parece no lo habían descubierto todavía.>> Pensó Freyja. Una sonrisa sagaz se asomo en su rostro. <<Aun desconocen todos nuestros secretos.>> Se adentro en el pasaje secreto, en la oscuridad interior del Valhalla donde el sol no llegaba, y tras hacerlo las compuertas se cerraron y desaparecieron del exterior volviendo a ser una mera pared como todas las demás.
En interior de los pasadizos secretos de Valhalla, Freyja, no podía ver nada pero tras agitar su mano creando una diminuta chispa verde en la punta de su dedo esta la lanzo hacia la pared aledaña y en esta pequeña flama de luz verde se extendió por una serie de filas de antorchas viajando hasta perderse de su vista. Era una red de túneles subterráneos. La reina madre sonrió para si misma y empezó a marchar en dirección tal que la llevara hacia el complejo de los registros.
Los Registros Akáshicos. Era una serie de documentos, registros, investigaciones archivados cronológicamente que buscaba recopilar la historia de la humanidad desde su creación hace más de diez mil años. Era un complejo de conocimiento universal de toda la historia de la raza del hombre. En su momento administrado por dioses nórdicos, posteriormente dado a las valquirias como regalo a la propia Freyja y esta misma se lo encargo a varias de sus hijas. Sin embargo desde que se instauro el gobierno totalitario de la Orden Dorada, Freyja y sus hijas, fueron despojadas de este privilegio volviéndose aquella casa del saber un establecimiento donde solo la Orden Dorada tenia potestad.
Ahora aquel hogar del conocimiento albergaba más que solo los registros y escritos de historia universal, si no que, ahora tenia entre sus muros, en sus rellanos, los planes secretos del Santo Imperio contra los reinos del hombre y dios.
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https://youtu.be/3LyqEG5OZhQ
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Una vez terminada fila de iluminación del túnel la diosa se encontró con una pared. No se preocupo. Poso la mano sobre la dura superficie de piedra del muro y repitió el mismo proceso con el que entro. Esta vez la diferencia fue que en lugar de ciervos coronando los portones fueron dos valquirias con sus manos alzadas en un rezo. La diosa vio como la luz de los interiores del complejo le daban la bienvenida al otro lado y entonces cruzo lo más rápido posible con su corazón latiendo a mil por hora.
Todo estaba en silencio. La casa del saber estaba vacía. Iluminada pero sin ningún lama deambulando por sus instalaciones. Freyja permaneció en silencio no deseaba alerta a los guardias del exterior y con su corazón martillando empezó a recorrer los pasillos de aquel complejo que llevaba tiempo sin ver. Sin darse cuenta una sonrisa se formo en su rostro, una sonrisa de felicidad que reemplazo su histeria anterior. Recordó entonces como hace tantos años por esos mismos pasillos camino junto a una de sus hijas, su primogénita.
<<Eir...>> Pensó, con una triste sonrisa al pasar su mano sobre los muros de piedra. Entonces la diosa se alejo de las paredes cercanas y empezó a caminar despacio mientras pensaba en lo lejos que había llegado. <<Llegue hasta aqui...y tengo que terminarlo. Lo lograre por ti y tus hermanas, Eir.>>
La seguridad la lleno y su marcha se acelero bastante. Los secretos de la Orden Dorada se asomaban ante sus ojos y estaba ansiosa de desentrañarlos, podría entonces así formular contramedidas, algún plan para poder hacerles frente y incluso tal vez tener una oportunidad para actuar y luchar. No tenia todo el tiempo del mundo, era un todo o nada.
—Estamos dentro, K. Es hora de que hagas tu magia. —dijo Freyja.
No sonó nada.
<<¿Que?>> Abrió los ojos, sorprendida. ¿Hubo algún tipo de interferencia? Quiso continuar avanzando pero la ausencia de K le generaba una sensación de extrañeza que deseaba resolver— K? Oye K respóndeme, ¿Qué es lo que sucede? Ya estamos dentro necesito tenerte aquí y ahora.
Entonces Freyja tomo rápidamente el micrófono de su oído para verlo. No entendía. No había sonido alguno, no había respuesta alguna, como si la comunicación llevando toda la estancia a un incomodo silencio que hizo que Freyja, por alguna razón, empezara a sudar solo siendo acompañada por las luces de pequeñas lámparas en las paredes, su luz resultaba casi insignificante.
Entonces se dio cuenta de que estaba en la oscuridad. La oscuridad de los registros Akáshicos. Reparo en la soledad y el silencio que penetraba en su ser. De pronto un chillido fue emitido desde el dispositivo de comunicación, un chillido distorsionado que ensancho de horror los ojos de la diosa nórdica al escuchar de forma obstruida la voz computarizada de K:
—¡MAJESTAD! —chillo, aun incluso con los modificadores de voz. Freyja pudo distinguir un genuino sentimiento de preocupación y...— ¡SALGA DE AHÍ INMEDIATAMENTE..!
Se corto la comunicación.
La atmosfera se torno pasiva-tensa para Freyja una vez se corto la llamada con K. Estaba sola. Sola dentro de las instalaciones de la casa del conocimiento. Los Registros Akáshicos, los secretos de la Orden Dorada, todo estaba a su alcance solo tenia que moverse pero el pánico empezó a asaltarla. La consumió y sintió como se le ponía la piel de gallina. Todo lo que había cambiado de pronto para la diosa, su soberbia se esfumo, su sentimiento de melancólica nostalgia se volvió consternación y histeria que solo se fue intensificando volviendo pesada la atmosfera silenciosa.
Un silencio que fue abruptamente interrumpido por el sonido metálico de unas grebas de hierro al fondo del pasillo a espaldas de Freyja.
Fuertes y constantes. Freyja, espabilando, ensancho los ojos del pánico y rápidamente encaro el lado contrario al que miraba, dándose la vuelta, ahí Freyja vio oscuridad donde todas las filas de lámparas del rellano se habían apagado dando pie a la más profunda oscuridad de la noche. Y dentro de la oscuridad, se asomo la silueta de una figura recubierta por una coraza de hierro plateado dando elegantes pasos.
Por pura inercia Freyja reacciono dando un paso hacia atrás. Su corazón le decía que era algo inaudito, como si su cuerpo la traicionara en el más grande de los ultraje, ¡No había llegado tan lejos para retroceder si quiera un paso!
Pero la sola presencia de aquella figura, empezando a ser iluminada por las agonizantes luces de la estancia, ejercía una presión e imponencia tal que gracias a su experiencia de años acumulados le hacían concebir un pensamiento único que la espanto: Sobrevivir.
La caballero se irguió imponente frente a Freyja. Separadas por once metros de distancia la una de la otra. Era una cabeza más alta que Freyja, su armadura plateada relucía reflejando la luz de las lamparillas, sus grebas, guanteletes, falda y yelmo eran todos de color plateado reluciente y adornando el propio casco había una larga coleta de cabello negro mientras que a sus lados, similar a las alas de los cascos de valquirias, yacían las figuras de dos lunas crecientes ornamentando el casco de la caballero. Una larga tela azul amarrada a su armadura.
La sensación de alerta estallo como nunca antes para Freyja, un pánico que no sentía desde la conquista de la Orden Dorada, al ver la caballero divina extendía sus brazos y en estos empezaban a formarse, en forma de polvo de estrella, dos largos espadones en sus manos enguantadas.
Freyja por inercia se puso en guardia pero su sorpresa solo se intensifico aun más cuando aquella caballero divina, pronuncio unas palabras:
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Esa mujer la conocía, la había llamado por su nombre, y el como la llamo la dejo sorprendida haciendo que bajara la guardia. Gran error de la reina madre. Sin ninguna clase de aviso, ante la sorpresa de Freyja, la caballero divina se abalanzo a hacia ella a una velocidad pasmosa que acorto la distancia entre la una y la otra en lo que uno tarda en pestañar.
Freyja ensancho los ojos como platos al reparar en la cercanía de la caballero divina. La caballero de plata esgrimió sus dos espadones en veloces mandobles que obligaron a Freyja a retroceder, la nórdica pudo escuchar el como las afiladas hojas de hierro rasgaban el aire, pero no se detuvo ahí la deidad guerrera haciendo que Freyja retrocediera aun más enfrascándola en una serie de constantes esgrimes de su espadas que amenazaban con cortarla en pedazos.
Gracias a su experiencia en combate, Freyja, pudo reaccionar a tiempo o más bien a duras penas a los veloces mandobles de su contrincante. La desconocida no le daba ninguna clase de descanso. La desventaja arto a la diosa nórdica quien tras lograr esquivar un estoque una de los espadones de la caballero empezó a emanar una fina capa de energía verde alrededor suyo y concentrándose en su mano, la diosa reina de Helgafell, creo una esfera de energía rodeada de una pequeña pero fuerte corriente de viento que disparo a quemarropa contra su enemiga obligando a la caballero a retraer sus espadas y bloquear el proyectil.
El choque de acero y magia genero en una cortina de polvo que la caballero disipo cortando la cortina con sus espadas pero detrás de esta Freyja ya estaba preparada, moviendo su mano y a través de una emanación de esa misma energía verde hizo aparecer, tras tomar su forma, un delgado espadón, la reina valquiria estaba armada con su propia espada y la uso para buscar asestar un propio estoque contra la caballero divina buscando empalarla. La desconocida advirtió en esto y rápidamente se inclino para esquivarlo y de un rápido movimiento danzarín ponerse a espaldas de Freyja.
—¡¿Quien te envió?! —exclamo histérica la diosa nórdica. Se dio la vuelta para confrontar a su misteriosa enemiga entrechocando hojas— ¡¿Que haces aquí en los Registros Akáshicos?!
—Eso es información que no te incumbe. —contesto, su voz sonaba anodina, como si esto fuera algo irrelevante para ella— Estas luchando por tu vida.
Y sin mediar más palabras la mujer realizo dos fuertes mandobles más. La velocidad de estos ataques pareció aumentar haciendo que Freyja se concentrara en bloquearlos o desviarlos con su propia hoja, sin embargo era una finta y la caballero se detuvo para realizar una patada que tomo desprevenida a Freyja impactando contra su cintura haciéndola fruncir el seño del dolor y bajando la guardia dándole una oportunidad a la caballero de realizar unos tajos que a duras penas pudo reaccionar ganándose cortes y girones en su ropa la deidad nórdica.
Y sin poder recomponerse tras lograr bloquear un esgrime de la caballero, Freyja miro como de pronto el puño izquierdo recubierto de hierro de esta se presentaba ante sus ojos en la forma de un inminente puñetazo que impacto contra su rostro con fuerza tal que la mando disparada hacia el otro extremo del pasillo alejándose de la guerrera. Freyja viajo hasta chocar contra el suelo y girando sobre si misma hasta detenerse herida.
Gotas de sangre cayeron al suelo.
Freyja se toco su rostro. Advirtió en que su labio inferior estaba ahora roto y sangraba manchándose de sangre, su propia sangre. Le dedico una mirada airada a su enemiga.
Mientras Freyja se tocaba su labio roto y miraba con un creciente odio a la caballero pudo darse cuenta de como esta alzaba una de sus hojas, la derecha al aire, y tras esto un gran arco de luz azul se poso sobre ella terminando por transformarse aquella proyección de energía en una fila, en formación de arco, de espadas brillantes de luz azul. La caballera en guardia dirigió una mirada a Freyja, inexpresiva.
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