𝙎𝙠𝙮𝙡𝙙𝙞𝙜𝙚 𝙙𝙧𝙤𝙣𝙣𝙞𝙣𝙜𝙚𝙣
Reina culpable
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ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▮▯▯▯▯▯
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En las lóbregas profundidades de Myrkvidr la pesada caída de piezas de armaduras contra el suelo fue amortiguado por el grueso de la nieve que se extendía por toda la superficie del bosque. Una exhausta y melancólica Freyja Odindottír, vestida con una armadura plateada ornamentada con símbolos de valquiria empezaba a quitársela tirando sus piezas al suelo recubierto de nieve. Las piezas de armadura ahora desperdigadas por el suelo parecieron perder su brillo al quedar enterradas entre la nieve, la cual parecía tomar un color negro de sombras ante la ausencia de la luz en el Myrkvidr.
Despojada de cualquier corazón protector, la hija de Odín, se apoyó cerca de un tronco del bosque con su mano desnuda, ahora solo llevaba un gambesón negro con girones en su superficie que dejaban claros abiertos que dejaban ver partes de su piel sangrantes que terminarían las más profundas por volverse cicatrices. La diosa nórdica tomo aire, sintiéndose más ligera al perder el peso del acero sobre ella, pero entre sus inhalaciones arrugo el rostro sintiendo ganas de toser ante el pesado ambiente casi como si el aire estuviera intoxicado en aquel desolado bosque.
Toda la extensión forestal era rodeada por una espesa neblina que le daba escalofríos, Freyja arrugo la frente y se forzó a si misma a levantar la vista solo para ver como cualquier rastro de luz del firmamento era obstruido por largas extensiones de nubarrones. Apenas y era posible ver el cielo entre las frondosas cimas de los árboles y sus ramas que dejaban pocas aberturas. La nieve del invierno, una ventisca tormentosa sacudía las ramas de los árboles haciendo que la diosa se dispusiera a avanzar dando débiles zancadas que enterraban sus pies en la gruesa superficie de nieve del suelo.
Rodeo el tronco del árbol en el que se apoyaba, el rostro decaído, comenzando a dar marcha hasta el otro extremo de Myrkvidr. La pesada atmósfera nació de la soledad y el nocivo olor de aquella densa neblina que abarcaba casi toda la vista de la diosa. Freyja fue capaz de distinguir con sus ojos senderos de árboles venidos abajo, figuras en el suelo inmóviles que una vez se acercaba en su débil trote logro discernir que eran animales que ahora yacían sin vida debido al toxico ambiente, no había ningún rastro de fauna viva. . . en el bosque haciendo que la diosa sintiera una incomodidad ya su vez una urgencia cada vez mayor al ver tal desolación. Hermosos ciervos, aves caídas de sus nidos en las copas de los árboles, jabalíes e inclusive imponentes osos yacían ahora muertos y quedando enterrados bajo las capas de nieve que los cubrían hasta no dejar vista alguna de ellos.
Piso una rama y el sonido la hizo ponerse alerta dando un respingo. Escruto con la mirada la fuente de aquel sonido, se dio cuenta que solo había sido ella la que piso aquella rama bajo su pie, pero el dolor y el malestar corporal que la acompañaba la hizo fruncir el ceño en una mueca. Apretó sus manos y volvió a mirar al frente, ignorando la ruina que la rodeaba, y empezó a trotar con las fueras que le quedaban dando amplias zancadas, las heridas le ardieron pero era algo que podría sobrellevar. Tuvo cuidado en no tropezar, no tenía las energías para desplegar sus alas divinas y despegar a las alturas, ni siquiera se sentía capaz de adoptar la forma de un halcón, pero corría lo más rápido que pudo para llegar al otro extremo del bosque dejando atrás de si Múltiples cuerpos sin vida de la ahora perdida fauna del bosque.
El cielo relampagueo por un instante, rayos azules destilaron en el firmamento iluminándolo por un fugaz instante mientras el poderoso tronar de los mismos resonó por todas partes. El gélido clima empezaba a sofocar a Freyja, sentía como las fuerzas la abandonaban pero se resistía a ceder ante el cansancio, su corazón latía con vigor y le daba las fuerzas de continuar su marcha. En aquel ominoso bosque de las sombras el único sonido que sonaba en el mismo era el de la agitada respiración de Freyja y el de los cada vez más lejanos relámpagos del firmamento.
<<Tengo que llegar, rápido, ¡Antes de que sea demasiado tarde tengo que sacarla de ahí!>> Pensó Freyja, apretando los ojos cada vez más húmedos. Chasqueo los dientes y acelera el ritmo. <<¡Tengo que llegar para la evacuación!>>
Su cabello rubio oteo con el viento invernal y golpeo con sus botas el suelo nevado, la nieve parecía adoptar el color negro de las sombras del bosque y del cielo, y tras unos pocos segundos más Freyja logro divisar el final del camino, la salida del bosque en su área limítrofe que daba al exterior del mismo. El corazón de Freyja Martilleo y sus ojos parecieron mostrar un brillo expectante, finalmente podría salir de Myrkvidr y llegar a su destino.
De pronto el cielo se volvió a destellar, y en lugar de unos rayos celestes que iluminaban el cielo con su atronador poder, rugieron con vehemencia y con mayor poder eléctrico unos relámpagos dorados oscuros a la lejania. El sorpresivo tronar de los rayos tomo por sorpresa a Freyja quien aun ignorando el cielo como podía le fue imposible no ser sorprendida por el gran resplandor de aquel fenómeno del cielo. La sorpresa fue tal que termino por descuidarse en su carrera, tropezando con una protuberancia entre la nieve la diosa termino por caer de bruces contra la nieve.
La diosa nórdica golpea aireada con su puño la superficie de nieve donde había caído, maldiciendo y quejándose de su torpeza, la diosa se da la vuelta para ver el montículo de nieve con que se había tropezado con el ceño fruncido solo para sentir como su rostro. . . . se suavizaba al ver que tras su caída había apartado una parte de la capa blanca de nieve revelando un nido de aves roto con sus huevos fracturados. Se hizo el silencio en el inhóspito bosque. Freyja sintió un escalofrío y se levantó oteando rápidamente la vista para analizar el firmamento que se alcanzaba a divisar.
Buscaba, casi con urgencia y necesidad, la presencia de esos relámpagos celestes otra vez. No volvieron a iluminar el cielo de nubarrones.
<<No...por favor que no sea verdad...>> Ideas preocupantes surgían de sus pensamientos. Suplicaba que no fueran reales.
Ya de pie, Freyja, volvió a dar marcha al final del bosque. No volvió a tropezarse, tuvo cuidado de no hacerlo, pero los nervios los llegaba a sentir hasta su garganta llegando a sentir una falta de aire asfixiante. No se encontró más cadáveres de animales inmóviles en aquella recta hasta el final del bosque o si los había la propia diosa hizo un esfuerzo en lograr ignorarlos para poder disminuir sus preocupaciones. Sus miedos crecían con cada paso que daba. La ausencia de luces en el cielo la perturbaban y la hacían temer de cruentas posibilidades. El desastre ambiental que había recorrido antes de si quisiera llegar a adentrarse en Myrkvidr le hacían querer llorar desesperada por los horrores que llego a contemplar.
Una vez salió del bosque un terrible olor se presente. Abró los ojos angustiada al reconocerlo y ver que ahora tendría que escalar un riesgo para poder salir de la hondonada en la que se encontraba ahora. Exhausta logro divisar entre la oscuridad del cielo altos torreones de humo en la lejanía. Aquellas fuentes de humo fueron cuentos que impulsaron a Freyja a seguir adelante, quería ver el origen del humo, deseaba averiguarlo mientras un terrible presentimiento surgía desde lo más profundo de su mente traicionera y entre más se aproximaba a la cima del risco más intenso se hacia. . . . la preocupación de la deidad nórdica.
Escalo hasta la cima con la mirada gacha, temerosa, asustada de las propias ideas que se empezaba a hacer ella misma. Fue entonces que una vez logro salir de la hondonada por la que había salido del bosque, se irguió, hizo una suplica ansiosa levantando la vista con sus ojos entrecerrados para ver aquel lugar al que tanto ansiaba llegar, aquel reino al que deseaba volver a ver. . . . . en su gloria y aquel que podía llamar hogar.
Solo para abrir los ojos por completo, llevándose un susto de muerte que le hizo perder el control de su cuerpo. Con sus labios temblorosos y con sus ojos humedeciéndose no fue capaz de retener el lagrimeo. Freyja vio en un estado catatónico el como una ciudad, antiguamente hermosa como ninguna otra, era devastada por las llamas doradas que sellaban la caída de una dinastía.
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Freyja volvió a abrir los ojos, de par en par, de pronto. Levanto la cabeza bruscamente sintiendo como su pulsación estaba acelerada se llevaba una mano rápidamente al pecho, su respiración también se aceleraba mientras sentía como sus ojos se cristalizaban por la humedad de sus lágrimas que caían por sus mejillas. En silencio reparo en que estaba sobre una superficie suave y cómoda, era el colchón de una camilla y se encontraba arropada entre sabanas del mismo color.
La confusión se dibuja en su rostro. Rápidamente comenzó a escudriñar el lugar en el que se encontraba llevándose una sorpresa inquietante al darse cuenta de que estaba en una gran habitación completamente blanca, un espacio pálido, casi vacío en su totalidad más allá de unos pocos muebles pegados a las esquinas y una silla. . . . . de color negro a unos metros adyacentes a la camilla en la que reposaba la diosa.
La habitación blanquecina estaba vacía, no había ninguna clase de objeto sobre aquellos muebles, mucho menos en las repisas en las esquinas de las paredes al otro extremo de la habitación, las cuales casi pasaban desapercibidas para la diosa al mezclarse con el cándido color de la estancia. Adyacente a la cama en la que se encontraba la diosa, quien seguía analizando inquieta, se dio cuenta que en una de las paredes se encontraba una puerta de hierro, su color era el mismo que el resto de la habitación, pero logro distinguirla gracias a una ventanilla con rejillas en la misma. La ventanilla estaba cerrada. Era imposible para la diosa ver que había al otro lado.
Los ojos verdes de la diosa carecían de brillo, su mirada melancólica y cansada observaron como al otro extremo de la habitación, contrario al extremo donde estaba la cama puesta, había una ventana de cristal con rejas, única ventana en toda la habitación que a través de su cristal le permitió a Freyja ver escasamente el exterior. Caía el granizo, una lluvia de granizo y nevada aurea que dejo a la reina de Helgafell en silencio. Una mueca de incredulidad se formó en su rostro al ver que por aquellos vidrios se filtraban los rayos anaranjados y dorados de la tarde. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí postrada?
<<Este lugar...>> pensó la diosa, terminando de inspeccionar la habitación, pero quedándose consternada viendo la ventana y la restringida vista del mundo exterior. <<No conozco este lugar. Este no es mi hogar. Yo estaba...>>
Freyja rápidamente reparo en algo que le hizo sentir un gran escalofrío por todo su cuerpo. Viro la mirada hacia abajo suyo, y se quitó las sábanas que la arropaban para inspeccionar su propio cuerpo ensanchando los ojos al confirmar sus ideas; Seguía llevando puesto su mono negro, sus mismos botines, con la excepción de sus guantes negros, pero todo estaba hecho girones mostrando heridas y cortes en su piel que dejarían cicatrices. Incluso la propia tela de las sábanas que envolvían el colchón y la sabana estaban manchadas de rojo. Su sangre.
El sonido de la nieve aurea golpeando el cristal de la ventana, la resonancia del granizo era lo único que interrumpía el silencio en aquella habitación blanca. Freyja sintió como las fuerzas de su cuerpo la abandonaba. Sus ropajes oscuros cubiertos de girones y manchones rojos. De pronto, con un semblante catatónico, la mujer empezó a recordar que la había llevado a su estado actual. La responsable de sus heridas. Rememorando los últimos momentos de sus lucides antes de caer en un estado de inconsciencia recordó aquella figura acorazada portadora de dos espadas dobles.
El sonido de aquellas hojas cortando el aire, los estallidos provocados en medio de su pelea, el ardor ígneo de las llamas doradas. El temblor final que se sintió en aquel desconocido páramo desolado. Freyja, con los labios entreabiertos y con su cuerpo inmóvil, llegó a sentir un escalofrío al recordar como aquella diosa, se alzaba ominosa ante ella superándola. Por reflejo se llevó una mano a su cabeza, apoyando su cara en su mano débilmente sintiendo un dolor de cabeza y un ardor en todo su cuerpo como si todas las heridas que había sufrido se encontrarían volviendo a abrir.
<<Mil años en que estoy así...>> pensó Freyja, se limitó a ver por el rabillo del ojo aquella ventana, aquel único puente que le permitía ver algo del exterior y, sin embargo, apenas solo podía ver más y más. . copos de nieve cayendo con más fuerza. Copos que volaban en todas direcciones, guiados por el viento que los acompañaba, libres hasta precipitarse contra el suelo.
Los recuerdos de su sueño aun le eran posibles de recordar, eran recientes, más que un sueño, o si quiera una pesadilla, más le resulto un triste recuerdo arraigado. Cerro los ojos con fuerza, apretó sus labios y se pasó la mano por el rostro aguantando soltar un sollozo. Tras volver a abrir sus ojos y ver aquella ventana, llego a sentir que estaba siendo observada, como si aquel ventanal fuera un ojo juzgándola con la mirada. Se reclino en su lugar.
<<¿Estoy delirando?>> Se sentía insegura. Odiaba se sentía insegura e indefensa. <<¿Estoy delirando, padre?>> Sintió un nudo en su garganta siendo incapaz de expresar sus palabras, haciendo una mueca mientras se llevaba las manos a la cabeza sintiendo como el dolor se hacía más molesto y constante. <<¿Qué debía hacer? ¿Qué debería hacer para conseguirlo?>>
¿Podría haber cumplido su meta? Se preguntaba Freyja, los registros Akashicos, aquella fuente de información y tesoro familiar había sido destruido. El sentimiento de haber fracasado en no solo no haber conseguido averiguar lo que planeaban sus enemigos, sino que también haber sido incapaz de salvar aquel patrimonio, le hacía sentir derrotada, pero sobre todo humillada.
Consternación, aflicción, pérdida, odio, desesperación. Sentimientos que sentían tanto contra aquella diosa desconocida, y consigo misma por fracasar. No sabía dónde estaba, se encontraba lejos de casa, lejos de sus hijas, ¿Debió haber escuchado a su hija cuando le advirtió sobre los riesgos a los que se estaba metiendo?
De pronto una idea surco su mente, una cuestión y duda que tenía. El recuerdo de la derrota se intensificaba y entre más prominente se hacia más se preguntaba aquel hecho.
<<¿Por qué yo sobreviví?>> pensó la diosa valquiria con desanimo, entre la culpa y dolor en su espíritu divino. Yaciendo sobre aquella camilla inmóvil en silencio sepulcral. <<¿Por qué sigo vi...>>
Absorta en sus pensamientos no pudo darse cuenta de unos lejanos pasos que se fueron haciendo más destacados hasta que empezaron a sonar al otro lado de la pared cercana.
El suave sonido de los pasos no llega a oídos de la distraída Freyja hasta que estuvo al otro lado de aquella puerta de aquella puerta de hierro en uno de los muros adyacentes a la camilla de la diosa. Al escuchar unas voces al otro lado, Freyja se sintió como su corazón martilleaba, esperando lo peor. Aquel sonido había resultado sorpresivo, tanto que le dio un respingo, pero no se movió de la cama. No tenía las fuerzas para actuar ni reaccionar.
De querer hacer algo, ¿Qué podría hacer en su estado actual? Se limito a bajar la cabeza, reclinada como estaba, casi en un estado de sumisión.
La puerta se abrió con haciendo ruido en toda la estancia y del umbral emergió una figura alta y robusta que agarro la perilla del portón para cerrarlo detrás de suyo. Freyja no levanta la mirada, solo se limitó a escuchar como aquella figura cerraba la puerta y recorría el interior de la habitación con sus zapatos sonando con suavidad.
La nueva presencia continúa caminando por la habitación, en silencio, hasta detenerse unos seis metros de distancia de la camilla en la que descansaba la diosa. Expulso un largo y pesado suspiro, girándose y dirigiéndose a la reclinada mujer.
—Agradezco que no hayas intentado hacer algo desde que despertaste... —declaro con voz masculina. Sonaba pesada, casi perezosa, pero a su vez con un grado de familiaridad que captó la atención de Freyja — Suficiente alboroto ha generado aquí hoy, para todos y para ti misma.
De pronto Freyja alzo la cabeza lentamente, tras reconocer esa voz por un momento sintió una urgencia de comprobar sus sospechas, y entonces vio con gran sorpresa reflejada en su mirada a aquel hombre que había venido a verla. Al levantar la vista Freyja se encontró con un hombre de rostro adulto y de una constitución robusta, llevaba una barba apenas visible en su rostro. Llevaba puesto un uniforme que consistía en un chaleco blanco sobre una camisa gris ligeramente abierta que dejaba ver un poco de su pecho por estar mal abotonado y una parte apenas metida bajo el pantalón turquesa que llevaba puesto. Su cabello castaño desgreñado daba la impresión a Freyja de que aquel hombre poco cuidaba su apariencia, pero se fijó pronto en una insignia que tenía abrochada a su chaleco.
Era una insignia de oficial nórdico, su blasón era la imagen de un sabueso turquesa mordiendo unas cadenas con sus colmillos sobre un campo blanco. Freyja intenta abrir los labios al reconocer a aquel hombre que volvió a soltar un pesado suspiro mientras se rascaba la nuca.
—Entonces quedaréis en silencio. —dijo el hombre mientras terminaba de rascarse la nuca viendo a Freyja e inspeccionando el rellano donde estaban con sus ojos marrones oscuros hasta volver posar su mirada sobre la rubia, cruzándose de brazos— No me sorprende con lo débil que has de estar, pero aun así...
El Aesir cerró los ojos al escuchar como la Ásynjur llamarlo sobresaltada por su nombre y luego los volvió a abrir. Hermond entorno su mirada hacia la silla que se encontraba a pocos metros separados de la cama en la que estaba postrada su hermana, tomo el asiento con uno de sus brazos y para acercarlo a él y sentarse, en silencio sin dejar de ver a la diosa. . que ahora parecía más vuelta en si misma que antes.
Ambos se quedarían viendo el uno al otro en silencio, hasta que el Aesir noto como su hermana movía débilmente los labios, y posteriormente desviar su mirada de él. Freyja se sintió fulminada ante la seria y férrea mirada de su hermano.
—Me imagino lo confundido que tiene de estar en estos momentos. —dijo Hermond por lo bajo a la vez que bajaba la mirada un momento, pero audible para su hermana, así rompiendo un poco el silencio— He de decir que costo bastante traerte aquí así que lo mejor es que hablemos claramente el uno con el otro .
Hermond levantó la vista otra vez y ahí vio a la Ásynjur. Freyja todavía no le devolvía la mirada, quedándose con la mirada gacha viéndose las piernas envueltas por las sabanas manchadas de rojo que no pasaron desapercibidas para el uniformado dios. La reina valquiria parecía estar ensimismada en sus pensamientos, confundida.
—Freyja... —murmuro el Aesir. Su mirada se suavizo un momento luego de un pesado suspiro— Necesito que me respondas esto, ¿Qué fue lo que sucedió? —pregunto con un tono más suave y empático logran captar la atención de su hermana por unos momentos— ¿Qué fue lo que hiciste?
La reina valquiria se enarco las cejas ante la pregunta de su hermano. Freyja intenta escudriñar en las facciones de su hermano, intentando averiguar a que se refería, confundida aun por su situación actual y en donde se encontraban ambos ahora mismo. No obstante, un pensamiento aún resultaba lúcido para ella en aquella confusión dándosele así energías para formular palabras.
— ¿Dónde estamos, Hermond? ¿Dónde estamos ahora mismo? —inquirió la mujer viendo a su hermano con sus ojos verdes esmeralda— Este lugar no es el Fólkvangr ni mucho menos...
—Freyja... —mascullo, frunciendo el ceño durante un momento, por la respuesta de la diosa. Se quedó observando como esta empezaba a preguntar cosas a la vez que sobresaltándose y escuchando la cadencia de su voz.
—¿Cómo llegar aquí? —pregunto, sin dirigirle la mirada al Aesir— Lo último que recuerdo fue que caía inconsciente luego de que...—se detiene en seco, agarrando las sabanas que la arropaban hasta arañarlas con sus uñas clavadas tras ver por sus ojos la fugaz silueta de la Antivalquiria esgrimiendo sus sables— ¡Necesito llegar ahora mismo al Fólkvangr...
—¡Freyja!
El grito de arrepentimiento de su hermano hizo que la diosa se retrajera hasta el borde de la camilla por el respingo que se llevó al escuchar el exclamar del dios nórdico. La voz de Freyja que antes estaba resonando en el rellano se redujo a inentendibles tartamudeos que se forzó a detener. Los ojos esmeraldas de la diosa cruzaron miradas con los cafés de Hermond, este último dedicándole una severa mirada que la reducción todavía más.
—Estoy hablando en serio, Freyja. —gruño Hermond, apoyando sus hombros con sus rodillas sentado en la silla al lado de la cama— Necesito respuestas de que sucedió allá fuera. ¡Escogiste el peor de los días para armar un alboroto! —se queja alterado, casi saltando de la silla dejando salir algo de sus alterados sentimientos que le hacen subir el tono de voz haciendo que Freyja torciera los labios en una mueca afligida. Aquel ceño fruncido no paso desapercibido para el uniformado aesir—Por favor.
Vuelve a acomodarse en su asiento pasándose la mano enguantada por el rostro. Hermond se sienta dejando el rellano en silencio mientras espera una respuesta de Freyja. No obstante, esta no llegaba, la gobernadora de Helgafell estaba siendo azotada por una incontrolable inseguridad a los ojos de su hermano. Hermond aprieto los labios antes de seguir.
—Si te digo estamos vas a colaborar? —agrego notando como la enervada rubia asentía lentamente, pero eso no deja satisfecho al castaño— Hermana, por favor, confía en mí y ten seguridad de hablarme, ¿Sí? —suavizando su rostro para dedicarle una mirada de confianza a la Ásynjur y haciéndole un gesto para motivarla a hablar.
—Está bien, Hermond. —espeta la diosa recuperando la confianza en su hablar, pero todavía cabizbaja— Lamento mi...reacción previa.
—No te preocupes que eso es lo de menos. Crema. —Hermond se cruza de brazos y asiente satisfecho por escuchar la voz de la mujer — Ahora bien, respondiendo tu pregunta: Estas, o más bien estamos, en el viejo folkmoot del Valhalla, en la avenida de Fensalir, Freyja. Te trajimos aquí luego de desastre que se presentó cerca de donde debía de encontrarse el complejo de...
Hermond se detuvo quedándose, viendo a la Ásynjur y el como las respuestas que esta tanto ansiaba más que tranquilizarla la terminaron por sobresaltar haciendo que ensanchara los ojos en una mueca de espanto.
—Freyja? —cuestiono o más bien llamo sintiendo una creciente preocupación al ver como la madre de las valquirias se giraba bruscamente para intentar levantarse. Aquel brusco movimiento hizo al uniformado sobresaltarse haciendo movilizarse rápidamente para intentar detenerla agarrándola de los hombros— ¡¿Qué es lo que te sucede?!
—¡Suéltame, Hermond! ¡No debo estar aquí! —dice alterada la diosa de Helgafell luego de quitarse las sábanas que la envolvían al ver como su hermano la agarraba de los brazos para que permaneciera en cama— ¡Necesito ir al Fólkvangr rápido! ¡Mis hijas pueden estar corriendo peligro!
El forcejeo de ambos hermanos continuo durante casi un minuto en el que Hermond logro detener a Freyja de intentar irse escuchándola soltar murmullos inentendibles y sobre todo intentando controlar su pánico. Quería evitar que esta se sobreesforzará para evitar que sus heridas se abran, la falta de energías de la debilitada diosa logro hacer que el forcejeo entre ambos no se extendiera hasta que finalmente Freyja dejo de intentarlo.
—Por favor, hermano...—dice apretando los dientes viendo a Hermond a los ojos. El aesir sintió un nudo en la garganta al ver el rostro de súplica de la mujer—Necesito ir rápido a evitar alguna tragedia...
—Freyja, cálmate, por favor. —dice preocupado dejando a su hermana en la cama, soltándola, confiando en que esta no intentaría nada y para su fortuna esta permaneció sentada en el centro de la camilla. Hermond frunció el ceño antes de continuar— ¿Qué demonios sucedieron para que te pusieras así?
—No lo entiendes, Hermond. Esto va más allá de lo que te imaginas. —dice retorciéndose en su lugar, abrazándose a si misma con fuerza y con una mirada traumada dejando en silencio al uniformado dios al lado suyo quien preocupado se dispone a hacerle preguntas a su hermana—
Y tras unos segundos de silencio para darle un descanso a su hermana, el dios pregunta:
— ¿Eso tiene algo que ver con la destrucción de los Registros Akáshicos?
La pregunta detiene a Freyja en seco. El rostro perturbado de la diosa transformándose en una mueca de sorpresa e incredulidad ante la pregunta que acababa de escuchar. Rápidamente entorno su mirada para cruzar miradas con su hermano, el cual examina las reacciones de la rubia frunciendo el ceño provocada por la disruptiva pregunta.
—¿Qué...? ¿De-de que estás hablando? —farfullo Freyja, pareciéndole inconcebible la sola idea de haber escuchado aquella pregunta venir de su hermano.
—Los Registros Akáshico...—continua el aesir firmemente aun con las dudas que tenía— todo el edificio, el complejo de los Registros Akáshicos, que se encontraba en el Valhalla fue...devastado de un momento a otro. —aquellas palabras, entre más avanzaban, dejaban más consternada a la reina de Helgafell ante lo irreal que sonaba, pero, aún así, sus recuerdos de su experiencia dentro del complejo la forzaban a comprender— De un momento a otro, todo el edificio desapareció de la urbe de edificios y hogares del Valhalla. Los pocos testigos dijeron que parecía como si hubiera sido arrancada del suelo donde fue construido, como si se hubiera teletransportado toda la estructura.
<<Ese lugar, ese reino perdido...>> Entre más iba contando Hermond más entonces iba recordando y entendiendo a Freyja. Por su mente pasaron los recuerdos, como si de epifanías se tratasen, de toda la feroz batalla que tuvo contra aquella caballera divina, esa Antivalquiria como la propia Freyja bautizo para sí misma en combate. El choque de sus sables, el empleo exhaustivo de sus habilidades con el Seidr hasta la imagen del como durante su batalla aquel sagrado patrimonio de lo mortal y lo divino fue reducido hasta sus cimientos sin oportunidad de rescatar nada. <<Fue ella. ¡Ella nos llevo a mi junto a los Registros Akáshicos a su reino!>>
—Y luego de un rato, cerca de una hora tras la desaparición del edificio...hubo un estallido que sacudió gran parte del Valhalla. —continuo Hermond atrapando la atención de Freyja quien escucho atenta— Los edificios cercanos sucumbieron ante el temblor, apenas la noticia llego a mis oídos hice despliegue a todas las fuerzas antidisturbios bajo mi jurisdicción para llegar pronto a la escena y descubrir que sucedió en este. ..Atentado.
Las últimas palabras las dijeron con especial gravedad, casi pareció arquearse de solo pronunciarla mientras miraba a Freyja. La reina valquiria entendiendo la mirada de su hermano, sabía lo que buscaba decirle.
—Y ahí, llegando justo antes de que lo hiciera un regimiento de caballeros negros, te encontramos entre los escombros de lo que alguna vez fueron los Registros Akáshicos, Freyja. —dicto Hermond con seriedad ya su vez inquietud. La incredulidad se dibujo en el semblante consternado de Freyja.
—Los Registros Akáshicos...—pronuncio Freyja con aires derrotistas.
—Se han ido y para siempre, hermana. Cerramos las calles haciendo retenes, las avenidas y todo camino que condujera a ahí, aseguramos a los civiles afectados con los derrumbes de sus hogares aledaños y luego llegaron ellos, los caballeros negros, encabezados por su capitán sentenciando que te entregáramos. —la disconformidad se notaba en la voz del Aesir, apretando la tela de su pantalón conteniendo su frustración—
Hermond se detuvo para sacar, detrás de su cinturón, una cantimplora de plata abriéndola para así tomar de este un trago de alcohol. La habitación quedo en silencio durante cerca de dos minutos en los que Freyja empezó a divagar en la confección de los hechos de su hermano, entre más lo pensaba más fruncia el rostro de imaginar el como aquella casa del saber, llena de acontecimientos históricos recopilados y Traducidos de distintas culturas de la historia humana y divina, fueron reducidos a una montaña de escombros. Freyja no pudo evitar quedar cabizbaja del solo hecho de imaginar que fue su culpa.
Escucho como a su lado Hermond terminó de beber aquel trago, fue entonces que una duda cruzo por los pensamientos de la madre de las valquirias. Dispuesta a cortar el incomodo silencio pregunto:
— ¿Cómo evitaron que los caballeros negros me llevaran y me encerraran en uno de sus calabozos?
La pregunta llamo la atención del uniformado. No contesto de inmediato intentando mostrarse impasible mientras cerraba con tapa su cantimplora antes de darle una respuesta. Una vez sellada decidió entonces responderle:
—Fue difícil, no tengo idea de que estabas haciendo ahí pero casi te llevan, por más que fuéramos más asgardianos que eslavos en ese momento la sola presencia de esos oscuros guerreros intimidaría hasta a los más fieros Berserkers. —su rostro se deformo en una mueca afligida— El capitán de esa nutrida, Dazhbog, casi te toma por la fuerza si no fuera por gracias a las órdenes directas de arriba, de la mismísima Orden Dorada. —al pronunciar aquellas palabras hizo que Freyja tuviera un sobresalto y la incertidumbre la abordara—
—¡¿De la Orden Dorada?! Pero...eso no tiene sentido...
—Aun que no te lo creas, y igualmente difícil de creer para mi también, resulta que alguien abogo por ti sirviendo como intermediario entre nosotros y los de arriba. —agrego Hermond, sintiendo como consecuencia algo de calma— Parece que aún tras casi un milenio de separación sigues teniendo el beneplácito del Allmáttki. —encogiéndose de hombros término de hablar viéndola.
<<Es...¿Es enserio? ¿Hermano tú aún confías en mí?>> El corazón de Freyja empezaba a bombear alegría y júbilo, la sorpresa y un casi olvidado sentimiento de admiración nace en su psiquis al escuchar las palabras de su hermano Hermond. <<Aun tras casi un milenio desde que nuestra familia se separó...aun me tienes estima. Gracias Thor.>>
El sentimiento de gratitud inexpugnable de Freyja se refleja en su rostro, esto no pasa desapercibido para el aesir a su lado. Hermond comparte el sentimiento, pero en su rostro se dibuja nuevamente una seriedad que le hace reprimir esos sentimientos, por más que no quiera.
—Todavía hay algo que no has respondido, Freyja. —dice haciendo que Freyja vuelva a dirigirle la mirada— Ya te respondí lo que querías saber, así que ahora tendrás que responderme lo que necesito saber yo. —la seriedad con la que el aesir dice sus palabras deja absorta a Freyja sacándola de sus pensamientos anteriores. La nórdica le responde con un movimiento afirmativo de cabeza el cual corresponde—Gracias. Ahora retornado a lo que decíamos: ¿Qué es lo que sucedió en los Registros Akáshicos? Por que hay muchas cosas que no me cuadran.
Freyja se forzó a no hacer ninguna mueca que la incriminara. Si bien tenía el beneplácito de la duda de sus hermanos aún seguía siendo sospechosa de aquel atentado contra los patrimonios divinos. Tenía que sincerarse, aunque no sabría si le creerían.
—Se que lo que contare te va a hacer dudar, pero por favor, por más difícil de creer que sea tienes que hacerlo, hermano. Por favor. —le dice en forma de súplica al dios que se encontraba a su lado. Ahora más calmada la diosa se avergüenza de su actitud tan impulsiva cuando tuvo que ser retenida por él. Hermond asintió con la cabeza indicándole que continuaría—Bien. Estaba dentro del edificio, tras...adentrarme en el mismo terminar por profundizar en sus pasillos. No fue fácil entrar y al hacerlo fui adentrarme más en el complejo, ir a los pisos superiores, investigar y evitar encontrarme con los caballeros negros que estaban fuera del edificio.
Entre más avanzaba la conversación, Freyja dejo de observar a Hermond, sabía que estaba confesándose y que tendría que responder más preguntas de este después sobre todo por los hechos que estaba contando.
—Estaba ahí, en medio de la oscuridad de los pasillos apenas iluminados por las lámparas y luces interiores del mismo edificio. Todo estaba en silencio, me encontré sola en el rellano hasta que...Me encontré con algo. —acallo Freyja durante un instante. Un instante que el atento Hermond no pudo pasar por alto.
—Algo? —inquirio, estudiando el rostro de su hermana para asegurarse de que dijera la verdad: Vio como el rostro de la diosa del amor era invadida por un imperioso e invasor sentimiento en su narración de los hechos.
—O más bien alguien. —continuo. Apreto los labios y frunció el ceño antes de seguir— Era una caballera divina, no un caballero negro por como aun que complicado habría logrado despachar a uno o varios, no obstante, esta caballera estaba ataviada con una armadura plateada y reluciente, armada con dos. . . espadones y con su frío acero de su yelmo estaba totalmente deshumanizada mientras me atacaba. —entre más continuaba con su narración la diosa sentía que la furia y el rencor volvía a surgir dentro de ella— Me humillo, sin importar cuanto me esforcé en luchar contra ella y salir de ahí ella realizaba unos embates y habilidades como guerra que no vi ni en los héroes nórdicos más poderosos que pisaron mi país. Fui superada, derrotada y obligada a ver como todo el edificio que tanto atesoré con mis hijas era reducido a polvo.
Hermond cierra los ojos, pensativo de las palabras que escuchaba venir de su hermana. Freyja no aseguraba nada, pero al ver como su hermano se cruzaba de brazos con fuerza le daban una idea de lo inquieto que puede estar ante lo que escuchaba.
— ¿Tienes alguna idea de quién se trata? ¿Crees que fue una semidiosa o directamente una diosa bajo el mando de la Orden Dorada? —inquirió con aprensión volviendo a abrir los ojos encarando a su hermana—
—No tengo idea, si ni siquiera sabia de la existencia de esta...Antivalquiria. —nombro Freyja, provocando que Hermond enarcara las cejas ante aquel epiteto tan críptico en el testimonio—
La quietud reino en la estancia para ambos solo interrumpida por los azotes invernales de la nevada del exterior golpeando la única ventana del rellano. Hermond permaneció en silencio solemne ante las palabras de su hermana, llevándose las manos a los bolsillos escuchando y viendo como esta reprime a duras penas las ganas de sollozar. El dios nórdico se toma su tiempo antes de responderle.
—Tus valquirias son fuertes, Freyja, estarán bien. —comenta Hermond, tras un silencio viendo a su hermana— sumado a lo seguro que es el Fólkvangr desde que lo construyeron en la cima de Helgafell no hay un lugar mejor protegido en todo el país que esa fortaleza para ellas.
El comentario Hermond cala en Freyja haciendo que esta respondiera con un movimiento afirmativo de su cabeza, no obstante, aun mostró arqueadas de solo recordar a aquella criptica divinidad y las peores posibilidades que podrían desencadenar su inesperada aparición. Aquella duda que la perturbaba tanto le hizo ignorar a su hermano, quien a su lado arrugo el ceño a su costado.
—Freyja... —dice por lo bajo, pero siendo suficiente para que la diosa oteara la mirada hacia él nuevamente para escucharlo— Aún hay una pregunta que tengo que hacerte antes de que todo este problema en el que vamos en aumento gradualmente — se detuvo, pensando en sus palabras viendo a su hermana con una mirada severa que la hizo encogerse— ¿Qué hacías en los Registros Akáshicos y como hiciste para escabullirte dentro?
La reina valquiria queda boquiabierta al escuchar la pregunta de su hermano junto a la impasibilidad de su rostro al pronunciarla.
<<Debí verlo venir desde que empecé a dar mi testimonio.>> pensó la Ásynjur con aprensión al sentir la penetrante mirada de Hermond, entreabrió los labios para responder, pero le costó formular palabras. <<No. Se lo prometí, tengo que confiar en él...>> se dijo a si misma y tras eso respondió—Utilice uno de los pasadizos secretos del subterráneo de la ciudad. —Contestó.
Su respuesta hizo que Hermond frunciera el ceño.
—¿Eres consciente de que tras las reformas que instauro el Sacro Imperio tienen prohibidas tú, a la vez que todas las valquirias, acercarte a los Registros Akáshicos? —inquirió el castaño enarcando las cejas viéndola, haciendo que esta se mordiera el labio inferior ante el reclamo de su hermano— Freyja estas en el ojo del huracán ahora mismo a raíz de esto, no debías de estar ahí...No deberías estar aquí . —ladea la cabeza un semblante de preocupación viendo a la callada Ásynjur, esta no contesta a sus reclamos resignándose a escucharlo— ¿Qué te hizo venir aquí? Hermana, contéstame, ¿Qué fue lo que te hizo venir aquí en lugar de permanecer en tu palacio donde debías justo en el día del Parlamento?
Freyja siguió mordiéndose los labios y desviaba la mirada en signo de vergüenza frente al nórdico. Hermond se queda donde esta, sentado, esperando ansioso la respuesta y su hermana ve en su semblante una necesidad de esta, expectante. Freyja sopla tras unos siete segundos en donde los vientos helados no dejaron de azotar el ventanal de la habitación.
—Fu-fue gracias mis consejeros y recolectores de información, hermano. —farfullo contestando al nórdico— Más específicamente a mi maestro de información y los susurros del Ala Conservadora. Fue un plan que estuvimos orquestando, junto a más miembros del consejo de Vingolf, para poder desentrañar y recopilar en el día del parlamento la mayor cantidad de información secretos de los archivos mitológicos que se encontraron en los Registros Akáshicos...
Junto a la finalización de la cadencia de la voz de Freyja esta se dio cuenta como la habitación había quedado en silencio. Oteo con su mirada a su hermano esperando algún comentario, pero este le respondió levantándose de la silla sobresaltando a Freyja al ver como este se pasaba la áspera mano por el rostro consternado.
—Hermano yo... —intento llamarlo, pero...
—Esos malditos de Vingolf te han llenado la mente de sus pretenciosas filosofías y su idiosincrasia... —maldijo por lo bajo dibujándose en su semblante un sentimiento de pena y decepción que ponen de piel de gallina a la nórdica— ¡¿En que estabas pensando?!
—¡Hermano si me dejas explicarte yo...—se intenta levantar de la cama para responderle, pero el nórdico exclama con fuerza haciendo que su voz reverberara en las paredes.
—¡¿Explicar qué?! —vocifera encolerizada— ¡Qué la diosa gobernante de la capital de todo el país estuvo infiltrándose en territorio imperial que esta fuera de su jurisdicción para robar información confidencial! ¡¿No pensaste en los riesgos que estabas corriendo?! —dice apretando los dientes clavando su mirada crítica sobre la diosa— ¡Pudiste haber muerto!
Hermond dio un paso adelante aun con su mirada crítica sobre la nórdica, pero se llamó un momento al escuchar como unas palabras salían de sus labios.
—¡¿Crees que no sabía el riesgo de esta causa?! ¡Lo sabia muy pero muy bien! —exclama Freyja sorprendiendo al nórdico— ¡Y por ese mismo motivo es que lo hice! No quería y no podía quedarme de brazos cruzados sin hacer nada mientras esos tiranos se sientan en sus tronos sin que nosotros hagamos algo. —el semblante de Hermond se ensombreció— Llevo...mil años en este estado...y debe de...
—¿En eso se basa todo esto? —inquiere el dios nórdico deteniendo a su hermana quien se queda viendo el semblante severo del castaño— ¿Todo esto se basa en cómo te sientes tú después de todos estos años? ¿Ponerte en riesgo por literalmente una causa perdida que te metieron en la cabeza los charlatanes que ahora pueblan Vingolf? Esto es solo una...Vendetta personal tuya.
—¡No es cierto! —exclama la diosa con la voz que queda. Hermond puede notar el nerviosismo en su mirada y en como sus manos temblaba ligeramente—Estoy harta. ¡Estoy harta de quedarme viendo como esos malditos nos quitaron todo lo que perteneció en su momento! Nuestras ciudades, nuestra cultura, nuestros amigos y familia...—dijo haciendo que el rostro de Hermond se ensombreciera— Yo...solo deseaba prevenir una tragedia como la que sucedió en el pasado...ayudar...
Se hizo un gelido silencio entre ambos hermanos. Los dedos de Hermond se aferraron al espaldar de la silla mientras su cabello tapaba sus ojos y Freyja sintió la pesadumbre que se cernía sobre su hermano mayor. Freyja buscaba una respuesta a la vez que añoraba el apoyo de este.
—Yo también pensé así...en el pasado...—bisbiseo Hermond, la voz sonando cansada levantando la vista viendo a su hermana con ojos cansados— Créeme; creí en la misma causa que tú, en los mismos hombres que tú, en la misma esperanza que tu tienes, sin embargo...Solo son sueños que se vuelven efímeros al chocar con la realidad. Una realidad que aceptas. Una realidad que también debes aceptar, Freyja, antes de que te sea tarde. —continuaba viendo suavemente a la rubia que ladeaba la cabeza en negación— Si todo este plan hubiera funcionado, ¿Qué diferencia hubiera marcado con los humanos y contra el régimen? ¿Qué puedes esperar de ellos?
Las preguntas sacudieron a Freyja. El aesir puede ver como esta retiene el impulso de soltar un sollozo al solo escuchar como este la cuestionaba, aquellos gestos de su hermana hacían al nórdico bajar la mirada con pena en un silencio solemne esperando su respuesta...
—Su apoyo...—murmuro la reina valquiria— Esperaba que eso pudiera hacer que creyeran en mí y mi causa...Demostrarles que pueden confiar en su gobernadora y que deseo sacarlos de este régimen en el que están sometidos. Descubrir más cosas de ellos y...de mí misma en el proceso...—dijo haciendo que el nórdico se enarcara las cejas.
—Freyja...No eres una prócer, ninguno de nosotros lo es, esa no es tu vocación. —comento al tiempo que lo decía daba un vistazo al único medio de vista al exterior: la ventana, aquella fuente de luz que se filtraba— Tu vocación es ser una reina...
—Yo no lo pedí...—interrumpió Freyja—
Ante la irrupción de las palabras de la madre valquiria, el nórdico, se detuvo notando algo en la voz de su hermana: Remordimiento y dolor espiritual.
—Yo no pedí esta vocación que se me fue dada...—prosiguió farfullando, apretando las manos en puños donde con la fuerza ejercita termino incrustándose las uñas ante la sorprendida mirada de Hermond— Días y noches escuchando las suplicas de los hombres, familias que piden mi bendición, personas que exigen salvación por mi mano ante los juicios que han sentenciado los de más arriba contra y estos mismos echándome la culpa de sus tragedias solo por ser incapaz de negarme a los castigos. —se esforzó en contener un sollozo, sin embargo, le fue imposible sintiendo las lágrimas correr por su rostro— ¿Por qué, hermano? ¿Por qué nuestro padre me dio esta tarea a mí?
La boca de Hermond se queda entreabierta ante el monologo de remordimientos que profesa la madre de las valquirias. El cuerpo de la Ásynjur retiembla por un instante en su totalidad y casi impulsivamente Hermond alza una de sus manos con intención de alcanzarla, pero se detiene. El aseir se reprende a si mismo al ver el estado de su compañera.
—Lo hizo para que aprendiera lo que es la humildad, ¿acaso? He estado intentando saberlo día tras día, noche tras noche, desde que terminaron las malditas Cruzadas del Norte para intentar entender la voluntad de nuestro padre y yo...solo he visto como en el proceso esos déspotas me quitaban todo lo que atesoraba junto al desmoronamiento de todo el Orden de los Aesirs. La ascensión de Thor al trono como rey de los Aesir, la quema de la antigua Vingolf, la opresión a nuestra gente malherida y finalmente...
>> Los juicios del Valhalla hechos por los caballeros negros contra los Einhenjers y las valquirias, hijas mías, que se rebelaron, terminando en la ejecución de todas estas...—ladea la cabeza. El creciente dolor hace que se queda quieta en su lugar ante la mirada de su hermano quien siente como su fortaleza mental se sacude ante su tragedia—Y yo tuve que estar presente en aquella ejecución donde vi el hacha de Perún cercenar sus cabezas en la plataforma . Me obligaron a verlo para que aprendiera la lección junto a mi familia y mi gente.
La diosa se detiene para ver a su hermano y este mirara entumecido el rostro de su hermana en una mueca afligida como ninguna otra de las anteriores. En los ojos esmeraldas de Freyja se reflejaba su perturbado estado.
—Ahí entendí que esta gente, los seres humanos, tuvieron que sufrir cosas semejantes a nosotros y mis hijas, mis pequeñas, dieron su vida por ellos en esta misma causa que terminé adoptando como ellas hicieron en antaño. —continuo mientras notaba como la tormenta de nevada del exterior se detenía dejando ver mejor los diferentes rayos de luz del sol— Quiero entender y simpatizar con ellos y que ellos puedan hacerlo conmigo...
Hermond ensancha los ojos de la sorpresa ante las declaraciones de su hermana, llegando a sentir como su corazón bombeaba emocionado por sus palabras. El oficial aesir estaba por hacer un movimiento para acercarse a su hermana, pero lo reprimió al sentir una vibración en su bolsillo que lo envaro. Aquel gesto arrepentido del nórdico no paso desapercibido para la madre valquiria, quien vio como este sacaba de su pantalón un reloj de bolsillo quedándose, viéndolo.
Y en respuesta a lo que vio este arrugo el rostro en un gesto de impotencia que extraño a Freyja.
—Sí...es muy tarde...
—¿Tarde? ¿Tarde para qué, Hermond? —dijo intentando levantarse de la camilla para acercarse a su hermano— ¿Qué es lo que sucede?
—Se nos ha agotado el tiempo, hermana. —el oficial aesir cierra los ojos en signo de resignación. Freyja no lo entiende, enarca las cejas confundidas hasta que su hermano espeta— El tiempo que nos dio el Almáttki se agotó, ahora yo...lamento decirte esto, hermana. Lo lamento.
—¿Hermano? —pregunto intentando no dejar florecer sus temores—
—Serás...puesta en custodia por nosotros y serás llevada ante la Corte Suprema de los Dioses, el Congreso de Alatyr, para ser enjuiciada por tus crímenes por los cargos levantados en tu contra en nombre del emperador. —pronuncio Hermond, arrugando su frente de las arqueadas que le daba pronunciar aquellas palabras ante su hermana quien era consumida por la quietud del impacto de su declaración— Siendo el Valhalla tierra bajo la jurisdicción del reino de los Aesirs, serás arrestada y llevada por nosotros . Lo siento.
Freyja miro fijamente a su hermano, ladeando la cabeza en signo de negación, catatónica. El corazón de Hermond retumbo de impotencia de no poder ayudarla y en cambio de su cinturón, colgándole en el mismo, saco unas esposas acercándose a Freyja para ponérselas en las manos buscando evitar mantener contacto visual con ella mientras esta murmuraba palabras inaudibles, no la escuchaba. . . , se sintió repulsión consigo mismo al hacerlo.
El sonido de los grilletes hace que el pánico aborde a la diosa quien baja la mirada para ver las esposas cerradas en sus manos. En estas están dibujadas, con color rojo, símbolos rúnicos mágicos de Aegishjalmur. El horror se dibujo en el rostro de Freyja los símbolos brillar de un rojo escarlata en sus manos haciendo que apretar los dientes con fuerza para ver después a su hermano suplicante.
—¡¿Qué es lo que esto sucede, Hermond?! ¡¿Por qué me haces esto?! —le dijo sintiendo como a partir de los Aegishjalmurs una serie de corrientes eléctricas rojas pasaban por las muñecas de sus manos recorriendo sus brazos haciéndola solar un quejido de dolor— ¡¿Dónde está Thor?!
—En el parlamento con los demás gobernadores. —dijo en tono apagado y con una mirada de arrepentimiento al ver a su hermana casi caer al suelo tambaleándose por las corrientes castigadoras— Y yo...solo cumplo con mi deber que se me fue asignado por él...
Hermond tomó por el brazo a su hermana para llevarla afuera de la habitación. El repentino agarre del aesir hizo a Freyja tener un respingo que la hizo gritar para que se detenga buscando el rostro de su hermano para que la viera de frente, pero entre los forcejeos este se volteo a verla y en su rostro solo se refleja aquel sentimiento de culpa corrosiva.
<<Por favor...no lo hagas más difícil.>> Pensó el nórdico viéndola, suavizo el agarre para hacerla entender. Ella dejo de forcejear apretando los labios y avanzando con mirada baja. —Por favor apégate al procedimiento y...todo saldrá bien.
Cavilando en lo que le dijo Hermond, Freyja, solo se resigno a seguir lo que le decía, obedecer, con la cabeza inclinada en gesto de sumisión. Hermond se avergonzó de esto, pero sin más opción sujetando a su hermana, como si de un oficial llevándose a un criminal a un interrogatorio se tratase, salió de la habitación.
Ambos hijos de Odín anadearon por los pasillos de la antigua asamblea. Freyja logro divisar como todo estaba falto de color y en las paredes, armadas, había guardias asgardianos con sus lanzas en mano en posición de guardia, sus armaduras plateadas resonaron una vez Hermond los paso de largo junto a ella y empezaron a escoltarlos.
Freyja intenta evitar mantener contacto visual con aquellos soldados, tratando de sentirse segura y rodeada de sus semejantes. Sin embargo, la situación en la que se encontraba, la hizo sentir inquieta dentro de aquella escolta con la que bajo las escaleras del segundo piso para llegar al vestíbulo. Las ventanas en las paredes daban el vistazo al exterior nevado y con la luz del alba ciñéndose sobre la ciudad.
Una vez llegan a los portones del zaguán. Hermond se acerca a estos para agarrar el pomo y así abrirlas lentamente, inseguro, ante la mirada derrotista de su hermana. Hermond aprieta los labios y da un vistazo a toda la nutrición de hombres de armaduras plateadas, asiente ante ellos, y luego abre la puerta haciendo que la luz del alba de adentre en el edificio y con ello el alzar de la mirada de Freyja.
Y ante la nueva vista que se presentaba ante la diosa nórdica, Freyja, ensancha los ojos dibujando en su rostro un semblante de estar a punto de entrar en un ataque de pánico al ver frente suyo a todo un conglomerado de caballeros negros rodeando el perímetro de la fachada del edificio; Altos guerreros ataviados con armaduras opacas color ónice con bordeados dorados, todos armados con distintas armas que iban desde pesados espadas medievales, espadas rifle, lanzas, martillos y escudos; todos en una formación militar que abarcaba toda la entrada y detrás de todos había un convoy negro con el símbolo de Alatyr en sus puertas.
<<Esto...no puede ser verdad...>> Busca con urgencia el confort de su hermano, sin embargo, solo se encuentra con Hermond dándole una indicación de avanzar sin verla ya que la férrea mirada de este estaba clavada en un punto en especifico. Ella obedeció temerosa mientras que los soldados de plata no cambiaron su formación. La escolta continúa y con armas en mano mirando a los caballeros negros frente a ellos, pero Hermond no despego la vista de algo. <<Que estás viendo...>>
—Se les acabo el tiempo de reunión, oficial.
Una voz fuerte y severa resonó por todo el sector donde se encontraba. De pronto el sonido de fuertes e ininterrumpidas pisadas de grebas de acero se presenta acompañando aquella declaración. Freyja pudo divisar algo entre la multitud: Una figura que hacia que todos los caballeros negros se dispersaron para darle paso y una vez llegó al frente de la formación la diosa nórdica pudo reconocerlo.
Era el mismo oficial de alto mando que se vio una vez llegó al Valhalla que ordeno que se llevaran a un soldado asgardiano que daño uno de los carteles del Sacro Imperio. El volver a escuchar su autoritaria voz autocrática hizo que la desidia se acrecentara en el rostro de Freyja.
Las palabras y la imponente apariencia del dios eslavo hacen que Freyja retroceda unos pasos hasta chocar con uno de los guardias plateados que la escoltaba. No podía dar marcha atrás, su corazón martilleaba con fuerza haciendo que se le pusiera la piel de gallina al ver al comandante de los inquisidores dar un paso hacia adelante seguido de otro que no se detenía.
La reina valquiria estuvo a punto de emplear su transformación de halcón para salir de ahí, sin embargo, cuando intento activar su divinidad sintió un corrientazo eléctrico venir de las runas Aegishjalmur que la detuvieron en seco. Estaba entrando en pánico, pero de pronto sintió algo posarse sobre su hombro. Un contacto gentil.
—Conozco las órdenes, tanto yo como mis hombres. —dijo Hermond captando la atención del comandante a la vez que posaba gentilmente su mano enguantada sobre el hombro de su hermana— Tal y como ordena el Almákkti, aprobado por la Orden Dorada, la enjuiciada debe ser llevada ser llevada sana y salva hacia el Parlamento de Alatyr, sin ningún daño a su integridad una vez estuviera recuperada de su estado de inconsciencia.
Dazhbog se le quedó viendo al oficial nórdico, luego paso su sombría mirada sobre todos los guardias de plata que rodeaban protectoramente a la reina valquiria hasta pasar sobre ella misma. Por un momento el brillo de los ojos esmeraldas de Freyja regresa, mirando sorprendida a Hermond quien la mira asintiendo.
—Se seguirá el protocolo. —dice Dazhbog haciéndose a un lado y ordenándole a su guarnición de guerreros que abren paso a la furgoneta— Andando que se acerca la hora.
Frente a los dos hermanos las puertas de la furgoneta empiezan a abrirse dando un vistazo al interior del blindado vehículo. Los guardias plateados se mantienen en su posición y los dos hijos de Odín intercambian miradas entre la solemnidad de Hermond y la inseguridad de Freyja.
—Vamos, yo te acompañare, hermana. —dice sin quitar su mano del hombro de Freyja, un cálido tacto de familiaridad haciendo que esta asintiera en silencio—
Ambos hermanos empezaron avanzar hacia la furgoneta buscando evitar tener contacto visual con el comandante Dazhbog o cualquiera de sus guerreros. Freyja sintió como el viento frío de invierno soplaba haciendo que sintiera escalofríos que se acentuaban entre más se acercaba a aquel vehículo. Turbulentos recuerdos del pasado empezaron a asolarla, pero de pronto escucho la voz de Hermond susurrarle.
—Iré a Helgafell, una vez termine esto, me asegurare de que estén a salvo. —murmuro a su oído evitando que fuera audible para los demás presentes— No sucederá nada, te lo prometo por nuestro padre.
Aquellas palabras, viniendo de él, hicieron que Freyja no pudiera contener sus lágrimas mirando con una sonrisa agradecida a Hermond quien correspondió con una sonrisa triste.
—Gracias, hermano. —le dijo ya a un metro de la entrada trasera de la furgoneta donde seria trasportada a la acrópolis de la ciudad.
—Cuídate —pronuncio soltando su hombro dejando que Freyja se montara dentro del frío interior de la furgoneta—. Que la sabiduría de Odín te guía, Heidr.
Aquella suplica de buena fortuna sobresalto a Freyja, quien se adentró dándole la espalda a Hermond, rápidamente intentando verlo volteándose, pero se llevó la sorpresa del como las compuertas ya habían sido cerradas dejándola en la silenciosa y fría oscuridad.
<<Heidr...Tiempo sin escuchar ese nombre.>> Pensó sintiendo una inesperada nostalgia en su corazón. Un atisbo de nostalgia que la acompaña en aquella oscura soledad.
Afuera del vehículo Hermond se quedó viendo como el comandante Dazhbog empezaba a darle órdenes a todos sus soldados, ordenando la retirada del perímetro y empezaran a movilizarse para escoltar el convoy. Dazhbog le da un golpe al vehículo blindado para dar aviso al conductor de que ya puede avanzar hacia su destino. El motor rugió y con sus luces encendidas el auto empezó a moverse en dirección al Parlamento de Alatyr.
<<Vas a salir de esta.>> Pensó el dios nórdico antes de darse la vuelta y empezar a darle órdenes a sus hombres. —¡Nos vamos de aquí, señores!
Tras la orden de Hermond este vio a sus guardias movilizarse directamente a buscar vehículos, frente a la fachada de la antigua asamblea Hermond usa unas llaves para abrir un auto de oficial con el emblema de las fuerzas de seguridad del Valhalla. Abra la puerta del asiento del conductor y tras encender el auto haciendo rugir su motor miro el retrovisor para ver como sus compañeros montaban sus propios vehículos de fuerzas oficiales.
<<Vamos a Helgafell.>> Pensó con determinación pisando el acelerador y empezar a conducir para salir del Valhalla junto a sus nutrida de hombres.
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https://youtu.be/OjShZuxd6_8
ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▮▮▯▯▯▯
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El convoy estaba en conducción parsimoniosa. No había ventanillas, ni siquiera para ver al conductor, era una caja de hierro blindado que hizo a Freyja extrañar la suavidad de la camilla donde estaba postrada anterior a su estado actual. Se sentó y recostó su espalda sobre una de las duras paredes metálicas pensando en las palabras de su hermano en silencio. Cada minuto de camino lo sentía casi como una hora, preguntándose a su vez que la había llevado hasta el punto en el que estaba.
¿Qué podía hacer para salir de esta situación? ¿Qué podía esperar de la Corte Suprema? ¿Tal vez podría averiguar algo que le permitiría un salvoconducto? Tal vez si no hubiera perdido aquel comunicador de K, solo tal vez, este le ayudaría a salir de esto y así poder reunirme con sus valquirias. Perdió la noción del tiempo estando en aquella caja metálica.
Por su mente paso la imagen de sus valquirias ya su vez la voz de su preocupada hija Svanhvít. Aquella a la que le había prometido volver sobre cualquier cosa de esta misión en la que se había inmiscuido para probarse a sí misma, empezó a preguntarse por que fue tan tonta en inmiscuirse en esto, pero ¿Si no lo intentaba ella misma como iba a ¿Sentirse enviando al peligro a otros? Durante su divagación solo deseaba que su hija estuviera a salvo cuidando de su nieta y que Hermond llegara lo más pronto posible a Helgafell para resguardarla a ella y los demás.
Freyja sonriendo con tristeza antes de cerrar los ojos y dejar que todo pasara.
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Oh, grandes gobernadores de los cielos. Yo, la princesa del Sacro Imperio, y jueza suprema de la Corte Divina de Alatyr, les doy la bienvenida tras mil años sin hacer el gran llamamiento a todos ustedes.
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Mientras conducía junto a su equipo de guardias de plata en sus vehículos de fuerzas policiales, Hermond, pudo notar algo en el cielo, algo que lo hizo ensanchar los ojos con sorpresa al darse cuenta como el firmamento era iluminado brevemente en la plena caída del alba. del sol. Una fuerte brisa invernal soplo azotando todos los vehículos y edificios de la ciudad haciendo que los carteles puestos en cada rincón de la ciudad empezaran a ondear con el aire dándole a Hermond, junto todo asgardiano acompañándolos, la desagradable y ominosa vista de aquellos carteles que dictaban EL GRAN ESLAVO TE VIGILA.
Otro destello se dio en el firmamento y ante la nerviosa vista de los asgardianos en sus vehículos e inclusive dentro de sus propios hogares asomándose por las ventanas, todos vieron algo que los dejo entumecidos. Incluso el propio Hermond Odinson ignora por completo el sonido del motor de su auto al alzar la vista y ver en el cielo titánicas pantallas holográficas que rodeaban toda la gran metrópolis.
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La gracia divina de mi padre, el Gran Emperador, nos reúne a todos hoy con el fin de discutir el material que nos concierne. Un material delictivo que atento contra nuestro orden.
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En cada rincón del Valhalla, no solo en la propia ciudad si no en cada ciudad y reino perteneciente al Óblast del Sacro Imperio apareció repentinamente en sus cielos aquellas hérculeas pantallas holográficas que tomaron por sorpresa a toda la ciudadanía de las distintas provincias; Vingolf, los reinos del Norte, las más lejanas llanuras, los reinos medievales del Oeste, hasta la gran capital de Helgafell.
Todo aquel mortal que viera aquellas pantallas en el firmamento que los despojos de la diferente luz del alba hicieron a todos los humanos y valquirias en las calles de Helgafell quedar en una absoluta quietud mirando con horror como de aquellas pantallas empezaba a razonar por todos los lados la voz de una mujer. La confusión y un naciente sentimiento de histeria guiado por el miedo comenzó a manifestarse en las calles y hogares de las ciudades bajo la jurisdicción de la corona valquiria.
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"Ninguna deidad y mortal debe de cometer actos de carácter delictivo, pecaminoso, conspirativo o anárquico contra la Orden Dorada". Así dictan los mandatos hechos por su señoría. Sin embargo, para nuestra gran desgracia, una deidad ha cometido el pecado cardinal de tentar contra el Orden Divino.
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El convoy se detuvo a las puertas del inmenso edificio que fungía como antiguo capitolio de la ciudad que en antaño fue la capital del país. Las puertas del vehículo fueron abiertas por los caballeros negros y saliendo del umbral del vehículo, ante la formación militar de oscuros guerreros imperiales, fue la figura de una cabizbaja reina valquiria quien emerge de la parte trasera del auto blindado como una delincuente apresada.
Freyja se detiene tras dos pasos de salir del vehículo para alzar un momento la mirada y ver frente a sus ojos el como los grandes portones de más de dos metros, mientras se abría tomo tiempo para estudiar con una mirada trágica aquel edificio. Una obra maestra de más de cien metros de alto de arquitectura escandinava y neoclásica, Freyja subió más su mirada para ver el rosetón superior a los portones, y donde debía de estar un símbolo Aesir de Valknut...ahora había un símbolo de Alatyr.
La diosa del amor mira con dolor y decepción aquella simbología mientras las compuertas terminaban de abrirse, a su lado escucho las fuertes pisadas de hierro de Dazhbog quien ordeno que avanzara. Resignada obedeció.
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¡Una diosa, que al igual que la humanidad, esta caracterizada por su desobediencia transmitida a su estirpe por generaciones en oposición a nuestro sagrado mandato divino! ¡Una de nuestros gobernadores!
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La enmudecida reina de las valquirias fue obligada a adentrarse en el interior del congreso divino. Camino por el elegante vestíbulo a paso lento siendo escoltada por una tropa de caballeros negros encabezada por el comandante Dazhbog. A diferencia de la tropa de asgardianos de su hermano, aquí solo sintió una hostilidad asesina de todos los caballeros negros.
Observa los recuadros y figuras decorativas que llenaban el rellano lujoso, entre estos fijándose en aquellos que retrataban a todo el consejo de la Orden Dorada en sus graduadas, cuadros con los rostros de los gobernadores de las distintas Óblast del Imperio y finalmente un cuadro que retrataba. . , en su pintura, una imagen de la victoria del Emperador del Cosmos contra las fuerzas de la Profunda oscuridad primordial, se llamaba "La muerte de Chernobog". Al ver una sensación de insignificancia llena la mente derrotista de Freyja.
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Una diosa que ha estado acarreando polémicas, conflictos políticos e internos en el Orden Imperial desde hace muchos años tras la gran revuelta de las valquirias. Se creyó que, con la ejecución y los juicios de estos, donde muchos de los presentes participaron, se le habría dado una enseñanza. No obstante, aquí estamos para juzgarla a ella hoy.
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En el exterior del edificio la voz de aquella mujer proclamada como princesa imperial dejo a todos tensos en sus hogares y en todas las regiones del país. Las fuerzas antidisturbios de Helgafell, guiadas por sus randalinas y valquirias reales empezaron a intentar calmar a la población que estaba empezando a volverse histérica. Una valquiria de traje de oficial de sheriff morado y sombrero de copa, junto a un rifle de francotirador amarrado a su espalda, tomo un megáfono para tomar la palabra intentando calmar difícilmente a una muchedumbre.
El caos había consumido el palacio real. En la fortaleza roja, Fólkvangr, nutridas de valquirias estaban armándose con sus equipos para ir a controlar a los civiles, tropas de randalinas desplegando sus alas de valquiria para volar a la ciudad a socorrer a sus hermanas de armas.
Y en los salones reales, una alterada Svanhvít hacia llamamientos de urgencia a todas sus hermanas las valquirias reales por transmisores sintiendo sus cuerdas vocales estar a punto de estallar por sus dolorosos gritos que germinaban de su devastación emocional.
Detrás suyo la joven Reginleif miró una pantalla que mostraba el rostro de una doncella de largo cabello rubio cenizo anunciar el juicio de Alatyr. Reginleif, la más joven de las valquirias, miro con negación el hecho de que su abuelita estaba ahí teniendo recuerdos de lo que le hicieron a su madre.
╔══《✧》══╗
¡La divina hija de Woden, Freyja! ¡Madre de valquirias! ¡Reina de Helgafell! ¡Culpable de la destrucción de Patrimonios Históricos y de incitar al conflicto!
¡La reina culpable!
╚══《✧》══╝
En una oscura habitación de Vingolf, dentro del Alá Conservadora, un joven hombre de cabello negro desordenado y de tez delgada miraba sentado de forma encorvada en el suelo cabizbajo una pantalla frente a él. Se dedico a escuchar pacientemente el como aquella doncella divina recitando su sentencia autocrática contra la reina madre.
Se mordió la uña del dedo pulgar con recelo, la aprensión de escuchar a esa mujer, y entonces viendo la pantalla con sus ojos negros con determinación se levantaba del suelo llevando unos jeans y una camisa blanca para salir de su habitación a un ritmo parsimonioso buscando a algo o alguien.
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ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▯▯▯▯▯▯
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—Avanza hasta llegar al salón de conferencias.
Esas fueron las ultimas palabras que Freyja escucho venir del dios del sol eslavo, Dazhbog, antes de que se retirara dejándola sola en los oscuros pasillos de la Corte Suprema de los Dioses. Enmudecida solo obedeció caminando en silencio por los pasillos divisando como a unos metros lograba divisar el luminoso umbral de la sala de Conferencias.
Sin guardias plateados para protegerla o Caballeros negros para someterla, Freyja, camino por su sendero sin vigilancia a sabiendas que no tenia otra opción. En aquella galería de pilares sombríos y débilmente por antorchas solo se escucha el sonido de sus botas pisar el duro suelo. Durante su trayecto logro escuchar la voz dictaminadora de la jueza, anunciando a los cuatro vientos el material de la conferencia, y en su mente no dejo de imaginarse a los dioses supremos cuchichear sobre los vergonzoso que es para una diosa de su estatus caer en intrigas. . tan deshonrosas.
¿Cómo deben estar sus hijas en Helgafell? ¿Hermond llegaría antes de que el conflicto escalara a una anarquía? ¿K estará contactando con Svanhvít? ¿Qué estará pasando en su amada ciudad? Sus dudas solo la hacían acrecentar más sus temores, inseguridades, sentimientos de fracaso y su vacío emocional en el que se encontraba, semejante al vacío existencial de los hombres que gobernaba. ¿Fue acaso una estúpida por querer mantener vigente el legado de su familia?
Freyja Odindóttir pensó en un sinfín de ideas, formas de intentar salir de aquella situación, alguna cláusula que pudiera usar, su última oportunidad, pero aún así todo se veía tan nublado. La esperanza de su corazón se había extinguido. Sus pasos fueron robóticos hacia la sala de conferencias, pero durante ese instante a solo unos pasos de cruzar resplandeciente umbral...
La imagen de su primogénita cruzo sus memorias.
La imagen de una mujer, una doncella, de largo cabello plateado que hacia dualidad con el dorado de su madre. Ataviada con un vestido de doncella de combate, con su falda y adornos de armadura plateada en sus brazales, en sus guantes, en sus hombreras, en su cintura y en sus grebas. Freyja recordó su sonrisa y el como un día llego cargando en sus brazos a una joven niña de cabello blanco.
<<¡Felicidades, mamá, eres abuela! Su nombre es Reginleif>> Dijo moviendo la manita de la pequeña Reginleif para hacer que saludara a su abuela Freyja.
Aquellas memorias de un pasado ya mitológico le hicieron sonreír tristemente a la reina de la Óblast del Valhalla. Cerro los ojos meditando por diez segundos antes de abrirlos y hacerle frente al gran destello de luz que daba paso a la sala de conferencias donde los dioses supremos estaban esperándola.
Determinada a confrontar a los señores de la creación, Freyja Odíndottír, dio marcha a su destino.
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https://youtu.be/pu5n-ODjoLw
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